Hace un tiempo escribí un blog sobre un tema obligatorio de
la ficción fantástica: los dragones. En esa ocasión confesé no interesarme
mucho en esas criaturas, pero el descubrir que
los saurios alados son parte incluso de la hagiografía, me obligó a
repensarlos un poco y a integrarlos a mi imaginario fantástico. Sucede que muchos
santos de calendario tuvieron sus encuentros con dragones que ahora forman
parte de su iconografía tal como los
hijos de la Khaleesi forman parte de la suya.
Vivimos en una época en que la fantasía y los dragones toman
té juntos. Desde los chicos malos de Daenerys hasta el triste Smaug Tolkiniano,
estas criaturas míticas deleitan a los
amantes del género fantástico. Sobre todo porque ya los dragones no son vistos
como monstruos sino como seres benévolos y antropomórficos. Son capaces de
pensar y experimentar emociones humanas como son los casos de los protagonistas
de la saga Temeraire o la serie Darkness de Harry Turtledove y nada más
tierno que el bebe Norberto, el dragoncito que Hargrid muestra a Harry , Ron y
Hermione , al inicio de la saga de J.K. Rowling.
Al igual que vampiros, y hasta cierto punto licántropos, los
dragones han sido víctimas de un estigma por siglos. Solo recientemente la ficción fantástica
los ha redimido. Me picó la curiosidad
por saber que originaba la mala prensa del dragón. Así descubrí una curiosa dicotomía. En la
tradición judeocristiana (y también la de la Europa pagana) los dragones son
vistos como entes demoniacos. En cambio, en la mitología del Lejano Oriente, son criaturas mágicas y benévolas.
Lo que sucede es que “dragón “en un tiempo era sinónimo de
serpiente. Se le representaba como culebra
alada y se le atribuían los rasgos tóxicos de reptiles ponzoñosos. Fue ya en tiempos más modernos que los dragones
adquirieron esa fisonomía de lagartos gigantes con dos patas y un par de alas.
En las religiones orientales, la víbora tiene connotaciones
positivas al simbolizar la vida y regeneración. En cambio en el mundo bíblico, la
sierpe es Satanás, el soberbio, que por levantisco y por incitar al hombre a
pecar es castigado por el Señor a reptar sobre la tierra. Con razón ángeles y
santos viven en pugna con el dragón –serpiente.
A causa de eso, el arte describe a San Miguel Arcángel
siempre arponeando un dragón que encarna las fuerzas del mal tal como las representaciones
pictóricas de la Virgen María la retratan pisando la cabeza de un ofidio. En la
leyenda de San Jorge, tal como nos la cuenta Jacobo De La Voragine en ese
entretenido recuento de vidas santas La Legenda
Aurea, el dragón representa un mal social que el héroe, en este caso un santo,
debe derrotar. Por algo los héroes clásicos (Apolo, Gilgamesh, Sigfrido y Beowulf) siempre
andaban venciendo dragones y seles
apodaba “Mata-dragones”.
George R.R. Martin ha virado ese tropo al convertir a nuestro Jaimito en Matarreyes.
Si pensamos un poco, Aerys es un dragón. Los Targaryen se jactan de descender
de esos animales escamosos, son inmunes al fuego como lo son los saurios
legendarios y en el caso del Rey Loco, el dragón se ha vuelto un peligro para la sociedad. He ahí la ironía tantas
veces lamentada por Jaime: en vez de alabarlo
como a los dragonslayers tradiciones,
le enrostran su regicidio.
Volviendo a San Jorge, este cuento que surge en la Edad Media
tiene su parecido, para nada accidental con el mito clásico de Perseo y Andrómeda.
Jorge, un soldado capadocio, rescata a la Princesa Sabra que ha sido elegida
como pago/alimento de un monstruo que amenaza al reino. El santo decapita al dragón,
termina con esos tributos infames y se casa con Sabra. Total no todos los
santos tienen que ser monjes célibes.
Boda de San Jorge y la Princesa Sabra (Dante Gabriele Rosetti) |
Otro famoso rostro santo asociado al dragón es el de Santa
Margarita de Antioquia. La heroica virgen provoca la pasión de un prefecto romano que
intenta hacerla abjurar de la fe
cristiana. Margarita no se deja tentar y eso que muchos demonios la atormentan.
Don Satas enojado se transforma en dragón y se la zampa, pero la avispada niña
usa su crucifico para rasgarle la panza al animal y escapar. Desde entonces
Santa Margarita es patrona de los partos, y obviamente de las que tienen que
pasar por una cesárea.
Más allá de personificaciones del Maligno, los dragones
pueden tener alguna base de verdad. En la leyenda de San Silvestre, este papa
santo tiene que lidiar con un dragón cuyo aliento pestilente está afectando la
salud de los romanos. Silvestre sale de la Ciudad Eterna y se va en busca del
monstruo al que le pone una mordaza. Tras leer La
Leyenda Dorada, se me ocurre que el dragón es una representación alegórica
de alguna explosión de gas natural o de los miasmas que durante siglos
contagiaron de malaria a los habitantes del Lacio.
Aparte de este simbolismo, hay un detalle curioso en este
recuento. Silvestre no es un “mata dragones”. Se limita a neutralizar a la bestia.
Y no es el único santo que ejerce piedad con el animal fabuloso. San Felipe,
uno de los apóstoles, se metió en
uno de esos bretes tan comunes en la
historia de los primeros mártires de la iglesia.Predicando en Hierapolis, se enemista con sacerdotes paganos que
lo arrastran hasta una estatua del dios Marte con la intención de obligarlo a renegar
de su fe cristiana. Tanto barullo
despierta a un dragón que duerme su siesta bajo la estatua. Sale el engendro,
despedaza a los sacerdotes y a un par de
soldados, pero no toca a Felipe. El apóstol envía al dragón a darse un paseo
por el desierto, y resucita a todos los muertos. Con tanto prodigio, la campaña
de evangelización de Felipe gana muchos adeptos,
y sin dragones muertos que lamentar.
Aunque las leyendas que rodean a San Marcos el Evangelista lo hacen vencer a un león, las
oraciones populares también lo hacen amansador de dragones.
San Marcos de León, que evitaste la
desgracia del dragón. Amansa
los corazones, malos sentimientos, malos pensamientos, infelices contra mi son.
A pesar de que abarca casi los mismos elementos (y nuevamente
tratamos con santos judíos como Felipe y Marcos) el más fascinante de estos
encuentros entre santos y dragones es el
de Santa Marta. Esta dama es un personaje bíblico, ergo real. Se trata de Marta
de Betania, hermana de la Magdalena, una de las pocas seguidoras hembras de Jesús
de Nazaret. Es la famosa “Marta, Marta” a quien Jesús recuerda que hay tiempo
para cada cosa, tiempo para la conversación espiritual (en la que está
enfrascado con María Magdalena) y para la obligación doméstica a la que se dedica
Marta. Por algo Santa Marta es patrona
de las cocineras (y con su ayuda por fin conseguí cocinar un risotto decente).
Cristo en casa de Marta y María (Harold Copping) |
Pero la leyenda de Santa Marta la lleva mucho más lejos de
ollas y sartenes. Si les creemos a los seguidores de teorías a lo Dan Brown,
Santa Marta era ni más ni menos ¡la cuñada de Jesús Cristo! Después de la crucifixión,
tanto ella como su hermano Lázaro (el resucitado), la ahora viuda Magdalena, su hija Sara (santa patrona de los gitanos), y las otras Marías (María Jacobé y
María Salomé) partieron en un barco de su propiedad al otro lado del Mediterráneo.
Viaje a Marsella (Giotto) |
Según la Legenda Aurea,
llegados a Marsella, los hermanos y sus
amigos se desplegaron por diferentes puntos de Provenza, estableciéndose Santa
Marta en un bosque, cercano a lo que hoy es Arles. Allí la santa eligió una
vida de retiro espiritual, pero su soledad fue interrumpida por La Tarasca, un dragón
que asolaba la región.
Santa Marta se encarga, no de matar, pero sí de dominar a la
bestia con cruz y oraciones con las que logra hipnotizarla. Con La Tarasca bien
amansada, Marta regresa al pueblo para que los lugareños se admiren de lo
efectiva que es su religión, pero demostrando poca caridad, los aldeanos se
abalanzan sobre el pobre dragón y lo despedazan.
Enojada, la Santa los apostrofa y de su sermón medioambientalista y tolerante surgirán muchas conversiones. Desde entonces esa región se conoce como Tarascón, en recuerdo de La Tarasque y todos los años se celebra un festival en homenaje del dragón. También se la celebra en diversas ciudades españolas.
(Charles Lepec) |
La Tarasca valenciana |
La Tarasca zamorana |
La Tarasca granadina |
En los 90’s ,haciendo turismo histórico en Nueva Orleans, llegué a una capilla que construyeron soldados de la Nueva España en la poca en que Luisiana era colonia española. Aledaña a esta Capilla de Guadalupe había una tiendita de objetos religiosos. Al ver que tenían estampas en español compre algunas para regalarlas. Entre ellas había una de Santa Marta “Virgen dominadora de la serpiente”. Era tan curiosa la oración que la he conservado hasta hoy.
Santa Marta Virgen, que en el monte entraste
y a las fieras amansaste, así yo quiero me ayudes a amansar el Espíritu Vivo,
Juicio, Pensamiento y Voluntad de (decir aquí el nombre) y así como en este
conjuro cabalístico lo ato así me ayudes a atarlo junto a mí.
Basta una mirada para saber que se trata de un “amarre”.
En la religión popular, un amarre es un
tipo de hechizo que busca dominar los sentidos de la persona que nos gusta y
obligarlo a estar con nosotros. No sé cuan efectivos sean los “amarres”. Sé que
son peligrosos y que la religión oficial los repudia como hechicería y
superstición. Sin embargo, el sincretismo religioso que permea nuestra cultura
popular latina tiene muchos ejemplos de santos respetables que se prestan para prácticas
de santería o vudú.
En esas tradiciones a
Marta se la conoce como “Marta la
Dominadora” o “Marta, la Mala”. De acuerdo a La Enciclopedia de Místicos, Santos y Sabios de Judika Illes, también
se la conoce en el Caribe como “Santa Merta” o “Filomena Loubana” y hasta se
dice que esta metresa es hija del
in-famoso Barón Samedi, gran deidad del vudú haitiano. Se la representa como
una doncella africana sosteniendo dos serpientes (nuevamente la asociación Culebra-Dragón)
y se cree que es una forma encubierta de Mami Wata, la
diosa de los cocodrilos.
El cocodrilo ha sido identificado como un posible origen del
mito del dragón. En la estatua veneciana
de San Teodoro, otro dragón slayer,
el escultor describe al dragón como un
vulgar caimán. En tiempos de los romanos, los cocodrilos gigantes eran parte de
la fauna del África del Norte y tenían la mala costumbre de cruzar a nado el
Mediterráneo. Así se explicaría su presencia, claro disfrazados de dragones, en las leyendas romanas, las españolas
medievales y el cuento de la Tarasca provenzal.
Otras teorías para explicar la presencia del dragón es que
se trataría de ballenas gigantes (esa se ha usado para interpretar las
menciones bíblicas de Leviatán y Behemot), o dinosaurios que sobrevivieron al
asteroide (como el del Lago Ness) e incluso hipopótamos. Nos parecen muy simpáticos
esos gorditos, pero si se sienten amenazados pueden voltear un bote y matar a
dentelladas a un hombre. Ósea típico comportamiento de dragón.
Y para acabar con Santa Marta, su reputación como
“amansadora de dragones y otros seres” precede la tradición sincretista
colonial ya que en los primeros anales de La Inquisición se mencionan casos de
mujeres que la invocaban para sus hechizos. La tradición cuenta que Marta usó su cinturón para amarrar a La Tarasca y
llevarla como perrito mascota. Por eso, las españolas medievales le rezaban y
preparaban aceites con su nombre para “amarrar” al hombre que les gustaba.
En el Siglo XXI, Marta sigue recibiendo peticiones para separar al objeto de nuestro deseo de
otras parejas y volviéndolo tan manso como eran los dragones de Daenerys en su
infancia.
Lamentablemente, cualquier “amarre” puede (como Drogón) salirse de las manos de la invocadora o peor aun dejarla atada a un hombre que
una ya no desea. Aun así es interesante ver como una figura mítica llega a
adquirir tanta importancia que incluso en textos religiosos llegan a ser fauna privilegiada de Reinos de Fabula.
Curiosísima la historia de Sta Marta como dominadora de dragones. En muchos puntos de España se queman dragones en fiestas patronales en recuerdo del dragón tal o cual que asoló el pueblo. Hay un pueblo en la costa gallega que lleva el nombre de Sta Marta de Ortigueira porque las santa los salvó de un dragón, pero en este caso un dragón marino, un leviatán! jaja
ResponderEliminarOtra romería curiosa y antiquísima es la de Santa Marta de Ribaterme en la que personas que han estado a punto de morir y se han salvado porque se han ofrecido a la santa hacen procesión alrededor de la iglesia dentro de ataúdes abiertos y llevados por fieles. Me imagino que será por eso de que Marta era hermana de Lázaro.Muy tétrico, pero me interesan mucho las leyendas y costumbres populares.Ya la santa como dominadora de hombres se me escapa ;)
¿Entonces Santa Marta es una dragonslayer profesional? Tiene sentido, porque no se sabe nada de ella después del episodio de La Tarasca. A mí también me fascinan las leyendas, sobre todo el punto en donde la verdad histórica se convierte en fantasía.
EliminarPorque me estaba quedando muy largo no puse lo de San Lázaro, que es a petición de ella que Jesús resucita al hermano.
Lo de la Dominadora es un sincretismo extremo, pero no creas hay otras santas que son invocadas para “amarrar” incluso alguna tan histórica como Santa Catalina de Siena.