Ni es muñeca, ni
es rusa, pero como las matriushkas, se multiplica a cada instante . No porque lleve
muchas vidas, sino porque cada muerte provoca un cambio en su historia
personal. Hablo de la heroína de las dos temporadas de la serie de Netflix que
me ha hecho reconsiderar el salirme del servicio de streaming. Aunque parezca
ser una versión sombría y más adulta que El Dia de la Marmota, Muñeca Rusa es
una buena incursión en la comedia sobrenatural con la que cerramos mayo y
celebramos una década de nuestros Reinos de Fabula.
Si han intentado
ver el primer capítulo (de media hora)
de Muñeca Rusa y apagado el canal, no se sorprendan. Hay personas que
cancelan la serie al cuarto de hora, irritados con la malhablada heroína que no
acaba de morirse, en cambio continúa regresando a una fiesta muy fútil llena de
gente ociosa que finge quererla, pero
que en realidad colabora en su autodestrucción. Mi consejo es cálense al menos
tres capítulos para ver tanto la evolución de la trama como la de su
protagonista, y ahí decidan si siguen con Nadia en un surreal, pero místico, viaje de autodescubrimiento.
El Cumpleaños Fatal
Nadia Vulvokov es
lo que hoy se llama una hípster. Es creadora de software de juego de videos. Un
empleo que no la apasiona, pero que paga la renta de su departamento de dos
ambientes en el East VIllage y todas las drogas que Nadia consume y que no
parecen afectarla mucho (¡Eres una cucaracha!” comenta su amiga Maxie, “nada te mata”) .
No tiene
parientes. Lo más cercano a ellos son Ruthie, su psiquiatra (más tarde
descubrimos que también es su madre adoptiva) y John Reyes, el corredor de
propiedades casado que fue su última pareja. Aunque hace medio año que
terminaron, John—recién divorciado—parece querer volver con
Nadia y ella también parece encontrar difícil sacarlo de su vida. No es que lo
quiera o algo parecido. Nadia es tan ególatra que no hay afectos en su vida
salvo Oatmeal (avena) un gato vagabundo al que le da albergue.
La acción
comienza en la fiesta de cumpleaños de Nadia que ha preparado en su loft su
amiga Maxime. Aunque todos sus amigos, hasta John, están presentes, Nadia esta nerviosa. Oatmeal
ha desaparecido y el hecho de cumplir 36 años— la misma edad que tenía
su madre al morir— la tiene incomoda. Para calmarla, Maxie le pasa
un porro de marihuana mezclada con cocaína. Aparentemente se trata de lo último
en la onda psicodélica israelí (todavía no he encontrado un israelí que los
haya probado).
Nadia encuentra
un posible compañero de cama, pero camino a su apartamento ve a Oatmeal. Va a
buscarlo, y la despistada hipster es arrollada fatalmente por un taxi. Cuando
recobra la conciencia se encuentra en el baño de Maxi y descubre que ha
retrocedido varias horas antes de su muerte. Sin comprender lo ocurrido sale
con su ex John a buscar al gato. Logra evitar el taxi, rescata a Oatmeal y se va
a pasear por la ribera del East River, pero cuando el díscolo felino se escapa
nuevamente, Nadia cae al rio, se ahoga…¡y renace en el baño de Maxime!
En la próxima
media hora (capitulo 2) Nadia morirá casi media docena de veces, cayendo en
varias ocasiones por salidas de subterráneos (esos peligros de las aceras de
Manhattan) y rodando como tres veces por las escaleras del edificio de Maxie. Todo
al son de “Gotta Get Up” de Nilsson, canción que me remonta
a mis 12 años (la banda sonora de Muneca Rusa es excelente). Ya para
entonces nuestra paciencia se debería haber acabado y solo deseamos que se
muera de una vez, pero salva la historia el que la renacida intenta tomar
control de su vida.
Buscando
Respuestas y Encontrando a Alan
Primero cree que
sufre de alucinaciones debido al cigarrillo israelí. Busca al proveedor de los
puchos, el sikh Wardog. Este la presenta con el “Doctor” Daniel, fabricante de
los cigarrillos que le cuenta que el ingrediente secreto no es coca, sino
ketamina ( ¡el analgésico que le dábamos a Maurito cuando le extirparon un
colmillo!). Maxime le recuerda a su
amiga que ya se ha metido ketamina.
Nadia entonces
acepta que ha heredado la esquizofrenia de su madre y para detener las alucinaciones
se interna en el psiquiátrico de Bellevue. Pero en el camino tiene una
discusión con los camilleros y provoca un accidente. ¿Y que creen? Se muere
otra vez.
En medio de tanta muerte (ya ni se atreve a bajar las escaleras y desciende por la salida de incendios) Nadia recuerda que el loft de Maxi queda en un edificio que una vez albergó una yeshivá.S e le ocurre que el sitio puede estar embrujado. Aunque de judía, la hipster solo tiene el nombre (su opinión es “la religión es sexista, racista y no sirve para lucrar a costa de ella”),
Nadia se presenta en la oficina del rabino,
cuya congregación es dueña del edificio, pero se le enfrenta Shifra, la secretaria,
que se vuelve La Mole cuando se trata de proteger a su patrón. Notando lo
estrafalaria que es Nadia, le dice que vuelva en compañía de su marido.
Nadia recluta a John
y mientras este se entrevista con el rabino, Nadia intenta congraciarse con la secretaria.
Tras descubrir que ambas son estériles debido a fibromas (¿Tendremos que culpar
a nuestra Madre Eva por esta maldición que nos cae a muchas gatas judías?),
Shifra se ofrece a recitar una oración para proteger a Nadia. Lo que reza es la
oración nocturna (o “pequeño Shemá”) que rezamos para invocar la protección
angelical. Yo la uso, incluso cuando me hayo en espacios donde me siento
insegura.
Mientras tanto,
John le cuenta sus cuitas amorosas al rabino que concluye que el problema está
en Nadia. “No son las casas las embrujadas, sino las personas”. John se guarda
de decirle esto a su ex y vuelven a discutir sobre si retomar o no su relación.
Nadia decide ir a buscar a un desamparado que siempre ve antes de morir. El
mendigo que responde al nombre de “caballo”(Horse) está desolado porque le
robaron sus botas en el albergue de desamparados (un sitio pavoroso aquí en Nueva
York).
No le robaron su maletín
de instrumentos de peluquería por lo que deducimos que Caballo fue una vez
barbero. El homeless le hace un corte de cabello a su nueva amiga y esa noche la
pasan juntos (no ocurre nada sexual) en el parque bajo la misma cobija. El frio
nocturno les provoca a ambos una hipotermia fatal.
Nadia resucita
con un nuevo propósito: impedir la
muerte de Caballo. Como siempre vuelve a la fiesta de su cumpleaños, le es
posible encontrar al mendigo en el refugio y se pasa la noche velando sus bototos
para que no se los roben.
Al día siguiente,
fortalecida por su buena acción y segura que ha cambiado el destino, sube a un ascensor. Se cortan los cables, el elevador
se precipita al vacío y todos gritan despavoridos. Ahí Nadia nota la presencia
de un chico guapo muy tranquilo. Cuando lo interroga, él le responde “me muero a cada rato”. La reanimada
ha encontrado un compañero de viaje. Alguien con quien explorar las razones de
ese extraño proceso de resurrección.
Alan, quien se suicidó a raíz del descubrimiento de
la infidelidad de la novia, cree que este perpetuo retorno a la vida es un
purgatorio donde deben expiar sus pecados. Aunque Nadia define a su compañero
de desdichas como “un narcisista moralizante” ‘intenta reparar yerros desde llamar
para que arreglen una fuga de gas que puede acabar con la vida de Ruth, hasta recobrar su relación con John e incluso
conocer a la hija de este, pero la solución no va por ahí.
Alan y Nadia descubren
que sus procesos siguen dinámicas parecidas, que han resucitado ambos 15 veces
y que sus muertes están ocurriendo casi simultáneamente. Será por ese camino
que descubran muchas cosas, la menor: como evitar morir y resucitar de nuevo.
No quiero seguir
para no dar spoilers. Baste decir que, aunque se la venda como sitcom, es
demasiado compleja para dividirla en capítulos de treinta minutos, así que
traten de ver varios episodios (mínimo tres) a la vez.
Segunda
Temporada: En La Nueva York Ochentera
La primera
temporada de Russian Doll debutó en Netflix en el 2019. Como saben, fue
un año tan difícil que no tuve casi tiempo de ver televisión y menos una
comedia con toques sobrenaturales. Los que la vieron o la amaron o la odiaron.
Fueron los primeros los que consiguieron que el guion de Natasha Lyonne ganase
un premio de la Asociación de Criticos de Televisión, y recibiese cuatro nominaciones
a los Emmy.
Con tanto revuelo
que provocó, era de cajón que se le hiciese una segunda parte. Solo que el
Covid impidió que esto sucediera. Fue ahora, en abril 2022, dos años después de
acabada la primera temporada, que Netflix ha rescatado esta serie locochona, a
ratos irritante, pero que tiene mucho de redimible.
El único spoiler
que les cuento de la primera temporada es que a final Alan y Nadia se salvan
mutuamente, demostrando que lo ocurrido se soluciona venciendo el miedo a
nuevos amigos y con un buen toque de solidaridad. En la nueva temporada, Nadia a
punto de cumplir cuarenta años, encuentra un portal en el subway neoyorquino y
renace en 1982, en el cuerpo de Leonora, su madre. ¡Y embarazada de sí misma! Esto le
permite descubrir como su madre perdió la herencia de las Vulvokov.
Ya en el primera
temporada sabíamos que lo único que Nadia conserva de Leonora y de la Abuela
Vera es una moneda de oro sudafricano que lleva colgada al cuello. Sucede que,
tras su liberación de Auschwitz, Vera Peschauer
Vulvokov recuperó parte de su fortuna y, no confiando más en los bancos, la invirtió en 150 monedas de oro. Según los
cálculos de Nadia, esas monedas hoy tendrían un valor de $150.000. Esa pequeña
fortuna hubiese permitido a Nadia costearse su carrera universitaria y vivir holgadamente,
pero como descubre en su viaje en el tiempo, la embarazada Leonora las robó
ayudada por su amante de turno.
Nadia intenta
recuperar las monedas, no tanto por el dinero, sino porque asocia su regreso al pasado con la
necesidad de enmendar el error de su madre. Nadia recupera el maletín con las
monedas, pero se lo roban en el tren, en una escena cuya ironía solo entendemos
los neoyorquinos de mi generación.
El metro que Nadia
pronto aprende a usar para sus saltos cronológicos (es como el Tardis del Dr.
Who) es típico de los 80, sucio, rayado de grafiti, con guardias y perros en los vagones para
prevenir atracos y violaciones, y con Angeles Guardianes patrullando las estaciones
para prevenir crímenes. Ese era el tren donde he viajado yo muchas veces. Pero
cuando yo ya estaba en Chile, apareció un alcalde que impuso el lema de ‘”Tolerancia
Cero” y limpio las estaciones de maleantes y basuras .
Ese alcalde fue
Rudy Giulianni, cuyo nombre hoy solo evoca el ridículo y el escarnio, pero
muchos no olvidan que— antes de cometer torpezas— convirtió al metro
neoyorquino en un espacio seguro y accesible. Hoy, gracias a la pésima gestión del alcalde
anterior, nuestro actual alcalde Eric Adams ya no tiene manos para solucionar
un auge de delincuencia que ha devuelto al subway su aura de peligroso e
intransitable.
Una Temporada con
Muchas Abuelas
Volviendo a la
trama. Nadia desesperadamente buscará enmendar y cambiar su pasado, a pesar de
las protestas de Alan quien está enfrentando otro problema. Como él y Nadia están
místicamente conectados, Alan también descubre los placeres y desdichas de ser viajero
en el tiempo.
Si Nadia arrastra a Maxie hasta Budapest para
descubrir los secretos familiares, Alan se encuentra atrapado en el Berlín del Este
en 1961. Peor aún, está atrapado en el cuerpo de su abuela Agnes. Aunque Alan está
feliz con Lenny, el pretendiente de la abuela, no lo alegra mucho el saber que Agnes,
una estudiante de ingeniería, ha dibujado unos planos para que Lenny y otros
crucen subterráneamente a la zona occidental de Berlín.
No todos los
espectadores han quedado contentos con esta segunda entrega que carece del
misticismo y profundidad de la anterior. Aunque persisten los magníficos
diálogos y el humor Lyonne, prevalece sobre ellos la amarga y desesperante
historia de una mujer que, desde su
infancia, tuvo que enfrentar el drama de
una madre perturbada mentalmente .
Otra queja ha
sido que se ha perdido la dinámica de Alan y Nadia que casi no comparten
escenas. En su búsqueda de las raíces de
la disfuncionalidad de su familia, Nadia se aparta de su amigo del alma, y casi
no les presta atención a sus experiencias en un estado policía como lo era la
Alemania del Este. Es por eso por lo que el relato de Alan pierde potencia y eso
se percibe en el poco énfasis en el background histórico.
Nos dicen que
Agnes es original de Ghana y que ha venido a Berlín a estudiar ingeniería.
Efectivamente, muchas universidades de la órbita soviética tuvieron programas de
estudios que ofrecían becas a estudiantes del Tercer Mundo. El que no hayan
escogido para el rol de Agnes una actriz que luzca como la típica
universitaria, indica que la abuela de Alan era un poco mayor que sus
compañeros.
Asumimos que,
para aceptar viajar a un país comunista, Agnes seria simpatizante de esa
ideología. ¿Entonces cómo es que la encontramos creando peligrosos planes y
planos para cometer un acto que merecía cárcel? Tampoco sabemos por qué su
novio Lenny y sus amigos quieren arriesgar sus vidas huyendo al otro lado del Muro.
Mas confuso es el
viaje de Nadia a Budapest en 1944. Es un buen ejemplo de porque es tan difícil (pero
no imposible) hacer comedia del Holocausto. El humor negro de Lyonne llega a
nivel de teatro del absurdo y (al menos a mí) me incomoda. Es imposible mostrar una ciudad
donde se mataba a judíos a diario en los bancos del Danubio , y verla pasearse
tan campante discutiendo sus planes a toda boca como en su encuentro con el Justo
entre las Naciones, Lazlo Kiss en una
iglesia llena de gente.
Nadia y Lazlo Kiss el Justo-que-nunca-existió.
La gran ironía es
que el tal Justo nunca existió. Lazslo Kiss es un sobreviviente de Auschwitz, y
dado que el nombre es común también es el nombre de un par de alcaldes, un
futbolista, un entrenador de natación (acusado
de violar una alumna) y un obispo que ha saltado a la fama por refutar al Papa
Francisco y su discurso pro inmigrante. ¿Será una manera de satirizarlo este
inventarse un tocayo que salvó judíos?
Me gustaría
pensar que Natasha Lyonne—nieta de sobrevivientes, y criada en un mundo
ortodoxo— está jugando con la percepción de los hípsters judíos del Holocausto. Si
pensamos en la actitud de gente como Seth Rogan y Deborah Feldman cuyo
desinterés, rechazo e ignorancia de la historia, bordean en el negacionismo, entonces cobra
sentido esta visión jocosa de una tragedia tan descomunal.
Otro motivo de
confusión es que nos muestren a Nadia y a Alan en sus propios cuerpos después
que han asumido la identidad física de sus abuelas. El no verlos con los ojos
de los que los rodean quita poder y suspenso a su trama sin aportarle humor. A
pesar de esos bemoles, los animo a ver esta fantasía teñida de humor negro que
esconde acertadas observaciones existenciales.
Contenido Violento y Gory: Las muchas muertes de Nadia son bastante violentas. Hay muchas escenas de cadáveres, pero nada realmente gory.
Contenido Sexual: Muchas situaciones sexuales. La más gráfica,
desnudo de espaldas de Alan después de tener sexo con Nadia. La más jocosa: una
orgia al final del cumpleaños de Nadia en que todos despiertan en el suelo,
semi vestidos y apilados uno sobre otro, y donde vemos a uno que tiene pegado
un dildo azul celeste en la parte de atrás del calzoncillo.
Contenido
Feminista: Sin discursos
ni posturas políticas, la serie gira en torno a temas femeninos ofreciéndonos
un retrato de las consecuencias positivas y negativas de ser la tercera
generación de mujeres disfuncionales, del
rencor y nostalgia que Nadia siente por su madre, una enferma mental, y por su abuela, una sobreviviente del
Holocausto. En términos de Sisterhood,
tenemos una red de estrógeno que protege a Nadia, desde la psiquiatra Ruthie que la cría como
hija hasta las excéntricas, pero leales,
Lizzie y Maxime.
Factor
Diversidad: Russian Doll es todo lo diversa que es
Nueva York. Tenemos judíos; Alan, su
novia, su madre y su abuela son negros; Delia es Roma; Ferran es pakistaní,; Wardog es sikh, Maxime
es de ascendencia asiática, John tiene un apellido hispano, etc. En términos de diversidad sexual, Lizzie es
lesbiana y Alan (en el cuerpo de su abuela) se enamora de Lenny.
Acabo esta nota
agradeciéndole a todos nuestros Reyes y Reinas por su leal compañía y aporte a
este blog que tantas alegrías nos ha traído en diez años. Aunque me he
desligado un poco de la ficción sobrenatural, mientras haya quorum, este blog seguirá abierto y activo.