miércoles, 17 de diciembre de 2025

El Doctor Monstruo y el Monstruo Enamorado: Frankenstein de Guillermo del Toro

 


Había pensado no verla. Tantas reseñas contradictorias de parte de personas cuyo juicio valoro. Unos la encontraban sublime, otros tediosa,  y todos tenían razón. Para quienes hemos visto tantas versiones del “Prometeo moderno” el que se alargue la historia del cieguito y otras tramas puede resultar fastidioso, como el que el protagonista sea un vil canalla sin cualidades redimibles. La solución de otros (entre los que me cuento) cuando el relato alargaba o dejaba de impactar, era enfocarse en el lujoso trasfondo, los colores, en suma la estética de Del Toro que nunca defrauda.

El Monstruo en la Piel de Elordi

Parte del rechazo de la audiencia puede deberse a dos factores. El primero es lo archiconocido de un relato que ha sido leído y visto en el escenario y las dos pantallas por más de doscientos años. Aun quien no haya leído el bastante cortolibro, han visto alguna variación del cuento de un soberbio estudiante de medicina, empujado por el trauma de la muerte temprana de la madre, que pretende emular a D-s y crear vida.

Todos sabemos que el Barón Víctor Frankenstein, con la ayuda de su condiscípulo, roba cadáveres y arma un hombre con partes de estos al que le da vida con choques eléctricos provocados por una tormenta. El Monstruo (o La Criatura como se le nombra en el libro) no satisface los sueños locos de su creador quien busca destruirlo. El Monstruo escapa y mata a los seris queridos de Víctor para obligarlo a crearle una compañera. Esta es más o menos la trama que por dos siglos ha atrapado la imaginación de lectores, espectadores y, sobre todo, productores.



En esta producción existen algunas variaciones e incluso se puede hablar de un final agridulce que, si nos prometiera Don Memo una secuela, podríamos calificar de “feliz”. En una variación del Monstruo enamorado, tenemos a la humana Elizabeth (Mia Goth) enamorándose de la criatura, pero lo más importante es la humanización del Monstruo que contrasta con la egolatría y falta de empatía de su fabricante.



Aunque es canon que Víctor sea un hombre arrogante y egocéntrico que quiere demostrar que un humano puede imitar a D-s, nunca este prototipo del científico loco fue tan antipático y censurable como en esta magnífica interpretación de Oscar Isaac. Y nunca El Monstruo fue más compasivo, atractivo y digno de lástima que en la interpretación de Jacob Elordi.

Ahora nos damos cuenta de lo buen actor que es el australiano y también humilde porque no es común que un galán en carrera ascendiente acepte verse Monstruoso. Ha servido que la altura real de Elordi (mide un 1,95 cm, 6, 5 pies) permita ver a La Criatura como un gigante bondadoso aunque a ratos sea la bestia compuesta por un científico irresponsable.



Víctor, Un Padre Desnaturalizado

Es posible que como el Monstruo sea la mejor persona de un cadre ocupado por padres crueles, mujeres indecisas como Elizabeth, y un protagonista malvado, el público se incomode ante una reversión de la dicotomía habitual en la cual Frankenstein se arrepiente y El Monstruo muere por ser una aberración

Incluso Del Toro ha prescindido de Henry, el condiscípulo de Víctor que se convierte en su asistente. Ahora es transformado en el tío de Elizabeth (un gusto ver de nuevo a Christoph Waltz), un comerciante de armas sifilítico que busca en el Monstruo una manera de renacer. Pero nadie más siniestro que Víctor quien llega al punto de mentir como un villano de vaudeville para ocultar sus falencias.



Si en el libro, El Barón permite que se acuse injustamente a una criada de los crímenes del Monstruo y se la ejecute, lo hace para proteger a su creación.  Del Toro hace que Víctor acuse a su criatura de haber matado al tío sifilítico, peor aún lo culpa de haber atacado a Elizabeth. Es parte de sus celos que lo han hecho detestar a su engendro. Sus mentiras son esfuerzos infantiles de verse bueno ante el mundo y es que este Víctor es un niño que nunca ha madurado.

Hasta yo le veo rasgos edípicos y una tremenda envidia por su pobre hermano que muere apoyándolo. Lo que pasa es que no me creí el cuento del padre abusador . El Barón padre (Charles Dance) no tenía razones para matar a su mujer y realmente se sintió fracasado al no poder salvarla. Si se comportaba frio, exigente y golpeador (no muy diferente a otros padres de entonces) era porque Víctor era un niño antipático. Vemos al mismo Barón jugar y ser cariñoso con su hijo menor que es un niño más afable y tratable.



Hay conciencia en Víctor de que su hermano William y El Monstruo (sus rivales por el amor de Elizabeth) son mejores personas que él. Es curioso como antes de que el Monstruo atraiga el interés de la mujer amada, su creador ya está aburrido de su juguete. Es como si no supiese para qué va a fabricar un robot humano, como si en su empeño de rivalizar con D-s, Víctor se olvida de que quien crea vida está obligado a protegerla y a educarla para vivir en sociedad.

                                             William y una novia que prefiere un monstruo

Como muchos padres jóvenes e irresponsables, el Barón Frankenstein se muestra impaciente con “su hijo”, no sabe ni quiere enseñarle y acaba imitando a su odiado progenitor, insultando y golpeando a la criatura. Todos estos detalles hacen a la historia diferente al canon aunque no totalmente original, puesto que ya otras versiones habían humanizado al Monstruo.

200 Años de Frankenstein

En el bicentenario de la publicación de Frankenstein escribí un par de artículos en los que mencioné algunas adaptaciones. Ponerme a compararlas con esta última sería un ejercicio incomodo que no viene al caso, pero me gustaría señalar cuales influyeron en Don Memo y cuáles han sido precursoras de los cambios que esta Frankenstein nos brinda.

Se sabe que hubo dos versiones de Frankenstein en el cine silente (una hecha en Italia). Ambas se han perdido, por lo que el primer filme en tocar la obra de Mary Shelley debe ser considerado el esfuerzo de James Whale de 1931. El primer Monstruo cinematográfico entonces fue un inglés de ascendencia india,  llamado Arthur Pratt quien bajo el exótico seudónimo de Boris Karloff, nos legaría una estética para siempre asociada con la criatura como su altura considerable, su andar torpe, y las señales de sutura en frente y cuerpo.



Hace un par de meses, Gato Rafael tuvo la oportunidad de ver esta versión, hoy clásica, y no le gustó, por las mismas razones que me hicieron considerarla inferior a su secuela La novia de Frankenstein. En 1931, el impacto de la Depresión influía en Hollywood. No se hacía nada muy caro, eso obligó a trasladar la trama (tal como con el Drácula e Bela Lugosi) a tiempos modernos. No mejoró en nada una producción donde los efectos especiales eran risibles, los interiores con tapetes de fondo y montañas hechas de cartón eran bochornosos.

Incluso las actuaciones eran exageradas. El cine hablado estaba en pañales y eso se notaba en las actuaciones teatrales de Colin Clive “ It’s alive! It’s alive!”, o de John Boles que siempre parecía dispuesto a entonar una canción (era conocida su buena voz). En cuanto a Mae Marsh, ya parecía la querida de un gánster y no una futura baronesa.



Tremenda diferencia con La Novia de Frankenstein también dirigida por James Whale, pero para 1935, Hollywood había madurado en términos de actuaciones, decorado y libreto. Parte del encanto de este filme residía en que era enmarcado por dos apariciones de la inglesa Elsa Lanchester. La primera es como Mary Shelley que les cuenta a su esposo Percy y a su anfitrión Lord Byron la continuación de la saga del Monstruo. La esposa de Sir Charles Laughton reaparece al final del filme como la despeinada “novia” del título construida para el Monstruo, pero que lo rechaza por feo.



Con este filme la Universal se haría famosa en los 30 y 40 como fábrica de películas de terror. A “La Novia” la seguirían El Hijo de Frankenstein (hijo de Victor y Elizabeth, no del Monstruo) y El Fantasma de Frankenstein. Viendo la popularidad del género, la Universal emparejó al Monstruo con otros espantajos así nacían Frankenstein contra el Hombre Lobo , La Casa de Frankenstein y La Casa de Drácula.

A pesar de que se asocia a Boris Karloff con el aspecto físico del Monstruo, otros actores (incluyendo a Bela Lugosi), le dieron vida a lo largo de sus cien años de existencia en la pantalla. Uno que se haría famoso encarnando al Monstruo fue Sir Christopher Lee cuando en 1957 la productora inglesa Hammeth tomó el manto de la Universal convirtiéndose en una fábrica de filmes de terror.



La característica de estas producciones, que iniciaron con La maldición de Frankenstein,  fueron su elegancia. Todas, por primera vez,  situaban la historia en el Siglo XIX (con estupendo vestuario) consiguiendo la atmosfera gótica que originalmente había planeado Mary Shelley.

A pesar del excelente trabajo de la Universal y de la Hammer, el Monstruo era tan reconocido que servía hasta para parodiarlo. Las comedias lo integraron como relleno cómico desde que Abbot y Costello Meet Frankenstein (1948) hasta alcanzar su máximo nivel con la excelente parodia de Mel Brooks Young Frankenstein (1974).



El Monstruo recorrió todos los géneros fuesen los filmes de monstruos japoneses (Frankenstein contra Buntaro) o Westerns (Jesse James y la hija de Frankenstein); aparecía en caricaturas como Los Picapiedra y Scooby Doo y  para los 60 era parte de la cultura de “Explotación” desde el porno hasta un Frankenstein afro-americano (Blackenstein).

Frankenstein y su fusión con la comedia llegaban hasta México donde lo veíamos en compañía de Chabelo y Capulina. El héroe enmascarado Santo luchaba contra el Monstruo que hacia una aparición tipo cameo en Casino Royale, el primer filme de James Bond , y hasta se convertía en uno de los Beatles en El Submarino Amarillo.  Tanta era su importancia en el imaginario colectivo que en el clásico español El Espíritu de la Colmena, una niñita protege a un fugitivo creyendo que se trata del Monstruo de Frankenstein.



No nos olvidemos de todos los derivados de Frankenstein que conservan la estética no así el apellido del creador. Esos han sido los casos de Fred Munster en The Munsters y Largo, el mayordomo de la Familia Addams. Mas cercano está el genio de Tim Burton que no solo inventa un Frankenstein canino (Frankenweenie) sino también al joven Manos de Tijeras, Edward Scissor Hands.



Con esta breve revista de la influencia de la invención de Mary Shelley en las pantallas dejamos constancia de que el tema ha sido utilizado hasta la náusea, pero la aportación de la versión 2025 trae ciertas novedades, un Monstruo muy humano que hasta puede enamorarse. ¿Vimos eso antes?

Monstruo Humanizado, Monstruo Enamorado

La primera vez que presenciamos este fenómeno fue  en un sitio inesperado. En 1968, la longeva telenovela de terror Sombras Tenebrosas decidió incluir entre sus estrambóticos personajes a una especie de Monstruo de Frankenstein. Adam había sido creado para solucionar el problema de colmillos de Barnabas, el vampiro-protagonista.

Siguiendo el canon, Adam logra huir de donde lo tiene secuestrado Barnabas y conoce a Carolyn Stofddard de quien se enamora. A pesar de que su relación es complejaAdam es ,en lenguaje de hoy, acosador y agresivo Carolyn le toma cariño. Después que él le salva la vida se vuelve su protectora y aunque le admite a Banabas que “tal vez” también se ha enamorado del Monstruo, sabe que su relación es imposible y se dedica a ayudarlo para conseguirle una compañera.



Un interesante experimento de los 70s fue Frankenstein: The True Story que presentó la televisión inglesa en 1972. Situada en el milieu escogido por Mary Shelley: la Suiza napoleónica, presentaba como gancho a los dos niños bonitos del cine inglés: Leonard Whiting y Michael Sarrazin como Víctor y La Criatura.



Lo que hacía diferente este cuento de otros relatos es que La Criatura era tan hermosa y simpática que no inspiraba ni la repulsión ni el rechazo de su creador. Por el contrario, el Barón decidía educar “a su hijo” y presentarlo en sociedad. Un pequeño problema. Creado con restos de cadáveres, el Monstruo comenzaba a podrirse y a caerse a pedazos. Horrorizado, intentaba suicidarse, pero era rescatado por el canónico ciego. Tras provocar la muerte de Agatha (Jane Seymour), la nieta del ciego, el Monstruo obligaba a Víctor a revivirla, pero el resultado ya venía mentalmente desequilibrado y la pobre criatura debía hacerla perder (literalmente ) la cabeza.



Adam y el Frankenstein sex symbol fueron meros detalles en la larga trayectoria de un estereotipo que aunque provocaba lástima seguía siendo nefasto precisamente por ser un freak subhumano. Aunque fue un fracaso de taquilla  el filme que mejor capturó las posibilidades heroicas del Monstruo es mi favorito de este subgénero. Me refiero a The Bride (1985).

Teniendo como protagonistas a dos ídolos del momento: el cantante Sting y Jennifer Beales, la historia conserva el escenario y época de la novela. El Barón Charles Frankenstein, impío y polémico por sus ideas y experimentos, construye un ser viviente con pedazos de cadáveres. El resultado sale tan desmañado que el Barón proyecta crearle una compañera, Eva, para ver si espabila.  Cuando esta lo rechaza, el Monstruo desilusionado huye.

En un bosque, El Monstruo se encuentra con un enano, Rinaldo, que se hace su amigo. Es un encuentro casi tan significativo como el de Tyrion Lannister y Bronn. Juntos viajan y Rinaldo le da un nombre a la criatura: Víctor “el victorioso”. Entretanto, El Barón ha educado a Eva tanto en modales como en ciencias y artes. La chica aparte de ser bellísima, resulta ser más erudita que su maestro. El Barón la presenta en sociedad y se enamora de ella, pero Eva es un espíritu independiente. Ignorando su origen, cuestiona a su mentor y descontenta con las respuestas inicia un romance con un oficial al que conoce en un baile.



Entretanto, Rinaldo y Víctor se han convertido en las estrellas de un circo de Budapest. Quieren ahorrar dinero para un viaje soñado a Venecia. Solo que Rinaldo muere trágicamente y el desdichado Víctor retorna al castillo. Llega justo a tiempo. Eva enfrenta al Barón, descubre que ella no es un ser humano y que Frankenstein tiene designios oscuros para su futuro. A punto de ser ultrajada por su creador, Eva es rescatada por Víctor.

Después de lanzar al científico loco por las almenas, Víctor pretende marcharse nuevamente en busca de su destino cuando Eva lo detiene. Ha descubierto que los humanos solo presentan problemas, ella también es un monstruo y será mejor unir fuerzas. Víctor y Eva se marchan a Venecia juntos, a ser felices como pareja. Reitero nunca he entendido porque este filme no gustó, hasta escribir sobre el me conmueve.




Desde entonces, la humanización del Monstruo ha continuado de buena y mala manera a través de las adaptaciones y reversiones del libro de Mary Shelley en este cuarto de siglo 21. La más memorable ha sido la estupenda interpretación de Rory Kinnear en la muy estupenda Penny Dreadful. Sin embargo el año pasado, Netflix y la televisión turca nos brindaron la emotiva Yaratilan (La Criatura).

Increíble como se ha podido trasladar el texto de Shelley a un contexto del Imperio Otomano de comienzos del Siglo XX. En un pueblo del interior de la hoy Turquía, Ziya sueña con estudiar medicina, pero como el Barón de Frankenstein quiere ir más allá y conquistar la muerte que lo privó de su madre. Un día deja a su familia y a Asiye, su hermana adoptiva con la que está comprometido, para ir a Constantinopla a estudiar medicina.

Una vez allá se encuentra con varios problemas. El mayor lo presentan los catedráticos fundamentalistas que rechazan ideas modernas. Ziya conoce al profesor Ishan, un sabio que ha sido expulsado del cuerpo docente por haber traído ideas revolucionarias de Paris. Ziya se da cuenta que solo este excéntrico maestro puede ayudarlo en su idea de resucitar a los muertos. A punta de chantajes lo obliga a secundarlo en la construcción de un autómata.



A medida que el experimento avanza, aumentan los reparos morales del maestro, mientras que el obsesionado Ziya va perdiendo los suyos. En una ocasión en que Ziya ha ido a buscar sangre para su creación, hay una tormenta eléctrica, la casa del profesor se incendia y él muere. Desolado, Ziya lo revive, pero ahora su maestro ha quedado desfigurado por el fuego y el trauma lo confunde de tal manera que huye.

El resto de la serie sigue al nuevo “Monstruo” por diferentes lugares de Turquía. Se une a una compañía de teatro rodante y finalmente se establece en un pueblo del Cáucaso donde es protegido por una joven madre soltera. Pasa el tiempo y la pareja se enamora. Cuando ella es asesinada, Ishan parte en busca de Ziya para que la resucite.



El Toque Del Toro

Con lo narrado se hace evidente que la humanización del Monstruo no es novedad. Lo que sí es original es el Toque Del Toro más que radica en lo visual que es donde siempre ha demostrado una superioridad sobre otros directores del género. Don Memo es también un hombre modesto y sincero que reconoce con humildad las influencias y Frankenstein tiene una deuda con obra ajena y con la propia.

Ya he hablado de la evolución de la descripción del Monstruo y de como de ser un ente malévolo al que hay que perseguir con antorchas puede trocarse en un ser pensante que inspire compasión, cariño, incluso amor. En eso es un hermano de la criatura que es hallada en el Amazonas y que se convierte en pareja de la mudita de The Shape in the Water.

Hay una escena en Frankenstein en que Oscar Isaacs golpea a su creación antes de que este evolucione mentalmente que me recordó un momento en la mencionada película en que Michael Shannon abusa física y verbalmente de la criatura que tiene encadenada. También este Frankenstein nos recuerda  en la atmosfera y la escenografía, incluso el decorado, a la desolada Crimson Peak y es lo que la define como “Gótico del Toro.”


                                          El FBI en contra del Monstruo del Amazonas

Frankenstein es una gran obra, pero sus mayores atributos son los visuales. Hay momentos en que el espectador se centra en el trasfondo, en los colores y en las imágenes. Si en Crimson Peak predominaba el carmesí del título, aquí es el verde , sobre todo en la ropa de Elizabeth. Un verde que demuestra su vitalidad, su pasión por la naturaleza, incluso su poder mágico que la acerca al Monstruo.




Don Memo ha citado como su gran inspiración el Frankenstein de Sir Kenneth Branagh (1997) y yo le agregaría el Drácula de Coppola. Curiosamente a pesar de ser una obra hecha con mucho amor,  el Frankenstein de Branagh pasó sin pena ni gloria. Ni su gran reparto (Sir Kenneth como Víctor, Helena-Bonham Carter como Elizabeth y Robert De Niro como el Monstruo) logró opacar la huella dejada por la película de Coppola.



Dotada de un soberbio reparto (Sir Gary Oldman, Sir Anthony Hopkins y una exquisita Winona Ryder), el Drácula de Coppola atrapó la imaginación popular con sus imágenes esplendorosas e impresionantes colores. Además su trama era más dramática y romántica que el Frankenstein de Branagh. Coppola se atrevió a llevar al extremo lo que Bram Stoker apenas balbucea en su libro, la tensión sexual entre Minna y el Conde.

Precisamente esas cualidades que hacen inolvidable a Drácula, hacen inolvidable el Frankenstein de Guillermo del Toro. Solo espero que los premios no lo olviden. Al menos, desde ya hay varias nominaciones para Los Globos de Oro.



1 comentario:

  1. Yeah, I gave this one a wide berth, not only that I have no interest in monsters, but also the cast is so woke and filled with talentless faces, from Isaacs who has zero screen presence, to terrible Elordi and the rest.
    I started Rise of the Raven because I found it with English subs, and the first pelicula left me scandalised LOL Our chaste and holy Despina Mara has been depicted as a hussy showing naked tits and even a scene in which they shave her minge in sultans harem. In reality she went to harem as his wife, not concubine, with an entourage of priests and nuns and was even left to keep her religion, they totally turned it upside down, bloody Hungarians.

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