Mostrando entradas con la etiqueta Brujas de Lancre. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Brujas de Lancre. Mostrar todas las entradas

lunes, 10 de septiembre de 2012

Las Brujas Salen del Closet (II parte)



La Revolución Hippie de los 60’s traería consigo un interés en lo místico y lo espiritual que devendría en la llamada “Nueva Era”. Fue en esa época cuando las brujas, tanto en ficción como en realidad, saldrían del closet y con mejor imagen que antaño.

Samantha Stevens había asentado un precedente con su imagen de “bruja buena”. Hasta Disney se contagió y un año antes que “Hechizada” sale del aire (1971), aparece en los cines “Bedknobs and Broomsticks” (“La Bruja Novata”) en la cual Angela Lansbury interpreta a Eglantine Price, una aprendiz de bruja que lucha contra los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Basado en las novelas de Mary Norton, este relato de una patriótica bruja inglesa fue un éxito de taquilla y ganó un Oscar por sus efectos especiales.



Aunque en el cine de los 70’sseguían circulando las brujas  satánicas, en USA eran las brujas verdaderas las que hacían noticia. En 1975, en California, Z. Budapest, sacerdotisa wicana y bruja bona fide, fue arrestada tras leerle el tarot a una policía encubierta. A esto siguió lo que se conoce como “el último juicio por brujería en los Estados Unidos”.  Este juicio, en el que Budapest fue declarada culpable, atrajo tanta publicidad que consiguió que la Corte Suprema la declarara inocente y que se la considerara como una victima de discriminación religiosa. El juicio también consiguió que se abolieran las leyes en contra de leer la suerte en California.
Z Budapest (pestiside.hu)


Un  par de años después de estos sucesos, Margot Adler, periodista, nieta del famoso psiquiatra y bruja confesa, publicó su fascinante Drawing Down the Moon (Bajando la Luna, 1979). En un estudio muy bien documentado sobre, tal como dice su subtitulo, “brujas, druidas, adoradores de la Diosa y otros paganos en la América Moderna”, Adler presentaba una subcultura (hasta entonces desconocida), exploraba las raíces históricas del paganismo y popularizaba estos nuevos cultos. El libro de Adler es tan popular que desde su publicación ha tenido varias ediciones, con consiguientes modificaciones y agregados. Yo lo encontré en el otoño de 1992 cuando estaba buscando material para mi tesis de grado. Me lo leí en dos sentadas (un viaje de ida y vuelta entre Long Island y Queens, NY) porque era absolutamente absorbente  y cambió por completo mi percepción de las brujas como simples satanistas urbanas o curanderas rurales.

(goodreads.com)


Comencé una investigación sobre el tema, usando como referencia la bibliografía de Adler que abarcaba casi todo lo escrito sobre la brujería moderna. Así me tragué sucesivamente las obras de Doreen Valiente, Starhawk, Z Budapest, Raymond Buckland, Raven Grimassi y otros. La brujería que emergía de esas páginas era un concepto muy diverso y que cubría múltiples espectros.

Los Paganos y Wicanos (que no son lo mismo) se autodefinen como “brujos”, pero no todos los brujos siguen ritos paganos. Los hay que consideran la brujería o “The Craft” (“El Oficio”) como una religión, otros en cambio lo ven como una herencia cultural. Algunos hasta  sincretizan sus habilidades mágicas combinándolas con religiones tradicionales. Los hay que creen que The Craft opera mejor dentro de grupos organizados, otros prefieren ser practicantes solitarios. Los hay que se involucran en estudios ocultistas, otras prefieren seguir el camino del curanderismo y se ocupan de curas homeopáticas, remedios caseros y hasta recetas “mágicas “de belleza y cocina (de ahí el termino “Kitchen Witch” o “bruja de cocina”.

La abolición de las últimas leyes anti-brujería, la aparición de esta literatura y la abundancia de tiendecitas esotéricas comenzaron a sacar a los brujos a la luz del sol y a cambiar la impresión del público estadounidense  sobre ellos incluso en el cine y  la literatura “seria”. Así, en 1984, el reconocido novelista John Updike publica The Witches of Eastwick (Las Brujas de Eastwick).

(casadellibro.com)


La historia tiene lugar en un pueblo de Rhode Isand a fines de los 60’s. La escultora Alexandra y sus amigas Jane y Suki, son brujas que descubrieron sus poderes tras sus fracasos matrimoniales. Todos los jueves se reúnen para usar su magia y espiar a sus vecinas y enterarse de sus secretos. Las tres tienen amores con hombres casados (Suki mantiene un doble affaire con su jefe y también con el ministro del pueblo), y antes ya han “probado” sexualmente a todos los habitantes masculinos de Eastwick. Ansiosas de encontrar a la pareja ideal, el trió hace un conjuro. Poco después llega al pueblo un millonario neoyorquino llamado Darryl van Horne. A pesar de que Darryl alterna la patanería con la sofisticación, las brujas pronto se están acostando con él.

La situación se vuelve incomoda cuando Felicia, esposa de uno de los amantes de Suki, comienza a entrometerse con las brujas. Estas le lanzan un hechizo con el cual provocan que su esposo la asesine y luego se suicide. Las muertes de Clyde y Felicia atraen al pueblo a sus hijos, Jenny y Chris. Darryl se involucra sentimentalmente con Jenny y termina casado con ella. Muertas de celos, las brujas lanzan otro hechizo que acaba con Jenny con un cáncer fulminante. Pero el trió pierde a Darryl que se revela bisexual y huye con su joven cuñado. Las brujas recapacitan, invocan a un hombre perfecto para cada una de ellas y en su compañía se marchan de Eastwick.

Aunque Updike insistió en que su obra era feminista  y que sus heroínas expresaban el poder y la libertad de su sexo, le cayeron varias criticas encima. Una era que volvía a vincular a la mujer con la hechicería. No le veo ahí un problema, pero si en lo antipáticas que son sus brujas. Jane, Alexandra y Suki son adúlteras, narcisistas, egoístas, chismosas, celosas y vengativas. Es si no son tan nocivas como Las Brujas de Roald Dahl. Publicado en 1983, ese cuento infantil muestra una cofradía mundial de hechiceras empeñadas en destruir a todos los niños. El pobre Dahl que no era muy políticamente correcto dijo también que todas las mujeres eran brujas. ¿Tan malas como las de su cuento?
(cosaslibres.com)


John Updike era incapaz de crear personajes femeninos simpáticos, pero Hollywood si. En 1987 apareció en el cine la versión fílmica de The Witches of Eastwick. Situada en un marco contemporáneo, la trama gira en torno a la escultora Alexandra (Cher), la cellista Jane (Susan Sarandon) y la columnista Suki (Michelle Pfeiffer), tres divorciadas que, además de grandes amigas, son brujas. Sin embargo, sus poderes no pueden aliviar su soledad. Debido a la estrechez de mente de Eastwick están condenadas a ser virtuosas, o a sufrir acosos sexuales como en el caso de Jane. El filme hace hincapié también en sus instintos maternales. Alexandra es madre soltera de una adolescente a la teme estar dando un mal ejemplo, la esterilidad de Jane provoco el fin de su matrimonio. Con Suki fue el caso contrario, su fecundidad (tiene cinco hijos) ahuyentó a su marido.


Hartas de su soledad, las brujas conjuran al hombre ideal. Poco después Darryl Van Horne (Jack Nicholson) llega a Eastwick. Aunque no es el hombre ideal, pronto el trió está acostándose con el. Darryl sabe satisfacerlas más allá del terreno sexual y empujarlas al autoconocimiento. Pero sucede que la entrometida Felicia, vecina de las brujas comienza investigarlas. En castigo, ellas la hacen rodar por una escalera, lo que convence a Felicia que está tratando con hechiceras. Aun peor descubre que Darryl es el mismísimo Don Satas y sospecha que sus diabólicos planes incluyen embarazar a las brujas.



El trió intenta embrujar nuevamente a Felicia. Cuando la mujer va a contarle sus sospechas a su esposo termina vomitando huesos de cereza. El marido exasperado, ante lo que cree es una manifestación de demencia, la mata. Llenas de remordimiento, Alejandra, Jane y Suki deciden abandonar la hechicería, alejarse de Van Horne e incluso no comunicarse entre ellas, pero no es tan fácil rechazar al Diablo. Al poco tiempo, las tres descubren que están embarazadas. Su demoniaco amante decide castigarlas enfrentándolas a sus mayores miedos. Tras provocarle un ataque de dolor físico a Suki que casi la lleva a abortar, Darryl-Lucifer cubre a Jane de arrugas y a Alexandra de serpientes.

Asustadas, las brujas hacen una tregua en su amante, y se van a vivir a su mansión a esperar el nacimiento de sus bebés, pero a espaldas de Darryl preparan un mega hechizo que finalmente destierra al Diablo de Eastwick. Al final, las brujas viven con sus hijos en la Mansión de Darryl, pero han renunciado a su magia para no atraer otra vez a criaturas diabólicas.

En el mismo año en que Las Brujas de Eastwick aparecen en la pantalla grande se publica en Inglaterra Equal Rites (Ritos Iguales), la tercera de la serie de Mundodisco de Sir Terry Pratchett. Como saben todas las “pratchetrianas”, Discoworld es una longeva serie de fantasía cómica (o paródica como la definen algunos) que tiene lugar en un universo alternativo llamado Mundodisco donde la magia es algo fundamental y que incluso se enseña a nivel universitario (y esto escrito una década antes de que Rowling nos llevara a Hogwarth).
(fantasymundo.com)


 La serie que inicia  con El Color de la Magia (1983) lleva ya publicados 39 títulos, de los cuales diez giran en torno a las Brujas de Lancre. Como saben mis seguidoras, yo todavía no me he adentrado al Mundodisco aunque lo que he leído y me han contado ellas ya me lo hace apetitoso (al menos lo de las brujas). Por eso voy a dejar que ellas nos digan de qué manera las Brujas de Lancre reafirman o destruyen estereotipos negativos sobre su etnia.

Lo que si leí e incluyo es un discurso que Sir Terry dio en 1985 titulado “Why Gandalf Never Married” (¿Por qué Gandalf nunca se casó?). En el discurso el autor expresa la dicotomía que siempre ha existido entre magos y brujas (cita el ejemplo de Merlin vs Morgana). Se percibe a los magos como sabios benévolos, tan espirituales que nunca se casan. En cambio la magia en manos femeninas siempre es mediocre y perniciosa. Cita el ejemplo de Nimue, aprendiz de maga que acaba atrapando a Merlin en su propia magia. Los magos son protectores y nobles,  brujas son feas y provocan verrugas. Solo los hombres pueden crear magia “buena” y cualquier intento femenino de emularlos debe ser erradicado.

Sir Terry Pratchett (poemas-del-alma.com)
 El mismo Pratchett  hace mención a su obra en el discurso, puesto que en Mundodisco solo hay magos, una “maga” seria imposible. Y ahí el escritor le está guiñando un ojo a la audiencia puesto que dos años más tarde, él tratará el tema en Ritos Iguales. Un mago a punto de morir debe entregar su magia a un sucesor, un niño recién nacido, octavo hijo d e un octavo hijo, pero resulta que el mago se equivoca y se lo entrega una bebita, Eskarina Smith. Eslkarina es instruida por Yaya Ceravieja, miembro del Aquelarre de las Brujas de Lancre. Cuando Esk crece, crecen sus poderes que ya son incontrolables por lo que Yaya la lleva a la Universidad Invisible donde estudian los magos, pero ahí no aceptan mujeres. La solución que encuentra Yaya es que Esk entre a servir a los magos.

Aun sin leer la novela, la sinopsis ya muestra una visión igualitaria de la magia en manos de mujeres. Habría que comparar a las Brujas de Lancre con las Brujas de Mayfair que crea Anne Rice en su extraña amalgama de ciencia ficción y Gótico Sureño La Hora de las Brujas (1990) o Las Brujas de Roald Dahl que llegan al cine en 1990. Ciertamente las primeras presentan una imagen más novedosa y benéfica que las otras. Y en ese espíritu de tolerancia, la versión fílmica de su cuento ofrece un final que enfurecerá a Roald Dahl.


Aunque “The Witches”  (“La Maldición de las Brujas”) conserva la trama original de las brujas como entes malintencionados y feos unidas una organización mundial para destruir a los niños del mundo, el filme de Nicholas Roeg disfraza la pérfida fealdad brujil bajo apariencias mas estéticas incluyendo la glamorosa imagen de Anjelica Huston como la Gran Bruja. Al final del libro de Dahl, las brujas han sido destruidas gracias a los esfuerzos de Luke y su amigo Bruno, pero ellos están atrapados por un hechizo que los convirtió en ratones.

En el filme, Roeg incluyó un personaje nuevo, Anne Irvine, la abusada asistente de la Gran Bruja. Al final, Miss Irvine aparece en casa de Luke demostrando que ha sobrevivido a la masacre de sus congéneres Pero ha cambiado tiene cabello y sus pies no son deformes por lo que puede usar zapatos a la moda. Con una risita, Miss Irvine transforma a Luke en niño y se marcha en limusina posiblemente a desencantar a Bruno. El filme cierra así con la imagen de bruja magnánima que es recompensada con belleza física y prosperidad (la limusina), pero al autor no le gustó. Tanto odiaba ese final que, cuenta la leyenda,  Dahl se apostaba con un megáfono afuera de cines donde daban “The Witches” exhortando al público a no verla.

A pesar de la fobia de Dahl, al público le agradó ese final que coincidía con la buena imagen que las brujas estaban adquiriendo en la imaginación popular.”  "The Witches” fue un excelente principio para una década en que la magia y sus practicantes hembras serían las favoritas de la ficción fantástica (continuará)