“Freud”, la nueva
serie de Netflix es difícil de digerir, de entender y de calificar. Tras mucha meditación,
la coloqué en este blog porque la presencia de una Taltos la hace fabulosa; la
enredosa conspiración Szapary la acerca a una ucronía; y ver al Padre del
Psicoanálisis pasar de hipnotista a detective, a exorcista drogadicto (sin
olvidarnos de sus escenas soft porn) son suficiente razón para hablar de
una fantasía imposible. Si la han visto opinemos, si no, lean y tiemblen.
¿Era Freud
drogadicto? Secretos de la Historia
En tres palabras,
“Freud” es una melange de sexo, gore y drogas. Lo que fuera característica de
las series de HBO ahora lo es de Netflix. Al menos en sus tres primeros episodios
es entretenida, misteriosa, y llena de posibilidades, pero a partir del cuarto
hasta los de estómago fuerte se aprietan la nariz, ahogan las náuseas y abusan
del Fast Forward.
Ustedes saben que
soy amiga del pasado y que me molesta cuando lo pasan a llevar en los seudo period
pieces, pero hay tres subgéneros dentro de la ficción histórica donde se
permiten licencias: la ucronía (Inglorious Basterds); la fantasía (Abraham Lincoln,
Vampire Hunter) y los historical whodunnit. “Freud” parecía pertenecer a
este último subgénero y por eso no compartí la ira sagrada de Adrian Horton en The Guardian (un periódico enamorado de las fake news y
licencias dramáticas ofrecidas por series y filmes que propagan sus ideas) ante
las falsa historicidad de esta serie.
En un misterio
histórico, el personaje real pasa a ser el detective y como tal pierde muchos
de los atributos que los biógrafos le imprimen. Además, este es un Freud
pre-psicoanalisis que está experimentando con la hipnosis como en mi época
experimentábamos con los yoyos (en vez del juguete, tiene un reloj de bolsillo
que balancea ante los ojos de quien quiere poner en trance).
Robert Finster interpreta a un Freud jovencito que tiene más deudas que pacientes, que
irrespeta la cena de Sabbath en casa de sus padres para exigirle al cuñado que
le devuelva un préstamo, y que debe posponer su boda (con Martha Bernays que eventualmente
se convirtió en Frau Doktor Freud) porque la suegra no cree que pueda mantener
una familia.
Si enfatizo este
punto es porque me ha asombrado que bastiones progresistas como The Guardian aúllen airados ante la “falta de
historicidad” de la serie cuando ni se inmutaron ante la premisa esbozada en “The
Crown” de que Isabel II es físicamente incapaz de llorar; cuando babean mieles
sobre el inexacto retrato de Madam CJ Walker que tiene a historiadores
afroamericanos y hasta a la nieta de esta heroína impactados por sus desatinos: o cuando permanecieron mudos ante la
mamarrachada cometida con el relato del incendio del Bazar de la Charité.
Aquí no hay
problemas históricos, graves. Sigmund Freud fue repudiado en sus inicios (y en
su madurez) por el colectivo médico y científico y fue tildado de charlatán. El
antisemitismo era rampante en el imperio austrohúngaro y alcanzó frontalmente a
Freud en los 1880, tal como atacaría a Paul Ehrlich en Alemania en los 1890
(ver “Charite”) y a Max Liebermann en la Viena de la Belle
Epoque (ver “Vienna Blood”).
La clase militar
austriaca era tan rígida, conservadora y antisemita como la alemana. El reinado
de Francisco José se vio sacudido por revoluciones y levantamientos en diversos
puntos de su amplia geografía. El peor fue la revolución de Kossuth de 1848 que
dejó al emperador (y a pesar de la adoración de Sissi
por todo lo húngaro) con profunda desconfianza por sus súbditos magiares y en
el pueblo húngaro dejó rencor y un amargo deseo de revanchismo. Debido a eso no
es imposible imaginarse la posibilidad de una conspiración vengativa como la de
la Condesa Szapary (Anja Kling). Pero lo que convierte a este relato en
historia alternativa es trasladar esa revolución a 1868 para permitir a Freud
interactuar con los conspiradores.
Primera
Interrogante. ¿Fue Sigmund Freud un
cocainómano? Desde sus años en la
universidad había usado la cocaína (que sería un medicamento legal hasta el
Siglo XX) para curarse los ataques de sinusitis y es más que probable que se
volviese adicto a la droga. Así es que mostrárnoslo tomándose sus gotitas hasta
en la ópera y usando la coca para calmar pacientes y engatusar a su ama de
llaves no son meros inventos.
Pues parece que
ha sido un shock para los Freud Fans (todavía existen) saber que Sigmund jalaba
coca. Bueno, jalar, jalar…solo se plantaba sorbitos como si fuese un jarabe
para la tos. No he visto todavía un sitio importante no comenzar su crítica de
esta serie sin aludir a la drogadicción del gran psiquiatra.
Aun cuando saben
de la amistad de Freud con la pasta, les parece de mal gusto que se incluya en
la serie. Sii, los mismos que ni se quejaron cuando en otra serie de Netflix
convirtieron a la Zarina Alejandra en drogodependiente o que les encanta “Elite”,
una oda al drogadicto y al camello que lo provee.
¿Plagio de
Vienna Blood?
“Freud” es un coctel
de “Vienna Blood” y “Penny Dreadful” sin la profundidad o humanidad de la
última. Tiene una estética que recuerda a los filmes de horror de la Hammer
salpicada del gore de Dario Argento. Su trama, como en” Vienna Blood”, se centra
en la curiosa sinergia entre un joven médico judío y un reprimido y austero
policía, aquí llamado Alfred Kiss (Georg Frederich).
Un ex soldado,
Kiss rumia su antisocial tristeza en la policía vienesa, guarda su ternura para
sus nietecitas, y lucha como un don Quijote por batallas perdidas porque en
Viena siempre mandan los poderosos. Su Sancho Panza es el obeso, centrado y escéptico
Porschaerer (Christoph F. Krutzler) al que le da por cantar en las tabernas..
El primer
encuentro entre Kiss y Freud es motivado por el horrible ataque a una muchacha
llamada Steffi que, aunque vive en un burdel, no es prostituta. Kiss carga a la
joven agonizante a casa del médico más cercano que resulta ser el futuro
psiquiatra. Freud no puede evitar la muerte de Steffi, pero esto genera una
relación no muy amigable entre policía y médico.
Los temas de “Vienna
Blood” que tiene lugar veinte años más tarde, se repiten en este relato, solo
que los crímenes van todos conectados. Así notamos que el imperio no era muy
distinto: tenemos secretos militares, conspiraciones de xenófobos
nacionalistas, prostitutas mutiladas y hasta una médium, aunque esta parece
estar viva.
Freud antes del psicoaalisis y Schnitzler antes de La Ronda |
Freud es
arrastrado por su mejor amigo (y cocaine buddy) Arthur Schnitzler (el
austro-chileno Noah Saavedra) a casa de los Condes Szapary, una pareja de
exiliados húngaros. No se sabe si los Szapary son pareja o hermanos, aunque
usan la misma mascara de ojos. lo que si saben hacer son soirées
extravagantes, desde sesiones espiritistas hasta tableau vivants con
gente semi desnuda de todos los sexos. Hasta se consiguen una momia para tener
una ceremonia egipcia con la que entretienen al heredero al trono, el
Archiduque Rodolfo, si el de Mayerling. En todas estas empresas, los Szapary
son asistidos por Fleur Salome (Ella Rumpf), una huerfanita a la que han
criado, pero de quien exigen que colabore en sus estafas ocultistas como médium,
sacerdotisa, etc..
El problema es
que Fleur comienza a manifestar poderes reales. Tiene visiones del pasado,
presente y premonitorias. Así consigue rescatar a la pequeña Clara, descubrir a
su secuestrador y presenciar una horrorosa masacre perpetrada por el tenor de
moda.
A pesar de que
Fleur se convierte en colaboradora del Dr. Freud, su talento choca con el
escepticismo de la mente científica freudiana. Una subtema de la serie es la incredulidad,
tanto la de la clase médica por los métodos de Sigmund, como por parte de él
hacia los inexplicables dones mediunísticos de Fraulein Salomé.
En el
Laberinto de la Hipnosis
A pesar de que la
serie es extravagante (Tipo “Sherlock Holmes” de Guy Ritchie) la acción es
convulsa y disparatada, y que personajes y subtramas se desperdigan sobre el
tapete que es Viena, hay un hilo conductor: la hipnosis. Ese es el eslabón que vincula
este cuento con la verdadera obra freudiana. Al comienzo de la historia, Freud
acaba de regresar de Paris donde, bajo la guía de Charcot, se ha iniciado en
los misterios del hipnotismo que los neurólogos vieneses ven como una maroma de
circo.
Freud entrena a Lenore,
su casera, para que finja ser una mujer que ha quedado muda debido a la muerte
de una hija. El problema es que tanto ensayan la escena que cuando llega el
momento para hacer creer a los médicos serios que existe una cura hipnótica
para el mal, ¡la pobre Lenore cae en trance y queda muda de verdad!
Freud es acusado
de ser” un charlatán judío” y es el hazmerreír hasta de sus parientes, Pero la
cura en manos más expertas es efectiva. Lo demuestra el Dr. Breuer, mentor de
Sigmund, que cura a una mujer ciega y paralitica haciéndola retroceder, bajo hipnosis,
a su juventud. El mismo Freud usa la hipnosis para curar a Kiss de una mano
agarrotada y así le permite sobrevivir un duelo.
Una noche en que
el psiquiatra ha ingerido demasiada cocaína (o le hace mal un coctel, con un
toquecito de belladona, que le sirven los Szapary) cae en un delirio y creyendo
buscar a su novia acaba en el cuarto de Fleur. Después que ella se ha burlado
del relojito hipnótico de Sigmund, acepta ser hipnotizada, así asiste al
secuestro y tortura de la pequeña Clara. Días después, cuando gracias a ella Clara
es rescatada, Fleur vuelve a caer en trance justo cuando Freud pretende hipnotizar
a la pequeña.
Sin embargo, Fleur
está en las garras de Sophia Szapary cuyos poderes de hipnotizadora son más
fuertes que los de Freud y Breuer combinados. Los Szapary quieren destruir al
emperador y vengar a su país creando un ejército de zombis vivos, pero en
estado de trance que los lleva a cometer crímenes monstruosos como apuñalar en la
vagina a la amante, mutilar a la hermanita o en el caso del cantante Mucha, volverse
caníbal y engullirse a los padres.
Sophia hipnotiza a Freud |
Sophia incluso
hipnotiza a Freud, y tal como a Leopold (el hermano de Clara) lo empuja al
suicidio, pero Freud, a punta de beberse un ácido en vez de cocaína, logra
evitar su auto defenestración. Ahora ya tiene claro que son los Szapary los que
representan un peligro para su protegida. Solo que Fleur es más peligrosa de lo
que cree el buen doctor.
Es a partir del
quinto capítulo donde descubrimos los planes Szapary y donde entra en juego el
tema sobrenatural. Es una lástima que de ahí en adelante la trama se concentre más
en sexo y sangre, lo que me hace entender por qué los críticos han quedado
patitiesos. Incluso nos muestran un Freud pusilánime, totalmente adicto e incapaz
de tomar decisiones coherentes o profesionales. Pasa a ser lo que Gereon Rath
en la Tercera Temporada de “Babylon Berlin”, un ente hipnotizado y sometido a
las drogas. Eso disminuye a Freud que de psiquiatra-detective pasa ser
exorcista cuando el endemoniado es el.
Fantasmas,
Premoniciones y una Taltos
El tema
sobrenatural se presenta de varias formas en la serie. Algunas no llegan a
ninguna parte como el vecino fantasma de Freud, o el sueño premonitorio de su
novia Martha quien ve a Sigmund a punto de saltar por una ventana. El toque “Reino
de Fabulas” de la serie es la supuesta transformación o posesión de Fleur por
algo llamado Taltos que nunca llega a entenderse del todo debido a una
confusión ignorante que vuelve incoherente al argumento.
Fleur en su infancia |
Los Szapary
quieren hipnotizar al Archiduque Rodolfo. Este quiere servirse a la médium. Sin
advertirle, Sophia envía a Fleur a una sesión espiritista “privada “. Fleur se
encuentra con el príncipe encuerado y con ánimo violador. Casi consigue abusar
de la médium, pero el ataque provoca que afloren en Fleur fuerzas sobrehumanas
y a cabezazo limpio le baja la libido al heredero al trono. Mas encima le
vomita encima y huye.
Archiduque violador |
Fleur violadora |
En la calle, un
hombre acosa a Fleur que sin tocarlo lo hace darse de cabezazos en la pared,
llega al piso de Freud donde procede a violarlo varias veces de noche, de día,
e incluso en presencia de Lenore y de Eli, su cuñado por partida doble. Eli,
que ha venido a cancelar una deuda, cambia de idea y prefiere chantajear al
novio de su hermana. Freud no está para eso porque Fleur ha vuelto a
desaparecer
Entre el cuarto y
quinto episodio el argumento deriva en cuento de terror y se descalabra. No es
que no sea posible combinar lo sobrenatural con un misterio policiaco, pero debe
hacerse con lógica, palabra que los libretistas desconocen.
Antes de ir a su
encuentro con el archiduque, Fleur se para ante un espejo y Sophia le dice “te
estas convirtiendo en una Taltos”. ¡Error! Se nace Taltos, no se convierte en uno, pero
la serie insiste en mostrarnos a Fleur como poseída por un demonio, para colmo,
masculino. Para mayor ignominia, Fleur es atacada por un tremendo apetito
sexual, una resurrección del mito misógino que la mujer que expresa agresividad
sexual está endemoniada.
Freud consulta en
un libro el significado de la palabra “Taltos” que Fleur repite en sueños.
Descubre que se trata de personas que poseen poderes sobrenaturales tales como
la necromancia y el dominio sobre voluntades ajenas. Quedémonos en “personas
con poderes sobrenaturales”. Históricamente, Taltos era el nombre que los
primeros húngaros (magiares y hunos) daban a sus chamanes. Los Taltos
sobrevivieron a la llegada del cristianismo. Se cree que varios reyes de la
Dinastía Arpad fueron Taltos como lo fue San Esteban (el húngaro, no el judío
lapidado).
Un/una Taltos
nace con defectos físicos (seis dedos en cada mano, membrana sobre la cabeza, etc.)
y sus dones se acrecientan con la madurez. Su mayor talento es el viaje astral
en el cual “envía su alma a las estrellas” lo que le permite encontrar tesoros
ocultos y prever el futuro, pero el principal objetivo de todo/toda Taltos es
proteger a la comunidad magyar. Eso es lo que hizo Fleur de niña cuando salvó
la vida de Sophia y es lo que hará al final.
Fleur salva la vida de Sophia |
Por eso no se entiende
que, por cuatro capítulos, Fleur actúe como poseída por un ente maligno lo que
hace creer a Freud que sufre de doble personalidad y a la policía que se trata
de una psicópata criminal. Mas incomprensible, si Taltos ya está dentro de la médium
no se entiende la necesidad de esa ceremonia sangrienta y obscena en que se
busca recrear el momento en que afloraron los poderes de Fleur.
Como no nos
cuentan quien es Fleur (hasta ese nombre francés no es propio de una
campesinita húngara) no sabemos si antes de conocer a Sophia ya manifestaba su
condición de Taltos. Tampoco la serie nos explica de donde le nació la
clarividencia. A juzgar por la de veces que vemos sus paños higiénicos
ensangrentados, tiene que ver con su regla. Víctor Szapary dice que Fleur
“siempre ha estado maldita”. Esa no sería la manera en que un húngaro se referiría
a una Taltos.
La serie ha sido escrita
entre tres libretistas, pero da la impresión, a partir del desmadre del capítulo
5, que cada uno escribe desde su casa y no se contactan entre sí. Eso podría
explicar la madeja de absurdos que se desovilla a partir de la posesión de
Fleur y la cantidad de cables desconectados que quedan al final. Un final
atropellado y absurdo. ¿Tenemos que creer que fueron los poderes
psiquiatricos-hipnoticos de Freud los que consiguieron que Fleur encontrase su
verdadera personalidad o acaso el médico practicó un exorcismo que expulsó al
espíritu maligno del cuerpo de la médium?
Mirando la
descripción con la que se vendió la serie nos percatamos de que no cumple
ninguna de sus promesas. “El joven Sigmund Freud resuelve varios misterios en a
Viena de 1886 con la ayuda de la médium Fleur Salome y del policía Alfred Kiss”. Freud no resuelve ningún misterio, y en un
momento, los tres protagonistas andan cada uno por su lado, preocupados de sus
asuntos y no se sabe cuál de los tres está más loco.
Las Dificultades
de Convertir a Freud en Personaje de Ficción
Las descripciones
culturales de Sigmund Freud siempre han sido controversiales, incluso la mejor,
una miniserie de la BBC de 1984 en donde David “Poirot” Suchet se encargaba de representarlo.
Recuerdo una escena totalmente WTF donde Miriam Margolyes, interpretando a una
paciente, ¡le solicita al psiquiatra “un masaje genital”! (Era una práctica muy
común de los psiquiatras de la época “para calmar” a mujeres histéricas. ¡Cochinones!)
Pero incluso en
una visión “seria” de Freud se encuentran estas extravagancias. Vale recordar
“Freud: Pasión Secreta”, la visión surrealista de John Huston del
origen del psicoanálisis con un Montgomery Clift atormentado por fantasías
edípicas con su madre y una paciente (Susannah York), tan seductora y enigmática
como Fleur. ¿Qué se puede esperar de un libreto de Jean Paul Sartre?
Ni habar de la
exitosa novela de Nicholas Meyer The Seven Per Cent Solution llevada al
cine en 1976 con Alan Arkin como la quintaesencia del doctor judío atendiendo
nada menos que a Sherlock Holmes que viene a curarse de su drogadicción. Un
caso de “medico cúrate a ti mismo” acompañó a esta premisa de que se pueden mezclar
personajes de ficción con seres de la vida real.
Solo que nada
llega al nivel demencial de esta última barbaridad netflixiana que entremedio
de disparates tiene motivos recurrentes e inexplicables. ¿Cuál es el
significado del gentil lobo que aparece tanto en los sueños de Fleur como en
los de Kiss? ¿Qué significado tiene que Sophia para un hechizo entierre su
peluca? ¿O que Fleur al transformarse en Taltos se rasure las cejas? ¿Y por
qué, porque los escritores tienen esa obsesión con gente vomitando?
Lobo inexplicable |
El entierro de la peluca |
Aunque la
pregunta del millón es ¿cuál es la razón o motivo de que a cada rato veamos
penes ensangrentados en pantalla? Es tan importante la presencia de los
genitales masculinos en esta obra que en The Irish Times, el crítico comentó que la próxima vez que “El Chico”
(The Lad) aparezca en pantalla “se debería darle algún parlamento”.
No, puedo, con
dolor del corazón porque pudo ser una magnifica serie, no puedo recomendar “Freud
“a menos que quieran ver hombres brincando con sus colgantes dando brincos al unísono,
o tengan mucha curiosidad y tiempo para ver relatos mal contados y llenos de despropósitos.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarPelícula repleta de truculencias . Pésima .
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Lástima, pudo haber sido mejor. Me ha quitado las ganas de ver más series austriacas.
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