lunes, 3 de septiembre de 2012

¿Son las brujas las parias del género fantástico?: De la Biblia a la Hechizada (I Parte)

(tvcrazy.net)

El reciente auge de la literatura fantástica  ha desagraviado a vampiros, licántropos, fantasmas y otros entes sobrenaturales que antes eran los grandes villanos del género del horror. Solo las brujas siguen siendo estigmatizadas o excluidas. Se puede refutar lo que digo presentando como ejemplo  los siete volúmenes de la saga de Harry Potter. Pero aunque la obra de J.K.Rowlings ha aportado glamur a la imagen popular de los  hechiceros y la magia blanca, es también, de todos los fenómenos literarios fantásticos recientes, el que ha recibido más ataques. Además, no ha surgido otro éxito literario que siga la corriente de Harry Potter, y en muchas obras de fantasía las brujas siguen apareciendo como seres malignos.

“A la hechicera no dejarás vivir”
Si buscamos una razón histórica para la “brujafobia” todos los caminos conducen a la Biblia y a esa orden del Éxodo que dice “A la hechicera no dejarás vivir”. Aunque en los últimos cien años se ha buscado demostrar que se trata de un error de traducción, en Samuel, Daniel  y Levítico hay otras citas que específicamente condenan todas las formas de magia conocidas: astrología, espiritismo, necromancia, hechizos que usen hierbas y hasta la interpretación de sueños. (¡Ayy, Dr. Freud!)

Saúl y la Bruja de Endor (Wikipedia)


Desde San Pablo en adelante, el cristianismo adopta la postura hebrea de ver la práctica de magia como pecado. A partir de la aparición de La Inquisición en el Siglo XIII, los practicantes de artes mágicas son materia de hoguera. La Reforma Luterana adopta esa misma costumbre de lanzar al fuego a todo hechicero e incluso importa la caza de brujas al Nuevo Mundo.

Vale decir que la tradición judeo-cristiana no está en contra de la magia per se, sino del modo en que se la practica (magia negra, satanismo etc.) y, lamentablemente, en contra del sexo de quien la practica. Las grandes victimas de las cacerías de brujas fueron hembras. Como indicación de la misoginia detrás del fenómeno “anti-brujil”, siempre se le busca una excusa cuando  el ocultismo está en manos varoniles.
El Aquelarre de Goya (Wikipedia)


La Iglesia Católica reconoce los actos sobrenaturales de apóstoles y santos como “milagros”, obras ejecutadas por intervención divina, no satánica como ocurre con las brujas. En el Talmud se especifica que la magia como “ilusión” (así como un truco de prestidigitación) no es pecado, como no lo es cuando hay intervención divina, lo que explica que algunos rabinos talmúdicos y de la Diáspora (como el famoso Rabino Loew de Praga, creador del Golem) fueran más duchos en conjuros  y encantamientos que Albus Dumbledore. El Talmud no se muestra tan tolerante con las mujeres y  vincula la brujería con el sexo femenino. Se dice que la “mejor mujer está llena de hechicería”, se habla negativamente de las hijas del Rabino Nachman “que revolvían la olla con las mano” (léase eran tan inmunes al fuego como Daenerys de la Tormenta)  y se le prohíbe a las hembras estudiar cábala, por lo que todos los textos místicos o “mágicos” judíos han sido escritos por hombres.

Este doble estándar se encontrará también en el mundo secular y occidental. A Juana de Arco se la condena y quema por brujería y solo en 1920 la Iglesia la eleva al santoral. Entre los muchos crímenes por los que Ana Bolena es decapitada, está la acusación de hechicería y el hecho de poseer un tercer pezón que  indica que la Reina de Inglaterra tiene relaciones con El Diablo. En cambio, Roger Bacon, Nostradamus, Paracelso y el Dr. John Dee,  que practicaban artes que en una fémina serian vistas como brujería, eran considerados “hombres de ciencias”. Algo así como la dicotomía que encontramos en la leyenda artúrica que nos muestra al Mago Merlín como un taumaturgo intelectual, protector y benéfico vs una Morgan La Fey, manipuladora, egoísta y sombría que usa la magia solo para satisfacer sus caprichos.

Morgan La Fey (Wikipedia)


Pero esa imagen de la bruja como mujer maléfica nace antes de la imposición de valores judeo-cristianos a Occidente. Basta ver la mitología griega para encontrarnos con dos poderosas y perversas magas. Circe es una sensual brujita que convierte a los hombres en cerdos, y Medea es una cruel hechicera que por satisfacer sus deseos mata a su padre, a su hermano, a su rival y hasta a sus propios hijos. De ahí surge la imagen literaria de la bruja sexi, pero oportunista y malévola.

Circe por JW Waterhouse (Wikipedia)


Bruja=fea y vieja
La otra imagen es la de la vieja fea y perversa que todos conocemos por los cuentos de hadas: la bruja envenenadora de Blanca Nieves, la bruja caníbal de Hansel y Gretel y la temible Baba Yaga del folklore ruso. Esa será la imagen icónica de la bruja literaria hasta los tiempos modernos.  En El Maravilloso Mago de Oz (1900) L. Frank  Baum intenta presentar un par de brujas “buenas”, pero la más recordada es La Bruja Mala del Oeste con sus ejércitos de monos y cuervos, su sombrero puntiagudo y (en  la versión fílmica) su piel verdosa.
(gonemovies.com)


En Hollywood no solo “El Mago de Oz” (1939) perpetúa ese perfil tenebroso de las brujas. Los filmes de Walt Disney están plagados de hechiceras siniestras desde “Blancas Nieves” (1937) hasta “Tangled” (2010) e inclusive, las hace más malas que en el cuento como ocurre con La Bruja del Mar en “La Sirenita” (1989). Más allá de dibujos animados, cuando Hollywood quiere crear una bruja buena tiene que situarla en un contexto cómico y hacerla que repudie el mundo mágico del que proviene. Eso ocurre con Jennifer (Veronica Lake) en “Me Casé con una Bruja” (1942) y con Gillian (Kim Novak) en “Bell, Book and Candle” (1958).
Veronica Lake en  "Me Casé con una Bruja"(beautybombshells.com)

Kim Novak en "Bell, Book and Candle" (moviediva.com)


La ficción de los 60’s seguiría haciendo hincapié en ese retrato de hechiceras adoradoras del Diablo. En la serie televisiva “Sombras Tenebrosas”, la seductora Angélica es culpable con sus hechizos vudú de que Barnabas se convierta en vampiro. En su novela de horror El Bebé de Rosemary, Ira Levin describe como un culto satánico en pleno Manhattan obliga a una joven a parirle un hijo a Lucifer. La versión fílmica dirigida por Roman Polansky (en su debut en Hollywood) fue casi tan exitosa como el libro, cuya aparición en el mercado había coincidido con el advenimiento de la Iglesia de Satan de Anton Le Vey, la primera organización publica de satanistas en el mundo.



“El Bebé de Rosemary” (“Semilla del Diablo” en castellano) ofrece esta visión de brujos devotos de la magia negra que celebran sus aquelarres e invocan a Satanás en un lujoso edifico enfrente de Central Park. A la cofradía pertenecen dentistas, abogados y hasta un ginecólogo judío, pero la más recordada es la vulgar y nefasta bruja MInnie Castavets (Ruth Gordon que ganaría un Oscar por su interpretación), la principal artífice del diabólico embarazo de su vecina, la ingenua Rosemary (Mia Farrow).

Curiosamente, seria en los 60’s tan anti-brujiles que nacerían dos personajes que  “limpiarían” la imagen de la hechicera. La primera fue la tira cómica “Sabrina, the Teenage Witch” (Sabrina, la Bruja Adolescente) la historia de una colegiala que lleva una vida semi  normal, puesto que su padre es brujo y ha heredado algunos dones mágicos. A diferencia de otras brujas, Sabrina es buena y usa sus poderes para ayudar al prójimo. El comic que salió a la venta en 1962 fue tan popular que generó novelas graficas y, en 1970, una breve serie de dibujos animados (sobre la exitosa serie de los 90’s hablaremos más adelante).
(Wikipedia)


Samantha Stevens campeona de los derechos”brujiles”
La segunda y mayor contribución a favor de las brujas fue una serie de televisión que salió al aire el 17 de septiembre de  1964 (aquí está el link para el episodiocompleto en YT y con subtitulos). La ABC había estado planeando hacer una comedia que siguiese los pasos de la exitosa “I Love Lucy” y que también retratara un matrimonio “multicultural”. Lo que deseaban era una pareja mixta, pero la televisión americana todavía no estaba lista para tener protagonistas de color. Amparados en el éxito de series cómicas con temas sobrenaturales como “The Munsters” o “Los Locos Addams”, el productor  William Asher y  el guionista Sol Saks crean “Bewitched” (Hechizada) la historia de una bruja centenaria, casada con un mortal, y que lleva una vida normal en Connecticut. Para interpretarla, Asher eligió a su propia esposa Elizabeth Montgomery (hija del galán de los 40’s Robert Montgomery).

(palzoo.net)


La serie es un compendio de referencias tomadas de otras brujas de la ficción. Como en “La Familia Addams”, Samantha está rodeada de parientes estrambóticos; como en Sabrina, las brujas alternan entre el mundo real y una dimensión mágica y son gobernadas por un consejo de hechiceros; y como en “Bell Book and Candle”, por amor a un publicista de Madison Avenue una bruja renuncia a sus poderes. Pero ahí yace la gran diferencia, aunque Samantha le jura a Darrin Stevens en su noche de bodas que no volverá a practicar magia, ya en el mismo episodio usa sus poderes para castigar a la antigua novia de su marido.  Pronto Samantha tiene que aceptar que la brujería es parte de ella y Darrin, a regañadientes, tiene que aceptar que su mujer no es como las demás.



Al no desprenderse de sus facultades sobrenaturales, Samantha demuestra su poder femenino, lo que la vuelve un icono feminista a la vez que demuestra el derecho de las brujas a existir y ejercer su magia (siempre que sea blanca). Samantha se convierte en protectora de su familia y de su comunidad gracias a sus artes “brujiles” que comprenden mucho más  que el característico meneo de nariz. Samantha puede transformar a la gente en animales, plantas y objetos, teletransportarse en tiempo y espacio y hasta invocar espíritus.



A pesar de que Samantha es la esposa, ama de casa y madre perfecta, no es para nada un ejemplo de mujer sometida a roles patriarcales. La serie gira mayormente alrededor del trabajo publicitario de Darrin, socio de una agencia neoyorquina que parece una parodia de la de “Mad Men”. Larry Tate, su jefe (más ambicioso y manipulador que Roger Sterling) necesita que Samantha apuntale sus campañas atendiendo y convenciendo a los clientes de la empresa. Algo que Samantha hace con más gracia y coquetería que Betty Draper, pero más allá del estereotipo de esposa-trofeo, Sam toma una activo interés en la carrera de su marido, inventa slogans, aporta ideas e incluso busca modelos (siempre seres del otro mundo o en una ocasión una gata siamesa la que la bruja convierte en cover-girl) para los comerciales de la firma.

(hpvf.com)

Con el tiempo, Darrin comienza a confiar plenamente en la intuición e intelecto de su mujer lo que los convierte en un equipo publicitario. Además, la bruja se involucra en la política de su comunidad, en la escuela de sus  hijos, y hasta funge como consejera sentimental de amigos y vecinos. Siempre queda claro que si Sam es una mujer inteligente y capaz que supera la imagen de ama de casa alocada de Lucille Ball o la rubia tonta de “Mi Bella Genio”, es por sus conocimientos mágicos, una sabiduría adquirida en sus muchos siglos de vida y una mundanidad de quien se ha codeado hasta con la realeza.

Samantha estaba muy lejos del estereotipo de la vieja de nariz ganchuda. Aprovechando la belleza de la actriz, los productores resaltaron la elegancia de Sam vistiéndola con un guardarropa moderno, sofisticado pero con toques personales como  su predilección por los tonos pastel y fue una de las primeras heroínas televisivas en usar pantalones. Samantha, era además de hermosa y elegante, un personaje bastante sexi algo que también resaltaba la serie. Los Stevens fueron la primera pareja en compartir una cama de dos plazas en la pantalla chica y a menudo se les veía en ella besándose lo que era bastante atrevido para la época.

(article.wn.com)


Sam tampoco era una ingenua virginal como la mayoría de las protagonistas de entonces. Tenía un pasado en el que habían existido otros hombres que a menudo regresaban para causar la ira del celoso Darrin. En muchas ocasiones, Sam inspiraba pasiones intensas en mortales y seres sobrenaturales, pero no era por deseo propio. Eso también la alejaba de la imagen de bruja que usa su erotismo para dominar a los humanos. Sam sabía defenderse de todo tipo de acoso sexual y, ya en la primera temporada, convertía en perro a un cliente de Darrin que se propasaba con ella.

(fanpop.com)
Poco a poco, Samantha Stevens fue convirtiéndose en un icono feminista, sobre todo en su relación con Darrin ya que no era una esposa dócil. La bruja tenía sus opiniones y eso la llevaba a tener serias discusiones maritales, en más de una ocasión Sam abandonó el hogar o impuso su voluntad sobre la de Darrin. Tal como decidía no abandonar sus poderes mágicos, tampoco podía dejar de ser la mujer que había sido, así que si se le antojaba se teletransportaba a Paris para ir de compras con su madre o aceptaba convertirse en la Reina de las Brujas cuando el Consejo la elegía.

Cómica y fantástica, “Bewitched” también era didáctica. Los productores nunca olvidaron su verdadera intención de retratar un matrimonio multicultural. Los guiones enfatizaban las diferencias culturales entre Sam y Darrin, ejemplarizadas por el rechazo hacia su unión por parte de los parientes de ambos. Darrin y Samantha se convirtieron así en una alegoría de los matrimonios mixtos que ya comenzaban a ser la norma en el crisol de razas estadounidense y su matrimonio propagó un mensaje de tolerancia.



Continuando con el mensaje, “Bewitched” usa a las brujas como ejemplo de diversidad cultural y de paso destruye clichés negativos. Ya en la primera temporada, Samantha se incomoda con una campaña de Darrin que muestra a las brujas como viejas feas. La serie se esmera en exponer la diversidad “brujil” presentando muchas imágenes de hechiceras desde la dulce, pero un poco atolondrada, Tía Clara hasta la traviesa Tabitha, hija mayor de los Stevens. Endora, madre de Samantha, se acerca la imagen de bruja dañina, pero es demasiado mundana y sensata para rebajarse a serlo. Aunque transforme a su yerno (cuyo nombre finge nunca recordar) en alcachofa o en hombre-lobo, nunca lo destruye.



“Hechizada” ha sido una de las comedias televisivas más populares de todos los tiempos. Si se cerró en su octava temporada no fue por bajos ratings sino porque Elizabeth Montgomery estaba cansada de un papel que la encasillaba. Las reposiciones de la serie siguen gozando de éxito.  Se han hecho versiones de ella en países tan distantes como la Argentina y Rusia. Inspiró un filme con Nicole Kidman y hace un año que se habla de la posibilidad de un remake televisivo. Parece entonces inconcebible que  en sus inicios haya enfrentado objeciones.

 Cuando le presentaron el proyecto piloto a Tom Moore, presidente de ABC, éste tuvo algunos reparos temiendo que un show sobre brujas fuese visto por su audiencia más conservadora como “satánico”. Agnes Moorhead, hija de un ministro presbiteriano y cristiana fundamentalista, también tenia sus dudas de aceptar el rol de Endora. Fue Liz Montgomery quien la convenció de que su presencia en el show apaciguaría las reservas de la audiencia, además que Agnes podría vigilar que la serie no presentase nada que ofendiera a los cristianos.

(divadebbi.blogspot.com)


 Los Stevens celebran Navidad, Sam colabora en las actividades de su parroquia, va a la iglesia como dama de honor de una amiga y hasta reza. Más importante aun, Samantha se esmera en vivir de acuerdo a valores judeo-cristianos que inculca sus hijos tales como la caridad y el amor al prójimo.

(classicpedia.com)


Tal vez por eso, nunca hubo una crítica conservadora en contra de “Bewitched” que en su primer año, fue el segundo show más visto en el país. El ataque frontal por parte del fundamentalismo cristiano seria un fenómeno del siglo XXI, y estaría correlacionado con los ataques a Harry Potter por  parte de un fundamentalismo afiebrado. A raíz de la develación de una estatua de Samantha Stevens en Salem en el 2005, se oyeron por primera vez voces en contra de una serie de televisión que por cuarenta años había sido compartida por familias en todo el mundo.

Pero antes de hablar de ese fenómeno anti-brujil, todavía tenemos que hablar de la Edad de Oro de las brujas en la ficción (continuará)

6 comentarios:

  1. Querida amiga, he adorado esta entrada de principio a fin. Hace poco que me leí "wicked" donde le dan a la bruja "mala" del Oeste su propia voz. Adoré esa visión de una mujer culta y con aspiraciones que se volvió un poco amarga por ser hecha menos y juzgada sólo por su físico (si bien odio la idea de que en el mundo real ocurre todo el tiempo). Me gusta que le den a ella su propia voz y nos muestren la fealdad de quienes la circundan y la llevan a ser quien es en el Mago de OZ.
    Hechizada siempre fue mi favorita, desde niña, adoraba a Samantha y de grande quería ser como ella. Aunque vi las repeticiones ya, la adoraba. Ella y Morticia Addams siguen siendo personajes entrañables para mí.
    Confieso que desde pequeña siempre he tenido una fijación con las brujas, desde Morgana y Nimue del mito artúrico. También porque de peque me leían muchas cosas celtas y ahí la druidesa o la hechicera no son condenadas ni malignas la mayoría de las veces. En fin, espero las siguiente partes con ansia.
    Por cierto, hace nada leí también "El descubrimiento de las brujas" de Deborah Harkness y me gustó. Sí siento que últimamente las brujas han sido relegadas por los vampiros. Cosa que no ocurría por ejemplo con Anne Rice (si bien las brujas de Mayfair no son en absoluto de mis consentidas)

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    1. Gracias, querida Scarlett, por visitarnos. Me había olvidado de las Brujas de Mayfair, pero esa era una historia muy enredada que mezclaba ciencia ficción con horror, típico Anne Rice. La novela de Deborah Harkness es el más reciente intento de traer de regreso a la bruja benéfica al género, pero me pregunto si su novela tendría tanto éxito si el protagonista no fuera vampiro.
      Yo tampoco crecí con imágenes negativas de las brujas. Tal vez porque vengo de una familia esotérica, tal vez porque tenia a Sam Stevens como referente, o tal vez porque en nuestros países estamos mas cercanos al curanderismo, a la folk medicine y no tenemos esos miedos anglos a lo sobrenatural.
      Como soy más viejita, que todos, tuve la suerte de crecer con Hechizada, Sam fue siempre mi personaje favorito, un poco lo que yo quería ser de grande. La prefería a Mi Bella Genio. Aunque no tenia claro por entonces lo de los roles sexuales, como que entendía que Jeannie era la mujer-objeto, la concubina, la que vive en el rincón, la impresentable, la que la pareja no toma en serio. Muy diferente en los casos de Samantha y Morticia que eran poderosas, no solo por ser inteligentes y brujas sino porque eran sexis, glamorosas, sabían manejar su erotismo, eso si siempre dentro de un contexto monógamo y familiar. Es que no te imaginas como eran las mamás de televisión pre-Hechizada. Algunas eran bonitas como Donna Reed o June Lockhart en Lassie, pero eran señoras de delantal, de cocina, a las que no les lanzaban los perros en la calle y que al marido lo besaban en la mejilla. Ver a Sam Stevens en la cama con Darrin, o a Morticia alborotando las hormonas de Homero era toda una revelación, y que influiría más adelante en mamis televisivas que no eran brujas como Carol Brady.
      Yo comencé con esta idea (y me alegro que te guste) porque quería escribir sobre Hermione y los ataques a Harry Potter pero encontré tanto material que voy a dedicar los lunes de septiembre a las brujas en la ficción. De Wicked hablaré en el post dedicado a La Era de Oro de las brujas literarias (los 90’s)

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  2. "Hechizada" era una de mis series favoritas cuando era niño. Siempre me llamó la atención, la gran cantidad de comedias enfocadas en el mundo sobrenatural (Los Munsters, Los Locos Adams) o con super-poderes (Mi bella genio).

    Era muy divertido como Endora no quería acordarse del nombre del yerno... lo que me llamó la atención es que no se dieran cuenta que cambiaron al esposo de Samantha... usaron dos actores para interpretarlo y eran muy diferentes físicamente.

    En los últimos capítulos, me acuerdo que la niña Tabatha ya era grande (¿Qué será de la vida de esa niña?) y tenía un hermano que era brujito.

    La película me desilusionó. El "casting" estaba perfecto... Nicole Kidman estaba perfecta para el personaje pero, a veces, la encontré lenta y a veces, los chistes no tenían gracia.

    No conocía el paralelo de "Hechizada" con otras series y buen análisis, no me daba cuenta que era la primera serie donde se mostraban a dos parejas en la cama.

    Saludos y gracias por el artículo,

    Renzo



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    1. El primer Darrin fue Dick Sargent, pe en la espera de la luz verde del canal, Sargent se involucró en otro proyecto. Entonces contrataron a Dick York quien sufría de una enfermedad en la espalda que le provocaba atroces dolores lumbares. Cuando esos dolores le hicieron imposible trabajar, Sargent tomó el papel.
      Es que la pelicula no es "Hechizada". Es sobre una bruja-actriz que quiere trabajar en una versión de "Hechizada".

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    2. Gracias por el dato sobre el actor que interpretó a Samantha en "Hechizada."

      Sobre la pelicula, creo que no fui muy claro. Mas bien, me agradó que la película no sea sobre "Hechizada" sobre una actriz, la idea estuvo buena, pero, lo que quise decir es que no supieron desarrollarla eficientemente... para mi gusto, la encontré floja. Pero, a mi me gustó que la película sea una bruja-actriz que quiera trabajar en la versión de "Hechizada." Saludos, Renzo

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  3. Yo hubiera preferido una nueva versión de "Hechizada" la serie.

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