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jueves, 17 de enero de 2013

Amar en Tiempos Revueltos: Viajes en el tiempo y fantasías románticas e históricas



De tanto escuchar que “el tiempo no existe” hemos llegado a creer que esa frase es un cliché inventado por perezosos irresponsables. En nuestra existencia regulada por caprichos cronológicos es  imposible imaginar que las normas del  tiempo puedan transgredirse. Sin embargo, tanto ciencia ficción como fantasía nos muestran que se puede alterar y revertir  el pasado al igual que el futuro.

Esa mal llamada “ciencia” que nos dispensan canales pseudo- científicos como History, National Geographic y Discovery   jura que las maquinas el tiempo no son cosa de novelas sino realidades inminentes. Que aunque sea imposible viajar al pasado (a menos que ese pasado exista en un mundo paralelo) el viaje al futuro, tal vez en nuestro siglo  o el venidero, se volverá una certeza.  Más allá de las probabilidades de que esa aseveración se materialice, la literatura especulativa, futurista y de ciencia ficción explora continuamente la posibilidad de construir algún objeto que nos permita vencer la tiranía del reloj.

Desde que H.G. Wells escribiera La Maquina del Tiempo  que la literatura y el cine han inventado maneras de hacer malabares con las hojas del calendario. Desde que en 1963, el Dr. Who por primera vez ingresara en la cabina telefónica, la televisión se ha hecho eco de esa obsesión temporal. Pero existe otro género que también gusta trascender tiempo y espacio.



A diferencia de la novela de anticipación, el viaje en el genero fantástico no se produce por efectos de maquinas sino por brujería como cuando las Halliwell de “Charmed” se paseaban por el ayer y el mañana; o por drogas como le ocurre a la heroína de The House in the Strand de Daphne Du Maurier; o por algún objeto mágico sean” Los Chanclos de la Fortuna” del cuento de Andersen o el relojito que permite a Hermione Granger teletransportarse en Harry Potter y el Prisionero de Azkaban. A veces la causa puede ser algo tan prosaico como un golpe de cabeza como le ocurre al Yanqui de Connecticut de Mark Twain que tras recibir un martillazo acaba en la corte del Rey Arturo.

El "time-turner "de Hermione


Antes de que la humanidad fuera científica y entendiera de maquinas y viajes intertemporales, ya había crónicas escritas sobre viajeros del pasado. Se trataba de personas que durmieron cien años,  o viajaron a otro mundo donde el pasar del tiempo no era el mismo de la Tierra y que al regresar se encontraban en un siglo que no era de ellos. Se pueden hallar noticias de estos sucesos en el clásico hindú El Mahabaratta, en el folclore japonés,  en el Talmud, y en la leyenda cristiana de Los  Siete Durmientes de Éfeso. Esa última inspiró a Washington Irving a escribir su famoso Rip van Winkle, la historia de un señor que al despertar de una siesta descubre que ha pasado veinte años. El vínculo común de estos cuentoses una percepción del ritmo de horas y días como algo  personal, por lo tanto el tiempo es una ilusión. 

Grabado medieval de Los Siete Durmientes /Wikipedia)


Detrás de todo viaje en el tiempo yace el deseo de cambiar o preservar algo. ¿Cuántas veces no hemos deseado volver atrás y evitar la toma de una mala decisión? ¿O huir hacia un futuro cercano para acabar con un tormento presente? ¿Cuántas veces no deseamos apurar los días  para llegar pronto a un momento maravillos? O por el contrario, deseamos encapsular un momento de intensa felicidad para que nunca termine. En El perjurio de la nieve de Adolfo Bioy Casares, un padre empeñado en impedir que su hija muera de un mal incurable pretende detener el avance del tiempo, obligando a toda su familia a reproducir todos los días las mismas actividades, incluso repetir los mismos diálogos. Con tono más jocoso esa es la misma premisa del filme de Adam Sandler y Drew Barrymore “50 First Dates”.

Debido a que el deseo de manejar el tiempo nace de una necesidad emocional no sorprende que, en el genero fantástico  el viaje suela ocurrir en fantasías románticas muchas de las cuales se han llevado al cine. En La Mujer del Viajero en el Tiempo de Audrey Nieffnigger, el marido de la protagonista sufre una enfermedad  que lo obliga a  viajar en el tiempo en los momentos más inesperados. En “Premonición” Sandra Bullock logra  reunirse con su difunto marido gracias a una alteración del tiempo. En “La Casa del Lago”, a pesar de vivir en épocas diferentes, una pareja encuentra la manera de comunicarse gracias a una serie de cartas.



Las alteraciones del tiempo sirven para expresar fantasías o, mejor dicho, angustias femeninas. La Mujer del Viajero expone la frustración de no poder retener a un hombre que sin embargo insiste en aparecer y desaparecer de nuestras vidas. En el filme “Premonición” se ve el deseo de volver atrás para evitar la perdida del ser amado. En “La Casa del Lago” la correspondencia se vuelve una metáfora para la incomunicación de pareja y como puede vencerse.



Otro uso metafórico del viaje del tiempo es imaginarse que la pareja perfecta únicamente puede encontrarse en otra era. Esa es la premisa de “Somewhere in Time”,  basada en la novela de Richard Matheson, donde un dramaturgo (Christopher Reeve) se enamora de una fotografía que encuentra en un hotel y gracias a la auto-hipnosis consigue viajar en el tiempo para conocer a la modelo. En la comedia románica “Kate and Leopold”, Hugh Jackman es un aristócrata victoriano incapaz de enamorarse en su época, pero que encuentra el amor ideal con Meg Ryan en el New York contemporáneo.



Otras veces, el viaje al pasado permite que alguien se de cuenta que está involucrado en una relación equivocada y que el verdadero amor se haya en otros tiempos. Eso le ocurre a Owen Wilson en “Midnigth in Paris” de Woody Allen. A principio del siglo XXI este argumento se volvió una constante en las novelas rosa. La iniciadora de esa corriente fue una obra que cambió el rostro de la fantasía romántica e inauguró la moda de los romances paranormales. Me refiero a la curiosa Outlander (Forastera) de Diana Gabaldon.



 En 1945, Claire una enfermera inglesa  va a pasar su segunda luna de miel en Escocia, pero está no es una ocasión feliz. La falta de hijos está afectando su matrimonio. En busca de plantas medicinales, Claire llega a un túmulo celta en el cual hay un portal que la lleva al Siglo XVIII. Allá encontrará un nuevo marido y regresará al presente embarazada. En novelas posteriores. Claire, su hija y su yerno abandonarán su presente para viajar al pasado en busca aventuras y del  verdadero amor de la enfermera.



Una de las fantasías románticas más encantadoras que se han hecho sobre este tema es “13 Going on 30” (“Si tuviera 30”). Para su decimotercer cumpleaños, Jenna recibe una casita de muñecas y unos polvos mágicos de parte de Mat, su mejor amigo. Los polvos le permiten saltarse 17 años y cumplir su sueño de ser una coqueta y sofisticada treintañera. Pero su vida adulta confunde y avergüenza a Jenna (Jennifer Garner) que descubre que ha perdido a sus padres, sus amigos y sus valores para convertirse en una competitiva y egoísta editora capaz de involucrarse con hombres casados. Para restaurar su imagen, Jenna busca a Mat, ahora convertido en fotógrafo (Mark Ruffalo). Ahí se da cuenta que él es el amor de su vida, pero Mat está a punto de casarsec on otra…No les cuento más porque tienen que verla.



En otras fantasías románticas, el retorno al pasado permite apreciar lo que se tiene e el presente. En “Peggy Sue Got Married” (“Peggy Sue, su pasado la espera”), la heroína (Kathleen Turner) es una esposa infeliz que siempre se pregunta si pudo haber algo mejor en la vida. Su frustración aumenta al ir a una reunión de ex-compañeros de secundaria. Ahí recibe un golpe en la cabeza que le permite regresar al pasado y alterar algunos hechos, pero al final se da cuenta que su felicidad está en su marido actual (Nicholas Cage) y sus hijos.

(cineplex.com)


Más allá del amor y el romance, el viaje en el tiempo permite corregir errores personales e impedir tragedias (toda la premisa detrás de la franquicia de “Terminator”). En El Prisionero de Azkaban, Hermione ha estado jugando con el tiempo gracias a un artilugio mágico que le permite asistir clases simultáneamente. Pero el viaje en el tiempo adquiere un significado más profundo cuando se trata de salvar a Sirius Black (y al hipogrifo).


En Un Cuento de Navidad, Dickens hace que una serie de fantasmas lleven  al tacaño Scrooge a recordar su pasado y enfrentar su futuro para poder ser mejor persona. Una variación de esta “segunda oportunidad” tiene lugar en “Repeat Performance”, un film noir de 1947. Una actriz (Joan Leslie), en vísperas de Año Nuevo, mata a su marido infiel y luego huye a casa de un amigo. Ahí se encuentra en la Noche Vieja del año anterior lo que le permite revivir todos los sucesos, pero el destino la lleva inexorablemente al mismo final de año fatal.





Por ultimo, el viaje en el tiempo en el género fantástico puede ser una forma para que el viajero conozca un proceso histórico de cerca y de paso descubra algo sobre su historia personal. Esto me lleva a dos de mis novelas favoritas, ambas adaptadas para la televisión. Me refiero a La aritmética del Diablo de Jane Yolen y The Cold Room (El frigorífico) de Jeffrey Caine (1978). Ambas usan la combinación del Holocausto y el viaje al pasado como una manera de ayudar a la viajera a lidiar con su presente.



En La aritmética del diablo, Hannah (Kirsten Dunst) es una adolescente rebelde incomoda con su religión y herencia cultural. Algo que se hace más evidente cuando es forzada a compartir el seder, la cena tradicional de la Pascua judía. Como parte del ritual, Hannah debe abrir la puerta de entrada para dar paso al espíritu del Profeta Elías.  Al hacerlo, cruza un portal que la lleva a Lituania en 1941, en vísperas de la invasión Nazi. Ahora está convertida en Chaya, una huérfana que vive como su prima Rivka (la desaparecida Brittany Murphy). A pesar de que Hannah/Chaya intenta explicarle a Rivka y a otros judíos lo que va a suceder, nadie le cree y las niñas terminan en un campo de concentración. Aunque Chaya perece en la cámara de gas, Hannah despierta en el presente, ahora con una nueva percepción de lo que significa ser judía.

(themoviedb.org)

El Frigorífico (o “El Cuarto Frío”) es un poco más oscura. Tuve la suerte de encontrar el tráiler en  YouTube lo que permite apreciar el debut de la olvidada Amanda Pays que pudo ser la Keira Knightley de su época, pero prefirió quedarse en casa criando bebés.

Amanda Pays en The Cold Room (tvspielfilm.de)


La historia tiene lugar en la Alemania del Este a fines de los 70’s. Carla Martin (Pays) abandona su internado para reunirse con su padre (George Segal) en el Berlín Oriental. Carla es una chica huraña que no se lleva bien con un padre que prefiere pasársela con su novia que con una hija que es una extraña para él. Los Martin están hospedados en una pensión de mala muerte regentada  por la lacónica Frau Holzbaum (Hoffman en la película). Carla siente ruidos detrás de la pared de su cuarto y cree que hay ratones. Un día al mirarse en el espejo, se ve así misma con ropa y peinados antiguos.



Cansada de ruidos y golpes tras el armario, Carla lo retira, rompe el papel mural y descubre la entrada a un cuarto secreto, el antiguo frigorífico (la pensión fue alguna vez la carnicería-hogar de la Familia Bruckner). Ahí se encuentra con Erick (Anthony Higgins). Creyendo que se trata de un disidente anti-comunista, Carla acepta llevar un mensaje a un compañero de Eric solo para descubrir que la dirección no existe ya que es parte del Berlín pre-Segunda Guerra. Esto, aunado a otros detalles, indica a Carla que Erick es un judío fugitivo de la Gestapo. Además, ella comienza a recordar y a tener visiones en las que se ve convertida en Christa, hija del carnicero Bruckner, y protectora y eventual amante de Erick.


Las cada vez más erráticas reacciones de Carla convencen a Hugh, su padre, que la chica ha heredado la demencia de la madre. La situación llega al límite cuando Bruckner viola a Christa y Carla acusa a Hugh de hacer lo mismo con ella. Un examen revela que Carla es virgen. Todo indica que está loca. Incluso llega a atentar  contra Hugh, pero la intervención de Frau Hoffman (quien fuera antigua criada de los Bruckner) revela la tragedia ocurrida en los años 30’s y que Carla ha revivido y vuelto a presenciar.

Un detalle sobre ambas novelas es que siendo escritas pre-auge de la fantasía, no son consideradas como tales. La de Yolen era catalogada en bibliotecas bajo “novela histórica” y The Cold Room era calificada de “novela de terror” o “ciencia ficción”. Solo recientemente, los viajes en el tiempo pueden ameritarle a una novela (si reúne los requisitos de no incluir maquinas o explicaciones científicas) el título de “fantasía histórica”.
¿Recuerdan otros viajes en el tiempo en obras de fantasía?