martes, 6 de diciembre de 2022

¿Crítica del Franquismo o Elogio del Pasado? : ¡García! en HBO




 Es un super agente secreto tipo James Bond, es un superhombre tipo La Mole. ¿Su único problema? Es facha total. Creado por científicos franquistas, García ha permanecido criogenizadoa lo Capitán Américapor más de medio siglo,  hasta que una atolondrada periodista lo despierta para salvar a España de una dictadura más totalitaria que la de Franco. Basada en la novela gráfica de Santiago García y Luis Bustos, esta creación de HBO Max combina la sátira social con un auténtico relato de acción y ciencia ficción.

Un Cuento de Buenos y Malos

Antonia tiene 23 años, ha egresado de periodismo con buenas notas, está haciendo la practica en un periódico madrileño y se sorprende al saber que no se la contratará de planta. ¿Su pecado? Carece de ambiciones y objetivos. No es creativa, no presenta propuestas. “Haces lo que se te pide y nada más” le dice el jefe.



La azorada jovencita ha recibido esa mañana de manos de su portera un misterioso paquete que contiene un hardrive primitivo y unas fotografías viejas en blanco y negro. Antonia intenta conectar la pieza a su modem, pero no consigue más que alertar a “los Malos”. Este es un cuento de “Buenos” y “Malos”. “Soy de los buenos” tranquiliza a Antonia un García (Francisco Ortiz de El Secreto de Puente Viejo) recién despertado. ¡Vaya! Si media España cree que Uds. eran los malos.

Los Malos,  liderados por el sinestro superhombre Winters,  están haciendo de las suyas en un pueblecito colombiano, pero rápido se embarcan a Los Madrides en pos de Antonia. Entretanto, Antonia ha mostrado el contenido del sobre a su amiga Silvia (Marina Glastell de La Cocinera de Castamar), que reconoce en el trasfondo,  una iglesia de las afueras de Madrid. Antonia se va a este pueblecito de la sierra. Ahí un viejito identifica al hombre de la foto como un guardia civil de paisano que le salvó la vida en 1951.



Siguiendo su consejo, Antonia acaba en la basilica benedictina del Valle de Los Caídos y presencia un conflicto entre viejitos ‘fachas” que traen una corona mortuoria para El Caudillo (es una España alternativa donde a Franco no lo han expulsado de su sepultura) y un grupo de turistas cuya guía cuenta como todo el sitio fue construido por los perdedores que fueron convertidos en esclavos.




Antonia logra penetrar en los archivos, pero Los Malos llegan y la persiguen hasta un puente sobre el Manzanares. La periodista se arroja al rio y nada hasta una caverna que la lleva a un laboratorio subterráneo donde encuentra una urna que contiene un hombre aparentemente congelado. Jugando con los controles de un antiguo computador,  Antonia sella la bóveda justo cuando Los Malos están a punto de entrar, pero también se las arregla para despertar al bello durmiente que está desnudo. Por suerte,  sus trajes, de corte impecable,  están cerca.



Antonia y el desconocido no llegan a intercambiar opiniones puesto que Los Malos les ponen una bomba que vuela el portón, Antonia y el despertado huyen, pero por caminos separados. Ella regresa a Madrid donde nadie, ni su novio Riky, ni sus amigos, le creen. Tampoco el jefe que la despide.  Antonia,  en un acto de desesperación,  va a un programa televisivo que se especializa en asuntos sobrenaturales y teorías de conspiración. Al ver la fotografía de García,  Aquilino, el anfitrión del programa,  reconoce la insignia en la solapa.



Le cuenta a la periodista que, al acabar la Segunda Guerra Mundial, americanos y rusos se dividieron a los científicos de Hitler. Según este relato,  para no ser menos, Franco se trajo a uno, llamado Neffenberg,  a España y lo colocó al mando de La Nueve,  una central de inteligencia ultrasecreta. La especialidad de Neffenberg era la ingeniería genética que le permitía crear super agentes a base de experimentar con humanos (incluyendo su propio hijo, Winters el líder de Los Malos)



Entretanto, García, a pie y en metro,  ha llegado a Madrid. Va primero al barrio donde su novia Felicidad tenía una peluquería. Descubre que el establecimiento hoy es para caballeros y no hay ni rastros de Feli. Recordando el nombre del periódico donde trabajaba Antonia, el superagente va allá y se encuentra con Silvia que ya lo había encontrado guapo en la foto (con un tipo a “lo Carlos Larrañaga”).



Antonia regresa a su casa y se encuentra con García esperándola. Silvia le dio la dirección. La periodista le da cobijo en su cuarto. Al día siguiente,  y con ayuda de internet, sé ponen a buscar a otros agentes de La 9. Esto lleva a encuentros enternecedores con viejitos que recuerdan con cariño a García y que siguen vigilando el bienestar de los españoles, a pesar de que La Nueve se cerró tras la muerte del Caudillo.



Y necesidad de vigilar hay mucha. La trama se vincula al secuestro de La Capitana Catalina (Silvia Abascal de La Cocinera de Castamar). La desaparición de la candidata (parece que de VOX) a la presidencia,  está provocando una crisis política.



La serie es encantadora, tiene mucho humor y mucha acción, así que satisface a todo el mundo a pesar de la sátira política que Randy Meeks en este excelente artículo de Espinoff dice acabará molestando a los de siempre. Parece que no soy de “los de siempre”, porque a mí no me molesta y eso que es claramente de izquierdas.

García no es Terminator

Es fácil asumir que Gracia es una mixtura del Terminator, del Ichabod Crane de Sleepy Hollow y de Alonso de Entrerrios, el soldado de Los Tercios del Ministerio del Tiempo. En Antonia veo rasgos de la periodista  hiperactiva de Midnight at the Pera Palace combinados con la Marina Quiroga de Un Asunto Privado, pero ni el agente ni la periodista corresponden a personajes-tipos.

García no es una maquina como el personaje de Schwarzenegger , es un ser humano de carne y hueso con el que experimentó Neffenberg . Tiene valores antiguos que hoy se consideran parte de una mentalidad “patriarcal” que lo lleva a querer proteger a Antonia, pero que también lo hace chocar con esa Millenials (el nombre no se lo he puesto yo,  que se lo encasquetó La Razón) mitutera y progre.



El humor lo lleva esta relación tan dispareja, pero García no es comedia, tiene profundidad y tiene corazón. Me conmovió hasta las lagrima que lo primero que hace García el buscar a la novia, tal como me provocaron ternura ese encuentros con Chencho,  su antiguo subalterno (y hasta con el tataranieto de su perra Brisca) . Ver esos viejitos tan emocionados y llenos de admiración y cariño por su superior a quien no han visto en 60 años es muy emotivo. Y contrasta con Antonia que es una representante de la Era del YO (que viene ya de Los 80,  que no le caigan todas mis piedras a los Millenials).



Antonia vive en torno de sí misma y eso es lo que la hace tan ajena a lo que sucede a su alrededor, sea la posibilidad de quedarse sin empleo hasta el peligro que ha desenterrado junto con García. Alterna bravuconadas con momentos en los que se orina de susto. Esos son los momentos en que afloran emociones en ella, porque no parece ser de grandes afectos. Su relación con su padre está basada en mentiras de ambos. Su relación con su novio Riky y sus amigos (Silvia y la pareja gay) está basada en exigencias,  regaños y pullas por parte de Antonia. Nunca la vemos haciendo nada por nadie y si le da cobijo a García rápidamente se lo echara en cara un par de veces. Y creo que lo hizo más por no perderle la pista que por generosidad.


                                           Antonia descubre secretos de su padre


Eso la diferencia con García que por muy super soldado que sea está lleno de generosidad, afectos y cortesía. Es esa cortesía (hasta usa el “por favor” con sus contrincante) la que más lo define, aún más que su fuerza descomunal y su inteligencia sobrehumana. En eso no se parece a otros superhéroes y a nadie más en la serie, porque Winters se apoya en su fuerza física, en la tecnología y en el poder de las armas de sus secuaces. García se apoya en su ingenio y en la red de apoyo que le sale al paso.

                                                   Dos superhombres en pugna: García vs Winters

En eso se parece a Antonia. Solo que el super-agente convence con buenos modos, labia y hasta coquetería con la que atrae a las mujereses un tipazo a lo James Bond , mientras que la menuda periodista consigue ayuda de gente que le tiene cariño precisamente por verla tan entusiasta, tan impulsiva, pero tan torpe y atolondrada que inspira lástima y ternura como los cachorros .

Antonia, Reina de Los Millenials

Randy Meeks ha dicho que la única falla de la serie es Vekis Velilla, cuya actuación no convence.  Como ocurriese con Midnight at the Pera Palace, se ha culpado a la actriz cuando es el personaje el que cae mal. No es que Antonia sea antipática, pero agota con sus cien preguntas, con las cien veces que no escucha respuestas, con su falta de empatía por los demás y con esa cualidad casi Asperger que hoy es parte del zeitgeist. Me refiero a la mala interpretación de las acciones y palabras ajenas, la incapacidad de analizar,  principalmente la carencia del autoanálisis. Curiosamente es el paternal García quien le tiene más paciencia.

                                                         ¡Es que ya dan ganas de hacerla callar!

Siento que sabemos más del super-soldado que de su Sancha Panza. Ella es un producto de sus tiempos y de la educación (o falta de ella)  dada por un padre cincuentón que a la muerte de la madre la dejó en manos de vecinas. En Antonia los escritores han creado una amalgama, quizá exagerado,  de los defectos que asociamos con las nuevas generaciones. Eso se manifiesta desde el modo en que Antonia enfrenta el mundo laboral hasta como luce.

Parecía relleno cómico el que inicialmente, García creyera que se trata de un chico. No es por el corte de cabello puesto que el peinado “pixie” estaba muy de moda en la época del super agente. Desde Jean Seberg hasta Sophia Loren lo estilaban.

                                        Pixies de la era de García. ¿En que se diferencian al peinado de Antonia?

El problema es que a simple vista nada delata a Antonia como fémina. Con pantalones aguados (hasta usa boxers para dormir) chaqueta de mezclilla, zapatos tenis, sin maquillaje y mochila al hombro está muy lejos de Feli con sus ‘Gatos “ en el cabello, pestañas postizas y exceso de fijador. Y no es que Antonia quiera pasar por no binaria. Simplemente viste de manera cómoda y funcional, y guarda las elegancias para ocasiones formales, puesto que para la cena en que presenta al novio con su padre,  “el chico” se pone un vestido. La diferencia con el tiempo de García es que entonces,  aun para vestir de Sport,  las mujeres buscaban realzar su feminidad.

                                                         Feli de cabello corto, pero ultra femenina
                                                              Antonia se pone un vestido

Volviendo al retrato de una muchacha de hoy, Antonia refleja una actitud laboral que choca con su desempeño. Primero no sabemos por qué ha escogido periodismo como profesión. Si sabemos cómo consiguió buenas notas puesto que le cuenta a García que sacó la carrera a punta de copiar de Internet. Una crítica sutil a lo poco meritorio de los estudios de ahora donde los alumnos hacen más cut&paste que desarrollando ideas propias.



Ese es el problema de Antonia, tiene pereza intelectual o,  como se decía en mi época,  “no ha estrenado el cerebrito”.  Se queja de que no le dan buenas historias sin reparar en que no se las ha ganado y que estas se consiguen a punta de traer propuestas propias y mostrar entusiasmo por el trabajo. Se queja de que van a darle un puesto permanente a un tal Pablo que no tiene su currículo y que se la pasa de juerga con amigos influyentes. No repara en que Pablo , más que lambiscón,  está creando redes de contacto y desarrollando una buena llegada con la gente: dos requisitos de un buen periodista.

Antonia no posee sagacidad. La única vez que derrocha ingenio es cuando crea una distracción a punta de azuzar a un grupo de viejitos fachos contra un grupo de turistas liderados por una guía amiga de la memoria histórica.  Y, sin embargo, parece ella ajena a realidades históricas y cree que La Nuevecomo le enrostra Barea es un simpático juego de espías.




En suma, Antonia es inmadura, impulsiva, desaprensiva y muy egoísta. Sin embargo, tiene esa sensibilidad a flor de piel tan típica de su generación. Apenas siente que le levantan la voz o atropellan sus derechos se empluma como gallito y lanza sus diatribas. “¿Es necesario hablar así? ” le pregunta García escandalizado de los ternos que salen de boca de una jovencita. “¡Yo hablo como me sale de los ovarios!” aúlla la periodista. Esos exabruptos son bravuconadas porque baja la cerviz cuando habla con el padre o cuando Barea,  agente de La Nueve en el pasado y alcohólico en el presente, la pone en su lugar.





[NOTA: Pequeño spoiler, como todo buen personaje, Antonia evoluciona, se enfrenta a un tremendo dilema moral, a partir del episodio 4,  que la hace cobrar agallas y crear una red de apoyo para salvar a García y a España]

Rechazo del Presente y un Elogio al Pasado

He gastado este tiempo nada más para dejar claro que el personaje de Antonia es un compendio de clichés asociados con Millenials y Zetas y que más que relleno cómico,  conlleva una pequeña crítica social. Las reseñas por halagüeñas que sean de la serie son claras: García no es un blanqueamiento del franquismo ni siquiera un mensaje de unidad como lo fue MalnaZidos. Sin embargo, hay un matizado en lo que respecta al mensaje político que no se encuentra en los dramas de época o contemporáneos iberos.



Los partidos políticos son descritos como piaras de cerdos: solapados, oportunistas, ambiciosos y cobardes. Los jóvenes de izquierda como Riky son casi caricaturescos. Antonia,  a pesar de parecer militante, en realidad no tiene color político. Lo más importante es que en el contraste entre los valores de la periodista y del super soldado,  sigue ganando él. Al igual que se percibe una tenue nostalgia por un pasado o al menos por sus códigos que deberían recuperarse sobre todo en el área de la cortesía y la solidaridad. El ejemplo máximo es García en el Metro.

 A pesar de que el sistema de subway ya existía en Los 60, por lo que García sabe cómo llegar donde Feli, es el espectáculo de los transeúntes lo que lo asombra. Lo típico, chicos con atuendo estrafalario, travestis cariñosos y una población de sordos, porque a quien García interpela, responde con indiferencia, ignorándolo totalmente.



Finalmente, el super agente se acerca a una dama mora de hiyab y le pregunta donde puede comprar la tarjeta para viajar en el tren. En respuesta a la urbanidad del hombre, la dama le compra el pasaje. Una vez dentro del vagón, García es testigo de una escena incomoda.



Una viejita de bastón suplica a un tiktokero que le ceda el asiento. El chico,  inmerso en su mundo de videos insulsos,  no le hace caso. Se le acerca García que educadamente lo insta a levantarse y darle sitio a la anciana. El muchacho le responde con lenguaje deslenguado y soez (el mismo que usa Antonia). Solo cuando el Superman español le tritura el “transistor”(léase: el celular) el chico obedece. Lo admirable es la actitud del público. En vez de salirle con un “tío todo lo arreglas con violencia” o “¿qué te crees macho bruto?” aplauden la acción de García.




Ese aplauso conlleva admiración , no por romperle el celular, sino por la actitud caballerosa de ir en ayuda del desvalido y por recordarnos que la cortesía es el primer paso para la solidaridad. En un mundo que nos dice que los buenos modales y la caballerosidad son resabios de un mundo patriarcal, el mensaje no parece precisamente una predica del wokismo imperante.

Volviendo al mundo del pasado, no se nos antoja repudiarlo puesto que está lleno de detalles que nos lo hace atractivo. Este mundo donde un hombre limpia un banco antes de que la novia se siente, pero donde ella también sabe darse su lugar y poner puntos sobre las íes es agradable.

La recreación de la España de 1961 ( yo la conocí por su cine) es semi perfecta. La ropa de ambos sexos es adecuada al igual que peinado y maquillaje de Feli. La banda sonora ayuda. Me encantó que al final del primer episodio toquen “El Raska Yu” de Bonet de San Pedro. O que sea el “Eres diferente” de Estelita Raval y Los Cinco Latinos lo que acompañe en otro flashback a García a su encuentro con su peluquera. Y por supuesto, nunca más escucharemos el bolero “Alma, Vida y Corazón” sin pensar en el siempre joven García bailando con la ya anciana Feli.




Y por supuesto que les quedó muy bonita la recreación de La Verbena con el ” Madrid” de Agustín Lara de trasfondo. ¿Siguen existiendo estas festividades,  pioneras del cosplay,  donde los hombres se vestían de chulapos y ellas venían de pañuelo y mantón de Manila?

Antes de repasar el contenido y lo que pueda ser ofensivo, quiero hablar de la política de la serie. Aunque en Espinof insistan que García es un ataque al franquismo y al ambiente reaccionario de la España actual (¿Cuál?  ¿El del pedrosanchismo?),  yo no veo esa mofa del pasado y por ende del franquismo. ¿Nos vamos a reír de un gobierno que se crea un equipo secreto capaz de formar superhombres? ¿O de una época en que un caballero todavía podía defender a una mesera maltratada por un cliente?  ¿O de los valores de García que ya los quisiéramos en nuestros padres, hijos o parejas?



Además, que el malo de esta historia es Ortiz quien traicionó al gobierno del Caudillo al aliarse con Neffenberg. Aquí lo malos son los nazis (y los rusos con quien La Capitana hacia negocios fraudulentos).  Si Ortiz desobedeció las ordenes franquistas de capturar a Neffenberg y entregarlo a los americanos no fue por ideología,  sino por algo más personal.

Mucho se ha hablado de que si los sentimientos de Robin hacia Batman eran algo…homoeróticos. Pues aquí pasó lo mismo, “Robin” Ortiz no soportó saber que “Batman” García se iba con un mujer y dejaba el servicio secreto y lo dejaba a él. Por eso, ni hay apología del franquismo ni denuncia.  Aparte que no ofrece alternativas políticas. Si todos los comunistas fuesen ingenuos inofensivos como Riki o lloricas como Pablo Rodero no tendríamos problemas. Así que no se esperen un discurso a favor de nada, porque aquí no hay ideología que sea mejor que la otra.



Contenido Violento o Gory: Pues hay mamporros a destajo, muertos que van quedando apilados en el camino, pero yo creo que lo más fuerte son las cicatrices del cuerpo de Winters en esa escena en que se inyecta una substancia verde como la kriptonita de Superman y que asumimos es lo que lo hace joven , fuerte e inmortal.

Contenido Sexual y Desnudos En el primer capítulo hay toma de nalgas de García recién descongelado. No hay escenas sexuales,  que incluso ver a Antonia despertar junto a Riki es tan poco erótico que podríamos creer que tienen un noviazgo blanco.



Contenido Feminista: Aunque todo el discurso de Antonia es mitutero con mayúscula, yo no la veo como un icono feminista. Mas me impresiona Feli que en Los 60 ya prefiere pagar su refresco antes que aceptar mentiras de un hombre y es quien decide cuantos hijos tendrá con García. Ciertamente no creo que sea feminista un cuento donde García despierta en una España que lleva mujeres al gobierno, pero que la candidata resulta más corrupta que los machos.



Factor Diversidad: El primer encuentro de García con esta España diversa del Siglo XXI es en la estación del metro Ya mencioné a la encantadora señora musulmana que le compra el pasaje, pero hay más. Lo mejor lo han reservado para el capítulo cuarto. ¿ García en una boda gay?  Ya se imaginarán su shock . Sin embargo, al final de esa fiesta, García dice algo muy lindo:  todos los presentes, Riki;  los novios gay;  Susana, la travesti,  que lo ha emocionado al cantar “Suspiros de España”(el pasodoble  más lindo que se haya escrito) son al final españoles a los que él ha jurado proteger.



Acabo diciendo que esta serie que recomiendo sin reparos está colmada de nostalgia por el pasado, porque sus personajes incidentales más simpáticos (la tabernera que muere por socorrer a Antonia; Rafa,  el chico punk que ayuda a García a huir de la policía, ect.) representan valores arcaicos de solidaridad, generosidad,  de hacer el bien sin preguntar a quién.

                                                    Rafa ayuda a huir a García

¿El presente es peor que el pasado? ¿En qué hemos evolucionado? Si,  los gays pueden casarse, es mejor que ser exiliados a campos en Las Canarias. Si, una mujer puede aspirar a ser presidenta, ¿pero de que vale si es una estafadora?  Si, una chica puede estudiar periodismo, ¿pero de que vale si todo lo copia de Google y no tiene las virtudes para sobresalir en su trabajo? Aparte de que podemos decir palabrotas en todo momento y que tenemos una variedad de leches para nuestro café, ¿realmente estamos mejor?

2 comentarios:

  1. Desde FB de Rafael Ochoteco
    ¡Excelente serie! Aun me faltan 2 capítulos para terminarla pero como que ando sin ganas de ver tele.... no sé, pero de que la termino, claro que sí. Hasta donde la he visto, cap. 4, es excelente, me gustan mucho los personajes, las subtramas, y como bien dices, la nostalgia. Es una producción bien hecha, bien cuidada y con muy buenas actuaciones. Se me hace bien escrita y actuada. El humor es buenísimo y han sabido llevarlo de la mano con la tragedia, como la de su novia con la que se reencuentra décadas después. Siempre hay algo que sorprende y gracias por no poner spoilers. 'Antonia' es todo lo que dices pero aun así me cae bien, a pesar de ser media bruta. LOL! Trataré de terminarla lo más pronto posible. ¡BESOTES!

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    1. Para Rafael Ochoteco Sin spoilers, pero Antonia evoluciona hasta caer bien. Hasta cierto punto la han hecho coming of age story tipo Wednesday. Antonia se da cuenta que mas alla de eslogans mituteros y woke, hay una realidad, y hay gente que le importa y hay prioridades. Todo eso trasciende el mensaje politico y la parodia del género de espias. Una lástima que no habrá segunda parte. Acaba de verla pronto.

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