Diferencias entre ser tronera defraudada y ser anti "Juego de Tronos"

Estaba contestando comentarios y mis respuestas se me hicieron tan largas que preferí convertirlas en una nota. A raíz de nuestro último y sabroso debate han surgido algunas confusiones que hay que aclarar. Primero, no estoy en contra de “Juego de Tronos”. Si no la considerara una buena serie (en su momento fue excelente) no me importarían sus fallas, simplemente dejaría de verla. Segundo, no encuentro que haya una superioridad cultural por parte dela gente que lee la saga de George R.R. Martin sobre los que no gustan de la lectura. (O los que aun no la han leído como mi hermano que es intelectualmente superior a mí). Soy muy amiga de la cultura popular y gran usuaria del entretenimiento de masas, pero aun dentro de esa clasificación hay niveles de excelencia y me parece que GOT no está pasando por los controles de calidad debidos.

 Hace unos días escribí una entrada sobre como la serie “Juego de Tronos” había deformado algunos personajes (casi todos femeninos) al traducirlos a la pantalla. Como siempre, mi intención no era ni adoctrinar ni forzar a nadie a pensar como yo. No soy la única ni la primera en advertir que estos desvíos de adaptación afean más que embellecen la serie. Sobre todo porque súbitamente se olvidan los desvíos y la trama retoma la senda original trazada por George R.R Martin, provocando una anarquía argumental indescifrable.

Mi intención era encontrar una explicación a esos trapicheos caóticos, pero como suele ocurrir el debate devino en algo inesperado. Se habló de que esos desvíos nacían de la necesidad de convertir a GOT en comida chatarra que satisfaga a todo público. Argumento  que no me convence, y eso que soy gran consumista del junk food. Pero hay chatarra que me hace vomitar (El McDonald chilensis aderezado con excremento ratonil);  Otro que amo con locura (Dunkin' Doughnuts) y otra que sé, y me  han hecho saber nutricionistas de dos continentes, es buena para la salud (pizza). Ósea, GOT de ser una sana y deliciosa pizza se está volviendo McDonald’s a la chilena.

El problema con nuestro debate es que queda la impresión de que dividimos a los asiduos a la serie ente cultos lectores de la saga e incultos troneros que no perciben fallas evidentes. Tal fue la confusión, que El Rey Ernezto (uno de mis pocos lectores varones) llegó a creer que yo aborrecía “Juego de Tronos”.  Quien crea tal cosa puede deducir que mis escritos son un llamado a boicotear la serie. Oigan, no soy Daenerys, no estoy pidiendo las cabezas de Los Arcángeles. Nada de “¡Maten a los Amos aquí!”.

Desde la Tercera Temporada vengo notando que  la serie ha entrado en un periodo de decadencia en comparación con el nivel de esplendor alcanzado en sus primeros años.  Como saben mis Reyes, el único efecto que tuvo ese descubrimiento fue que dejé de tener expectativas y perdí interés en escribir sobre “Juego de Tronos” (y también sobre la serie). Hubo un momento en que creí que  GOT se había convertido en un barco hundido y yo no tenia necesidad de hundirme con el.

Creo que esa fue una actitud sana porque si no escribo y eventualmente no veo, me ahorro una cantidad de tiempo, energía y malos ratos. Es lo que pasó con “Revolution”. Vi que la serie no tenia salvación, nos habían troleado como audiencia, llegaba la hora de decirle “chao”. Lo hice y la serie se hundió tal como lo había previsto con un mínimo histórico de sintonía en su cierre. Pero en ningún momento pensé que yo tenía algo que ver con ese decrecimiento de visitas al final de  “Revolution”. Hago mías las palabras del Perro Clegane “El Rey puede dejarse matar sin necesidad de mi ayuda”.

El asunto GOT es diferente. No se ha hundido ni se está hundiendo, pero  está haciendo agua, mostrando boquetes que todavía son reparables. Y los estoy  señalando (yo y otros con mayor influencia que Servidora).

El comienzo de esta temporada estuvo muy bueno, ha habido escenas excelentes, reitero que “Mockingbird” es lo más cercano a la perfección de este año.  Pero insisten en intercalar escenas (y no hablo de los desnudos obligatorios) mal confeccionadas, mal explicadas, sin fundamentos y totalmente desubicadas.  Sigo preguntando el motivo y no creo que sea una cuestión elitista. Hay estándares básicos que todos los  espectadores exigimos. Por algo el la audiencia tronera  (Lectora e Inmaculada) ha protestado y protesta. No todos los troneros son lectores, pero eso no implica que tengan que comerse todo lo que les pongan en el plato.

El Rey Ernezto ha notado, y con razón, que el punto limite de esta temporada, lo que realmente acabó con mi paciencia y despertó mi espíritu inquisidor, fue la escena en el Septo de Baelor, en el episodio “Breaker of Chains”. Lo curioso es que no fue la escena en si, sino la reacción del auditorio lo que me descompuso. No se qué fue mas desmedido, la gente que defendía la serie hasta el punto de decir “no hubo violación” o que no importaba tanto que violaran a Cersei  o los que exigían que boicoteáramos GOT porque los productores eran irresponsables y promovían conductas criminales.

Ahí si oías gente que consideraba que GOT debía ser cancelada y que no debíamos verla. Ahí si me di cuenta que la serie estaba al borde de suicidarse. Los encargados también se dieron cuenta. Por algo salió Martin a hacer declaraciones distanciándose del debacle. Por algo apareció esa trilogía patética Alex-Lena-Nik a dar entrevistas aturdidas llenas de contradicciones. Por algo, HBO salió a hacer lo que nunca hacen, una declaración oficial de que apoyaban a Weiss&Benioff. De paso, nos chismearon que Los Arcángeles jamás leen nada publicado en redes sociales. Un mensaje claro, “dejen de insultarlos porque no los van a escuchar”.

Pero dos cosas me impactaron más que otras. Una fue que un gran segmento de la población tronera cargó contra los personajes, como si fueran personas reales que se mueven de motu propio. “Cersei merece ser violada”; “La Reina se lo buscó”; “Jaime se ha vuelto un monstruo. Lo odio” “Si Jaime es capaz de lanzar niños por la ventana, también es capaz de violar”. Lo que me dejaba totalmente perpleja es que (mas allá de que  la violación no es canon) no se percataban de que lo ocurrido no coincidía  con la personalidad de los personajes de la serie. Mas importante aun, no parecían entender que por fantásticos y reales que nos parezcan los personajes, no tienen libre albedrio, obedecen a los intereses de quienes los mueven.

Lo otro que me impactó fue un comentario de alguien que entró y se fue de este blog muy rápido, pero me dejó mucho material para pensar. Básicamente, dijo que existía un grupo que desde el principio había criticado las libertades que se toma la adaptación, que nosotros los troneros devotos éramos tan culpables como los productores por lo tanto no teníamos derecho a venir a llorar ahora cuando nos habían tocado “al niño bonito” (léase Jaime Lannister). No me ofendí, me sentí muy humilde. Al acusar recibo de lo dicho, caía en cuenta de lo desaconsejable que puede ser para un adaptador desviarse tanto del original. Y todo para volver a éste sin explicarnos ni los motivos del cambio, ni los motivos del regreso.

Desde ese día no puedo evitar observar la serie con mi tercer ojo, como tampoco puedo evitar una curiosidad voraz por comprender a qué se deben los cambios frívolos que se hacen ya no con la obra original sino con el argumento que se han trazado en la misma serie. ¿De dónde nace esa necesidad de traicionar sus propias pautas? ¿Cuándo acabará lo que la Dama Blanca llamó “periodo de experimentación”? ¿Y podrá la serie sobrevivirlo?

Nunca sabremos cuánta gente ha dejado de ver GOT a raíz de estos cambios. Como hablábamos con la Reina Guivi, no hay manera de conocer el número exacto de una audiencia a la que es imposible censar. Muchos ven versiones pirateadas, muchos la bajan por Internet, muchos la ven esporádicamente y en casas ajenas. Si no se les puede registrar, menos se puede pretender conocer sus perfiles, filiaciones y preferencias.

Lo que si  conocemos es como piensa una gran y variadísima audiencia tronera que  se pronuncia de diferentes maneras en La Red. Ese es el motivo que me lleva a colocar mi diminuto granito de arena en todas esas dunas de escrutinio, información y análisis provocados por un fenómeno cultural como lo es “Juego de Tronos”.