Ha llegado
la hora de hablar del legendario Dr. Mortis, un exponente clásico de
comic fantástico latinoamericano. Tan
grande es el poder este individuo de muchas identidades que está provocando su resurrección. Lo prueban una novela grafica, un posible proyecto televisivo y
varios sitios en Internet
Fue su
creador el puntarenense Juan Marino Cabello y no nació en el papel, sino en las
ondas radiales. Era por allá por 1945, que en la Radio Magallanes se oía por
primera vez una macabra aventura de un ser espantoso llamado Mortis. Las
historias eran narradas por el mismo Marino quien daba vida a su siniestra
criatura. A veces, Mortis aparecía en el cuento, otras era solo la voz
narradora.
Como les he
contado, yo no vine a tener televisión sino hasta abril del´68. Antes, mi
entretenimiento y el arma de mi imaginación eran mis lecturas y la radio. En
noches de lluvia, acurrucados en la cocina, mientras las nanas (estrictamente
puertas adentro) hacían nadar sopaipillas en chancaca, mi hermano y yo
esperábamos a que la Radio Portales nos ofreciese las primeras notas de "Una
noche en el Monte Calvo", seguidas de esa icónica carcajada que señalaba el inicio
de una historia de ese archicriminal satánico. Tengo un amigo que todavía me
hace brincar de susto con imprevistas imitaciones de la risa siniestra del Dr.
Mortis.
Para mi
gran suerte, Mortis también vivía entre las páginas de historietas que se podían
conseguir en el kiosco de la esquina. Así, iniciamos una colección de revistas,
hoy perdida como tantas otras cosas en ese cambio de continentes. Hace poco, compré algunas ediciones para
regalarle a mi hermano. Difíciles de encontrar y caras, estas revistas asombran
por lo cortas que eran. ¿Cómo en medio de cuatro o cinco páginas, tan
delgaditas que un aguacero destruiría, podía encerrarse tanta imaginación y
terror?
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Juan Marino y su elenco (urbatorium.blogspot.com) |
Dicen que Marino
y su mujer Eva Martinic llegaron a crear 170 historietas, cual mas terrorífica
que la anterior. A mediados de los 70’s, se les acabó la veta creativa y Mortis
llegó a su supuesto final. Finalmente, su más potente adversario el sacerdote
Libby consigue encapsular a Mortis en un ataúd que queda abandonado en una isla
perdida.
La
identidad del médico sigue siendo motivo
de debates. Era el Mal encarnado bajo
mil nombren, todos anagramas de Mortis. Podía aparecerse a sus victimas como un
esqueleto que recordaba imágenes medievales de La Muerte (Mortis significa
muerte en latín), o como un diabólico vampiro, y en un cuento se le aparecía a
un huérfano del Berlín de la posguerra como una gigantesca araña.
Su
apariencia más común era la de un anciano de aspecto distinguido, barba en
punta, y mirada siniestra a lo Boris Karloff. Podía ser el dueño de un
restaurante húngaro cuya especialidad, el cerdo Mistor (ahí el anagrama) era en
realidad carne humana, o ser el director de un sanatorio que ofrece curas para
enfermos terminales y al que acude la leucémica Sarah van Dine a la que sus
millones no podrán salvar de ser otra victima de Mortis.
El Dr.
Mortis era un ente milenario y omnipresente. Sus historias podían tener lugar
tanto en un fuerte de La Legión Extranjera en los Años 20’s, como en el Japón contemporáneo.
Sus victimas eran convertidas en “sus hijos” y pasaban a formar parte de huestes de zombis obligados a cumplir su
voluntad. Su misión era esclavizar a la humanidad convirtiéndola en una población de no-muertos.
Lo que más
me angustiaba era la invencibilidad de Mortis. A pesar de que le temía a las cruces y
al agua bendita, nada podía matarlo y muy pocos de los “buenos” de sus cuentos podía
escaparse de sus zombis. De alguna manera, el terror más grande que provocaba
la labor de Mortis era lo ineludible de ésta. El representaba un futuro
incierto, cruel e inevitable.
Aun así las
historias eran tan bien escritas, los ambientes tan exóticos e interesantes, y
los adversarios tan nobles y simpáticos
que no había manera de alejarse de esos comics,
que leía con fruición y que me acompañaban hasta el baño.
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(ergocomics.com) |
Otra virtud
de la historieta era la imprevisibilidad. Mortis se enamoraba, tenia una hija, en
un relato la humanidad se veía obligada a solicitar su ayuda y en ocasiones
hasta asistía a otras personas en sus venganzas. Uno de mis cuentos favoritos era sobre una mujer cuyo
marido intenta matarla, pero es rescatada por su difunta madre, una acolita de
“el Maestro”, como llamaban sus seguidores a Mortis.
En otra
historia, que recuerda un poco a una novela de Agatha Christie, trece
comensales se reúnen a cenar en una mansión alejada. El decimotercero, por supuesto,
es nuestro malévolo doctor. El inicia una charla sobre que método preferirían
sus compañeros de mesa para asesinar a alguien. Poco después, esa misma noche,
cada comensal llega a su fin de la manera que habían elegido.
Resulta que
todos fueron miembros de un jurado que condenó a muerte a un inocente. La madre
del ejecutado, bajo el disfraz de cocinera, es quien ha fabricado esa venganza.
Mortis la desenmascara y le recuerda que la ha asistido en su vendetta. Ella
exige saber su identidad. Mortis se convierte en esqueleto, lanza un
“¡Muahahaha, soy La Muerte!” y se abalanza sobre la anciana exigiendo su pago.
Para su época,
El Dr. Mortis era una historia que creía en la paridad sexual, puesto que tanto
sus ayudantes como sus victimas suelen
pertenecer al género femenino. Un detalle que se me escapaba entonces es cuan
violentamente gráficas eran estas viñetas, no recuerdo haberme escandalizado
ante imágenes de sangre, zombis putrefactos o monstruos repulsivos. Seria tal
vez porque estaban muy bien dibujados.
La
violencia y la truculencia eran factores que aumentaban el terror del pulp y el placer masoquista de leerlo.
Para quienes todavía no se recuperan del shock provocado por La Boda Roja, les
cuento que medio siglo ante, ya Mortis convertía a las preñadas en blanco de su brutalidad. En
un relato, una pareja, en el que la mujer está en estado, sobrevive a un naufragio. Llegan a una isla desierta
donde la vegetación es exuberante y peligrosa. Pronto descubren que el follaje
está compuesto por entes vivos y acaban ambos, y su bebé también, convertidos
en “Musgantropos”, monstruos cubiertos de hojas. En otra historia que me recordó
a The Day of the Triffids, una embarazada
es devorada por plantas asesinas.
Para
terminar y para mis Reinas románticas,
en esos días en que todavía no había televisión en casa, los crímenes de
Mortis ya proporcionaban sus buenos “chongos”. Obviamente nadie (creo) se iba a
enamorar del mal doctor, pero sus adversarios si ofrecían posibilidades para fantasear.
Así antes
de El Agente de C.I.P.O.L y el Capitán Crane de “Viaje al Fondo del Mar” (mis
primeros chongos televisivos) yo ya sufría
al ver al valiente Teniente Martini ser derrotado por Mortis en “La Legión
Maldita”. Y esa mano que el médium Chandra Lamahal, tras que Mortis se la
cercena, envía a través de calles londinenses para que salve a su novia, me
parecía el tope del romanticismo. Esa
historia, hoy descubro, se llamó “La Garra del Dr. Mortis”.
Cuando hice
mi lista de nobles licántropos olvide incluir al sufrido François, hombre-lobo
de los Pirineos. Este desdichado y romántico individuo llega a la clínica de Mortis en “Dr. Mortis, médico de monstruos”, con la esperanza de ser curado de su maldición, todo para
descubrir que el archivillano solo quiere los espermatozoides lobunos para
preñar a sus hijas-robot. Se las traía este medicucho.
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El licántopo descubre los planes de Mortis (lambiek.net) |
Tan poderoso
fue el hechizo del D. Mortis que el 2010, casi cuarenta años después de la
defunción de la revista, se crea un web
comic sobre el monstruo titulado “In Absentia Mortis”. En el 2011 se publica la novela gráfica Mortis, El eterno retorno de Italo Ahumada
y Miguel Ferrada. En ella se narra como Mortis, ayudado por su cofradía de
zombis, es rescatado de su condición de naufrago en isla desierta.
Esta novela
demostró la importancia de Mortis en la imaginación popular chilena del Siglo
XXI. Prueba de ello son los muchos sitios de Internet dedicados a información
sobre el siniestro médico como esta página donde pueden leerse casi
todos los números de la revista. Y desde el 2010 que Jorge Olguín anda
preparando un proyecto televisivo para la televisión chilena sobre el Siniestro
Dr. Mortis. No hay manera de derrotar a este inmortal personaje.