jueves, 19 de diciembre de 2024

Libro, Filme o Miniserie: ¿Cuál es la mejor versión de Como Agua para Chocolate?



Se la considera una de las 50 mejores novelas mexicanas, se la ve como un ejemplo de literatura feminista, es parte de esa fascinación de las audiencias modernas con la comida y su confección. Es entonces comprensible que después de casi 30 años de llevársela a la pantalla, Salma Hayek Pinaud y la HBO hayan querido formatearla como miniserie. ¿Pero les ha quedado bien? ¿Se han respetado las pautas que le impuso Laura Esquivel? ¿O es nada más que una telenovela barata llena de clichés?

AVISO: Esta nota contiene spoilers del libro, filme y los primeros cuatro episodios de la miniserie.

Antes que todo quiero corregir la idea de que las variaciones en el guion se deben a que esté está basado, no solo en Como agua para chocolate sino también en una secuela El diario de Tita. Este último es en realidad una combinación de libro de cocina y diario de vida. Siempre amiga de lo interactivo, Esquivel ha creado un formato que a primera vista recuerda a un diario de colegiala. Sus tapas están quemadas, indicio de que sobrevivió el incendio de Las Palomas, está escrito en letra cursiva, incluye fotografías pegadas, flores secas y otros elementos que solemos esconder en las páginas de un diario.

                          Página  de El Diario de Tita

A pesar de que muchas de sus recetas son incluidas en la miniserie, el contenido es nada más que la perspectiva de la diarista de los sucesos narrados en la anterior novela. Las novedades son pocas, tales como el que John tras recibir calabazas de Tita, conoce a Shirley y forma una familia con ella o que Pedro avergonzado, dedica el resto de su matrimonio a su esposa y ya no acosa sexualmente a la cuñada. Nada de eso aparece en la miniserie. Se lo habrán guardado para la Segunda Temporada. ¿Pero había necesidad de una Segunda Temporada?



La Obra de Laura Esquivel

Muchos concordamos en que  la pequeña joya de Laura Esquivel no ha tenido un buen trato en esta versión. Se le han hecho cambios innecesarios e incomprensibles. No se ha respetado el realismo mágico ni sus vínculos con el empoderamiento de la protagonista. Está por debajo de la versión fílmica. No puedo evitar y hacer memoria de cuando debutaba la película de Alfonso Arau en el cine y el impacto que tuvo en la imaginación popular (no solo en la hispana) y en mi vida

La primera de mi entorno que fue a ver Como Agua para Chocolate fue mi ex cuñada que volvió a casa llorando. Me dijo que el personaje de Tita le había recordado mi caso y que iba a hacer todo lo posible para librarme de la nefasta influencia de mi madre. Obvio que, con esos datos, me acerqué al filme (y libro) con mucho interés. Me tranquilizó saber que aparte de tener una madre controladora, yo no me encontraba en circunstancias tan adversas como Tita, aunque si me encantó saber que ambas hallábamos serenidad en la cocina.

Ya para ese entonces, mi madre rechazaba una de sus mayores virtudes, lo que en Chile se conoce como “tener manito de monja”, o sea sus dotes culinarias. Nuestra pequeña cocina se había convertido en mi reino y laboratorio. Como Tita, yo descubrí que la gastronomía combina ciencia, arte y brujería. Mi sueño era tener una cocina como la de ella, grande, con mucha estantería para hierbas mágicas (léase especias y condimentos), con cazuelas de barro, y mesones tan amplios que sobre uno Mama Elena trajo al mundo a Tita.

                      Mama Elena de parto.

En Como Agua para Chocolate, Laura Esquivel inició un nuevo capítulo del realismo mágico latinoamericano y supo combinar lo fantástico con la realidad mexicana de fines del Porfiriato e inicios de la Revolución Mexicana. Hizo una denuncia contra el machismo que empeora si lo ejerce una mujer como Mama Elena, y demostró cómo se puede circunnavegar esa discriminación sin dejar de ser una señora respetable.



Mama Elena tuvo amores con un hombre de sangre mixta. Las normas sociales la obligaron a casarse con un blanco de su clase, pero se las arregló para tener amante y marido sin que nadie se enterase. En cambio, Tita es una brujita de cocina que con sus platillos domina, cambia y controla su vida, su ambiente y a quienes la rodean. Este tipo de literatura reemplazó la imagen de la mujer como esclava del fogón y pasó a ser parte de un subgénero en donde la cocinera consigue amor y fortuna gracias a su buena mano. Un nuevo tipo de empoderamiento del que ya he hablado en otra nota.

El Filme de Alfonso Arau

El éxito del libro de Esquivel obligaba a que el siguiente paso fuese un filme que, a diferencia de la mayoría de adaptaciones, es casi idéntico al texto. Alfonso Arau, entonces esposo de Laura Esquivel, hizo una maravilla visual, actoral y argumental. Parte de la belleza de la película fue que la misma autora colaboró en ella y siempre ha agradecido a su ex por el respeto que le tuvo a su obra.  Para quienes amamos esa versión,  la serie resulta inferior en los tres aspectos. Visualmente no tiene el poder de los colores e iluminación que caracterizaban la obra de Arau y que embellecían y dotaban de magia el árido paisaje norteño.  Se extraña la exquisita fotografía de Emmanuel Lubezki.



El elenco sin ser malo, tampoco es muy brillante. Extrañamos la imponente figura de Regina Torné o de una Delia Casanova que fue la primera elección para el papel . Irene Azuela (Belascoaran) no es mala actriz, pero le faltan tablas para esa Mama Elena demoniaca que, aun como fantasma, perseguirá a su hija menor. Un cambio es que el Dr. Brown (mi personaje masculino favorito) hace entrada temprana en la miniserie y se extraña a Mario Iván Martínez que tenía el colorido y el manejo del inglés para ser un “gringo bueno”.



                      El nuevo Dr. Brown, nada muy impresionante.

Azul Guaita ha hecho buenos trabajos en la televisión, pero yo la sigo viendo como la bebita que en la primera versión de Clase 406 dio vida a Juanita, la hija de Sherlyn, producto de la violación perpetrada por el maestro de gimnasia (Tony Dalton). La actriz argentina es más bonita que Lumi Cavazos, pero le falta esa aura radiante, ese poder actoral que transformó a una estudiante de teatro sin experiencia de cámaras (una “jipiosa” como la llamó Arau) en una señorita del Porfiriato, delicada y firme como una flor acuática.


                  Las dos Titas. 

Azul es demasiado modernaayudan esos diálogos que ni se parecen a los de la Esquivel para interpretar a una mujer llena de compasión y ternura y que en esas virtudes encuentra fortaleza. Por ejemplo, cuando Tita-Azul se niega a prometerle a Pedro que cuidará a su hijo nonato porque “nunca podré querer a ese niño” , se me enchinó la piel. Ni Scarlett O’Hara le dijo eso a Ashley cuando él le exigió la misma promesa. Es imposible que una mujer que vive para darle de comer a los hambrientos exprese esa dureza de sentimientos.



Tampoco me gustó que a Tita le bajase la leche gracias al atole milagroso. Primero, que es posible que a una mujer, aun virgen como Tita, le brote la leche. Por supuesto que a los lectores nos gusta creer que ahí hubo algo mágico, pero si la magia estaba en el atole ¿por qué no se lo dio a Rosaura y así consiguió que fuese su hermana la que pudiese amamantar al hijo? No se entiende. Incluso,  Robertito muere lejos de su tía en la novela,  porque su madre carece de leche. Entonces indirectamente, Tita seria culpable de esa muerte.

                             Tita amamantando al sobrino

Para mí el que Tita alimente al sobrino es un suceso fundamental. En la serie lo disminuyen haciendo que ocurra atropelladamente. Entre que ella atiende a su cuñado herido y escucha su confesión de que ha matado a un hombre, el amamantamiento prodigioso pasa casi desapercibido.



La Revolución Supera al Realismo Mágico

Debido a que tienen que estirar la trama se le han añadido otros temas, como la política y la historia. Vemos a Pedro en Puebla,  en medio de un mitin revolucionario que es interrumpido por los federales. En el libro, la única que se involucraba con la Revolución era Gertrudis. Laura Esquivel no es una mujer de derechas ni una oligarca (es diputada de Morena), pero en su libro no hace una apología de la Revolución ni una denuncia de los militares porfiristas o huertistas. Son parte del trasfondo de un cuento de hadas.

El General Alejándrez visita la hacienda tres veces: una para llevarse a Gertrudis; otra para saquearla y la tercera, ya muerta Mama Elena, para que su mujer pueda verse con sus hermanas. Aquí lo han convertido en un peón humillado por Los Musquiz,  lleno de rencor social, que anda mosqueando desde el primer episodio.

                    Este es el General Alejandrez como se lo imaginó Esquivel

La mención a la Revolución, a la opresión de los pobres y a los abusos de los ricos me aburre, porque como sabemos la Revolución no solucionó nada, más bien empeoró las cosas hasta este siglo creando nuevos problemas. En ningún momento de la novela se dice que Pedro simpatice con esa Revolución. Y para el espectador lego esa lucha de la serie no se entiende, nadie sabe por quién pelean ni qué esperan conseguir.

Otro cambio han sido las Hermanas de la Garza que no son como las describe Esquivel. Ni Rosaura era tan argüendera, ni Tita andaba de tapadera de Gertrudis. HBO todavía cree que tiene que meter mucho sexo en sus historias y que no basta el poder afrodisiaco de la comida. Convierte a Gertrudis en una desvergonzada, a cada rato manoseándose con su maestro de piano.

                     Esta Gertrudis, calentona, pero huesuda.

En la novela, Gertrudis es la más jaranera, la menos formal, pero su despertar sexual se lo debe a la carga erótica que su hermana vuelca en un platillo particular. Por eso es tan impactante ver a Gertrudis (en el filme) corriendo desnuda por los campos en busca de amor carnal y de su destino, tal como lo describe el libro. En la serie no se entiende el cambio.

   Claudette si tenia formas voluptuosas para parecer una mujer devorada por la pasión 

Hay momentos maravillosos visualmente en los que prima el realismo mágico como cuando Tita traicionada por Pedro, siente tanto frio que cubre su ropa de cama con escarcha, pero en otros es como un elemento accidental que o no trasciende o tiene explicaciones lógicas. La serie como que intenta capturar la atmosfera del libro para luego evadirla.

Eso ocurre con la música. En el primer episodio la música incidental y la banda sonora están perfectas combinando opera, temas folclóricos y el vals “Alejandra” que bailan Tita y Pedro en un evento que, si no está en el libro, es necesario para que apreciemos el vestuario y veamos el modo de vida de las clases altas norteñas en vísperas de la Revolución. Esta armonía es interrumpida en el Tercer Episodio donde comienzan a meter canciones pop que destruyen el espíritu de época con su modernismo.



Aborreciendo a Pedro

Han engordado la biografía de Pedro. No solo es vecino de las De La Garza, también tiene un tío militar que codicia la herencia del sobrino. Lo más interesante es que existe una guerra entre Mama Elena y los Musquiz. Al quedar viuda, el padre de Pedro , aprovechándose de su luto e ignorancia, la estafó con la compra de unas reses, algo que la rencorosa mujer no le perdona.

Pedro,  que ha estado noviando con Tita desde la infancia, quiere acabar con esa enemistad entre ambas familias. Se le ocurre que su padre ofrezca las reses como regalo de bodas. Tras probar un dulce preparado por Tita (un buen ejemplo de la magia culinaria), al padre le parece tenerla de futura nuera Van a pedir la mano de la susodicha, pero cuando Mama Elena le ofrece a Rosaura, Pedro la acepta. Hasta su padre se escandaliza.

Me aburre la historia de amor. Nunca me gustó, ni en el libro ni en la película. Pedro siempre me pareció poca cosa para Tita. En las versiones anteriores, Pedro y Tita se conocieron en su infancia, pero nunca hubo trato entre ellos. Tita viene a sentir algo cuando el muchacho le pasa un mensaje en misa. Aun así, han intercambiado un mínimo de palabras. Se atraen físicamente, eso es todo.



Se entiende que Pedro acepte la propuesta indecente de Mama Elena, pero no quita que sea un aprovechado. No solo tendrá dos mujeres, además una casa donde todas estarán pendientes de él. Como dijo mi hermano. “Quiere ser gallo de su gallinero”. Por eso siempre me irritó que Tita lo privilegiara por sobre la lealtad y el amor de John.

Alfonso Arau describió a Pedro como  “un perfecto imbécil” y dijo que la única manera de venderlo sería que lo interpretase un actor tan guapo que se le perdonase todo. Por eso se fue a Italia y se trajo a Marco Leonardi que había dado vida a Toto en su etapa adolescente en Cinema Paradiso. Bueno ahora no tenemos a Leonardi, y este Pedro salió más calzonazos que el del libro. No me entra el romance por ningún lado y menos cuando  el guion ahora ha hecho más profunda la relación.

Pedro y Tita son vecinos,  han noviado desde niños, intercambiado beso y cartas (interceptadas) por años. Hay una relación formal, hay promesas. Lo normal en esa cultura, hubiese sido que Pedro se robase a Tita,  no aceptar una situación tan irregular. Su mismo padre se lo reprocha y Tita le dice que hubiese preferido que la hubiese secuestrado. Fue un cambio absurdo de esta producción de Salma Hayek.  Hay muchas fans del libro y filme que están descontentas con el giro que ha tomado la historia. Sobre todo, con Pedro. Una incluso pone en su cuenta de Instagrama raíz de la serie “otro domingo aborreciendo a Pedro”.





El poder de la historia reside en la cocina de Tita, ahí está su liberación, no en un amor que la consume, pero nunca parece real. El sacar a la obra de su marco de fabulas y convertirla en denuncia social sin sutilezas, aumenta la debilidad de Pedro como personaje y no lo hace más simpático. No se entiende como puede ser un aguerrido revolucionario si es incapaz de enfrentarse a la suegra, en un último caso para que deje de mangonear a Tita.



Como dijo Gato Rafa, esta adaptación se siente como una telenovela de VIX. Ante un solo capitulo, mi Beta Lore dijo que era muy “cursi”. La recomiendo, pero con reparos. Conste que estamos hablando de literatura. Así que para quienes desean verla, siempre antes aconsejo leer el libro y ver la película de Alfonso Arau.

Contenido Violento y Gory: Escenas de enfrentamientos entre guerrillas y militares. En el primer capítulo, los federales matan a un revolucionario en un mitin de Puebla y en el cuarto hay una escena de tortura impensada por Esquivel.

Contenido Sexual y Desnudo: No muy graficas, pero ya desde el primer capítulo tenemos el elemento sexual presente gracias a Gertrudis que es la coscolina de Las Palomas. Después de la ingesta de codornices con salsa de pétalos de rosa, esperábamos el desnudo obligatorio de la susodicha, pero aquí se fueron al chancho como decimos en chileno. Hubo desnudo y huida con Juan (que en el libro ni era peón ni amigo de Gertrudis); además que Pedro se zampó la codorniz fantaseando que se comía a Tita encuerada; y en su cuarto vimos a Mama Elena masturbándose. Ya como que le pusieron mucho color. ¿No?




Como bono, en el mismo episodio, Rosaura le hizo un striptease al marido para que la sacara del nicho de esposa virgen. Hablando de perdida de virginidad, para sacarle roncha a la hermana, Rosaura cuelga la sabana ensangrentada junto con la colada. Era costumbre en los países de la cuenca del Mediterráneo mostrar la sabana manchada al día siguiente de la boda. Todavía se hace entre gitanos y en algunos países musulmanes, pero la costumbre es colgarla desde una ventana, no juntarla con la ropa limpia.



Factor Feminista: Reitero, el feminismo de la novela y del filme se centra en el reino domestico de Tita y de sus platillos transformadores. Como la serie no sabe transmitir esa magia, no hay tal feminismo. Gertrudis no se hubiese convertido en generala revolucionaria si no hubiese comido los pétalos bañados de la pasión de su hermana.

En la serie, Gertrudis siempre ha querido liberarse, su huida es solo parte de esa liberación. Cuando Tita dice que “comparte las ideas revolucionarias” de su hermana,  se me antoja preguntarle cuáles son esas ideas, Tita en su libro revoluciona desde la cocina no desde la política. Un toque modernista es que Gertrudis dice: “la lucha armada es mi vida”. En el libro, Tita recibe una carta de su hermana que le cuenta que está en un burdel porque el fuego que iniciaron las codornices solo pudieron apagarlo muchos hombres. Únicamente ahí, ya apaciguada su pasión, Gertrudis se une al General Alejándrez y a sus revolucionarios. Su instinto la lleva al sexo no a la revolución.




Factor Diversidad: Sin mencionarlo directamente, hay una forma de racismo entre la clase patronal (blanca y criolla) y los peones (indígenas). Gertrudis es de piel más oscura que sus hermanas porque su verdadero padre tenía sangre africana. En El Diario de Tita, Nacha instruye a la cocinerita en tradiciones indígenas, como que cuando nace su sobrino, entierra el cordón umbilical del niño. En la serie,  nadie ha hecho uso de esos elementos tan interesantes.