Se la considera
una de las 50 mejores novelas mexicanas, se la ve como un ejemplo de literatura
feminista, es parte de esa fascinación de las audiencias modernas con la comida
y su confección. Es entonces comprensible que después de casi 30 años de
llevársela la pantalla, Salma Hayek Pinaud y la HBO hayan querido formatearla
como miniserie. ¿Pero les ha quedado bien? ¿Se han respetado las pautas que le
impuso Laura Esquivel? ¿O es nada más que una telenovela barata llena de
clichés?
AVISO: Esta nota
contiene spoilers del libro, filme y los primeros cuatro episodios de la
miniserie.
Antes que todo
quiero corregir la idea de que las variaciones en el guion se deben a que esté está
basado, no solo en Como agua para chocolate sino también en una secuela El
diario de Tita. Este último es en realidad una combinación de libro de
cocina y diario de vida. Siempre amiga de lo interactivo, Esquivel ha creado un
formato que a primera vista recuerda a un diario de colegiala. Sus tapas están
quemadas, indicio de que sobrevivió el incendio de Las Palomas, está escrito en
letra cursiva, incluye fotografías pegadas, flores secas y otros elementos que
solemos esconder en las páginas de un diario.
A pesar de que
muchas de sus recetas son incluidas en la miniserie, el contenido es nada más
que la perspectiva de la diarista de los sucesos narrados en la anterior
novela. Las novedades son pocas, tales como el que John tras recibir calabazas
de Tita, conoce a Shirley y forma una familia con ella o que Pedro avergonzado,
dedica el resto de su matrimonio a su esposa y ya no acosa sexualmente a la cuñada.
Nada de eso aparece en la miniserie. Se lo habrán guardado para la Segunda
Temporada. ¿Pero había necesidad de una Segunda Temporada?
La Obra de
Laura Esquivel
Muchos
concordamos en que la pequeña joya de
Laura Esquivel no ha tenido un buen trato en esta versión. Se le han hecho
cambios innecesarios e incomprensibles. No se ha respetado el realismo mágico
ni sus vínculos con el empoderamiento de la protagonista. Está por debajo de la
versión fílmica. No puedo evitar y hacer memoria de cuando debutaba la película
de Alfonso Arau en el cine y el impacto que tuvo en la imaginación popular (no
solo en la hispana) y en mi vida
La primera de mi
entorno que fue a ver Como Agua para Chocolate fue mi ex cuñada que
volvió a casa llorando. Me dijo que el personaje de Tita le había recordado mi
caso y que iba a hacer todo lo posible para librarme de la nefasta influencia
de mi madre. Obvio que, con esos datos, me acerqué al filme (y libro) con mucho
interés. Me tranquilizó saber que aparte de tener una madre controladora, yo no
me encontraba en circunstancias tan adversas como Tita, aunque si me encantó
saber que ambas hallábamos serenidad en la cocina.
Ya para ese
entonces, mi madre rechazaba una de sus mayores virtudes, lo que en Chile se
conoce como “tener manito de monja”, o sea sus dotes culinarias. Nuestra
pequeña cocina se había convertido en mi reino y laboratorio. Como Tita, yo descubrí
que la gastronomía combina ciencia, arte y brujería. Mi sueño era tener una
cocina como la de ella, grande, con mucha estantería para hierbas mágicas (léase
especias y condimentos), con cazuelas de barro, y mesones tan amplios que sobre
uno Mama Elena trajo al mundo a Tita.
En Como Agua
para Chocolate, Laura Esquivel inició un nuevo capítulo del realismo mágico
latinoamericano y supo combinar lo fantástico con la realidad mexicana de fines
del Porfiriato e inicios de la Revolución Mexicana. Hizo una denuncia contra el
machismo que empeora si lo ejerce una mujer como Mama Elena, y demostró cómo se
puede circunnavegar esa discriminación sin dejar de ser una señora respetable.
Mama Elena tuvo
amores con un hombre de sangre mixta. Las normas sociales la obligaron a
casarse con un blanco de su clase, pero se las arregló para tener amante y marido
sin que nadie se enterase. En cambio, Tita es una brujita de cocina que con sus
platillos domina, cambia y controla su vida, su ambiente y a quienes la rodean.
Este tipo de literatura reemplazó la imagen de la mujer como esclava del fogón
y pasó a ser parte de un subgénero en donde la cocinera consigue amor y fortuna
gracias a su buena mano. Un nuevo tipo de empoderamiento del que ya he hablado
en otra nota.
El Filme de
Alfonso Arau
El éxito del
libro de Esquivel obligaba a que el siguiente paso fuese un filme que, a diferencia
de la mayoría de adaptaciones, es casi idéntico al texto. Alfonso Arau,
entonces esposo de Laura Esquivel, hizo una maravilla visual, actoral y
argumental. Parte de la belleza de la película fue que la misma autora colaboró
en ella y siempre ha agradecido a su ex por el respeto que le tuvo a su obra. Para quienes amamos esa versión, la serie resulta inferior en los tres aspectos.
Visualmente no tiene el poder de los colores e iluminación que caracterizaban
la obra de Arau y que embellecían y dotaban de magia el árido paisaje norteño. Se extraña la exquisita fotografía de Emmanuel
Lubezki.
El elenco sin ser
malo, tampoco es muy brillante. Extrañamos la imponente figura de Regina Torné o de
una Delia Casanova que fue la primera elección para el papel . Irene Azuela (Belascoaran) no es mala actriz, pero le faltan tablas para
esa Mama Elena demoniaca que, aun como fantasma, perseguirá a su hija menor. Un
cambio es que el Dr. Brown (mi personaje masculino favorito) hace entrada
temprana en la miniserie y se extraña a Mario Iván Martínez que tenía el
colorido y el manejo del inglés para ser un “gringo bueno”.
Azul Guaita ha
hecho buenos trabajos en la televisión, pero yo la sigo viendo como la bebita
que en la primera versión de Clase 406 dio vida a Juanita, la hija de
Sherlyn, producto de la violación perpetrada por el maestro de gimnasia (Tony
Dalton). La actriz argentina es más bonita que Lumi Cavazos, pero le falta esa
aura radiante, ese poder actoral que transformó a una estudiante de teatro sin
experiencia de cámaras (una “jipiosa” como la llamó Arau) en una señorita del Porfiriato,
delicada y firme como una flor acuática.
Las dos Titas.
Azul es demasiado
moderna―ayudan esos diálogos que ni se parecen a los de la Esquivel― para
interpretar a una mujer llena de compasión y ternura y que en esas virtudes
encuentra fortaleza. Por ejemplo, cuando Tita-Azul se niega a prometerle a Pedro
que cuidará a su hijo nonato porque “nunca podré querer a ese niño” , se me enchinó la
piel. Ni Scarlett O’Hara le dijo eso a Ashley cuando él le exigió la misma
promesa. Es imposible que una mujer que vive para darle de comer a los
hambrientos exprese esa dureza de sentimientos.
Tampoco me gustó
que a Tita le bajase la leche gracias al atole milagroso. Primero, que es
posible que a una mujer, aun virgen como Tita, le brote la leche. Por supuesto
que a los lectores nos gusta creer que ahí hubo algo mágico, pero si la magia
estaba en el atole ¿por qué no se lo dio a Rosaura y así consiguió que
fuese su hermana la que pudiese amamantar al hijo? No se entiende. Incluso, Robertito muere lejos de su tía en la novela, porque su madre carece de leche. Entonces
indirectamente, Tita seria culpable de esa muerte.
Para mí el que
Tita alimente al sobrino es un suceso fundamental. En la serie lo disminuyen
haciendo que ocurra atropelladamente. Entre que ella atiende a su cuñado herido
y escucha su confesión de que ha matado a un hombre, el amamantamiento prodigioso
pasa casi desapercibido.
La Revolución Supera
al Realismo Mágico
Debido a que
tienen que estirar la trama se le han añadido otros temas, como la política y
la historia. Vemos a Pedro en Puebla, en
medio de un mitin revolucionario que es interrumpido por los federales. En el
libro, la única que se involucraba con la Revolución era Gertrudis. Laura
Esquivel no es una mujer de derechas ni una oligarca (es diputada de Morena),
pero en su libro no hace una apología de la Revolución ni una denuncia de los
militares porfiristas o huertistas. Son parte del trasfondo de un cuento de
hadas.
El General Alejándrez
visita la hacienda tres veces: una para llevarse a Gertrudis; otra para
saquearla y la tercera, ya muerta Mama Elena, para que su mujer pueda verse con
sus hermanas. Aquí lo han convertido en un peón humillado por Los Musquiz, lleno de rencor social, que anda mosqueando
desde el primer episodio.
La mención a la
Revolución, a la opresión de los pobres y a los abusos de los ricos me aburre,
porque como sabemos la Revolución no solucionó nada, más bien empeoró las cosas
hasta este siglo creando nuevos problemas. En ningún momento de la novela se dice
que Pedro simpatice con esa Revolución. Y para el espectador lego esa lucha de la serie no
se entiende, nadie sabe por quién pelean ni qué esperan conseguir.
Otro cambio han
sido las Hermanas de la Garza que no son como las describe Esquivel. Ni Rosaura
era tan argüendera, ni Tita andaba de tapadera de Gertrudis. HBO todavía cree
que tiene que meter mucho sexo en sus historias y que no basta el poder
afrodisiaco de la comida. Convierte a Gertrudis en una desvergonzada, a cada
rato manoseándose con su maestro de piano.
En la novela,
Gertrudis es la más jaranera, la menos formal, pero su despertar sexual se lo
debe a la carga erótica que su hermana vuelca en un platillo particular. Por
eso es tan impactante ver a Gertrudis (en el filme) corriendo desnuda por los
campos en busca de amor carnal y de su destino, tal como lo describe el libro.
En la serie no se entiende el cambio.
Hay momentos
maravillosos visualmente en los que prima el realismo mágico como cuando Tita
traicionada por Pedro, siente tanto frio que cubre su ropa de cama con
escarcha, pero en otros es como un elemento accidental que o no trasciende o
tiene explicaciones lógicas. La serie como que intenta capturar la atmosfera del
libro para luego evadirla.
Eso ocurre con la
música. En el primer episodio la música incidental y la banda sonora están
perfectas combinando opera, temas folclóricos y el vals “Alejandra” que bailan Tita
y Pedro en un evento que, si no está en el libro, es necesario para que
apreciemos el vestuario y veamos el modo de vida de las clases altas norteñas
en vísperas de la Revolución. Esta armonía es interrumpida en el Tercer
Episodio donde comienzan a meter canciones pop que destruyen el espíritu de
época con su modernismo.
Aborreciendo a
Pedro
Han engordado la biografía
de Pedro. No solo es vecino de las De La Garza, también tiene un tío militar
que codicia la herencia del sobrino. Lo más interesante es que existe una
guerra entre Mama Elena y los Musquiz. Al quedar viuda, el padre de Pedro , aprovechándose
de su luto e ignorancia, la estafó con la compra de unas reses, algo que la
rencorosa mujer no le perdona.
Pedro, que ha estado noviando con Tita desde la
infancia, quiere acabar con esa enemistad entre ambas familias. Se le ocurre
que su padre ofrezca las reses como regalo de bodas. Tras probar un dulce
preparado por Tita (un buen ejemplo de la magia culinaria), al padre le parece
tenerla de futura nuera Van a pedir la mano de la susodicha, pero cuando Mama
Elena le ofrece a Rosaura, Pedro la acepta. Hasta su padre se escandaliza.
Me aburre la
historia de amor. Nunca me gustó, ni en el libro ni en la película. Pedro
siempre me pareció poca cosa para Tita. En las versiones anteriores, Pedro y Tita
se conocieron en su infancia, pero nunca hubo trato entre ellos. Tita viene a
sentir algo cuando el muchacho le pasa un mensaje en misa. Aun así, han
intercambiado un mínimo de palabras. Se atraen físicamente, eso es todo.
Se entiende que Pedro
acepte la propuesta indecente de Mama Elena, pero no quita que sea un
aprovechado. No solo tendrá dos mujeres, además una casa donde todas estarán
pendientes de él. Como dijo mi hermano. “Quiere ser gallo de su gallinero”. Por
eso siempre me irritó que Tita lo privilegiara por sobre la lealtad y el amor
de John.
Alfonso Arau
describió a Pedro como “un perfecto
imbécil” y dijo que la única manera de venderlo sería que lo interpretase un
actor tan guapo que se le perdonase todo. Por eso se fue a Italia y se trajo a
Marco Leonardi que había dado vida a Toto en su etapa adolescente en Cinema
Paradiso. Bueno ahora no tenemos a Leonardi, y este Pedro salió más
calzonazos que el del libro. No me entra el romance por ningún lado y menos
cuando el guion ahora ha hecho más
profunda la relación.
Pedro y Tita son
vecinos, han noviado desde niños, intercambiado
beso y cartas (interceptadas) por años. Hay una relación formal, hay promesas.
Lo normal en esa cultura, hubiese sido que Pedro se robase a Tita, no aceptar una situación tan irregular. Su
mismo padre se lo reprocha y Tita le dice que hubiese preferido que la hubiese
secuestrado. Fue un cambio absurdo de esta producción de Salma Hayek. Hay muchas fans del libro y filme que están
descontentas con el giro que ha tomado la historia. Sobre todo, con Pedro. Una
incluso pone en su cuenta de Instagram―a raíz de la serie― “otro domingo
aborreciendo a Pedro”.
El poder de la
historia reside en la cocina de Tita, ahí está su liberación, no en un amor que
la consume, pero nunca parece real. El sacar a la obra de su marco de fabulas y
convertirla en denuncia social sin sutilezas, aumenta la debilidad de Pedro
como personaje y no lo hace más simpático. No se entiende como puede ser un
aguerrido revolucionario si es incapaz de enfrentarse a la suegra, en un último
caso para que deje de mangonear a Tita.
Como dijo Gato
Rafa, esta adaptación se siente como una telenovela de VIX. Ante un solo
capitulo, mi Beta Lore dijo que era muy “cursi”. La recomiendo, pero con
reparos. Conste que estamos hablando de literatura. Así que para quienes desean
verla, siempre antes aconsejo leer el libro y ver la película de Alfonso Arau.
Contenido Violento
y Gory: Escenas de enfrentamientos
entre guerrillas y militares. En el primer capítulo, los federales matan a un revolucionario
en un mitin de Puebla y en el cuarto hay una escena de tortura impensada por Esquivel.
Contenido
Sexual y Desnudo: No muy
graficas, pero ya desde el primer capítulo tenemos el elemento sexual presente
gracias a Gertrudis que es la coscolina de Las Palomas. Después de la ingesta
de codornices con salsa de pétalos de rosa, esperábamos el desnudo obligatorio
de la susodicha, pero aquí se fueron al chancho como decimos en chileno. Hubo
desnudo y huida con Juan (que en el libro ni era peón ni amigo de Gertrudis);
además que Pedro se zampó la codorniz fantaseando que se comía a Tita encuerada;
y en su cuarto vimos a Mama Elena masturbándose. Ya como que le pusieron mucho
color. ¿No?
Como bono, en el
mismo episodio, Rosaura le hizo un striptease al marido para que la sacara del
nicho de esposa virgen. Hablando de perdida de virginidad, para sacarle roncha a
la hermana, Rosaura cuelga la sabana ensangrentada junto con la colada. Era
costumbre en los países de la cuenca del Mediterráneo mostrar la sabana
manchada al día siguiente de la boda. Todavía se hace entre gitanos y en algunos
países musulmanes, pero la costumbre es colgarla desde una ventana, no juntarla
con la ropa limpia.
Factor
Feminista: Reitero, el
feminismo de la novela y del filme se centra en el reino domestico de Tita y de
sus platillos transformadores. Como la serie no sabe transmitir esa magia, no
hay tal feminismo. Gertrudis no se hubiese convertido en generala
revolucionaria si no hubiese comido los pétalos bañados de la pasión de su
hermana.
En la serie, Gertrudis
siempre ha querido liberarse, su huida es solo parte de esa liberación. Cuando
Tita dice que “comparte las ideas revolucionarias” de su hermana, se me antoja preguntarle cuáles son esas
ideas, Tita en su libro revoluciona desde la cocina no desde la política. Un
toque modernista es que Gertrudis dice: “la lucha armada es mi vida”. En el libro,
Tita recibe una carta de su hermana que le cuenta que está en un burdel porque
el fuego que iniciaron las codornices solo pudieron apagarlo muchos hombres. Únicamente
ahí, ya apaciguada su pasión, Gertrudis se une al General Alejándrez y a sus
revolucionarios. Su instinto la lleva al sexo no a la revolución.
Factor Diversidad: Sin mencionarlo directamente, hay una
forma de racismo entre la clase patronal (blanca y criolla) y los peones
(indígenas). Gertrudis es de piel más oscura que sus hermanas porque su
verdadero padre tenía sangre africana. En El Diario de Tita, Nacha
instruye a la cocinerita en tradiciones indígenas, como que cuando nace su
sobrino, entierra el cordón umbilical del niño. En la serie, nadie ha hecho uso de esos elementos tan
interesantes.
It is mucho interesante that even though it was a flop and a complete garbage it still got second season order. I boo and spit on it, will not watch it, hate the cast.
ResponderEliminarOH, the second season was programmed before the series debut. They managed to finish Season One in the middle of the book, inventing a cliffhanger that never happened in the novel with the protagonist being committed o an insane asylum and the hero resurrecting after being executed 9WTF?).
EliminarOnly innocent viewers that never read the book or watched the movie like this version. If you go to Rotten Tomatoes the Critics have a 100% approval based on ten reviews of people who only watched 1 or 2 episodes. And the Audience’s 90% approval is based on 7 reviews
Desde FB de Joan Manuel Castro Sánchez:
ResponderEliminarEsperaba con ansias este escrito acerca de la versón serie de la novela Como Agua Para Chocolate de Laura Esquivel. La versión cinematografica dirigida por Alfonso Arau tuvo un gran impacto en mi para aquel 1992 con mis 14 años de edad. El filme es una joya en todos los sentidos y las actuaciones fueron muy memorables. No por nada, tuvo tantos reconocimentos nacionales e internacionales. Por otro lado, la actual versión en formato de serie aunque no es mala, pudo ser mejor. Los cambios en el formato de pelicula a serie, donde mientras se aleja del realismo mágico, tmbien parece mas a un melodrama mas, las modificaciones en el guión, la edición musicalización y los estilos de actuación son factores que me hacen coincidir en tu comentario acerca de ambos producciones. Saludos Malena.
Joan Manuel Castro Sánchez Tú lo has dicho, pudo ser mejor. Vi un documental de todas las peripecias que pasaron Arau/Esquivel y su equipo para hacer el filme y lo peor es que casi no contaban con recursos económicos. En cambio, Salma ha puesto los millones del marido a disposición de HBO. Algo que me ha sorprendido es que en ambas versiones el más odiado es Pedro. La misma Laura E. tenía miedo de que el Dr. Brown opacase a su héroe (tal vez porque no era héroe), por eso el filme hace hincapié más en la comida que en los amores de tita y su cuñado. Aquí en cambio han hecho un fanfictión romántico que al final más se parece a una combinación de Yo Compro esa Mujer, La Dueña (y con respeto a Cabrujas) con otras telenovelas de ese tipo.
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