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viernes, 19 de julio de 2013

La Era de los Magos (Crónicas Fantásticas II)


Iniciamos nuestro viaje por la fantasía contemporánea conociendo a las criaturas que abrieron la ruta para el avance fantástico: los magos. A diferencia de las brujas, los hechiceros siempre han cosechado buena fama, en ficción y realidad. A veces se les ha visto como científicos, pero J. K. Rowling creó un nuevo tipo de hechicero, uno muy joven. Harry Potter es un niño mago, con una misión y una reputación legendaria aun antes de empuñar su primera varita mágica.

La literatura fantástica nunca ha sido ajena al fenómeno del Mago, desde Merlín hasta  Gandalf han existido estos sabios de luengas barbas y sabios consejos. Tampoco el concepto de escuelas de magia era original puesto que Ursula Le Guin y Sir Terry Pratchett las describían en sus sagas fantásticas.

Lo novel fue que Hogwarts no era una academia de adultos sino una escuela infantil. Mas interesante es que Rowling le otorga (a pesar de hacerla mixta) los atributos de los famosos internados ingleses, lo que la hace identificable a su público. El mundo de Harry Potter, a pesar de su encantadoras idiosincrasias, es el  nuestro solo que existe en un plano paralelo al de los Muggles (léase humanos carentes de magia).

(fanpop.com)


Entre 1999 y el 2000, Harry Potter y la Piedra Filosofal se convirtió en un de los diez libros más leídos en el mundo anglo parlante. La publicación de las siguientes aventuras del niño-mago y la aparición de versiones fílmicas, como ocurre con todo fenómeno cultural, invitaron a otros escritores de fantasía a  crear sus propias órdenes mágicas ya sus propios  jóvenes aprendices de hechiceros.



 Tanto era el apetito del publico por este tipo de historias que en el 2003, Patricia Wrede desenterró una novela publicada en 1988 y titulada Sorcery and Cecilia or The Enchanted Chocolate Pot (Cecilia y la hechicería o La chocolatera encantada). Aprovechando la moda de los magos y la hechicería, Wrede republicó esta novela epistolar sobre brujitas en los días de Jane Austen. Le fue tan bien que la autora le escribió dos secuelas. Era el momento para que la literatura juvenil se pusiese del lado de los magos.



Confieso no conocer mucho de estos clones de Harry Potter, pero puedo comentar una fantasía histórica que trata el tema. Libba Bray en su Trilogía de Gemma Doyle crea la Academia Spence, un internado de señoritas victoriano, donde su heroína y sus condiscípulas descubren secretos de antigua magia.



Más diferente es la Trilogía de Bartimaeus de Jonathan Stroud. En un Londres moderno, pero gobernado por magos, Nathaniel es un aprendiz dispuesto a todo para alcanza el nivel mas alto de magia. Eso lo consigue gracias a Bartimaeus un genio de cinco mil años de edad, que lo asiste en todas sus empresas.

(imagenes.net)


Gracias al cine del Siglo XXI, magos antiguos y modernos comenzaron a adquirí rostros reconocibles. Sir Ian Mckellan desplegó magia blanca y Sir Christopher Lee la oscura en la saga de “El Señor de los Anillos”.  Al mago Merlín lo han interpretado, desde 1997, una docena de veces y Sam Neil, Joseph Fiennes y Sir Ben Kingsley, entre otros le han prestado sus fisonomías. Aunque el más recordado es Colin Morgan que en la serie “Las Aventuras de Merlín” retrata los problemas de un aprendiz de mago que debe ocultar sus poderes en la corte de Uther Pendragon.

(argentinawarez.com)


El joven Merlín vino a llenar un espacio que abandonaran las Hermanas Halliwell de “Charmed” Por largo tiempo y a pesar del interés por series sobrenaturales, la magia y los hechiceros eran los grandes ausentes de la televisión.  Eso cambió en el 2011, cuando  J.J. Abrams creaba un universo mágico llamado Storybook. En Once Upon a Time, no solo se reversionan los cuentos de hadas, además se exploran los beneficios y maleficios de la magia en manos de gente tan peligrosa como Regina y Rumpelstilskin.



Por buenas y originales que fueran esas historias, seguían siendo dirigidas a un publico  poco exigente y perpetuando el mito de que la fantasía era un género para niños. Sin embargo, la literatura adulta también se enfocaría hacia los magos.

Se dice que sin Harry Potter nunca hubiera existido Harry Dresden. A pesar de que Jim Butcher, su creador, adjudica el nombre de pila de su mago a un homenaje a Houdini, el protagonista de los Dresden Files podría ser un Harry Potter adulto.


Hijo de un ilusionista de feria, Harry Dresden es el único mago que puede ser encontrado en las páginas amarillas, pero su mayor labor consiste en ayudar a la policía en casos que involucren lo oculto. Y vaya que hay casos sobrenaturales en la Chicago suburbana, espacio donde Harry se mueve. Con una madrina que es realmente hada y un hermanastro vampiro, Harry tiene buen conocimiento de lo sobrenatural. Cuando sus artes mágicas le fallan, siempre habrá algún ángel  o licántropo listo para ayudarlo.



Nunca he leído una novela de Butcher, pero si vi el desastroso intento de convertirlas en serie. Los aficionados me juran que esa serie chanta del ScyFy que solo duró una temporada no es para nada representativa de la calidad de la saga. A juzgar por a fama de los Dresden Files, les creo. Mi problema principal se llamó Paul Blackthorne un muy mal actor que interpretaba a Harry y el que la serie sufría de todas las fallas que afligen a los productos de ese bendito canal.

Los magos adultos no solo existía en fantasías urbanas y series infantiles, en el 2003 surgió una fantasía histórica que (tal como La Historiadora de Elisabeth Kostova) califica de literatura fantástica “seria”. Me refiero a Jonathan Strange y El Señor Norrell de Susanna Clarke. Tal como ocurriera con la primera novela de Rowling, a Clarke le tomaría una década escribir su obra magna y como Harry Potter, Strange y Norrell nacieron en la mente de su autora en La Península Ibérica, mejor dicho en Bilbao donde ella enseñaba inglés.



Debido a que tiene lugar en la Inglaterra de la Regencia, muchos han visto esta voluminosa novela como una imitación de Jane Austen. En realidad, su prosa prolija, a ratos pesada en su exceso de descripciones es totalmente victoriana y recuerda mucho a la pluma de Dickens.

El Señor Norrell es un caballero de Yorkshire que, a  comienzos del Siglo XIX sueña con restaurar la magia un sitial de honor en Inglaterra. La magia abandonó el imperio británico junto con su legendario soberano, El Rey Cuervo, y ahora amos residen en un misterioso universo paralelo. En pos de esa empresa, Norrell  se marcha a Londres donde sus experimentos nigrománticos atraen el interés de la nobleza. Tras resucitar a Lady Pole, Norrell adquiere renombre como mago y sus servicios son solicitados por el gobierno para impedir el avance napoleónico. Sera por entonces que el mago adquiera un aprendiz, el joven y arrogante Jonathan Strange. Ahí inician los problemas.

(Grabado de Portia Rosemberg para la edición original)

Norrell ignora que las hadas que lo asistieron en la resurrección de Emma Ple le están cobrando su precio. Secuestran a la pobre mujer cada vez que se les antoja y han seducido a Stephen, sirviente del mago, haciéndolo creer que lo convertirá en rey de las hadas. Para colmo, Strange se revela un mago más poderoso que su maestro y se convierten en rivales. Las hadas secuestran a Arabella, esposa de Strange y reaparece el Rey Cuervo.

Strange, creyéndose viudo inicia un descenso hacia la magia más oscura que llevará a resultados catastróficos. No sigo porque es un libro que obligatoriamente deben leer todos los amantes de la fantasía. Les aviso que es pesado, a ratos ahoga con su erudición, y su final es agridulce y abierto, pero es una lectura que vale la pena y lo más literario que ha surgido de esta Era de las Magos.

Ahora es su turno de contarme sobre otros magos en la ficción, u otros clones de Harry Potter que los hayan impresionado.