Cuando todavía no nos recobrábamos de la No-Violación de
Sansa, nos lanzan a Shireen a la hoguera. Otra vez “Juego de Tronos” manipula a su audiencia haciéndonos creer que una mujer, en este caso una niña, puede salir de su esfera de víctima
sometida,
para luego destruir de la manera más brutal esa ingenua percepción. Es en
este aspecto donde la serie más se ha alejado de la saga y donde exhibe una
misoginia impensada por George R.R. Martin.
Ya está claro que Weiss&Benioff tienen una idea precisa
de lo que debe ser “una mujer fuerte”. Nos sofocan con clichés de mujeres
hombrunas, gruñonas y mal habladas o de imágenes de reinas tiranas o psicópatas
asesinas. Por otro lado estimulan la idea, tan bien expresada por el tan bien
muerto Joffrey, del “corazón blando de las mujeres” que por amor traicionan
como Shae, que por sus hijos cometen tonterías como dice Cersei, o que se
debilitan ante niños espectros en vez de luchar contra ellos. Por algo Selyse advierte a su hija que se
cuide de Eli porque la princesita no sabe de lo que son capaces de hacer las
personas. El único pecado de Shireen es
tener buen corazón, tal como el pecado de Talisa fue oír a su corazón.
Francamente, me da asco y vergüenza que hombres
instruidos y modernos como los Ds puedan
todavía trabajar con ideas tan retrogradas, injustas y que solo promueven esa
brecha eterna e innecesaria entre géneros. Como si la Canción de Hielo y Fuego no hubiese sido suficientemente criticada
por su “inexistente” misoginia, en la serie se han creado o modificado
personajes femeninos que son blanco de violencia de género y están atrapados o condenados por el simple hecho de querer ser más que vaginas
desechables. Ya saben de qué personajes hablo, de toda una lista negra más
letal que la de Arya. Comencemos por la prostituta Ros.
Aunque la serie nos la presenta como la prostituta oficial de Invernalia,Ros toma el lugar de Alalaya y Chataya, las prostitutas
oficiales de King’s Landing en el libro. Conocemos al personaje de Esme Bianco cuando atiende a Tyrion Lannister en
ocasión de la visita real a los Stark. Ros parece el prototipo de la “happy
hooker. Es muy guapa, tanto que Jon la recuerda aun en el Muro, es lo suficientemente
seductora para inspirar cariño en el vacuo y egoísta Theon y recibir regalos
costosos de Tyrion. Es atrevida, ya que sabe poner en su lugar al joven Greyjoy
y sabe usar su profesión para derivar placer como cuando le cuenta a Theon que
el enano “es diestro con la lengua y los dedos”.
A pesar de ser deseada y tener muchos clientes, Ros es
ambiciosa y decide emprender rumbo a Desembarco del Rey como una manera de
mejorar su vida. Esto en su profesión se traduce en emplearse en el lupanar de
Petyr Baelish. Ahí Ros pronto conquista el interés y confianza de su patrón,
quien le revela su trágica historia de amor mientras la adiestra en el arte de seducir
a otra mujer. Para la segunda temporada, Ros se viste bien, se peina como las
damas de King´s Landing y está atendiendo a clientes importantes como el Gran Maestre
Pycelle y Janos Slynt.
Es cuando Slynt asesina a un bebé enfrente de sus ojos que
Ros abandona su comfort zone para
atreverse a cuestionar el status quo político de su universo. Le confiesa a su
jefe estar tan alterada que no puede atender clientes. En vez de encontrar un
oído amigo, recibe amenazas de Meñique, lo que la hace desconfiar de él y de
los poderosos a quienes Lord Baelish sirve.
La situación empeora, cuando es “ofrecida” como “regalo de
cumpleaños” junto a Daisy, al demente Joffrey. Este la obliga (apuntándola con
su ballesta que en el Reyezuelo es un símbolo fálico) a golpear salvajemente a
su compañera. Ahí no acaban las penurias de la prostituta, quien es capturada
por Cersei, y torturada, debido a que la Reina la cree amante de Tyrion.
Curiosamente estos tres episodios de violencia de género
representan el pensamiento patriarcal más sombrío sobre como debe comportarse
una mujer. Una mujer debe estar dispuesta a complacer sexualmente a los hombres y no
malgastar el tiempo compadeciéndose de sus congéneres. Una mujer debe estar
dispuesta a maltratar a otras hembras, sobre todo si eso complace a un hombre, y
una mujer no debe confiar en otras porque al final, su mayor desdicha vendrá de
su mismo sexo.
Aun así, Ros decide tomar control de su existencia y cambiar
las cosas para ella y para otras. Se convierte en agente de Varys. Luchará contra
Littlefinger a su modo. Decide acercarse a Shae creando una comunidad de mujeres-victimas y le advierte que proteja a Sansa.
Todo indica que Ros será una guerrillera. Varys admira sus cualidades
de espía y su capacidad de saber leer y escribir lo que la hace más valiosa que
la vagina con la que se ha ganado la vida hasta ahora. ¿Pero qué ocurre?
Meñique la descubre, se la manda a Joffrey y el Reyezuelo la convierte en un
San Sebastián femenino. Primera lección, ninguna putita de pueblo puede luchar contra
los hombres poderosos de este mundo.
Luego tenemos el caso de Shae. Por alguna misteriosa razón,
en la serie quisieron convertirla en un personaje querible. Alguien que la
audiencia apreciara más que la vulgar zorrita que inventara Martin para
provocar la caída de Tyrion. En la serie nos la muestran como una criatura misteriosa,
que busca ocultar un pasado, pero también nos la volvieron una mujer enamorada
de su “león”, dispuesta a serle fiel, a llevárselo de ese mundo donde es
despreciado y amenazado.
Shae es una mujer fuerte que controla su sexualidad. Como le
dice a Sansa “Nadie me va a violar”. Ella sabe la diferencia entre el Bien y el
Mal y sabe que los parientes de Tyrion no son buenos. Como si fuera poco, la
convirtieron en la protectora y confidente de Sansa. Incluso después de estar
El Gnomo casado con La Niña Stark, Shae sigue amparándola. Incorruptible, Shae rechaza
los diamantes de Varys y toda
posibilidad de huir de Desembarco
del Rey y salvar su vida.
Después de tanto cambio e intepestivamente, los Arcángeles retomaron la historia original. Hicieron a Shae traicionar
alevosamente al Gnomo, terminar en la cama del suegro y como guinda de pastel,
ser asesinada por Tyrion cuando la descubre. ¿De que valió hacerla un
personaje digno de admiración por su lealtad y generosidad? Todo su poder acabó
en unos segundos y todas las expectativas que teníamos sobre Shae fueron arrastradas
por la incoherencia argumental que tanto
ha afeado a esta adaptación televisiva.
La muerte de Shae no inspiró lágrimas ni siquiera rechazo
como la de Ros. Muy al contrario de la indignación y dolor que provocó el
magnicidio del cual hicieron objeto a la Reina del Norte. Pensando que Jayne
Westerling era un personaje un poco soso, Los Ds (en contubernio con Ser George
R.R, Martin) inventaron a Talisa, una mujer mucho más interesante y fuerte que
la seductora de Robb Stark.
Talisa era un personaje inconcebible e el contexto de
Poniente. Una profesional (y no del sexo como Ros y Shae). Una militante que
por seguir sus principios abandona y rechaza el mundo esclavista de Essos, para
atender heridos en los campos de batalla de Poniente. No tiene pelos en la
lengua, no tiene asco de amputar piernas, es conocedora de medicinas y
procedimientos quirúrgicos tanto como un maestre de La Ciudadela. Este inaudito
personaje, le canta sus verdades al Rey del Norte, se atreve a interrumpir a Lord Bolton y
destruye un compromiso de estado con menos remordimientos que Mrs. Simpon
expresara para hacer abdicar a un rey.
“No quiero que te cases” le dice a Robb antes de entregarse
a él. Y el primogénito de Ned Stark, no solo rompe su promesa matrimonial, sino
que se casa con la extranjera de Volantis. Como Reina, Talisa sigue exhibiendo
inteligencia y compasión, intenta convencer a su marido de no ser tan duro con
su madre, le aconseja no ejecutar a Lord Karstark, cuida de los rehenes
Lannister y llora sus muertes. Siempre es fiel a sus preceptos aun estando
ahora en las alturas del poder.
¿Y qué hacen los guionistas tras ascenderla hasta esa
cúspide? La matan de la manera más sanguinaria y alevosa que ni quiero poner fotos
de la Boda Roja (por eso preferí un meme). Otra vez el mismo mensaje, la mujer fuerte, la mujer poderosa,
la mujer compasiva, la mujer que vive su vida de acuerdo a sus reglas debe ser
castigada.
Y llegamos a Sansa.
De adolescente petulante y narcisista, Sansa pasa a ser la victima por
antonomasia de la serie. Ni tengo que describir su calvario. Sin embargo,
Martin le da una fuente de poder, la convierte en una experta en la simulación,
le da la cortesía como un arma y le enseña a observar en silencio y descubrir
los verdaderos rostros de quienes la rodean. Y también le otorga el poder de la
compasión. En el libro los objetos de su compasión serán Ser Dontos y El Perro Clegane. En la serie, su piedad
alcanzará a su marido. Recordemos cómo se agacha para que Tyrion le ponga la
capa y como se inclina para recoger la copa con la que Joffrey lo afronta.
Como en el libro, Sansa huye de King’s Landing, se refugia
con su tía en El Valle de Arryn y es testigo del uxicidio de Lysa. Pero en la
serie, Sansa, luego de la muerte de su pariente, cambia totalmente. Revela su
identidad a los nobles del Valle. Encubre y defiende a su “tiastro”. Le dice
claramente a Baelish que está de su lado, y el modo en que le habla, en que se
viste y como acepta sus besos, indican que Sansa jugará el juego de tronos aun
cuando tenga que acostarse con su “padre”.
Es entonces quela historia vira de manera pasmosa y Santa
termina casada con Ramsey Snow, convertida en su nuevo juguete sexual, sin
protección alguna. Ni siquiera el poder del fingimiento ni su coraza de
cortesía sirven para evitar que Theon la delate y que su marido la maltrate y
maté a una criada fiel.
Nos equivocamos al creer que Sansa sería el acabose de la misoginia de esta temporada. Todavía
faltaba Shireen, una criatura inocente, marcada por el desamor de la madre y
por una enfermedad que si bien no la mató, la ha desfigurado.
Como las heroínas de la literatura infantil decimonónica,
Shireen lucha por escabullirse del sitial de víctima y de poner su sabiduría
precoz al servicio de los adultos: es la confidente de Ser Davos, la maestra
del contrabandista y de la joven madre Salvaje Eli, y la única en conseguir
traspasar la coraza de rigidez emocional de Stannis. ¡Qué criatura tan
peligrosa! No es mujer todavía y ya tiene poderes que deberían ser prohibidos.
Puede manipular a los hombres, alfabetizar mujeres, es ella misma demasiado
instruida.
Por eso esta semana, Weiss&Benioff consideraron que era
hora de destruirla. Sobre todo porque la audiencia, como ocurriera con todas
las predecesoras de Shireen, la creía intocable, demasiado necesaria para poder
prenderle un fosforo y sacarla de una historia que goza haciendo sufrir a las
mujeres, sobre todo si se creen influyentes. Como nos demuestran Los Arcángeles
a cada rato en su mediocre fanfiction, la fortaleza femenina es solo un mito, al menos en "Juego de Tronos".