Recientemente el rey
Nerimane, mientras mencionaba la ausencia de material para mantener este blog
vigente, me recordó que no solo vive este sitio de cine y streaming. Este blog está
también dedicado a la fantasía, horror, ciencia ficción e historia alternativa
en formato literario. Haciendo memoria lleguė a mi primer encuentro con la literatura de
terror y a una magnífica colección, que por suerte tengo a mi alcance, llamada Narraciones Terroríficas.
Lecturas no Aptas
para Menores
Los niños suelen
recordar como sus padres les leían cuentos de hadas, las aventuras del elefante
Babar y de Peter Rabbit. En cambio, nuestro padre nos leía las Narraciones Terroríficas.
Yo aprendí a leer a los tres años y le enseñé a leer mi hermano. Desde ese
momento, y como no teníamos televisión, la lectura se convirtió en nuestro
pasatiempo favorito. Se sabía que, para fiestas y cumpleaños, el mejor regalo
para Los Niños Venant eran libros.
Como lectores
voraces que éramos devorábamos libros y revistas, no todas para criaturas. Cuando
se acababan, explorábamos la bien provista biblioteca paterna. Mi padre
intentaba ejercer censura, pero nos prohibía libros que tuviesen contenido
sexual ─incluso alusiones─ y los que iban en contra de la Religión Católica (léase
tratados de mitología). A mi madre, que todavía ocultaba su condición de judía,
le importaba un rábano lo de la mitología, pero también prohibía historias que
invitasen a preguntas incomodas.
A ninguno de los
dos les parecía mal que nos asustáramos con algún cuento de terror. Y fue así que, en 1967, cuando mi madre se la
pasó medio año en una clínica santiaguina y mi padre se hizo cargo de nosotros,
que comenzó a leernos las Narraciones Terroríficas. Nacida en la Editorial
Acerbo esta era una más de las antologías creadas en Los 60. La antecedieron
Antología de las Mejores Novelas Policiacas, Antología de Novelas del Oeste y
Antología de las mejores Novelas de Anticipación (así se llamaba en España a la
ciencia ficción).
Exceptuando las
del Oeste, mi padre adquirió todas estas antologías. Mi madre las vendió antes
de trasladarnos a los Estados Unidos. Hace unos quince años, mi hermano comenzó
a reunir los volúmenes por partida doble, enviando un set completo a mi padre
en Chile y conservando el otro. El set chileno se perdió como toda la
biblioteca de mi padre, pero conservamos este, el de mi hermano.
Revisando el
índice del primer volumen, lo que más me sorprende es su variedad, o lo que hoy
llamaríamos “diversidad”. En época franquista sorprende lo equilibrado del
conjunto que incluye autores de casi toda Europa, de Estados Unidos y de México.
Al igual que cuentos chinos y uno japones sobre un fantasma sin rostro, Mujina,
que ha asustado desde Japón hasta Hawái.
También incluye
cuentos escritos por mujeres, de E.
Nesbit, la escritora infantil autora de The Railway Children; de la
feminista (que casi se casó con Oscar Wilde) Violet Hunt; de Mrs. Oliphant, una
de esas damas victorianas que usaban el apellido del esposo para publicar; y de la cuentista mexicana Guadalupe Dueñas. No
es chiste, pero, si notamos que hay una trilogía de cuentos del gran Sakí,
podemos decir que hasta incluye diversidad sexual entre los autores.
El contenido de
los cuentos abarca horror y terror; robots construidos con partes humanas como
en Coppelius; monstruos reconocibles como licántropos y vampiros junto a
fantasmas sin rostro; espíritus malignos que muerden como en un cuento chino y
otros que asustan desde ventanales específicos. Hasta hay un callejón que
desaparece junto a sus habitantes. Tampoco faltan los relatos de horror donde
lo sobrenatural es la maldad del ser humano. Junto a maestros del terror como
Edgard Allan Poe, Sheridan Le Fanu y Jean Ray, aparecen luminarias de las
letras iberas como Bécquer, Valle Inclán y Eҫa de Queiroz. No faltan los
grandes exponentes del relato corto como Chejov, Maupassant y O ‘Henry.
Mi padre, como en
todas nuestras lecturas, ejerció la censura. No podíamos leer nada de la colección
si no lo leía él. En su afán de no leernos
nada “indecoroso”, terminó leyéndonos los ejemplos más terroríficos como el “Coppelius”
de Hoffmann (el verdadero nombre es “El hombre de arena”) que con su historia
de un científico loco que les roba los ojos a los niños, nos quitaba el sueño.
Aún peor fue “El
gato negro” de Poe que nos hizo llorar ya que hemos sido gatofilos de siempre. ¿Qué
es eso de dejar tuerto a un gatito y luego emparedarlo? Ni hablar de “La Familia Vourdalak” de la cual ya he escrito antes. Este
relato vampírico de Alexis Tolstoi sigue siendo el más aterrador que haya leído
en mi vida.
Aunque no creo
que tengan acceso a esa antología quizás hayan leído estos cuentos, sino pueden
buscarlos en línea. Yo paso a reseñar tres que me han impactado en esta nueva
lectura.
“Gabriel-Ernesto”
de Sakí.
El cuento tiene lugar
a comienzo del siglo XX, en la campiña inglesa. La historia es narrada desde la
perspectiva de van Cheele, latifundista, juez de paz y con ínfulas de
naturalista. Un atardecer se encuentra, en sus tierras, cercano a un bosque, a
un adolescente desnudo que duerme la siesta. Cuando lo interroga, el muchacho
da respuestas cripticas que no explican ni su identidad, ni domicilio ni donde está
su ropa. Anuncia que duerme por la tarde porque caza de noche “y en cuatro
patas”.
Cuando van Cheele
pregunta que caza, el chico responde que conejos, aves de corral y de vez en
cuando…niños. Molesto, van Cheele le ordena que se marche. Lo próximo es que el
muchacho, todavía desnudo, se le aparece en la casa anunciando que vivirá ahí
ya que no puede dormir en sus tierras. La tía de Van Cheele, que vive con el sobrino,
se apiada del muchacho al que cree huérfano y desprovisto de memoria. Le pone
ropa de caballero, le da el nombre de Gabriel-Ernesto y lo integra a su
circuito de obras de caridad.
Van Cheele,
todavía no está tranquilo, menos cuando recibe la visita de su amigo, el pintor
Cunningham, quien le cuenta algo
perturbador que presenció la última vez que estuvo ahí: un atardecer, casi al
caer la noche, vio en el bosque como un jovencito se convertía en un lobo. Esto
confirma a van Cheele sus sospechas sobre Gabriel Ernesto. No sigo porque
prefiero que la lean. También para quienes cansa la lectura hay videos en
YouTube.
Hablaré
brevemente de Sakí. Hector H. Munro nació en lo que hoy es Myanmar, pero
entonces era parte del Raj Británico. Su padre era miembro de la administración
inglesa de la “ Joya de la corona”. A la muerte de la madre, el pequeño Hector
y sus hermanas fueron enviados a Inglaterra a vivir con sus tías. Esta fue una época
dolorosa y que marcaría la vida y la literatura de Sakí. Tanto la parodia de
las caritativas solteronas victorianas en “Gabriel-Ernesto”, como la cruel
guardiana del protagonista en “Sdreni Vashtar”, están basadas en las odiadas tías del
escritor.
Ya adulto, Sakí
intentó seguir la tradición familiar y establecerse en la India, pero su salud
no lo acompañó y renunció a su servicio en la policía imperial. De regreso en Inglaterra
se dedicó a ganarse la vida como periodista y autor de cuentos breves. Estos
los escribía con el seudónimo de “Sakí” nombre extraído del Rubayat de
Omar Khayam.
A pesar de que
cosechó fama, tanto como cuentista como
corresponsal extranjero del Morning Post, Sakí nunca fue feliz. Se sabe
poco de su vida adulta puesto que su hermana Ethel, que fue su albacea,
destruyó toda la correspondencia del escritor, posiblemente para evitar que se
supiera que era homosexual. La homosexualidad fue un crimen en el Reino Unido hasta
fines de Los 60.
Su depresión al
llevar una doble vida explica que, en 1914, Sakí se enrolara en el ejército a
pesar de tener más de cuarenta años. Durante los dos primeros años de la Gran
Guerra, el escritor buscó la muerte. Se rehusó a aceptar un puesto de oficial,
prefiriendo exponerse más como soldado raso; varias veces regresó al campo de
batalla, aun herido o enfermo. Finalmente se cumplió su deseo en 1916 cuando lo
alcanzó la bala fatal de un francotirador alemán.
Aprovechando su seudónimo, Sakí satirizó los
convencionalismos de la burguesía victoriana. En “Gabriel-Ernesto” se ríe de la
estrechez de mente de la clase alta rural con sus ideas científicas y su
caridad hipócrita, pero sobre todo de como intentan reprimir la naturaleza. El
joven lobo representa no solo la desbocada sexualidad del adolescente, mas también
una fuerza natural incontenible y por lo tanto aterradora.
“La
aventura de un estudiante alemán”
Muy diferente es
el caso de otro escritor cuyo cuento he escogido. Me refiero a Washington
Irving, uno de los primeros gigantes de la literatura estadounidense. Nació, como su país, en 1783 y desde niño tuvo la suerte de hacer
buenos contactos, entre ellos el primer presidente de Estados Unidos cuyo
nombre llevaba.
Hijo de
mercaderes neoyorquinos, Irving tuvo también la suerte de que sus hermanos
hubiesen hecho fortuna y lo quisiesen tanto que estuvieran dispuestos a pagarle
sus viajes y su manía de escribir. Washington viajó extensamente por Europa,
pero también por el Estado de Nueva York sobre todo por el Valle del Hudson y
las Montañas Catskills que retrataría en sus cuentos.
Irving se hizo
conocido por sus notas periodísticas y antes de los treinta años ya había
fundado la revista Salmagundi en 1807. La Guerra de 1812 trajo reveses a
la fortuna de su familia. Washington Irving se marchó a Inglaterra donde
comenzó a escribir en serio. Su primera antología El Libro de Bosquejos
contiene dos relatos situados en una Nueva York todavía dominada por colonos
holandeses: Rip van Winkle y La Leyenda de Sleepy Hollow. Ambas
demuestran la fascinación del autor por lo sobrenatural. Tal como ocurre en el
cuento que voy a reseñar “La aventura de un estudiante alemán” que es parte de
su segunda colección de cuentos: Historias
de un viajero.
Estos relatos
fueron muy bienvenidos en Estados Unidos tal como su primera obra, una sátira de
la historia de Nueva York que publicara en 1809, supuestamente escrita por el holandés
Diedrich Knickerbocker. Tan famoso fue el texto que haría entrar en el léxico
el término “knickerbocker” tanto en beisbol como en baloncesto, al igual que en
cultura popular al convertirse en el apodo de las familias de antiguo linaje de
Nueva York que hemos conocido en The Gilded Age. Otra aportación léxica de
Irving fue el apodo de “Gotham” para Nueva York.
Hablando de esas
familias, Irving fue muy amigo del primer millonario estadounidense, John Jacob
Astor, de cuyo testamento seria albacea. Astor invitó a Irving a visitar las regiones
todavía sin civilizar del nuevo país, incluyendo los espacios donde el
millonario hiciese fortuna en el negocio de las pieles, o sea el Noreste.
Irving gustoso visitó esta región geográfica de la cual escribiría una crónica Astoria
(1836) y algunos relatos que son considerados como precursores del género
western. También este viaje sirvió para acallar la denuncia de la elite
intelectual de que Irving se había “europeizado”.
Tanto viajar,
escribir y hacer buenas conexiones dio frutos. Washington Irving comenzó a
hacer carrera en el mundo diplomático. Primero como secretario de la Embajada
estadounidense en el Reino Unido y luego sirviendo por largos años como Embajador
en la Corte Española (1842-1846). Su fascinación con la nación ibera databa de
antes. Aparte de hacer amistad con literatos españoles como Jose Blanco White y
Cecilia Bohl de Faber, Irving se había embarcado en la creación de una historia
de Cristóbal Colon que publicó en 1828.
Tras esta
publicación, Irving compilaría una colección de cuentos también muy famosa
titulada Cuentos de la Alhambra (1832). Se le puede considerar entre los
hispanistas de su época, junto a Paul Prescott. Irving nunca se casó. Estuvo
comprometido con Matilda, la hija de su mentor, el Juez Hoffmann, pero ella murió
antes de la boda. Mas adelante se enamoró de Emily Foster, una joven expatriada americana en Alemania,
pero ella lo rechazó. Se dice que Mary Shelley lo requirió en amores y está vez
fue Irving quien la rechazó.
Tanta biografía
es para indicar que Irving era un romántico apasionado y gustaba de las mujeres
(Anya Seton lo tiene robándole un beso a la hija de Aaron Burr en My
Theodosia) lo que lo asemeja a Wolfgang de su relato de terror. Releí este
cuento justamente porque estoy haciendo algo sobre la ficción y la Revolución
Francesa. Liberal y humanista, Irving no critica la llegada de la República a
Francia, pero es consciente de que se ha excedido en su ejercicio de la
justicia.
Wolfgang vive en
medio de ejecuciones arbitrarias que ocurren día a día. Es típico alemán joven
de su época: idealista, romántico, espiritual. Su obsesión con Swedenborg, nos
dice el autor, lo ha vuelto huraño. Gusta de las mujeres, pero su timidez le
impide acercárseles. Se ha creado en su imaginación una imagen ideal femenina
que cree nunca alcanzará.
Una noche de
lluvia, la encuentra en el lugar más insospechado, a la sombra del cadalso. En
los escalones que llevan a la guillotina ve una mujer enlutada, acurrucada
llorado. Cuando la consuela descubre que es esa imagen ideal de belleza
femenina que ha forjado en su mente.
La lleva a su
cuartucho, beben, hacen el amor y a la mañana siguiente, Wolfgang despierta al
lado de un cadáver. La identidad de la difunta y su manera de morir son el
núcleo supernatural de este cuento. Les dejo el link aquí para que las descubran.
“ Al Roce de
la Sombra” de Guadalupe Dueñas
El ultimo relato
es la contribución latina a esta colección. Es un ejemplo del gótico mexicano
de la cuentista jalisciense, Guadalupe Dueñas. Doña Lupe era un poco enigmática,
a pesar de haber vivido a mediados del siglo XX. Sabemos dónde nació, quienes
fueron sus padres y donde estudió, pero se sabe poco de su vida personal.
Se sabe que
aparte de publicar varias antologías de cuentos, tuvo muchos empleos
interesantes desde ser censora de cine hasta escribir guiones de telenovelas,
entre ellos, la espléndida Carlota y Maximiliano, uno de los proyectos históricos
de Don Ernesto Alonso. Poco antes de fallecer, Guadalupe Dueñas se enclaustró
en su casa, un poco como lo hacen Las Moncada en el cuento que voy a reseñar.
“Al roce de la
sombra” es parte de Tiene la noche un árbol, la segunda antología de
cuentos que la autora publicó en 1958. Comienza como típico gótico con dejos de
Jane Eyre. Raquel es huérfana, fea, pobre, se crio en un orfanato de
monjas y su único mérito es ser maestra. La directora del orfanato le consigue
un empleo en una zona rural y le da una carta de recomendación para sus
antiguas condiscípulas, Las Hermanas Moncada que viven en la villa de San
Martin.
En el tren, un compañero de viaje ilustra a Raquel sobre
las Moncada. Una vez fueron riquísimas, se educaron y vivieron en Francia, pero
desde que perdieron su fortuna viven como ermitañas en su antigua casona.
Las Moncada
reciben con alacridad a Raquel, aunque le dan hospedaje. La maestra se
sorprende al ver que las hermanas, que solo salen para ir a misa, conservan su
casona con todo el esplendor de antaño. Se avergüenza de ser tan poca cosa
entre tanto lujo, pero poco a poco, Las Moncada, le toman cariño, la visten y
le enseñan a gozar de las cosas finas de la vida.
Una tarde, Raquel
que ha salido más temprano, llega a la casa y descubre el secreto de Las
Moncada. Desde el momento que presencia un rito demencial y depravado que sabe
que su suerte está echada…
El estilo del cuento
es casi onírico, comienza a media res con Raquel despertándose después de su
metida de pata y pasa a un flashback del viaje en tren que la trajo a San
Martin. Raquel muchas veces duda de su realidad y siente que vive en un sueño,
como si estuviese narcotizada.
Sigue pautas del
terror gótico, un inocente forastero queda atrapado en una casa llena de
secretos criminales de los que será víctima, tipo Get Out. Las Moncada
son esas ancianitas, estilo Doña Macabra
o las de Arsénico y Encaje Antiguo que combinan demencia senil con
acciones psicópatas.
Guadalupe Dueñas
fue reconocida por tener estos personajes malvados, que esconden su psicosis,
bajo apariencia inocente y vulnerable, sean niñas o viejitas. Una anécdota es que Inés
Arredondo en una pelea con Doña Lupe le espetó “eres tan mala como los
personajes de tus cuentos” a lo que la Señora Dueñas respondió “así es”. ¿Que habrán querido decir?
Aquí les dejo el cuento completo en
español.
Revisando el
resto de la antología, este primer tomo es el mejor, el más diverso y el que incluye
más escritores conocidos, los otro ocho se concentran en maestros de terror
como El Solitario de Providence, Bram Stoker, Robert Bloch, y Ray Bradbury
cuando combina la ciencia ficción con el horror.
¿Habían leído
estos cuentos? ¿Qué les parecieron?