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lunes, 10 de noviembre de 2014

En La Vieja Escocia: Mis impresiones de Outlander


Aunque en su momento escribí  sobre las posibilidades románticasdel viaje del tiempo, el tema no me atrae, a menos que se trate de un viajero del pasado en nuestro presente. Tal vez porque yo siempre me he sentido como un anacronismo y por eso me gusta tanto Ichabod Crane de “Sleepy Hollow” y tal vez por eso no me interesó mucho la cacareada adaptación de Outlander (Forastera) de Diana Gabaldon. Pero después de ver un par de episodios me he reconciliado con este cuento que demuestra que Starz no solo le apuesta al sexo fácil y barato en marco de época.

El primer problema con “Outlander” es precisamente la compañía que lo produce. Starz se especializa en period pieces con más sexo y gore que veracidad histórica. Para ejemplos, ahí esta “Espartaco”, muy entretenida, con escenas imponentes, muy bien dirigidas, excelentes actuaciones. Pero amen de ser una de las series más misóginas que he visto en mi vida, era un espectáculo despelotado que  no dejaba buen sabor de boca, ni satisfacción, y que lamentablemente no poseía lo que hace memorable a un show televisivo. “Da Vinci’s Demons” en que se intenta explorar el lado esotérico del gran artista también se fue por las ramas del sexo gratuito ¡y heterosexual! Parece que no han leído ninguna biografía de Leonardo.

El próximo experimento de este tipo de  entretenimiento de Starz  fue “Black Sails”. Podrá ser muy entretenida y tiene personajes con posibilidades, lamentablemente la violencia y la estridencia sexual son lo que priman en este cuento de piratas. El desarrollo de personajes no es un objetivo de la producción y la misoginia vuelve a presentarse: las mujeres o son victimas, o viles villanas, o medio tontas.

En “Outlander” no encuentro ese bullicio ni esa misoginia, y eso que la novela es un muestrario de sexo, violencia y, feo detalle, violencia sexual. La protagonista, su hija y un sinnúmero de personajes femeninos son apaleados y abusados sexualmente en varias ocasiones. ¡Si hasta al héroe lo viola el villano! ¡Y después se quejan de Ser George! La serie, y Starz siendo Starz, no le escabullen al tema ultraje. Incluso, un episodio que el lector sabe  que no llega a ocurrir la violación, en la pantalla adquiere caracteres de un asalto sexual de facto.


Lo que sucede es que a diferencia de otros adaptadores (no necesito nombrarlos. Ya saben quienes) los encargados de traducir novela a serie se han apegado bastante al original, que ya lo he dicho en el pasado no me gustó nada.  Aun asi, tal como en la novela se esperan a  la noche de bodas de la protagonista para desencadenar la lujuria de las cámaras. Y tal como en el libro, el sexo  siempre tiene lugar en un marco de romance (Claire con sus dos maridos) o  de violencia no-erótica (con villanos) por lo que nunca es gratuito.

En tres palabras esta es la trama de Outlander. Claire Beauchamp Randall, es una enfermera inglesa que tras servir en el ejército durante toda la Segunda Guerra Mundial, se toma una segunda luna de miel con su marido, Frank, en Escocia.


Los Randall están profundamente enamorados, aunque las dificultades para que Claire quede embarazada ensombrecen su felicidad. Mientras Frank investiga en los archivos locales sobre un ancestro dieciochesco (Jonathan Randall), Claire se dedica a recolectar plantas medicinales. En una de estas incursiones se encuentra ante un grupo de menhires llamado Craig Na Dun y sin saberlo cruza un portal mágico que la lleva a la Escocia de 1743, un mundo primitivo y en pie de guerra.




(Thewrap.com)
En su nuevo mundo, Claire es acusada de ser una Sassenach (una forastera, de ahí el título), una espía inglesa y hasta de bruja. Se convierte en la invitada y  prisionera del clan Mackenzie. Termina casada y enamorada del joven Jamie Frazer, y ambos serán prisioneros del sádico Black Jack Randall.

La novela está muy bien escrita, con un fino sabor de época, de dos épocas, porque Gabaldon nos crea dos visiones del pasado. Las Highland (Tierras Altas) escocesas antes de la Guerra Civil de 1745, y la Escocia de 1945, recién salida de una terrible guerra. El idioma es admirable, Diana Gabaldon tiene una pluma refinada para describir escenas poéticas casi tanto como para episodios crudísimos.

Mi gran problema es que nunca me gustó la protagonista, nunca sentí (y eso que está narrada en primera persona) la tragedia de Claire. Su romance con Jamie no me resultó ni apasionante ni sexy, ni romántico. Jamie es muy simpático, y casi devolví el estomago antes las torturas (que incluyen sodomía forzada) a las que lo somete Randall, pero no me enamoraría de él.


La serie es bellísima. Se ha hecho un uso estupendo del paisaje escocés. La iluminación es maravillosa, ayuda a crear atmósferas e incluso hace verse exquisita  a la modelo irlandesa Catriona Balf en su rol  de Claire. He visto fotos de la actriz en ropa contemporánea y  no es nada del otro mundo. Como Claire circa 40’s se ve un poco como Maggie Gyllenhaald y otro poco como Cate Blanchett, pero cuando adquiere superioridad estética es en su rol de “Outlander” donde en ropas dieciochescas me recuerda   a Maureen O ‘Hara en “La Posada de Jamaica”.

La modelo además es excelente actriz y me ha hecho releer el personaje. A pesar de que agradezco que hayan incluido el recurso de la voz  narradora (a muchos les molesta) yo sé lo que piensa y siente Claire gracias  a su intérprete. Me convencen su frustración, ira y miedo al ser una forastera en medio de un clan de machos alfas más violentos y groseros que una pandilla de motociclistas angelinos combinada con un khalassar Dothraki.


Aunque Sam Heughan es muy simpático y lo suficientemente atractivo para dar vida a Jamie, no shipeo al par (todavía no, denme tiempo) . El Jamie del primer libro   es como un niño, alguien al que hay que proteger constantemente, al que hay enseñar cosas  (es virgen hasta su noche de bodas). No es mi tipo de hombre. Sobre todo porque como todavía no tiene historia (a pesar de las cicatrices en su espalda) no me resulta tan interesante como personaje.

Lo que mas me apasiona de “Outlander” es su trasfondo histórico que recuerda a las novelas de Sir Walter Scott y Robert Louis Stevenson. Esa rebeldía escocesa ante el yugo británico que este año, con el reciente referendo, vuelve a ser tópico de noticias. Resulta tremendamente trágico que Claire sepa que la causa Jacobita está perdida y que, como Casandra, solo encuentre oídos sordos a sus profecías.


Lo otro que me impacta es la actuación de Tobias Menzies. Su Black Jack Randall es un villano irredimible, un verdugo que tortura y viola prisioneros. Es el un papel más oscuro que los que le conocía a Menzies (léase el bruto Bruto de “Roma” y Edmure Tully de “Juego de Tronos”) pero lo impresionante es que TM hace un doble papel puesto que también interpreta a Frank Randall, el marido de Claire.




Menzies hace un malabarismo actoral interpretando a un monstruo dieciochesco y a un sensible e inteligente caballero ingles de la posguerra. La serie subraya el amor que Frank siente por su esposa y el hecho de que un sentimiento reciproco exista en Claire (a pesar de lo bueno para la cama que le resulta el segundo marido). La escena más conmovedora de la serie ocurre en el capitulo que cerró la primera temporada (SPOILER para quien no haya visto esta octava entrega).

Claire, casada y revolcada, decide volver al sitio mágico desde donde podrá regresar a su presente y a su marido. Frank, después de una dolorosa e infructuosa búsqueda en la que se tropieza con la indiferencia de la policía y hasta con estafadores, también llega a Craigh Na Dun. Por un momento parece que se rencontrarán. Alcanzan a oír sus voces, pero llegan los ingleses y apresan a Claire separándola de un Frank desolado. Eso si estuvo romántico, pero como no es spoiler decir que el héroe de este cuento es Jamie, el pobre Frank no tiene chance ninguna.


La pregunta  que falta responder es si “Outlander” cabe en el mundo de la fantasía. Cuando Diana Gabaldon la publicó en 1991 no se sabía realmente como calificarla. Obviamente era una fusión de novela de aventuras y romance histórico, pero perturbaba a esta definición el incidente del viaje del tiempo. Normalmente las novelas que giran sobre ese tipo de travesía califican como ciencia ficción, pero en este caso no había maquina ni explicación científica para el retroceso en el tiempo de Claire. Hasta donde sé el portal que cruza es mágico, el terreno que rodea a Craigh Na Dun era sagrado para los druidas y muchos en la novela creen que geográficamente corresponde al mundo habitado por las hadas.

¿Pero aparte de ese portal hay algún otro elemento mágico en “Outlander”? La respuesta no implica un fácil “no”. El mundo al que llega Claire es lo bastante primitivo y místico para que se sienta una atmosfera mágica. Sus habitantes creen en lo sobrenatural desde el cura que ya anda acusando a Mrs. Beauchamp de bruja hasta Dougal Mackenzie que durante una evaluación de la sinceridad de Claire la hace beber de un rio sagrado cuyas aguas impiden mentir.


lunes, 1 de septiembre de 2014

Stoneheart, Ordalía y un Autógrafo de Ser George


Comenzamos septiembre con noticias de “Juego de Tronos”. Una buenísima. ¿Es que alguna vez alguien dudó que Lady Corazón de Piedra aparecería con su “¿Espada o la soga?” Es como dudar que Lena Heady se pondrá traje de Eva para la ordalía de Cersei Lannister. Al fin, termina la zozobra y comienzan las conjeturas y entremedio algunas cosas de mi baulito personal de tronera.

Sucede que La Reina Lorena, el pasado otoño (primavera en Nuevo México) asistió a una conferencia literaria, en Alburquerque, a la que también asistió George R.R. Martin. Pudo hablar con nuestro autor favorito y me consiguió un autógrafo en una copia de Game of Thrones. Gracias al correo chileno, que se demora tanto como cierto escritor en publicar continuaciones a su saga, recién vine a conseguir el autógrafo y las fotos del evento y aquí se las doy.

Lo primero es el autógrafo. Si yo también hubiera deseado algo más personal snif, snif, pero el pobrecito ya debía tener la mano acalambrada de tanto firmar. Lore le habló de este Reino y le dio  nuestra dirección.

(colección personal)

George R.R. Martin con pluma en mano.



La dama al lado de Martin es Diana Gabaldon, la autora de Outlander.



Ahora pasemos al tema “Juego de tronos” desde donde por fin estamos recibiendo noticias. Al menos sabemos que habrá tres episodios cumbres  de los últimos libros de la Canción de Hielo y Fuego que alcanzarán a aparecer en la pantalla chica. ¿Al final qué me importa lo que hagan Los Arcángeles con Ser Jaime, Ser Bronn o Ser Burro en el Dorne si en la Plaza de Toros de Osuna, Daenerys saldrá volando en lomos de su hijo Drogón?
(Wicnet.com)


Ya hemos visto el traje de viaje de Tyrion. Tal vez Aegon, Connington y la Septa Lemore no salgan en este cuento, pero tendremos a Yezzan (mas esbelto que en el libro) que esclavizará al Gnomo  ¿y a Varys tal vez?
(metro.co.uk)


Cuanto escándalo se ha armado en foros, blogs y redes sociales porque clero y autoridades croatas se opusieron a que Lena Headey saliese desnuda de la Iglesia de San Nicolás en Dubrovnik para pasear sus huesos por la vía publica en esa recreación de uno de los capítulos más fuertes de Danza con Dragones,la humillación ritual o "Walk of Shame" de La Leona Lannister. 

La de veces que vemos escenas de gente superpuestas sobre escenarios falsos, ¿Que no pueden hacer lo mismo ahora? ¿Tener a la Headey encuerada arrastrándose por un pasillo y luego sobreponer esa imagen en una locación croata para que parezca que viene saliendo de iglesia, mezquita o templo satánico? Todo este nuevo alboroto solo demuestra que las prioridades humanas en Occidente andan de cabeza. Al final si la han permitido, pero no en el templo, sino en la calle.
(San Nicolás)


He dejado lo mejor para el final. Gracias a la Dama Blanca y a ASOIAF me entero que cierta gran señora no andaba tan muerta y vuelve para juzgar a su dama caballero. Se coló un fragmento de un libreto donde se lee un intercambio entre Thoros de Myr y  La Moza, seguido por una escena en el que La Doncella de Tarth es llevada a juicio ante un personaje del que Thoros solo dice: “Ella no habla.. pero lo recuerda todo”. Adivinen de quién se trata, o como decía el bolero del Maestro Gonzalo Curiel.


“Eres mala y traicionera. Tienes Corazón de Piedra".


jueves, 17 de enero de 2013

Amar en Tiempos Revueltos: Viajes en el tiempo y fantasías románticas e históricas



De tanto escuchar que “el tiempo no existe” hemos llegado a creer que esa frase es un cliché inventado por perezosos irresponsables. En nuestra existencia regulada por caprichos cronológicos es  imposible imaginar que las normas del  tiempo puedan transgredirse. Sin embargo, tanto ciencia ficción como fantasía nos muestran que se puede alterar y revertir  el pasado al igual que el futuro.

Esa mal llamada “ciencia” que nos dispensan canales pseudo- científicos como History, National Geographic y Discovery   jura que las maquinas el tiempo no son cosa de novelas sino realidades inminentes. Que aunque sea imposible viajar al pasado (a menos que ese pasado exista en un mundo paralelo) el viaje al futuro, tal vez en nuestro siglo  o el venidero, se volverá una certeza.  Más allá de las probabilidades de que esa aseveración se materialice, la literatura especulativa, futurista y de ciencia ficción explora continuamente la posibilidad de construir algún objeto que nos permita vencer la tiranía del reloj.

Desde que H.G. Wells escribiera La Maquina del Tiempo  que la literatura y el cine han inventado maneras de hacer malabares con las hojas del calendario. Desde que en 1963, el Dr. Who por primera vez ingresara en la cabina telefónica, la televisión se ha hecho eco de esa obsesión temporal. Pero existe otro género que también gusta trascender tiempo y espacio.



A diferencia de la novela de anticipación, el viaje en el genero fantástico no se produce por efectos de maquinas sino por brujería como cuando las Halliwell de “Charmed” se paseaban por el ayer y el mañana; o por drogas como le ocurre a la heroína de The House in the Strand de Daphne Du Maurier; o por algún objeto mágico sean” Los Chanclos de la Fortuna” del cuento de Andersen o el relojito que permite a Hermione Granger teletransportarse en Harry Potter y el Prisionero de Azkaban. A veces la causa puede ser algo tan prosaico como un golpe de cabeza como le ocurre al Yanqui de Connecticut de Mark Twain que tras recibir un martillazo acaba en la corte del Rey Arturo.

El "time-turner "de Hermione


Antes de que la humanidad fuera científica y entendiera de maquinas y viajes intertemporales, ya había crónicas escritas sobre viajeros del pasado. Se trataba de personas que durmieron cien años,  o viajaron a otro mundo donde el pasar del tiempo no era el mismo de la Tierra y que al regresar se encontraban en un siglo que no era de ellos. Se pueden hallar noticias de estos sucesos en el clásico hindú El Mahabaratta, en el folclore japonés,  en el Talmud, y en la leyenda cristiana de Los  Siete Durmientes de Éfeso. Esa última inspiró a Washington Irving a escribir su famoso Rip van Winkle, la historia de un señor que al despertar de una siesta descubre que ha pasado veinte años. El vínculo común de estos cuentoses una percepción del ritmo de horas y días como algo  personal, por lo tanto el tiempo es una ilusión. 

Grabado medieval de Los Siete Durmientes /Wikipedia)


Detrás de todo viaje en el tiempo yace el deseo de cambiar o preservar algo. ¿Cuántas veces no hemos deseado volver atrás y evitar la toma de una mala decisión? ¿O huir hacia un futuro cercano para acabar con un tormento presente? ¿Cuántas veces no deseamos apurar los días  para llegar pronto a un momento maravillos? O por el contrario, deseamos encapsular un momento de intensa felicidad para que nunca termine. En El perjurio de la nieve de Adolfo Bioy Casares, un padre empeñado en impedir que su hija muera de un mal incurable pretende detener el avance del tiempo, obligando a toda su familia a reproducir todos los días las mismas actividades, incluso repetir los mismos diálogos. Con tono más jocoso esa es la misma premisa del filme de Adam Sandler y Drew Barrymore “50 First Dates”.

Debido a que el deseo de manejar el tiempo nace de una necesidad emocional no sorprende que, en el genero fantástico  el viaje suela ocurrir en fantasías románticas muchas de las cuales se han llevado al cine. En La Mujer del Viajero en el Tiempo de Audrey Nieffnigger, el marido de la protagonista sufre una enfermedad  que lo obliga a  viajar en el tiempo en los momentos más inesperados. En “Premonición” Sandra Bullock logra  reunirse con su difunto marido gracias a una alteración del tiempo. En “La Casa del Lago”, a pesar de vivir en épocas diferentes, una pareja encuentra la manera de comunicarse gracias a una serie de cartas.



Las alteraciones del tiempo sirven para expresar fantasías o, mejor dicho, angustias femeninas. La Mujer del Viajero expone la frustración de no poder retener a un hombre que sin embargo insiste en aparecer y desaparecer de nuestras vidas. En el filme “Premonición” se ve el deseo de volver atrás para evitar la perdida del ser amado. En “La Casa del Lago” la correspondencia se vuelve una metáfora para la incomunicación de pareja y como puede vencerse.



Otro uso metafórico del viaje del tiempo es imaginarse que la pareja perfecta únicamente puede encontrarse en otra era. Esa es la premisa de “Somewhere in Time”,  basada en la novela de Richard Matheson, donde un dramaturgo (Christopher Reeve) se enamora de una fotografía que encuentra en un hotel y gracias a la auto-hipnosis consigue viajar en el tiempo para conocer a la modelo. En la comedia románica “Kate and Leopold”, Hugh Jackman es un aristócrata victoriano incapaz de enamorarse en su época, pero que encuentra el amor ideal con Meg Ryan en el New York contemporáneo.



Otras veces, el viaje al pasado permite que alguien se de cuenta que está involucrado en una relación equivocada y que el verdadero amor se haya en otros tiempos. Eso le ocurre a Owen Wilson en “Midnigth in Paris” de Woody Allen. A principio del siglo XXI este argumento se volvió una constante en las novelas rosa. La iniciadora de esa corriente fue una obra que cambió el rostro de la fantasía romántica e inauguró la moda de los romances paranormales. Me refiero a la curiosa Outlander (Forastera) de Diana Gabaldon.



 En 1945, Claire una enfermera inglesa  va a pasar su segunda luna de miel en Escocia, pero está no es una ocasión feliz. La falta de hijos está afectando su matrimonio. En busca de plantas medicinales, Claire llega a un túmulo celta en el cual hay un portal que la lleva al Siglo XVIII. Allá encontrará un nuevo marido y regresará al presente embarazada. En novelas posteriores. Claire, su hija y su yerno abandonarán su presente para viajar al pasado en busca aventuras y del  verdadero amor de la enfermera.



Una de las fantasías románticas más encantadoras que se han hecho sobre este tema es “13 Going on 30” (“Si tuviera 30”). Para su decimotercer cumpleaños, Jenna recibe una casita de muñecas y unos polvos mágicos de parte de Mat, su mejor amigo. Los polvos le permiten saltarse 17 años y cumplir su sueño de ser una coqueta y sofisticada treintañera. Pero su vida adulta confunde y avergüenza a Jenna (Jennifer Garner) que descubre que ha perdido a sus padres, sus amigos y sus valores para convertirse en una competitiva y egoísta editora capaz de involucrarse con hombres casados. Para restaurar su imagen, Jenna busca a Mat, ahora convertido en fotógrafo (Mark Ruffalo). Ahí se da cuenta que él es el amor de su vida, pero Mat está a punto de casarsec on otra…No les cuento más porque tienen que verla.



En otras fantasías románticas, el retorno al pasado permite apreciar lo que se tiene e el presente. En “Peggy Sue Got Married” (“Peggy Sue, su pasado la espera”), la heroína (Kathleen Turner) es una esposa infeliz que siempre se pregunta si pudo haber algo mejor en la vida. Su frustración aumenta al ir a una reunión de ex-compañeros de secundaria. Ahí recibe un golpe en la cabeza que le permite regresar al pasado y alterar algunos hechos, pero al final se da cuenta que su felicidad está en su marido actual (Nicholas Cage) y sus hijos.

(cineplex.com)


Más allá del amor y el romance, el viaje en el tiempo permite corregir errores personales e impedir tragedias (toda la premisa detrás de la franquicia de “Terminator”). En El Prisionero de Azkaban, Hermione ha estado jugando con el tiempo gracias a un artilugio mágico que le permite asistir clases simultáneamente. Pero el viaje en el tiempo adquiere un significado más profundo cuando se trata de salvar a Sirius Black (y al hipogrifo).


En Un Cuento de Navidad, Dickens hace que una serie de fantasmas lleven  al tacaño Scrooge a recordar su pasado y enfrentar su futuro para poder ser mejor persona. Una variación de esta “segunda oportunidad” tiene lugar en “Repeat Performance”, un film noir de 1947. Una actriz (Joan Leslie), en vísperas de Año Nuevo, mata a su marido infiel y luego huye a casa de un amigo. Ahí se encuentra en la Noche Vieja del año anterior lo que le permite revivir todos los sucesos, pero el destino la lleva inexorablemente al mismo final de año fatal.





Por ultimo, el viaje en el tiempo en el género fantástico puede ser una forma para que el viajero conozca un proceso histórico de cerca y de paso descubra algo sobre su historia personal. Esto me lleva a dos de mis novelas favoritas, ambas adaptadas para la televisión. Me refiero a La aritmética del Diablo de Jane Yolen y The Cold Room (El frigorífico) de Jeffrey Caine (1978). Ambas usan la combinación del Holocausto y el viaje al pasado como una manera de ayudar a la viajera a lidiar con su presente.



En La aritmética del diablo, Hannah (Kirsten Dunst) es una adolescente rebelde incomoda con su religión y herencia cultural. Algo que se hace más evidente cuando es forzada a compartir el seder, la cena tradicional de la Pascua judía. Como parte del ritual, Hannah debe abrir la puerta de entrada para dar paso al espíritu del Profeta Elías.  Al hacerlo, cruza un portal que la lleva a Lituania en 1941, en vísperas de la invasión Nazi. Ahora está convertida en Chaya, una huérfana que vive como su prima Rivka (la desaparecida Brittany Murphy). A pesar de que Hannah/Chaya intenta explicarle a Rivka y a otros judíos lo que va a suceder, nadie le cree y las niñas terminan en un campo de concentración. Aunque Chaya perece en la cámara de gas, Hannah despierta en el presente, ahora con una nueva percepción de lo que significa ser judía.

(themoviedb.org)

El Frigorífico (o “El Cuarto Frío”) es un poco más oscura. Tuve la suerte de encontrar el tráiler en  YouTube lo que permite apreciar el debut de la olvidada Amanda Pays que pudo ser la Keira Knightley de su época, pero prefirió quedarse en casa criando bebés.

Amanda Pays en The Cold Room (tvspielfilm.de)


La historia tiene lugar en la Alemania del Este a fines de los 70’s. Carla Martin (Pays) abandona su internado para reunirse con su padre (George Segal) en el Berlín Oriental. Carla es una chica huraña que no se lleva bien con un padre que prefiere pasársela con su novia que con una hija que es una extraña para él. Los Martin están hospedados en una pensión de mala muerte regentada  por la lacónica Frau Holzbaum (Hoffman en la película). Carla siente ruidos detrás de la pared de su cuarto y cree que hay ratones. Un día al mirarse en el espejo, se ve así misma con ropa y peinados antiguos.



Cansada de ruidos y golpes tras el armario, Carla lo retira, rompe el papel mural y descubre la entrada a un cuarto secreto, el antiguo frigorífico (la pensión fue alguna vez la carnicería-hogar de la Familia Bruckner). Ahí se encuentra con Erick (Anthony Higgins). Creyendo que se trata de un disidente anti-comunista, Carla acepta llevar un mensaje a un compañero de Eric solo para descubrir que la dirección no existe ya que es parte del Berlín pre-Segunda Guerra. Esto, aunado a otros detalles, indica a Carla que Erick es un judío fugitivo de la Gestapo. Además, ella comienza a recordar y a tener visiones en las que se ve convertida en Christa, hija del carnicero Bruckner, y protectora y eventual amante de Erick.


Las cada vez más erráticas reacciones de Carla convencen a Hugh, su padre, que la chica ha heredado la demencia de la madre. La situación llega al límite cuando Bruckner viola a Christa y Carla acusa a Hugh de hacer lo mismo con ella. Un examen revela que Carla es virgen. Todo indica que está loca. Incluso llega a atentar  contra Hugh, pero la intervención de Frau Hoffman (quien fuera antigua criada de los Bruckner) revela la tragedia ocurrida en los años 30’s y que Carla ha revivido y vuelto a presenciar.

Un detalle sobre ambas novelas es que siendo escritas pre-auge de la fantasía, no son consideradas como tales. La de Yolen era catalogada en bibliotecas bajo “novela histórica” y The Cold Room era calificada de “novela de terror” o “ciencia ficción”. Solo recientemente, los viajes en el tiempo pueden ameritarle a una novela (si reúne los requisitos de no incluir maquinas o explicaciones científicas) el título de “fantasía histórica”.
¿Recuerdan otros viajes en el tiempo en obras de fantasía?

jueves, 14 de junio de 2012

Magia vs Realidad ¿Es Juego de Tronos representativa del Género Fantástico?


(Foto de alt1040.com)


Desde su aparición que Canción de Hielo y Fuego ha provocado un debate entre  críticos y amigos del género fantástico. ¿Puede catalogársela como obra fantástica cuando sus aspectos paranormales están casi siempre en segundo plano? Y si no es fantasía ¿cómo se califica a una saga que tiene lugar en un universo geográfico imaginario donde conviven dragones, razas de zombis y otros elementos alejados de la realidad? Como el debate ha cobrado fuerzas gracias a la serie de televisión, habría que preguntarse qué realmente define el género fantástico y sus muchos subgéneros.

Aunque George R.R. Martin anunció al publicar Juego de Tronos que su mayor influencia era la obra de Tolkien y su libro venía endorsado por Robert Jordan, los seguidores de ambos autores se llevaron una sorpresa. Tras un capitulo del más puro terror “lovecraftiano” en que aparecen por primera vez los Caminantes Blancos, la historia se interna en intrigas palaciegas y guerras dinásticas no muy alejadas de las ocurridas en nuestra Tierra en siglos pasados.

(Foto de network54.com)


Si bien es cierto que para muchos resultaba chocante que Cersei se revolcase en casa ajena con su propio hermano, que los Targaryen  efectuasen matrimonios endógamos y que a sus 13 años, Daenerys fuese entregada como esposa a Khal Drogo, cualquier erudito recordará que tales aberraciones también son parte de nuestra historia.
(Foto de network54.com)


Egipcios, Incas y la Casa Real de Hawái practicaba el matrimonio entre hermanos. Isabel de Valois  tenia 13 años cuando la casaron con Felipe II España, y Blanca de Castilla era aun más joven cuando la desposó el Rey de Francia. Aparte que los chismógrafos medievales  crearon toda una leyenda urbana contando que Don Alfonso VI de Castilla y Leon tenía amores con su hermana Urraca.

Confieso que nunca me atrajo la fantasía épica, pero que Canción de Hielo y Fuego me atrapó precisamente porque su universo era tan parecido a nuestra Edad Media.  Martin también declaró que su intención original era escribir una novela histórica sobre La Guerra de las Rosas, pero que encontró menos limitaciones en la creación de un mundo ficticio. Además que salpicándola aquí y aculla de detalles sobrenaturales,  su obra sería considerada  como High Fantasy.

Sin embargo, hay puristas que se quejan de que al no ser lo fantástico lo primordial en la saga, que el trastocar la emblemática lucha entre El Bien y El Mal por interacciones entre seres moralmente ambiguos y dar prioridad a apetitos humanos antes que a fuerzas oscuras vs fuerzas sublimes, la aleja del género. ¿Sera eso cierto? ¿Qué opinan?

( Foto de superbwallpapers.com)


Desde la publicación de Harry Potter que la fantasía  ha gozado de una popularidad imperecedera lo que obliga a la industria editorial anglosajona a crear nuevos rubros o subgéneros (en el mundo hispanoparlante todavía se cataloga a la literatura fantástica como “ciencia ficción” aunque sus tramas no abarquen nada científico ni futurista). Pero antes de encasillar el material en su estante correspondiente,  había que encontrar un eslabón en común. ¿Despues de todo, en qué se parecen El Hobbit, Outlander y Crepúsculo? Nada más  que en todas ellas ocurren cosas descabelladas, cosas inexplicables, cosas “mágicas”.

Martin nunca ha considerado que la magia deba ser lo más importante en una fantasía épica. Cuando sus caballeros luchan siguen las reglas de un torneo medieval, no utilizan hechizos ni armas prodigiosas. Aquí no entra ni el yelmo de Mambrino ni  el bálsamo de Fierabrás que cura toda herida. No tengo problema con eso,  siempre y cuando cada cien paginas saque la cabeza un dragón, un “Otro”, o aparezcan brujas duchas en malas artes como Mirri o Melisandre.
(Foto de gameofthroneswikia.com)


Curiosamente, no todos los lectores de Martin piensan así. Hay quien dice que crear un mundo ficticio no te convierte en novelista de fantasía. Por otro lado, muchos que han llegado a al mundo “Martiniano” vía HBO,  se escandalizan cuando de pronto aparece lo “bizarro”, lo encuentran fuera de lugar. ¿Tienen razón? ¿Preferiríamos una serie que no nos impusiera lo “irracional” que así se define a lo sobrenatural en nuestro escéptico Occidente del Tercer Milenio?

Pues para eso están sagas como la de Diana Gabaldon, en donde lo único paranormal es que la heroína se la pasa saltando del presente al Siglo XVIII, con amantes, esposos e hijos en ambos espacios. O la saga de Kushiel que tiene lugar  en un mundo tan inventado como Westeros, una sociedad medieval que vive dedicada al sexo y a intrigas políticas, y donde el valor de su heroína reside en su poder de combinar dolor con placer lo que la hace excelente cortesana-espía. No, sinceramente yo me quedo con la Canción de Martin. Por algo, Amazon apiña Kushiel y Outlander bajo el vaguísimo titulo de “Fantasía histórica”. En cambio lo de Martin va bajo “Fantasía épica”.

(Foto de doublereviews.com)


Es cierto que la  adaptación televisiva le ha bajado el tono a lo sobrenatural, ha empujado a los Reid para la próxima temporada y se ha saltado las conexiones paranormales de Arya y Bran con sus lobos. Aun así  hay gente que se va al baño a la mera mención de  los Caminantes Blancos o se irrita cuando aparecen los dragoncitos. Me resulta difícil entenderlos, pero los productores si parecen temerle a una baja de rating cuando surjan más elementos fantásticos en temporadas futuras.

David Benioff had dicho en entrevistas que los personajes  de “Juego de Tronos” son tan escépticos y apegados a lo material que mayor es el shock cuando se encuentran con algo que desafía su fe en la razón. Por eso, Ser Davos casi se cae de espaldas al presenciar el parto de la  Mujer de Fuego, y Jon Snow casi entra en pánico al enfrentarse a su primer zombi. Yo creo que es parte del hechizo de la obra y en pantalla se experimenta mejor la sorpresa de salirse de lo normal para internarse en lo fabuloso.

(foto de rexwallpapers.com)


Un mundo sin magia no tiene sentido ni sabor. Despojar a la fantasía de sus elementos milagrosos la vuelve aburrida. Para ejemplo está el “Rey Arturo” de Antoine Fuqua protagonizada por Clive Owen y Kiera Knightley. Esta película ofrecerá una visión más realista e históricamente fidedigna de la leyenda artúrica, pero yo extraño a las hadas y a los castillos encantados.

Anoche veía “Troya” (que por algo fue adaptada por David Benioff) por enésima vez y por enésima vez extrañaba las intervenciones de los dioses y sus poderes cósmicos, tal como aparecen en la épica homérica. No es que la encuentre mala (ver a Eric Bana y Brad Pitt descamisados en el mismo film ya me pone a babear como el Perro de Pavlov), pero le falta “eso” que hace a La Ilíada una obra maestra, ese toque de fatalismo mágico.

jueves, 7 de junio de 2012

¿Qué tiene Canción de Hielo y Fuego que la hace superior a otras sagas fantásticas?


(foto de lasombradegrumm.blogspot.com)


Apenas unos días después del final de temporada de “Juego de Tronos” y ya experimento síntomas de wihdrawal. Me imagino que uds. andarán igual. Canción de Hielo y Fuego es tan adictiva como una droga y la falta de su entrega semanal en formato de serie nos frustra y deprime. Por eso sigamos hablando de esa obra extraordinaria y del anzuelo con el que el autor nos ha pescado como sardinas y no solo a nosotros… Me gustaría saber por qué HBO se arriesgó a gastar millonadas en un género catalogado como “infantil “y en esa  saga en particular.

Es cierto que HBO había alcanzado una altísima sintonía con sus vampiros y otros seres fantásticos de “True Blood”. También es cierto que el apoteósico triunfo  de taquilla de las adaptaciones fílmicas de Tolkien le ha adjudicado a la fantasía épica cierta respetabilidad y los de HBO querían aprovecharse de esa moda. Pero si buscaban algo-parecido-a-Tolkien ahí está la saga de Robert Jordan  The Wheel of Time (La rueda del tiempo). Si querían algún bestseller con dragones tienen toda la serie de Temeraire (Temerario) de Naomi Novik.



Tal vez querían menos magia y más sexo, después de todo eso es lo que distingue a HBO. ¿Entonces por qué no echar mano de la Outlander (Forastera) y todas sus secuelas? Los fans de Diana Gabaldon llevan una década esperando ver en la pantalla, chica o grande, las aventuras de Jamie y Claire. Les hubiera salido más barata. Pero si querían erotismo en un marco más fantástico que la Escocia del Siglo XVIII, siempre pudieron comprar los derechos de Kushiel’s Dart de Jacqueline Carey, una ensalada de fantasía histórica y sexo sado-masoquista a lo 50 Shades of Gray.

(Foto de onlinelibrosgratis.blogspot.com)


Y la pregunta del millón. ¿Por qué optar por fabricar el mundo de Poniente antes que internarse en el sendero de La Torre Oscura? HBO tiene los derechos de la fantasía-western de Stephen King y medio apalabrado a Javier Bardem para interpretar a Roland Deschain.



Tras leer varios artículos, he encontrado algunos factores que explican la decisión de HBO. La principal es que Canción de Hielo y Fuego es considerada  “fantasía adulta” no únicamente por su cuota de sexo  (y de la variedad audaz y oscura que le gusta la compañía), sino porque sus personajes y su mundo son moralmente ambiguos. Aquí no cabe la lucha entre el Bien y el Mal que caracteriza a las obras de Tolkien y de sus imitadores. En el universo de George R. R. Martin no hay buenos ni malos, por algo nos dividimos entre ambos bandos en la reciente Batalla de Blackwater.

Tyrion herido por uno de sus propios guardias en Blackwater (Foto de theairspace.net)


La ambigüedad moral, lejos de crear personajes repugnantes  o antipáticos,  dimensiona la complejidad y el calado de las personalidades de los protagonistas. Esa es otra razón que hace a la obra “martinesca” más madura y superior a la de Jordan y otros autores de fantasía épica. Su contenido sutil y sus redondos personajes, algo no tan común en otras fantasías “adultas  (“True Blood” será muy adulta pero sus protagonistas son mas inmaduros que Joffrey Baratheon) han sido mayor gancho.

Aunque hay muchos televidentes que se confunden con la cantidad, variedad y comportamientos de los personajes de la serie (que no ha incluido ni la mitad de los personajes creados por Martin) otros precisamente encuentran en esas tramas y seres oscuros un antídoto al aburrimiento que  asocian con la lectura de la High Fantasy.

Pero también es parte de la competencia literaria del autor el saber equilibrar  los temas “reales” de ambición, amor a la familia, búsqueda de glorias y guerras por el poder con lo fantástico. Decía alguien que Canción de hielo y fuego no califica como fantasía puesto que el género no se define por el único hecho de crear un mundo ficticio (bajo esos cánones tampoco Kushiel podría ser clasificada como fantástica). Pero Poniente y el mundo más allá del Muro o del Mar Estrecho está colmado de elementos fantásticos: dragones, Caminantes Blancos, brujas que paren sombras asesinas, etc.

Melisandre "Madre de sombras"(Foto de fanpop.com)


La obra de Naomi Novik, novedosa en  su reinvención de las Guerras Napoleónicas con batallas aéreas en las que los dragones toman el lugar de modernos aeroplanos, carece de personajes dotados de debilidades humanas y de esa exacta línea entre lo terrenal, lo banal y lo fantástico que ha convertido a detractores del genero en fanáticos de la saga de “Juego de Tronos”.

¿Es eso entonces lo que ha llevado a “Game of Thrones” a convertirse en un fenómeno televisivo? ¿Estar basada en una historia que combina historia con fantasía, sexo con magia, ambigüedad moral con profundos valores universales? ¿Son esos los requisitos para clasificar a una obra como “fantasía adulta”? ¿Y si es así qué otras sagas fantásticas de ese tipo merecen seguir a “Juego de Tronos” a la pantalla chica?