Odio las sorpresas y me gusta estar avisada. “Penny Dreadful”la
nueva fantasía de Showtime venia precedida de reseñas mixtas, que ayudaron a prepararme para cualquier shock que
la serie encerrase. Únicamente asi pude disfrutarla inmensamente, y aquí estoy
a la espera de la segunda entrega.
Antes que todo, hay que explicar el título. “Penny Dreadful (literalmente
“terror a un penique”) era como se llamaban unos folletines que circulaban por
el mundo anglo decimonónico y que costaban un penique. Inmensamente populares,
estas publicaciones baratas contenían un tipo de narrativa truculenta (“sensacionalista”
se las llamaba entonces) (que dramatizaban crímenes y relatos sobrenaturales.
Las reseñas que leí antes de ver este prime episodio,
titulado “Night Work” (trabajo nocturno) recalcaban el mismo rasgo negativo: el privilegio del gore y lo
sexual por sobre la trama. Ya alertada me acerque a la serie con la mente
abierta y me sorprendió.El único momento sexual fue una toma a distancia de las
nalgas de Josh Harnett mientas seducía a una espectadora de su acto de tiro al
banco. Toma necesaria supongo para quien admire a un actor que hasta ahora ha
resultado mediocre, pero que hizo un buen papel esta noche a pesar de su
trasero.Mas chocante me resultó la primera escena en la que un
vampiro ataca y despedaza a una embarazada que está sentada en el inodoro
(escena un poco mas tremebunda que la muerte de Tywin Lannister).
Electivamente,
“Penny Dreadful” es una serie sangrienta, colmada de violencia gráfica que puede perturbar a los estómagos débiles,
pero es la única manera de traducir la truculencia de los folletines originales.
Lo acusación mas grave que le ha caído a la serie es que
carece de argumento, una acusación falsa porque existe un hilo argumental. El
problema es que el show nos empuja por un tobogán de escenas apresuradas, cual
mas asombrosa, cual más inesperada, pero que dificultan la comprensión de su esencia.
La trama básicamente se reduce a esto. Sir Malcolm Murray
(Timothy Dalton) es un famoso explorador quien anda en pos de una presa muy
especial, su hija Mina secuestrada (no
sorprenderá a los fans de Bran Stoker) por un vampiro. En esta búsqueda, que ya
lleva algunos años, cuenta Murray con la
ayuda de la misteriosa y mística Vanessa Ives (Eva Green), quien fuera la mejor
amiga de Mina.
A Sir Malcom no le basta Vanessa y decide crear su propia versión de La Liga
Extraordinaria. Será la Ives quien contacte al primer candidato, el americano
Ethan Chandler (Josh H.) un expatriado pistolero ahora parte de la troupe de
uno de esos espectáculos circenses, tipo Barnum and Bailey, que se hicieron “la
América” en la Europa de fines del siglo XIX.
Vanessa asiste al espectáculo donde Ethan, caracterizado
como Buffalo Bill, asombra al público
con su puntería mientras le calienta la oreja con sus remembranzas de la última
carga de la caballería del General Custer contra los Sioux, de la cual Chandler
pretende ser el último sobreviviente. Tras el espectáculo, el pistolero lleva a
una espectadora encandilada a un descampado y le demuestra que puede follar con
las botas puestas tal como murió Custer.
Vanessa lo aborda cuando ya vestido Chandler goza de su
pasión favorita en una taberna cercana. Con sagacidad digna de Sherlock Holmes,
ella lo analiza. La Batalla de Little Bighorn tuvo lugar cuando Chandler era un
niño y no hubo sobrevivientes. El es un mentiroso que porta un reloj de oro que
contrasta con su ropa raída. Eso indica que una vez tuvo una fortuna que perdió
debido a sus excesos, las mujeres, y el alcohol que hace temblar su mano
izquierda. Por eso la esconde bajo la mesa.

Impresionado ante los poderes de deducción de la desconocida
(y a cambio de una sonrisa) Ethan acepta trabajar para ella. El trabajo exige
de un hombre hábil con armas de fuego y que no le tema a labores ilegales. Chandler
confiesa haber sido asesino a sueldo, en el pasado y esa misma noche se reúne con
Vanessa en Limehouse, en un fumadero de opio donde conoce a Sir Malcolm. El trío
sale por un callejón y se internan por lo que parece ser una estación del Tube (la
acción tiene lugar en 1891, para entonces Londres ya poseía un sistema de trenes
subterráneos) Ahí se encuentran con unos maquinistas cuyo aspecto cadavérico y flexibilidad
corpórea indican que son no-muertos. Los zombis se rehúsan a dale información a
Malcolm sobre el paradero de su hija y terminan atacándolo.

Vanessa deja a los hombres que solucionen sus asuntos masculinos,
y sin ningún temor se adentra en un galpón saturado de cadáveres, algunos desnudos,
otros vestidos, pero todos cubiertos de sangre.
Los revisa buscando a Mina. De entre ellos surge una bestia monstruosa
armada de dientes afilados. Llegan Sir Malcom y Chandler. El monstruo ataca al
explorador, pero Vanessa se interpone lanzándole una mirada de amonestación
digna de institutriz. Eso cohíbe a la
criatura y da paso para que Sir Malcolm lo atraviese con un de esos punzones
que los caballeros antiguos ocultaban en sus bastones.

La noche acaba en una especie de morgue habilitada por ladrones
de tumbas para que los estudiantes de medicina y otros interesados encuentren
cadáveres con los cuales experimentar. Le llevan lo que queda del monstruo a un
joven medico que arrogantemente se niega ayudarlos hasta que Vanessa le muestra
la criatura que cargan en una carretilla. Asombrado, el medico (que mejor ya
les digo es Víctor Frankenstein) acepta hacer una autopsia cuyos resultados arrojan
que el engendro no es humano. Lo más impresionante es que lo que parece piel es
en realidad un caparazón bajo la cual Víctor descubre una serie de jeroglíficos
tatuados en el tórax.
Al día siguiente, Malcolm y Vanessa visitan a Fenton,
un egiptólogo, quien reconoce el alfabeto de los jeroglíficos. Mientras Vanessa
se muestra fascinada por unos escarabajos carroñeros que Fenton guarda en un
gabinete de vidrio, el obsequioso egiptólogo informa a Sir Malcolm que se trata
de “una maldición de sangre”, pero se niega a darle mas datos a menos que
sus visitantes prometan asistir a una de
sus cenas unos días mas tarde.
Ese mismo día, Chandler llega a casa de Sir Malcolm a
recibir su pago. Es Vanessa quien lo recibe en una biblioteca llena de libros esotéricos
y ante una mesa sobre la que despliega una baraja del Tarot. Con cierto
desprecio, el pistolero la identifica
como una “espiritista”. Solo
quiere su pago y una explicación de lo que vivió la noche anterior.
Vanessa crípticamente le habla de un mundo intermedio “entre
la realidad y l que tememos”, donde
viven atrapadas criaturas como las que el pistolero tuvo que matar la pasada noche. Lo invita a unirse al equipo de Sir Malcom,
pero le recuerda que un hombre inteligente se negaría. Chandler decide ser inteligente
y se niega. Antes de retirarse, acepta elegir una carta de la baraja. Le sale
la de “Los Amantes”. (A propósito es una mala carta).
A pesar de que Chandler planea llevar su show del Oeste al Continente,
ni Malcolm ni Vanessa planean dejarlo ir, ya sabe demasiado. Esa noche, Malcom
recibe una visita. Su hija se le aparece, en su cuarto. Aunque Mina huye, lo
ven como buena señal. Es la primera vez en años que uno de ellos se ha
contactado con Mina (que por lo que vimos ya es vampira). Ahí Vanessa recuerda
que por su culpa (“Mi transgresión”) su amiga fue secuestrada.
Por otro lado, Sir Malcolm ha reclutado un nuevo integrante
a su equipo. Tras recibir el presente de un traje de noche, Víctor accede a
cenar con el explorador en su club. Ese pequeño detalle nos recuerda, a la par
del clasismo de la época en que un hombre mal vestido no podía entrar a un
sitio tan exclusivo, la pobreza de Frankenstein quien no posee la ropa adecuada
para pasar por un caballero.
En un apasionado discurso (lo único artificial en un
capitulo que se caracterizó por fantásticos diálogos, lenguaje decimonónico ¡y
una única palabrota!) El Dr. Frankenstein habla de su pasión. Toda su
investigación y existencia están abocadas a descubrir el secreto que separa la
vida de la muerte. Cuando descubre que Malcolm busca a su hija y que no le importa
asesinar al mundo entero para recuperarla, acepta unirse a su empresa.

Tras dejar el Club de Exploradores, Víctor Frankenstein
regresa su casa, a un laboratorio clandestino donde oculta lo que ya nos imaginamos.
Una criatura fabricada con retazos de cadáveres. Se corta la luz de gas, hay
tormenta eléctrica. Lo próximo que vemos es a Proteus (que asi elegirá
llamarse) paseándose desnudo por el laboratorio (Nooo, un desnudo frontal
masculino). Como me dijeron que esta serie era tremenda, mi cochambrosa mente
ya veía a doctor y paciente revolcándose por el linóleo del laboratorio. Por
eso me perdí el impacto de ver al científico llorando de emoción al conocer a su creación. Ahí quedó el capitulo fantástico, pero agotador.
Ayy, ya casi me olvidaba. Paralelo a los sucesos narrados,
está la historia de un crimen que inicia el capitulo. Una mujer en el East End
se levanta en la noche a hacer sus necesidades. “Algo” entra por la ventana y
la despedaza al igual que a su hija. Tanto autoridades como vecinos sospechan
que Jack el Destripador ha regresado a hacer de las suyas. Yo sospecho de la
horda de vampiros que tiene a Mina secuestrada y especialmente del “Maestro” (ósea
Drácula).
Fue un buen piloto que se las arregló para darnos choques
eléctricos a la vez que nos intrigaba con sus misterios. El reparto es más que
adecuado, ni Timothy Dalton ni el pobre Josh
son mis favoritos, pero aquí no
me han molestado para nada y me gustan sus personajes. Eva Green es sin duda lo más interesante de la serie. Su caracterización es perfecta, parece un Whistler,
a pesar de que ha conseguido no verse ni tan sexy como La Morgana de “Camelot”,
o La Chica Bond de Casino Royale. Incluso se ve mayor que en roles recientes como
la Artemisia de “300” o la Ava de “Sin City”.

Sin embargo hay algo de atractivo, pero inquietante en ella.
Como si fuera una versión más moderna de la Maléfica de Angelina Jolie. Será
que Eva lleva años haciendo de bruja, o será que aparte de enfrentar vampiros y
leer el Tarot, Vanessa Ives es en si un ente
sobrenatural. Factor que reconocemos por las escenas intercaladas en las que en
la privacidad de su cuarto Vanessa se arrodilla a rezar el Rosario en latín (lo que indica que es católica) y en cada ocasión de su crucifijo emergen insectos
que hacen que la penitente caiga en trance dando la impresión de ser poseída
por algún espíritu errante.
Mas allá de la trama de los cazadores de vampiros que es
archiconocida, la gracia de esta serie radica en los misterios de los
personajes. Estoy segura que los pasados de sir Malcolm, Chandler y, sobre todo,
de Vanessa están llenos de oscuros eventos que han contribuido a este enjambre
de vampiros que asola Londres.
La serie posee una estética fascinante que recuerda
obviamente a otros filmes con background
similares como "From Hell” y el Sherlock Holmes de Guy Ritchie, sin olvidarnos de cierto homenaje a esos
clásicos de terror de la Hammer. Pero la recreación oscura y sórdida del bajo
mundo londinense y de las cuchitriles de su
hoi polloi, me han traído a la memoria representaciones del mundo
victoriano del cine silente, como en el “Broken Blossoms” de D. W. Griffith
y El “Lodger” de Ivor Novello, uno de
los primeros acercamientos fílmicos a los crímenes de Jack el Destripador.
Algo que me ha atrapado de la serie es la recreación
perfecta de la atmosfera del Londres de Fin
de siecle, algo que no logró hacer
la “Drácula” de Rhys-Mayers. Se trata de un Londres identificable, salpicado
de nombres propios que evocan imágenes literarias: el Barrio Chino del
Limehouse, el Whitechapel donde son atacadas la madre y la hija, La elegante zona
de Westminster donde vive Sir Malcolm. Este es una ciudad que conocemos por la literatura de
su época, es el Londres donde Sherlock y el Dr. Watson resuelven casos, donde
deambulan Jekyll y Hyde, donde Doryan Grey permanecerá eternamente joven, y
donde Drácula quiere asentarse. Pero también es un Londres real, donde el terror
reinaba en las calles mal iluminadas, donde lo freak se vendía casi tan barato como un “Penny Dreadful”. Este es
el mundo del Destripador, de Sweeney Todd, incluso el del Hombre Elefante.
¿Tiene fallas Penny Dreadful? Indudablemente, hay gafes anacrónicos.
Hasta La Segunda Guerra Mundial, ningún espacio habitacional del East End
poseía baños interiores. Lo normal seria que una mujer pobre como la victima de
vampiros hubiera tenido que salir al patio a una letrina, o “hacer” en casa, en un papel periódico.
Resultó también extraño que Vanessa entrase tan campante a la taberna a
contratar a Ethan Chandler. Hasta después de La Primera
Guerra Mundial ninguna mujer podía entrar a un bar sin la compañía de un
hombre.
Por otro lado, el ritmo demencial de las escenas y la
coralidad argumental pueden confundir al espectador. La escena inicial con
madre e hija atacadas es el mejor ejemplo. He leído un recap donde el autor cree que la niña es Eva (sin reparar en que la
criatura también es asesinada), y otro que cree que la madre es Mina Murray. Yo
misma tuve que ver tres veces el episodio, para poder comprender muchas cosas.
¿Podrá superar Penny Dreadful esas pequeñas fallas o seguirá
mareando con escenas desenfrenadas y perturbadoras? Véanla y juzguen ustedes mismos. HBO está presentando
“Penny Dreadful “los viernes de junio y julio en la parrilla nocturna. Curiosamente HBO LatinoAmerica ha colgado el
capítulo entero (y con subtititulos en YouTube)