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miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Magia o prestidigitación? La Fábula de “El Ilusionista”



Una de las ventajas de la manía del cable latino de pasar siempre las mismas películas, es la posibilidad de ver una y otra vez “El Ilusionista”, uno de mis filmes favoritos. (versión completa en español aquí) Entre sus muchas  virtudes está el misterio detrás del inescrutable protagonista. ¿Es Eisenheim un hábil embaucador o existe algún tipo de magia detrás de sus trucos de prestidigitación?



Desde siempre ha existido un conflicto entre el concepto de magia, como una invocación de poderes arcanos, y los trucos malabares que  dan de comer al charlatán. A partir del siglo XIX, la razón y la ciencia desbancaron  sortilegios y brujerías, y “mago” se convirtió en un titulo para artífices de ilusionismos, cuyo único merito era entretener. Sin embargo, en la imaginación popular un mago siempre posee algún don  ocultista, una creencia que los mismos  magos gustan de propagar.

En la ficción, el mago suele moverse en ámbitos insondables y extraordinarios. Así ocurre en la serie colombiana” Kdbra” donde experimentos genéticos y sectas fanáticas comparten el mismo espacio con un submundo de magos delincuentes. En su novela The Prestige,  Christopher Priest combina la rivalidad de dos magos victorianos con elementos de ciencia ficción. Ray Bradbury en Something Wicked This Way Comes  (La Feria de las Tinieblas) y HBO en su serie “Carnivale” demuestran como trucos de feria pueden obligar a su audiencia a tener un encuentro espeluznante con lo sobrenatural.   Aunque mi coctel favorito de saltimbanquis y poderes ocultos es la fantasía histórica “Las 7 Caras del Dr. Lao”, donde Tony Randall es un brujo chino milenario que viaja por el Lejano Oeste disfrazado de mago de feria.



Pero la realidad supera a su antónimo, sobre todo si pensamos en los misterios que envolvieron a los grandes nombres de la prestidigitación histórica como el extraordinario Houdini, y Robert Houdin, de quien el primero tomó el nombre. Houdin llegó a tener importancia política ya que ayudó a Napoleón III en sus aventuras imperialistas. Pero ninguno más político que el enigmático Erik-Jan Hannussen que, cuenta la leyenda, fue un artífice en el ascenso al poder de Adolf Hitler. Proeza que le costaría la vida al mago.

Houdin y Hannussen fueron la inspiración que llevaría al novelista, y ganador del Premio Pulitzer, Steven Millhauser a escribir “Eisenheim, El Ilusionista”. Este magnifico relato describe como los actos de magia de un judío de Bratislava lo convierten  en un fenómeno de la Viena de comienzos del Siglo XX. Los trucos de salón del mago son tan prodigiosos que le acarrean un poder insospechado para un hombre de su condición social y racial en el Imperio Austro-Húngaro. Eso preocupa a Herr Uhl, inspector en jefe de la Policía Imperial, quien reconoce las connotaciones revolucionarias de las actividades del prestidigitador. Sin embargo, cuando Uhl intenta arrestar a Eisenheim éste inexplicablemente desaparece ante un teatro lleno de espectadores.
La desaparición de Eisenheim  (nutshell-movies.com)


El cuento, cuya edición en-línea les dejó aquí, solo consta de diez paginas. A pesar de su excelencia no pasaba de ser una anécdota por lo que resultaba difícil trasladarlo a la pantalla grande. El director Neil Burger tuvo que crear todo un nuevo trasfondo político y románico para su filme del 2006. “El Ilusionista” narra la historia de Eduard Abramowitz, hijo de un carpintero checo quien tras un encuentro con un mago itinerante, se obsesiona con la prestidigitación. Obsesión que no le impide volar alto al momento de enamorarse. El objeto de la casta pasión adolescente de Abramowitz es la duquesa Sophie von Teschen quien le corresponde. La juvenil pareja intenta fugarse, pero son descubiertos y separados.

Pasan quince años, Abramowitz, ahora convertido en el misterioso Eisenheim (Edward Norton), asombra y conquista a la sociedad vienesa con sus artes mágicas. Uno de sus grandes admiradores es  el inspector jefe Uhl (Paul Giamatti) que vanamente intenta descubrir los secretos del ilusionista. Una noche, asisten al teatro el Príncipe Heredero Leopold (Rufus Sewell) y su prometida, la Duquesa Sophie von Teschen (Jessica Biehl).

(ferdyonfilms.com)


Tras subir al escenario y participar en uno de los actos de magia, Sophie reconoce a su antiguo amor. Eisenheim y la Duquesa se hacen amantes, pero no pueden planear un futuro juntos. Leopold es conocido por su violencia con las mujeres. Además Sophie ya sabe que Leopold planea destronar a su padre el Emperador Francisco José, secreto que la ata a su prometido. Aunque huyeran,  la real cólera de Leopold siempre perseguiría a los amantes.

(dramastyle.com)


Los encuentros clandestinos entre Sophie y Eisenheim no pasan desapercibidos para Uhl, devoto del Príncipe quien alienta sus ambiciones políticas. Ya enterado de la traición de Sophie, Leopold tiene un último encuentro con ella en su pabellón de caza. Después de un altercado, Sophie desaparece. El caballo de la duquesa regresa a su casa, pero el cadáver de la joven es descubierto  flotando en un riachuelo.

El medico de la familia von Teschen  certifica que Sophie murió desangrada por una herida en el cuello. Todo indica que Leopold fue el culpable, pero está demasiado alto para que la ley lo castigue. Uhl y sus hombres se encargan de encontrar a otro presunto culpable que es condenado. El Inspector sabe que Eisenheim no ha quedado contento con el veredicto.

(allmovie.com)


Tras un breve periodo de ausencia, Eisenheim regresa al show business. Pero su espectáculo se ha vuelto más sofisticado y turbio, y ya raya en la necromancia. El ilusionista comienza a evocar espíritus sobre el escenario, algunos multidimensionales como un niñito-duende que deambula hasta por las calles de Viena. El escepticismo de Uhl tambalea, pero  el pragmático Leopoldo lo presiona para que arreste a Eisenheim y lo exponga como un fraude. El Inspector arresta al mago bajo cargos de charlatanería, pero Eisenheim le arruina la jugada anunciando públicamente que no posee dones mágicos y que todo su acto es para entretener.


Una noche, en que Leopold visita el teatro disfrazado, Eisenheim conjura el espíritu de Sophie. El publico que nunca ha dudado ni de los poderes del ilusionista de ni de la culpabilidad de Leopold arma un alboroto. A pesar de los consejos de Uhl, Eisenheim insiste en traer del más allá el espíritu de su amada. Exasperado, Uhl sube al estrado a arrestar a Eisenheim, pero, tal como en el cuento, el ilusionista desaparece a vista y paciencia de audiencia y policías.



Uhl se da cuenta que existe algo más fuerte que sus ambiciones. Le envía un informe completo al Emperador. Leopold acorralado, se suicida. El Inspector Uhl recibe un  regalo final de Eisenheim, Así descubre el último gran número del mago, el que le permitió sacar a Leopold de en medio, y ser feliz con Sophie que solo se ha hecho pasar por muerta.

 El filme es extraordinariamente bello. La Viena de fin-de-siecle es perfectamente recreada en Praga. Desde los bellos vestidos de Jessica Biehl hasta la banda sonora de Philip Glass, “El ilusionista” es un regalo para los sentidos. El reparto es soberbio, principalmente Edward Norton seguido por Giamatti. Ambos capturan de maravilla ese relación entre policía y sospechoso en la cual el primero no está seguro de ser moralmente superior. Aun así, hay gente que tiene problemas con la trama. Muchos dicen que era demasiado predecible  el truco de Eisenheim. Tal vez fue un error comenzar la película a media res con el arresto de Eisenheim.

Otro error es que en el cuento todo es narrado desde un punto de vista omnisciente y distante. En cambio,  el filme es visto desde la óptica de Uhl. Al final queda la impresión de que la historia se trata de cómo un mañoso truhán hace que un versado polizonte llegue a dudar de su realidad y nos lleve a hacer otro tanto. Pero Eisenheim, al final, se compadece de Uhl y le hace saber que todo fue un engaño, que la realidad del Inspector ha triunfado. Si fuera así, entonces también habría triunfado la realidad de Leopold, que queda como victima inocente de las taimadas marrullerías de un mago de feria y su amante.
(blu-ray.com)


Es este despropósito lo único que afea el filme. Nunca llegamos a saber si Leopold iba a ser peor gobernante que su padre. Nunca llegamos a saber cuáles son los planes que el conspirador príncipe tiene para su imperio. Sophie menciona que es muy inteligente, el mismo Leopold está obsesionado con reformas que saquen a su gente del oscurantismo, pero al final, antes de pegarse un tiro, le endilga a Uhl un discurso matizado con toques raciales hitlerianos. El caso es que Eisenheim al sacar de en medio a Leopold, termina protegiendo el despotismo paternalista del Emperador  Francisco José. En eso difiere mucho del verdadero y revolucionario Eisenheim cuya carrera salta barreras de clase, raciales y hasta las que separan vida y muerte.

El cuento de Millhauser comienza diciendo que la magia era parte del Imperio Austro-Húngaro en sus últimos días. “Desde Zagreb a Viena” florecían los magos de feria de los cuales uno mas era Eisenheim. Eso ya evoca una atmosfera mágica y nostálgica que recuerda a El Mago de Lublin de Isaac Bashevis Singer. El autor hace hincapié en lo poco que se sabe del ilusionista. Sus orígenes judíos, su familia de Presburgo, su padre un carpintero y la anécdota (que también es incluida en el film) del encuentro del joven Abramowitz con un mago que tras darle un don desaparece como también el árbol bajo el cual ocurre el encuentro. Esto es una manera de indicar la cantidad de rumores que rodean al ilusionista, rumores que nacen de la ausencia de factores concretos que expliquen su arte.
Abramowitz y el mago (zonamovie1.blogspot.com)


En el filme, Eisenheim le cuenta a Sophie que tras ser separados en su adolescencia, él viajó por todo el mundo aprendiendo magia y que donde más aprendió fue en el Oriente. De hecho, sus asistentes son chinos. Eso de por si ya le da un toque exótico y estérico al ilusionismo del  judío de Bratislava (a propósito, en la película los orígenes étnicos del mago no son mencionados).

En el cuento se describen los trucos más conocidos de Eisenheim seguidos de una aguafiestas explicación de cada uno de ellos. Así sabemos como El Maestro (como le llama Millhauser) hace florecer un naranjo de una maceta vacía, comisiona unas mariposas para que le regresen un pañuelo a una espectadora y  pinta retratos sin lápices ni acuarelas.

(picstopin.com)


 De ahí el cuento toma otro sendero revisando ahora los trucos más famosos e inexplicables de Eisenheim tales como hacer desaparecer y aparecer gente. Al no haber explicación científica, las sociedades espiritistas, tan en boga en La Belle Epoque, ven la magia de Eisenheim como una prueba de la vida después de la muerte. Otros hablan de pactos satánicos. Eisenheim les sigue el juego apodando a su último teatro “La Factoría del Diablo” y llamando a sus trucos “la Bola de Cristal Satánica” y “El Libro de los Demonios”.

(commentarytrack.com)

Finalmente, el enigmático prestidigitador varía su show convirtiéndolo en una sesión espiritista. Preocupado por las ramificaciones políticas que ocurren cuando un plebeyo sobrepasa todas las fronteras, Uhl intenta arrestarlo, pero tanto Eisenheim como sus sobrenaturales asistentes desaparecen inexplicablemente.
El cuento termina con un párrafo digno de Borges (disculpen la torpeza de mi traducción):

“Algunos dijeron que desde el primer día del nuevo siglo, Eisenheim había creado un Eisenheim ficticio; otros dijeron que el Maestro se había vuelto una ilusión de tanto trabajar con ilusiones. Alguien sugirió que Herr Uhl también era una ilusión, cuidadosamente orquestada para este número final. Surgieron debates sobre si todo había sido fabricado con espejos y lentes o si el judío de Bratislava había vendido su alma al Diablo a cambio del oscuro don de la magia”.

En el cuento, la ilusión, el misterio y lo sobrenatural supera realidades. Incluso los representantes de la ley pueden no existir, ser quimeras nacidas de indescifrables enigmas de taumaturgos. Pero el guión de Burger termina con una afirmación de lo concreto y de lo prosaico. Y todo gracias a un par de dibujos que le explican a Uhl el mecanismo tras el truco del naranjo. De ese par de grabados, El Inspector deduce como se ha llevado a cabo el gran truco escapista que permite a Eisenheim y su Duquesa ser felices para siempre.

Los dibujos de Eisenheim (tumblr.com)


Es un final torpe, porque igual no se explican las manifestaciones espiritistas, la aparición de los fantasmas tan corpóreos ni la desaparición de Eisenheim. Incluso no se explica como tras meses de ocurrido el asesinato, Uhl encuentra en el establo de Leopold la gema que se desprendió del sable con el que supuestamente hirió a Sophie.  ¿Que acaso nadie limpia los establos reales?

Me molesta ese prurito positivista que hace que filmes y series de televisión (vale recordar “Los X Files” y hasta ocurrió en “Lost”) se empeñen en encontrar soluciones mecánicas o científicas a lo sobrenatural. En el cuento quedaba muy claro que Eisenheim era un hombre fuera de lo normal. La película acaba retratándolo como un mero, ergo hábil, charlatán. En realidad, es Uhl quien  explica mejor que nadie la verdadera magia del ilusionista.

“Eisenheim, no quiero arrestarlo. Soy un cínico, D-s lo sabe... pero si sus número son reales de algún modo... entonces estoy dispuesto a admitir que usted es una persona muy especial.  Y si es  un truco es realmente impresionante. De cualquier manera, tiene un don. ¡Así que no haga que lo encarcele!”
Con esa frase que Burger escribió, se define la grandeza de Eisenheim, un hombre que maneja realidad y fantasía en su propio Reino de Fabula.