Un detalle novedoso del ultra original compendio de virtudes
que componen a Vanessa Ives, protagonista y raison
d’etre de “Penny Dreadful”, es su incapacidad de disfrutar de su sexualidad.
Tras años de meterse en líos cada vez que se metía en la cama de alguien, el
personaje de Eva Green descubre a fines de la primera temporada que cada encuentro
sexual es una invitación para que un demonio la invada. Como Vanessa, hay
mujeres en el mundo del mito, leyenda y fantasía que no pueden amar, sea porque
representan un peligro para la pareja, o porque su apariencia hechizada inhibe el
contacto con cualquier posible amante.
Que a Vanessa la ronden los demonios y que se manifiesten
como un espejo de su sensualidad no es de sorprender. Ya Los Textos Apócrifos nos cuentan la historia de la pobre Sarah cuyos maridos
tienen la mala costumbre de morirse en su noche de bodas, y siempre antes de
consumar su unión. La eterna virginidad de Sarah se debe a que ha provocado la
pasión de nuestro conocido Ashmedai, Rey de los Shedim, y que es Su Majestad
quien se presenta en la cámara nupcial para acabar con sus rivales.
Sarah, a diferencia de las mujeres de mis novelas, no cede
ante los caprichos del Rey y se le enfrenta aun sabiendo que lo que le espera
es una soltería eterna y que jamás vivirá su “hora de felicidad”. Para suerte
de ella se le aparece su primo Tobías, que viene de protagonizar su propia road movie en donde su compañero de
viaje ha sido el mismísimo Arcángel Rafael.
Tobías se casa con Sarah, a pesar de la mala reputación de
la archiviuda. El Arcángel le da al novio un emplasto hecho con tripas de pescado. Tobías, en vez de pasarse la noche de bodas en merecumbé, hace que su
esposa se le una en oración. Aparece el Rey de los Shedim, los ve rezando y no
fornicando, huele la peste a pescado y emprende veloz rumbo a Egipto. Tobías y Sarah pueden vivir
felices, comer perdices, y hacer el amor cuantas veces lo permita el calendario judaico.
A lo mejor eso es lo que tendrán que hacer en Penny Dreadful para desencantar al
“Pequeño Escorpión”. “Desencantar” es un término de cuento de hadas, una forma
de literatura donde proliferan mujeres
hechizadas que solo pueden volver al mundo real gracias a la intervención de un valeroso príncipe o héroe. En la Saga
de los Nibelungos, tenemos a Brunilda en su lecho flamígero, ahí está La Bella
Durmiente del Bosque sumida en profundo sueño, y Rapuncel encerrada en su torre. Todas son ejemplos de mujeres que no pueden vivir y
menos amar hasta que llegue el hombre de su vida a desencantarlas.
Un caso diferente tiene lugar en el cuento de Hans Christian
Andersen, “La Sirenita”. La heroína del cuento es una princesa marina, mimada
por su familia, que ve alterada su existencia al enamorarse de un humano. A la
que Disney llamaría Ariel solo le queda un camino. Cambiar su destino y
apariencia vendiéndole su voz a una bruja. Es una metáfora de los peligros del
amor que obligan a las mujeres a dejar de ser ellas y a perder su derecho a
expresarse, a cambio de ser felices junto a un hombre.
A pesar de que Disney y “Once Upona Time” (y Ron Howard en
su comedia romántica “Splash”) insisten en darle un final feliz a este cuento,
la verdadera Sirenita pierde todo derecho a amar e incluso a volver a ser quien
fue. La moraleja es cada oveja con su pareja, pero también que hay mujeres que
no pueden obtener el amor que desean porque no son de este mundo. ¿Será el caso
de Vanessa?
Hay casos de mujeres
de otro mundo que pueden ser felices en el mundo humano. Es lo que ocurre con
Kim Basinger en la comedia de ciencia ficción “My Stepmother is an Alien” (completa y en español). Celeste
es una marciana que viene a la tierra
investigar y detener un experimento que puede afectar a su planeta. Tras descubrir
las maravillas terráqueas, como el whisky, los sándwiches, Jimmy Durante, y sexo
y romance, Celeste dice que prefiere vivir con los terrícolas, amar a Dan Ackroyd y formar con él una
familia.
Curiosamente, este es un motivo que aparece en cuentos del
folklore universal, sin ese final feliz. La esposa sobrenatural nunca se adapta a la vida normal ni puede resistirse a los prejuicios humanos que terminan por
quitarle la licencia para amar. La leyenda de Melusine es el ejemplo más
conocido.
Debido a una maldición, el hada Melusine se convierte dragón un día de la semana. Raymond de Lusignan, Conde de Poitou se enamora de ella. Se casan, tras él prometerle que la dejará en paz un día a la semana. Son muy felices y tiene como cien hijos (de los cuales muchas familias reales europeas dicen descender). Pero, pero, la curiosidad gana al Señor Conde, la espía y al romper el tabú también deshace los lazos matrimoniales. Melusine no puede ser feliz con un hombre que no cumple sus promesas y que es incapaz de confiar ciegamente en ella. Se marcha llevándose a sus hijas y dejando los hijos varones con el padre.
Debido a una maldición, el hada Melusine se convierte dragón un día de la semana. Raymond de Lusignan, Conde de Poitou se enamora de ella. Se casan, tras él prometerle que la dejará en paz un día a la semana. Son muy felices y tiene como cien hijos (de los cuales muchas familias reales europeas dicen descender). Pero, pero, la curiosidad gana al Señor Conde, la espía y al romper el tabú también deshace los lazos matrimoniales. Melusine no puede ser feliz con un hombre que no cumple sus promesas y que es incapaz de confiar ciegamente en ella. Se marcha llevándose a sus hijas y dejando los hijos varones con el padre.
Aunque este cuento, que con variaciones existe a lo largo del
globo terráqueo, y puede interpretarse desde el punto de vista femenino/feminista
de una mujer que insiste en mantener su privacidad e independencia, cambia si
se le ve desde la óptica masculina. ¿Qué tal si a Raymond no le gustó una mujer
con escama y se buscó una con piel más tersa? Por algo, Melusine ocultaba su transformación.
Y después de todo las razones para ser amada en nuestro Siglo XXI van asociadas
a rasgos físicos supuestamente perfectos.
No se necesitan ver las mil y un versiones del cuento de
Betty La Fa para reconocer que las arrugas, el sobrepeso, y la falta de
atributos corporales y faciales, afectan las posibilidades de una mujer de
conseguir la pareja deseada. La fantasía también hace eco de esa realidad y muchas
veces la doncella hechizada presenta apariencia monstruosa que la hace
repelente a la vista.
De ese motivo folclórico, mi favoritas son las leyendas
asociadas con las loathly hags
(viejas repugnantes) que encontramos en los cuentos celtas. El primero es el de Niall de Los Nueve Rehenes. En uno
de esos concursos para ver quién tiene más méritos para ser rey de Irlanda,
Niall y sus hermanos llegan a una fuente mágica custodiada por una vieja fea.
La vieja exige un beso como pago por un trago de agua. Solo Niall se anima y... ¡oh,
maravilla! La vieja se vuelve guapa y joven y lo corona rey.
Más triste es la historia de Diarmuid y el Hada que pertenece al Ciclo Feniano.
Diarmuid es el más joven de la Banda de los Fianna, los legendarios guerreros
de la antigua Irlanda. Una noche, llega una
anciana y andrajosa mendiga a suplicar techo y comida al hall donde duermen
los guerreros. Todos la rechazan con
asco. Solo el joven Diarmuid le hace un espacio cerca del fuego. Pasan la noche
juntos y a la mañana siguiente ocurre la conocida metamorfosis. La Loathly Hag es una poderosa y hermosa
fae. Se casa con Diarmuid y hasta le pone una mansión cerca del mar. Solo le
impone una condición. Nunca recordarle que fue fea, vieja mendiga. Como el Señor
de Lusignan, Diarmuid rompe la promesa y como Melusine, el hada se marcha.
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·De The Enchanted World: Spells and Bindings de Time-Life Books |
Diarmuid, muy arrepentido, parte en una de esas búsquedas
heroicas hacia el Otro Mundo, ahí encuentra que su mujer, que es hija del Rey de Las
Hadas, yace moribunda. El dolor de la separación la está
matando. A continuación hay otra búsqueda por la cura que es suministrada por
un druida. Diarmuid recibe una copa cuyo contenido debe beber su mujer, pero el
druida le advierte: apenas la beba el hada sobrevivirá, pero el amor que el guerrero
siente por ella desaparecerá. Efectivamente, la pócima salva la vida del hada,
pero Diarmuid deja de amarla en ese instante demostrando otra vez que hay
criaturas fantásticas sin licencia para
el amor.
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Aunque hay muchas leyendas similares no se puede hablar de hags sin mencionar a la Dame Ragnell del Ciclo Artúrico cuya
existencia fue cantada en varios poemas medievales e incluso es incluida en uno
de los más famosos trabajos literarios del Renacimiento, Los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer.
Estos son los puntos básicos del relato. El Rey Arturo se
mete en problemas con un caballero que lo emplaza. En un año el monarca deberá
responder una pregunta que siglos más tarde todavía no tiene respuesta: ¿Qué es
lo que desean las mujeres? Si la respuesta no es la adecuada el caballero decapitará a Arturo.
Como sabemos es una pregunta difícil de responder hasta para Mel Gibson, pero al
auxilio del rey llega Dame Ragnell, la hermana del caballero. Está dispuesta a darle
la respuesta (que solo revelará Arturo al hermano de la dama) que salvará la
vida del rey, pero a cambio, exige la mano del soltero más cotizado de Camelot,
Ser Galván, el sobrino de Arturo.
Como buen caballero, Galván se dispone a sacrificarse a
favor de su tío. Y sacrificio es en
verdad porque Ragnell es vieja, fea, contrahecha y muy grosera. Se celebran los
esponsales. Todos murmuran a espaldas de los novios. Las burlas ya tienen chato
a Galván. Más encima, la novia durante su banquete de bodas, se porta más
ordinaria que Tyrion Lannister en el suyo.
Finalmente los novios se encuentran solos en la alcoba
nupcial. Fiel a su palabra, Galván se dispone a consumar su matrimonio. Es ahí
cuando ocurre el milagro y Ragnell pasa a ser despampanante. Me imagino que
luego de la consumación será cuando Ragnell le explique a su marido que está hechizada,
y que su licencia para amar trae límites. Puede ser atractiva para él solo en
sus noches de amor. O en cambio, puede acallar todas las burlas, deslumbrando a
la corte con su belleza para volver a ser vieja ramplona a la hora del sexo.
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“Vos elegís” le dice la dama.
Galván lo piensa mucho, pero se encuentra en un dilema y finalmente
dice
“Os dejo a vos la elección, Mi Señora.”
Y esa es la punchline,
porque al decir esas palabras, al ceder su derecho de amo y señor, Galván está
expresando la respuesta secreta que salvó la vida de su tío, pero también está desencantando
totalmente a su esposa. Lo que las mujeres quieren es tener la última palabra,
el derecho a escoger y solo así pueden romper cualquier hechizo que las domine
y les impida amar.
Nuestra óptica moderna encontrará muchas explicaciones
sicológicas a estos ejemplos que he descrito. A mí lo que más me impresiona es la conciencia de los narradores antiguos
de lo difícil que siempre ha sido para una mujer “especial” poder encontrar el
amor y vivirlo a su manera.