miércoles, 15 de julio de 2020

Nazis, Pachucos y la Santa Muerte: “City of Angels” es otro ejemplo de la imposibilidad de crear terror étnico



Para explicar lo que es “Penny Dreadful:  City of Angels” hay que empezar por decir lo que no es. Aunque lleve en el título “Penny Dreadful” y sea producida por John Logan, en nada se parece a la serie original. No es un cuento de terror, aunque incluya elementos sobrenaturales que evitan que se la califique solamente como drama histórico. Es un total fracaso en su retrato de la cultura y vivencias chicanas. En lo único que funciona es como un reflejo de nuestro presente con policías brutales, personajes étnicos maltratados, y supremacistas blancos. Lo que sí me recordó el horroroso enredo de la Segunda Temporada de “The Terror” es un pésimo coctel de racismo y fantasía.



La Santa Inútil y Su Hermana Inexplicable

Yo fui la primera entusiasmada al enterarme que John Logan volvía al mundo del terror. Me fascinaba este relato sobre la comunidad latina de Los Ángeles en los Años 30 que combinaría folclore mexicano con el racismo californiano de la época. Mi única aprehensión se debía a que una figura central seria la deidad folclórica conocida como La Santa Muerte. La Flaquita ha estado siempre asociada con grupos marginalizados o peligrosos como pandillas y narcotraficantes. Temí que su presencia le diese mala fama al mundo hispanoparlante.

La verdadera imagen de La Santa Muerte


Incluso ahora, después de mi epifanía primaveral en la que descubrí que hablar español no te “hermana” con comunidades latinx, persiste mi tristeza de que el programa haya fracasado en su intento de crear una imagen positiva de la cultura chicana. Eso no ha sido culpa de La Santita quien, interpretada por mi compatriota Lorenza Izzio, se aleja de la iconografía oficial tanto en aspecto (no es la típica calaca) y de vestuario (su corona y mantilla ya la hacen parecer La Macarena).




La mayor falla de esta Señora de la Noche es que es francamente inútil. Aparte de rescatar al protagonista en los primeros diez minutos en la serie y resucitar al hermano de este, en ocho episodios hace exactamente NADA. Como diosa es bastante flojita. La que es tremendamente activa incluso para los idiomas (la vemos hablando en inglés, español, alemán y hasta yiddish) es la hermana de la Santa Muerte, Magda, interpretada por Natalie “Maergery” Dormer,  quien, sin embargo, nada tiene que ver con mitos mexicanos.  

La historia comienza en unos cultivos en un valle californiano. Magda, enfundada en un lago vestido de raso negro, interpela a su hermana. Hace voto de que provocará una gran conflagración que acabará con la humanidad. “Solo quedaremos tú y yo, Hermana”. Acto seguido provoca un incendio que devora los sembrados y a sus sembradores, entre ellos José Vega. Su hijito Tiago intenta socorrerlo, pero es retenido por la Santa Muerte. Tiago sobrevive, pero con la marca de La Huesera en el cuerpo.

Para su madre, una devota de la Santa Muerte, esa marca indica que su hijo es El Elegido. The Chosen one for what?  Hasta el final de la temporada todavía no entendemos qué rol juega Tiago en las artimañas de Magda cuya empresa u propósito también son ininteligible. ¿Qué gana con destruir al mundo? ¿Quién es ella? Nada de eso se comparte con el espectador y es la primera gran falla de la serie.

Pasan veinte años y nos trasladamos a Los Ángeles en 1938. Se trata de una ciudad dividida por la ambición de los blancos privilegiados y los derechos de una minoría hispano parlante. Una ciudad donde los miembros del Bund (el Partido Nazi estadounidense) marchan pacíficamente por los parques liderados por el buen Dr. Craft (Rory Kinnear) que aboga por que America no se enrede en guerras europeas y recuerda a los transeúntes que, sin los alemanes, los gringos no tendrían perros calientes, ni salchichas ni sauerkraut.

Es en esa ciudad donde Tiago Vega (Daniel Zovatto) se convierte en el primer detective latino del Departamento de Policía de Los Ángeles, pero los compañeros del nuevo policía no lo ven con buenos ojos. Ninguno quiere ser su pareja. Solo el veterano (y judío) Lewis Michener (Nathan Lane) acepta ser el compañero del joven chicano. Vega y Michener serán los encargados de resolver el más reciente y más truculento crimen en sacudir la urbe angelina.

En un acueducto aparecen los cadáveres del reconocido filántropo James Hazlett, su esposa e hijos. lo más macabro del hallazgo es que lo rostros de los cadáveres han sido mutilados para parecerse a máscaras del Día de los Muertos. Esto lleva a pensar a la policía que se trata de un crimen perpetrado por los mexicanos. Solo Lewis (que es el único que se interesa en investigar el crimen) sospecha de la conexión entre Hazlett y la carismática y hermosa Hermana Molly (Kerry Biché) una predicadora evangélica que, junto a su madre la Hermana Adelaide (Amy Madigan), maneja el muy popular y millonario Ministerio de las Voces Dichosas.

Lewis tampoco tiene mucho tiempo, ya que adyacente a su trabajo policial, está investigando la infiltración nazi en Los Ángeles, manejada por el arquitecto Richard Goss (Thomas Kretschmann) que ha venido a convertir la ciudad en un espacio digno del Fuhrer. Para eso Goss está chantajeando al Concejal Townsend (Michael Gladis), un gordito ambicioso pero cuyos muchos apetitos (tanto por comida como por chicos guapos) lo hacen proclive a ser extorsionado. Además, Michener y un mini equipo de judíos geriátricos investigan el interés de los nazis por Brian Koenig (Kyle McCarthur), un estudiante de Cal Tech.

De  Frau Fatale a Alex, La Fea
Por sobre todas estas historias, que solo vienen a entroncarse en el séptimo capítulo, reina la siniestra Magda cuya capacidad para adoptar diferentes looks y personalidades le permite interactuar con todos los habitantes de esta ciudad de Los Ángeles. Como la rubia y frágil Mrs. Elsa Branson, se acerca al bonachón Dr. Peter Kraft para que atienda a su silencioso hijito Frank (Santino Barnard).

Pronto Peter cae en las redes de esta sensual compatriota que lo hace creer que es víctima de un marido brutal. Así Craft se erige como protector de Magda-Elsa y del pequeño Frank, a quien el demonio saca y mete en su útero como si fuera una madre canguro empujando una cría en su bolsa.

Craft (cuyo verdadero nombre es Krupp) viene huyendo de una familia poderosa, pero cuyos ideales militaristas el pediatra repudia. Él ha encontrado refugio en America y en un partido cuyos objetivos tampoco entiende o comparte. Craft está harto de su esposa alcohólica que abandona a sus hijos en manos de Maria (Adriana Barraza) una criada chicana que es también madre del Detective Vega (no que esto adquiera ninguna relevancia en la serie).

El pediatra será presa fácil de la seducción de Elsa quien poco a poco va inmiscuyéndose en la Familia Craft. Solo Maria se da cuenta del peligro que representan esta Frau Fatale y su diabólico hijitolo único terrorífico de la seriepero ni la criada ni nosotros entendemos que gana Magda-Elsa en este enredo.

Más claras son las intenciones de Rio, la sexy pachuca, que empuja a Mateo (Jonathan Nieves), el hijo menor de Maria, al asesinato y la delincuencia, a la vez que lo lleva a compartir un trio sexual con Rico (Sebastián Chacon), otro pachuco angelino. Con eso María comprende que el propósito de Magda es destruir a la Familia Vega. Sin embargo, enfrente de la criada, Magda enrostra a su hermana, acusando a la Santa Muerte (que permanece en silencio) de traer dolor y desdicha a María y a sus hijos. ¿Se entiende?

Al menos conocemos los motivos de la última y más activa personalidad adoptada por el demonio Magda. Natalie ha osado verse fea para interpretar a la eficiente, pero poco atractiva Alexandra Malone, secretaria, asistente, mentora y mano derecha del gordito Townsend. Alex asesora las ambiciones de su jefe en los planes de creación de una carretería (Vía Hermosa) que dejará huérfanos de hogar a centenares de chicanos. 

Alex es también puente entre Townsend y los nazis, y lo protege de los ataques de otra concejal a quien confiesa que su objetivo es convertir a Townsend en presidente de los Estados Unidos. Así podrá Magda realizar mejor sus planes de aniquilación de la raza humana. Pero la pregunta persiste. ¿Qué beneficio obtendrá viviendo sola en un mundo en compañía de su insípida hermana?  Como dice Renaldo Matadeen en CBR.com la serie tiene un problema con lo sobrenatural.

La falta de propósito de Magda la hace débil y sosa, casi tanto como la fragilidad de la Santa Muerte. La única vez que las hemos visto en un semi enfrentamiento fue durante el combate de los policías y los chicanos comandados por Raúl Vega (Adam Rodríguez) otro hermano de Tiago.

Vimos a Magda invisible susurrar en el oído de Raúl que matara a Michener. Para defender a su compañero, Tiago dispara a su propio hermano. Los ruegos de María consiguen que la Santita resucite a su hijo que desde entonces se convierte en un amable zombi que vive apoltronado en el salón de chez Vega escuchando la radio.

City of Angels vs The Terror: Infamy
El personaje de Magda se parece al bakemon de “The Terror: Infamy”. Su motivación es confusa, sus acciones lo son aún más. Eso dificulta nuestro seguimiento del personaje, nuestro interés decae y aunque sea un placer vela actuar, su continuo afán de destruir sin construir aburre.

En “Infamy” que, como “City of Angels”, tiene que llenar zapatos muy grandes que le dejó su predecesora, se intentó hacer lo mismo, crear un ambiente que combinase realidad histórica (y racismo) con realismo mágico. Solo que no se consiguió lo que hubiésemos esperado/deseado, un ente sobrenatural derivado de la cultura de la raza oprimida que se erigiese en defensor de su pueblo. En cambio, tenemos entidades malignas y egoístas que buscan satisfacer sus propias necesidades de manera inmisericorde sin reparar en que se convierten en cómplices de la raza opresora.

En ambas series tenemos la impresión de que todo lo malo que ocurre es responsabilidad de la mujer sobrenatural. En “City of Angels” yo todavía no entiendo cuanto dominio posee Magda sobre los Nazis o sobre las evangélicas. Lo mismo ocurría en “Infamy” donde cada vez que pasaba algo malo no se sabía si era por culpa de Yuko (Kike Sukesane).

Primero, Yuko la emprendió con una torpe venganza en contra de japoneses puntuales a los que culpaba de su tragedia, luego se lanzó como kamikaze sobre inocentes mexicanos. Nunca mató blancos.  Incluso las acciones más nefastas del Mayor Bowen (C. Thomas Howell), en quien se encarnó de torpe manera todo el racismo y privilegio blanco, debíamos adjudicárselas a Yuko, ya que ocurrieron luego que el jefe del campo de Colinas de Oro fuese poseído por el fantasma vengativo.

Otra triste cualidad en común que comparten ambas series son esos protagonistas mustios, enigmáticos, inservibles y antipáticos. Al comienzo, Chester Nakamura (Derek Nyo) tiene algunos objetivos, quiere ser fotógrafo, desligarse de la mediocridad de su padre inmigrante, ir a la universidad, ser americano. Hasta su breve affaire con la mexicana Luz (Cristina Rodlo) es un acto de rebeldía que acaba con la visita del ave zancuda.

Ahí Chester se da cuenta que no quiere a Luz ni la quiere en su vida. Consigue un abortivo de su vecina y con eso a la pobre señora la pone encabezando la Lista Negra del bakemon. Cuando Luz se niega a abortar, Chester se la lleva al Campo de Colinas de Oro a vivir en condiciones deplorables, rodeada de gente hostil y él se marcha al ejército. El resto de la serie nos muestra a un Chester bamboleante que quiere ser japones cuando le conviene no serlo, y rechazar sus orígenes y cultura cuando debería abrazarlos. En un momento hasta parece que quiere ser mexicano.

Esa misma ambivalencia e incapacidad de compromiso aparecen en Tiago Vega. Nunca sabremos por qué decidió ser policía y nunca lo vemos portarse como un policía. O está muy ocupado atendiendo problemas personales o revolcándose con la blanquita Molly. Es Lewis quien investiga los asesinatos y quien establece un vínculo entre Hazlett y Molly. Aun así, Tiago sigue con su affaire con una amante trofeo porque es no es chicana. Es igual a Chester que veía en Luz un símbolo de su americanismo, de su desvinculación con la obligación ancestral de casarse con una japonesa.

Lo extraordinario es lo poco que estos personajes hacen por sus comunidades y familias aparte de traerles problemas. Tiago baila con su madre en la calle, pero tiene poco contacto con ella. Después de casi haberlo matado, Tiago casi ni se ve con Raúl. Su relación con Josefina (Jessica Garza) es nula. Cuando la encuentra siendo bautizada en el templo por Molly se indigna. “¡Yo me ocuparé de mi hermana! “le grita a la rubia. Dan ganas de golpearlo porque jamás lo hemos visto hablar con Josefina. A diferencia de Molly, no sabe ni le interesan los motivos para que la chica se haga evangélica.
Josefina y la Hermana Molly

El acto más intenso de Tiago es dejar libre a su hermano Mateo aun sabiéndolo un asesino. Lo sigue con un acto deleznable, endilgarle el crimen del oficial Reilly a otro inocente chicano. Se trata de un acto inmoral y cruel ya que Tiago obliga a Lewis a convertirse en su cómplice, además demuestra el total desprecio del Detective Vega por su chapa policial. Mas grave aún, ni le importa conocer los motivos de su hermano para matar a un blanco. Ignora que Reilly una vez intentó dejar tuerto a Mateo y que agredió sexualmente a Josefina.

Como ha dicho Danette Chávez en The AV Club, Tiago es “risiblemente malo haciendo su trabajo”. Chávez se refiere a Tiago como detective, pero su frase es aplicable al trabajo actoral de Daniel Zovatto que es pésimo. Ni sus carrillos hinchados ni las arrugas de su entrecejo ayudan a proyectar los conflictos que deberían existir en su interior. Aunque todavía está un poquito mejor que Jonathan Nieves que como Mateo no se sabe si está llorando, gruñendo o estreñido.

No Queremos a Los Vega. Queremos a Los Craft
Si me conocen sabrán que , tal como soy proclive a amar a feos, también gusto de malos actores si el rol es simpático y me cala hondo, pero entre Los Vega la única que inspira cariño es la confundida Josefina. He dejado atrás a la matriarca porque tengo más que quejarme de la vieja Coyote (apodo que le da la Santita) que de sus cachorros.

Adriana Barraza es muy buena actriz y lo demuestra en sus escenas con Magda y su alter ego, Frau Elsa, pero como madre de familia es un asco. Es un milagro (y solo porque al libretista de turno se le antojó) que no pierda del todo a su familia antes del final de temporada.

Me ha sorprendido al leer comentarios de críticos y televidentes que las historias que más entretienen de este enjambre de arcos que es “Penny Dreadful: City of Angels”, son la de la Familia Craft, sobre todo la lucha del pequeño Tom (Julian Hilliard) por librarse de su demónico “hermanito” y la de Lewis y su escuadrón compuesto por solteronas y gánsteres judíos. 
Tom con su nana María

Que en un relato étnico nuestros favoritos sean el hijito de un nazi y un policía judío es un poco triste. Y demuestra que como en “the Terror: Infamy”, el miedo a la ecuación minoría de color+ relato sobrenatural ha vuelto a afectar la calidad del producto.

¿Chicanos o Mexicanos?
Es hora de hablar de ese elemento étnico tan prometedor y tan mal manejado. Por empezar no sabemos qué son Los Vegas. Tanto Tiago como Raúl hacen hincapié en que son nacidos en Los Angeles, pero son hijos de inmigrantes.

No descienden de los californios, los primeros habitantes europeos de la zona que fueron relegados por el elemento Anglo en días de la Fiebre del Oro. Quienes hayan leído o visto alguna de las muchas versiones fílmicas de la novela de Helen Hunt Jackson,  Ramona, recordarán que la familia de la protagonista, Los Gonzaga, eran californios, orgullosos de sus raíces hispanas y bastante racistas.
Eduardo Palomo y Kate del Castillo en la versión de Ramona de 1999

Tampoco descienden Los Vega de nativos americanos convertidos por misioneros como el hoy repudiado San Junípero Serra.  Ellos son parte de una inmigración politico-economica que ocurrió en el último reinado de Don Porfirio y que se agudizó con la violencia de La Revolución. Por lo tanto, son Mexicoamericanos y su cultura es la mexicana.

Aun así, hay un intento de separar ambos mundos.  Un toque de presentismo ahí, puesto que hoy La Raza, como se denominan los chicanos, buscan desligarse de un México que siempre los ha menospreciado, pero también de los inmigrantes ilegales. Un motivo de orgullo del chicano es estar en su tierra a pesar de que la cultura mayoritaria sea Angla.

Por eso es por lo que suena raro que luego que Tiago le explique a su güera trofeo que ellos son “chicanos” y no “mexicanos”, que Maria le lance a Magda un apasionado discurso en el que celebra su mexicanidad. Maria se enorgullece de llevar sangre azteca en las venas y también menciona los caballos de La Revolución. Que yo sepa La Revolución es un fenómeno histórico mexicano y el imperio azteca nunca alcanzó tierras californianas.
Campesinos mexicanos en la California de los 30

Por otro lado, el uso del nominativo “chicano” es de Los Sesenta cuando los mexico-americanos alzaron la voz por sus derechos como parte o seguimiento de la Campaña de Derechos Civiles. Se utilizó el término para diferenciar a los que querían mantener su cultura a diferencia los “mexico-americanos” que buscaban la asimilación. Hoy a estos últimos despectivamente se les conoce como Whitiños.

Anteriormente “chicano” era un calificativo negativo usado mayormente por los Anglos. Por eso no se entiende que Maria haya criado a sus hijos orgullosos de portar ese nombre. Es cierto que la cultura pachuca si lo usaba como autodefinición, pero ya sabemos el desprecio que Mamá Vega siente por los pachucos.
Pachucos californianos

Hablando de whitiños, este segregacionismo del Siglo XXI que busca separar a hispano parlantes de hispanoparlantes” blancos” aparece en “City of Angels” en el personaje de Rio.  El tercer avatar de Magda es cuestionado por Mateo Vega por involucrarse en asuntos de chicanos. “Eres blanca” le dice. Rio, con voz aburrida, explica que es hija de sevillanos, nacida en México, pero que para los Anglos es una “dago” (termino despectivo para gente del Mediterráneo).

El grave error de Logan (y ahí también nos recuerda otra torpeza de “The Terror: Infamy”) es presentar un grupo étnico sin ofrecer lo mejor de su cultura.  Tal como la cultura japonesa es vista como retrograda en la serie de AMC, y su folclore queda reducido a espíritus malignos, la cultura chicana se limita a dos aspectos: devoción de la Santa Muerte y el submundo pachuco.

No me malinterpreten, yo amo a los pachucos, su música, su vestuario e idioma, pero no pasaron de ser una tribu urbana. Por pintoresca que sea una tribu urbana no representa en su totalidad a la cultura que le da nido. Sobre La Señora me atengo a las quejas de uno de sus devotos que coherentemente explica por qué la serie no ha sabido retratarla.
Rio y Mateo

Solo agrego que no todos los chicanos son seguidores de la Huesera, de hecho, la mayoría no lo son. Todavía La Flaquita es vencida en el imaginario mexicoamericano por su gran rival y símbolo de la identidad mexicana, Nuestra Señora de Guadalupe.  A pesar de que existió en los 70s un movimiento (hoy desbandado) llamados “Católicos por la Raza” que denunció a la iglesia católica estadounidense por abandonar a sus feligreses latinos, lo que llamamos folk religión entre los de origen mexicano sigue apoyándose en un sincretismo religioso en cuyo centro permanece La Virgen Morena.

Eso es algo que deben recordar los cochambrosos que anuncian, que, tras el derribo de monumentos, el próximo paso será asaltar iglesias para derrocar “Ídolos blancos”. Algo que recuerda la indignación de Maria en contra de Sister Molly por robarle a sus hijos y llevarlos a adorar “un dios blanco”.

La ironía es que la idolatría de Maria, por muy mesoamericana que sea, no ofrece a sus hijos ni respuestas ni escape a su condición. Cuando, en un desahogo, Tiago acusa a su madre de nunca haber aprobado ni su ateísmo ni su falta de devoción por la Santa Muerte, está rechazando la religión de su madre. Lo mismo ocurre cuando Josefina reflexiona que el Padre Núñez, el párroco del barrio, tampoco aprueba el altar de calaveras y animales disecados de Maria.
María en su templo

En la “Penny Dreadful” original, Loganque se confiesa ateo demostró un gran interés en la fe, representada por sus protagonistas, ambos católicos a pesar de ser Vanessa una bruja-médium y Chandler un licántropo. Aquí la cuestión de fe y religión se ve ensombrecida por el miedo a ofender a los Latinx. Uso el término porque no todos los estadounidenses de origen mexicano pertenecen a ese grupo que por hablar más fuerte tiene más representación. John Logan ha dicho que dejó la descripción de cultura chicana en manos de expertos, pero tales expertospor hispanos que sean sus nombres han confeccionado un salmagundi que no satisface ni a chicanos ni a Anglos.

Gorditos, Rigor Histórico y Banda Sonora: Lo Mejor de “City of Angels
¿Es todo malo en “City of Angels”?  Aunque concuerdo con el Gatito Rafa que es vastamente inferior a la original y que no debería usar Penny Dreadful como prefijo, “City of Angels” no es totalmente mala. Posee algunas virtudes como las de darle empleos a actores maduros y gorditos.

No es broma, es la serie en la que he visto más actores rollizos en este siglo. Desde el corrupto policía Reilly hasta un vejete que Elsa recoge en un bar y hace pasar por su marido, los rellenitos roban cámara. Aunque Townsend es un personaje patético, Nathan Lane y Adriana Barraza demuestran que estar peleados con la báscula no evita que puedan crear personajes activos y positivos. Hasta Rory Kinnear anda subidito de pesos.
Estos gorditos no son para burlarse de ellos

Ya mencioné que tanto Rory como Nathan protagonizan los arcos favoritos de la teleaudiencia de “City of Angels”.  Una virtud de esos arcos, y la serie, es que se apoyan en realidades históricas. Algo que no tengo que criticarle a “City of Angels” es su rigor histórico. En 1938, Los Angeles era un hervidero de corrupción, líos políticos y racismo. El Departamento de Policía de Los Angeles era el más corrupto del país. Sus miembros no solo aceptaban coimas de los criminales”,  además funcionaban como ejercito privado de una oligarquía totalmente WASP.

Esta oligarquía vivía presa de un terror a una revolución bolchevique que los privara de sus privilegios. Sus guardaespaldas policías entonces vivían vigilando grupos que pareciesen revolucionarios fueran sindicalistas o gente “diferente”. La serie nos cuenta que es la primera vez que se le da una chapa de detective a un chicano.  No se cuan cierto sea, había patrulleros de origen latino en Los Angeles desde antes de la Gran Guerra y Roman Polanski incluye uno en su obra maestra “Chinatown”.

Lo cierto es que había mucha discriminación alimentada por la depresión económica. La llegada de “Los Okies”, los granjeros de Oklahoma que habían perdido sus sembrados debido a continuas tormentas de arena provocaron una guerra por los empleos. Las autoridades locales crearon un plan maquiavélico, deportar a la población mexicana de regreso a su país.  

Las famosas repatriaciones ocurrieron a lo largo de la Unión Americana. Se deportó a más de un millón de mexicanos, el 60% de los cuales eran nacidos en los Estados Unidos. En Los Angeles la policía condujo operaciones en que arrestaban a todos los latinos que encontraban en un bar u otro sitio público y los repatriaban a México sin siquiera avisarles a su familia.

En ese clima de violencia racista, Los Angeles fue terreno fértil para el fascismo que tal como nos muestra la serie se llamaba el Bund, cuyo nombre oficial era German American Bund. Tal como vemos en “City of Angels” sus miembros andaban marchando por la calle, lanzando discursos impromptu en el parque, pero no eran tan bonachones como el Dr. Craft (nee Krupp).
El Bund alza una Suastica en Hindenburg Park (los Angeles)

Mas allá del Bund, también fue una fea realidad que los nazis bona fide prestaron atención a la costa del Pacifico y se infiltraron en muchas áreas californianas, incluyendo la policía angelina. De acuerdo con Steven J. Ross en su libro Hitler in Los Angeles los nazis, apoyados por el Ku Klux Klan, muy activo en el área, planeaban maneras de destabilizar el gobierno y de crear focos de violencia antisemita. Sus complots iban desde linchar a los grandes productores hollywoodenses (la mayoría judíos) hasta disfrazarse de fumigadores de cucarachas e infiltrarse en hogares judíos y sofocar a sus habitantes con gases letales.
Nazis californianos

Aparte del toque premonitorio del uso de gas, es sorprendente que aun antes de Pearl Harbor, Hitler y sus esbirros tuvieran planes de invadir Estados Unidos y sentar bases en la costa californiana. Incluso tenían galpones de armas y municiones en los muelles de San Diego. Quien descubriría todo esto fue un abogado judío, y veterano de la Gran Guerra llamado Leon Lewis quien creó toda una red de espionaje en Los Angeles cuyos miembros arriesgaron su vida infiltrando el cabal nazi.
Leon Lewis

Curiosamente, aunque el subtítulo del libro es How the Jews Foiled Nazi Plots Against Hollywood and America, el Grupo Lewis solo contó con un agente judío. Los demás fueron reclutados por Lewis dentro de la comunidad germano-americana de California que contaba con muchos antinazis. En la serie en cambio, muestran que el detective Lewis Michener trabaja con un escuadrón  judío fácil de identificar y asesinar.

Mejor le va a Michener con su alianza con el crimen organizado, una propuesta que me incomoda un poquito a pesar de que Meyer Lanski (con ayuda de su habibi Lucky Luciano) nunca le negó un favor a un judío. Los espectadores han querido identificar a Benny Berman (Brad Garrett) con Bugsy Siegel. Algo totalmente posible, puesto que Bugsy había llegado a Los Angeles en 1937 para reforzar los lazos entre las familias mafiosas de ambas costas.
Benny Berman y el Detective Michener

Lo que fue un anacronismo en reversa fue ese extraño episodio en Baja California cuando agentes nazis matan a representantes del Haganah (organización paramilitar creada por los judíos en lo que es hoy Israel) que están a la espera de un cargamento de armas. Aunque es históricamente genuino que Meyer Lansky y sus amigos (con un poco de ayuda de Frank Sinatra) enviaron cargamentos de armas a Tierra Santa lo hicieron a fines de los 40 para ayudar a la creación de Israel (que muy mal le pagó a Lansky).

El escenario presentado en “City of Angels” es incongruente. En 1938 el Mandato Británico de Palestina estaba en guerra con los palestinos en lo que se llamó La Revuelta Arabe. La Agencia Judía que controlaba al Yishuv (los judíos residentes en el Mandato) estaba más ocupada con sacar judíos de Alemania que de conseguir armas.

 De hecho, el Haganah estaba de brazos caídos, dedicado más a la autodefensa de la comunidad que de convertirse en un ejército. Por otro lado, es un poco descabellado que las armas se las entreguen en la costa del Pacifico. Mas rápido era enviar el cargamento desde Nueva York al Medio Oriente.

Además de la buena recreación histórica y de algunas excelentes actuaciones, “City of Angels tiene otro merito: su banda sonora. No solo la música de fondo.  La aparición especial de Patty LuPone cantando en un bar gay; y los números musicales de Sister Molly corresponden al hit parade de 1938 y el uso de música y bailes ayuda más a la comprensión y apreciación de la cultura chicana que la escuálida Santa Muerte.

Hay algunos anacronismos.  El Gatito Rafael se quejó de la música de salsa en una escena del Barrio;  mi hermano gruñó ante una versión guarachera de “Sing Sing Sing”; y lo que Tiago y su madre bailan es un bolero campesino, lo que hoy llamamos bachata.

Curiosamente, Los Vega no bailan una bachata, a pesar del sonido dominicano en el trasfondo. Ellos se crean su propia coreografía,  una mixtura de rumba y danzón que convierte el baile en algo personal, intimo, que representa una unidad familiar y cultural que la serie lamentablemente no supo expandir ni capturar. Recomiendo “Penny Dreaful: City of Angels” por las virtudes enumeradas, pero con reparos. Se la puede encontrar en Showtime On Demand,  en Hulu y en Youtube.

NOTA: Agradezco al Gatito Rafael Ochoteco por su paciencia de seguir la serie hasta el final conmigo.

jueves, 16 de abril de 2020

Doctor Freud, Cazador de Taltos: Netflix Lleva a Sigmund a un Oscuro Reino de Fábulas.



“Freud”, la nueva serie de Netflix es difícil de digerir, de entender y de calificar. Tras mucha meditación, la coloqué en este blog porque la presencia de una Taltos la hace fabulosa; la enredosa conspiración Szapary la acerca a una ucronía; y ver al Padre del Psicoanálisis pasar de hipnotista a detective, a exorcista drogadicto (sin olvidarnos de sus escenas soft porn) son suficiente razón para hablar de una fantasía imposible. Si la han visto opinemos, si no, lean y tiemblen.

¿Era Freud drogadicto? Secretos de la Historia
En tres palabras, “Freud” es una melange de sexo, gore y drogas. Lo que fuera característica de las series de HBO ahora lo es de Netflix. Al menos en sus tres primeros episodios es entretenida, misteriosa, y llena de posibilidades, pero a partir del cuarto hasta los de estómago fuerte se aprietan la nariz, ahogan las náuseas y abusan del Fast Forward.

Ustedes saben que soy amiga del pasado y que me molesta cuando lo pasan a llevar en los seudo period pieces, pero hay tres subgéneros dentro de la ficción histórica donde se permiten licencias: la ucronía (Inglorious Basterds); la fantasía (Abraham Lincoln, Vampire Hunter) y los historical whodunnit. “Freud” parecía pertenecer a este último subgénero y por eso no compartí la ira sagrada de Adrian Horton en The Guardian (un periódico enamorado de las fake news y licencias dramáticas ofrecidas por series y filmes que propagan sus ideas) ante las falsa historicidad de esta serie.

En un misterio histórico, el personaje real pasa a ser el detective y como tal pierde muchos de los atributos que los biógrafos le imprimen. Además, este es un Freud pre-psicoanalisis que está experimentando con la hipnosis como en mi época experimentábamos con los yoyos (en vez del juguete, tiene un reloj de bolsillo que balancea ante los ojos de quien quiere poner en trance).

Robert Finster interpreta a un Freud jovencito que tiene más deudas que pacientes, que irrespeta la cena de Sabbath en casa de sus padres para exigirle al cuñado que le devuelva un préstamo, y que debe posponer su boda (con Martha Bernays que eventualmente se convirtió en Frau Doktor Freud) porque la suegra no cree que pueda mantener una familia.

Si enfatizo este punto es porque me ha asombrado que bastiones progresistas como The Guardian  aúllen airados ante la “falta de historicidad” de la serie cuando ni se inmutaron ante la premisa esbozada en “The Crown” de que Isabel II es físicamente incapaz de llorar; cuando babean mieles sobre el inexacto retrato de Madam CJ Walker que tiene a historiadores afroamericanos y hasta a la nieta de esta heroína impactados por sus desatinos:  o cuando permanecieron mudos ante la mamarrachada cometida con el relato del incendio del Bazar de la Charité.

Aquí no hay problemas históricos, graves. Sigmund Freud fue repudiado en sus inicios (y en su madurez) por el colectivo médico y científico y fue tildado de charlatán. El antisemitismo era rampante en el imperio austrohúngaro y alcanzó frontalmente a Freud en los 1880, tal como atacaría a Paul Ehrlich en Alemania en los 1890 (ver “Charite”) y a Max Liebermann en la Viena de la Belle Epoque (ver “Vienna Blood”).

La clase militar austriaca era tan rígida, conservadora y antisemita como la alemana. El reinado de Francisco José se vio sacudido por revoluciones y levantamientos en diversos puntos de su amplia geografía. El peor fue la revolución de Kossuth de 1848 que dejó al emperador (y a pesar de la adoración de Sissi por todo lo húngaro) con profunda desconfianza por sus súbditos magiares y en el pueblo húngaro dejó rencor y un amargo deseo de revanchismo. Debido a eso no es imposible imaginarse la posibilidad de una conspiración vengativa como la de la Condesa Szapary (Anja Kling). Pero lo que convierte a este relato en historia alternativa es trasladar esa revolución a 1868 para permitir a Freud interactuar con los conspiradores.

Primera Interrogante.  ¿Fue Sigmund Freud un cocainómano?  Desde sus años en la universidad había usado la cocaína (que sería un medicamento legal hasta el Siglo XX) para curarse los ataques de sinusitis y es más que probable que se volviese adicto a la droga. Así es que mostrárnoslo tomándose sus gotitas hasta en la ópera y usando la coca para calmar pacientes y engatusar a su ama de llaves no son meros inventos.

Pues parece que ha sido un shock para los Freud Fans (todavía existen) saber que Sigmund jalaba coca. Bueno, jalar, jalar…solo se plantaba sorbitos como si fuese un jarabe para la tos. No he visto todavía un sitio importante no comenzar su crítica de esta serie sin aludir a la drogadicción del gran psiquiatra.

Aun cuando saben de la amistad de Freud con la pasta, les parece de mal gusto que se incluya en la serie. Sii, los mismos que ni se quejaron cuando en otra serie de Netflix convirtieron a la Zarina Alejandra en drogodependiente o que les encanta “Elite”, una oda al drogadicto y al camello que lo provee.

¿Plagio de Vienna Blood?
“Freud” es un coctel de “Vienna Blood” y “Penny Dreadful” sin la profundidad o humanidad de la última. Tiene una estética que recuerda a los filmes de horror de la Hammer salpicada del gore de Dario Argento. Su trama, como en” Vienna Blood”, se centra en la curiosa sinergia entre un joven médico judío y un reprimido y austero policía, aquí llamado Alfred Kiss (Georg Frederich).

Un ex soldado, Kiss rumia su antisocial tristeza en la policía vienesa, guarda su ternura para sus nietecitas, y lucha como un don Quijote por batallas perdidas porque en Viena siempre mandan los poderosos. Su Sancho Panza es el obeso, centrado y escéptico Porschaerer (Christoph F. Krutzler) al que le da por cantar en las tabernas..

El primer encuentro entre Kiss y Freud es motivado por el horrible ataque a una muchacha llamada Steffi que, aunque vive en un burdel, no es prostituta. Kiss carga a la joven agonizante a casa del médico más cercano que resulta ser el futuro psiquiatra. Freud no puede evitar la muerte de Steffi, pero esto genera una relación no muy amigable entre policía y médico.

Los temas de “Vienna Blood” que tiene lugar veinte años más tarde, se repiten en este relato, solo que los crímenes van todos conectados. Así notamos que el imperio no era muy distinto: tenemos secretos militares, conspiraciones de xenófobos nacionalistas, prostitutas mutiladas y hasta una médium, aunque esta parece estar viva.
Freud antes del psicoaalisis  y Schnitzler antes de La Ronda

Freud es arrastrado por su mejor amigo (y cocaine buddy) Arthur Schnitzler (el austro-chileno Noah Saavedra) a casa de los Condes Szapary, una pareja de exiliados húngaros. No se sabe si los Szapary son pareja o hermanos, aunque usan la misma mascara de ojos. lo que si saben hacer son soirées extravagantes, desde sesiones espiritistas hasta tableau vivants con gente semi desnuda de todos los sexos. Hasta se consiguen una momia para tener una ceremonia egipcia con la que entretienen al heredero al trono, el Archiduque Rodolfo, si el de Mayerling. En todas estas empresas, los Szapary son asistidos por Fleur Salome (Ella Rumpf), una huerfanita a la que han criado, pero de quien exigen que colabore en sus estafas ocultistas como médium, sacerdotisa, etc..

El problema es que Fleur comienza a manifestar poderes reales. Tiene visiones del pasado, presente y premonitorias. Así consigue rescatar a la pequeña Clara, descubrir a su secuestrador y presenciar una horrorosa masacre perpetrada por el tenor de moda.

A pesar de que Fleur se convierte en colaboradora del Dr. Freud, su talento choca con el escepticismo de la mente científica freudiana. Una subtema de la serie es la incredulidad, tanto la de la clase médica por los métodos de Sigmund, como por parte de él hacia los inexplicables dones mediunísticos de Fraulein Salomé.

En el Laberinto de la Hipnosis
A pesar de que la serie es extravagante (Tipo “Sherlock Holmes” de Guy Ritchie) la acción es convulsa y disparatada, y que personajes y subtramas se desperdigan sobre el tapete que es Viena, hay un hilo conductor:  la hipnosis. Ese es el eslabón que vincula este cuento con la verdadera obra freudiana. Al comienzo de la historia, Freud acaba de regresar de Paris donde, bajo la guía de Charcot, se ha iniciado en los misterios del hipnotismo que los neurólogos vieneses ven como una maroma de circo.

Freud entrena a Lenore, su casera, para que finja ser una mujer que ha quedado muda debido a la muerte de una hija. El problema es que tanto ensayan la escena que cuando llega el momento para hacer creer a los médicos serios que existe una cura hipnótica para el mal, ¡la pobre Lenore cae en trance y queda muda de verdad!

Freud es acusado de ser” un charlatán judío” y es el hazmerreír hasta de sus parientes, Pero la cura en manos más expertas es efectiva. Lo demuestra el Dr. Breuer, mentor de Sigmund, que cura a una mujer ciega y paralitica haciéndola retroceder, bajo hipnosis, a su juventud. El mismo Freud usa la hipnosis para curar a Kiss de una mano agarrotada y así le permite sobrevivir un duelo.

Una noche en que el psiquiatra ha ingerido demasiada cocaína (o le hace mal un coctel, con un toquecito de belladona, que le sirven los Szapary) cae en un delirio y creyendo buscar a su novia acaba en el cuarto de Fleur. Después que ella se ha burlado del relojito hipnótico de Sigmund, acepta ser hipnotizada, así asiste al secuestro y tortura de la pequeña Clara. Días después, cuando gracias a ella Clara es rescatada, Fleur vuelve a caer en trance justo cuando Freud pretende hipnotizar a la pequeña.
Fleur en trance hipnótico 

Sin embargo, Fleur está en las garras de Sophia Szapary cuyos poderes de hipnotizadora son más fuertes que los de Freud y Breuer combinados. Los Szapary quieren destruir al emperador y vengar a su país creando un ejército de zombis vivos, pero en estado de trance que los lleva a cometer crímenes monstruosos como apuñalar en la vagina a la amante, mutilar a la hermanita o en el caso del cantante Mucha, volverse caníbal y engullirse a los padres.
Sophia hipnotiza a Freud

Sophia incluso hipnotiza a Freud, y tal como a Leopold (el hermano de Clara) lo empuja al suicidio, pero Freud, a punta de beberse un ácido en vez de cocaína, logra evitar su auto defenestración. Ahora ya tiene claro que son los Szapary los que representan un peligro para su protegida. Solo que Fleur es más peligrosa de lo que cree el buen doctor.

Es a partir del quinto capítulo donde descubrimos los planes Szapary y donde entra en juego el tema sobrenatural. Es una lástima que de ahí en adelante la trama se concentre más en sexo y sangre, lo que me hace entender por qué los críticos han quedado patitiesos. Incluso nos muestran un Freud pusilánime, totalmente adicto e incapaz de tomar decisiones coherentes o profesionales. Pasa a ser lo que Gereon Rath en la Tercera Temporada de “Babylon Berlin”, un ente hipnotizado y sometido a las drogas. Eso disminuye a Freud que de psiquiatra-detective pasa ser exorcista cuando el endemoniado es el.

Fantasmas, Premoniciones y una Taltos
El tema sobrenatural se presenta de varias formas en la serie. Algunas no llegan a ninguna parte como el vecino fantasma de Freud, o el sueño premonitorio de su novia Martha quien ve a Sigmund a punto de saltar por una ventana. El toque “Reino de Fabulas” de la serie es la supuesta transformación o posesión de Fleur por algo llamado Taltos que nunca llega a entenderse del todo debido a una confusión ignorante que vuelve incoherente al argumento.
Fleur en su infancia

Los Szapary quieren hipnotizar al Archiduque Rodolfo. Este quiere servirse a la médium. Sin advertirle, Sophia envía a Fleur a una sesión espiritista “privada “. Fleur se encuentra con el príncipe encuerado y con ánimo violador. Casi consigue abusar de la médium, pero el ataque provoca que afloren en Fleur fuerzas sobrehumanas y a cabezazo limpio le baja la libido al heredero al trono. Mas encima le vomita encima y huye.
Archiduque violador

Fleur violadora

En la calle, un hombre acosa a Fleur que sin tocarlo lo hace darse de cabezazos en la pared, llega al piso de Freud donde procede a violarlo varias veces de noche, de día, e incluso en presencia de Lenore y de Eli, su cuñado por partida doble. Eli, que ha venido a cancelar una deuda, cambia de idea y prefiere chantajear al novio de su hermana. Freud no está para eso porque Fleur ha vuelto a desaparecer

Entre el cuarto y quinto episodio el argumento deriva en cuento de terror y se descalabra. No es que no sea posible combinar lo sobrenatural con un misterio policiaco, pero debe hacerse con lógica, palabra que los libretistas desconocen.

Antes de ir a su encuentro con el archiduque, Fleur se para ante un espejo y Sophia le dice “te estas convirtiendo en una Taltos”. ¡Error!  Se nace Taltos, no se convierte en uno, pero la serie insiste en mostrarnos a Fleur como poseída por un demonio, para colmo, masculino. Para mayor ignominia, Fleur es atacada por un tremendo apetito sexual, una resurrección del mito misógino que la mujer que expresa agresividad sexual está endemoniada.

Freud consulta en un libro el significado de la palabra “Taltos” que Fleur repite en sueños. Descubre que se trata de personas que poseen poderes sobrenaturales tales como la necromancia y el dominio sobre voluntades ajenas. Quedémonos en “personas con poderes sobrenaturales”.  Históricamente, Taltos era el nombre que los primeros húngaros (magiares y hunos) daban a sus chamanes. Los Taltos sobrevivieron a la llegada del cristianismo. Se cree que varios reyes de la Dinastía Arpad fueron Taltos como lo fue San Esteban (el húngaro, no el judío lapidado).

Un/una Taltos nace con defectos físicos (seis dedos en cada mano, membrana sobre la cabeza, etc.) y sus dones se acrecientan con la madurez. Su mayor talento es el viaje astral en el cual “envía su alma a las estrellas” lo que le permite encontrar tesoros ocultos y prever el futuro, pero el principal objetivo de todo/toda Taltos es proteger a la comunidad magyar. Eso es lo que hizo Fleur de niña cuando salvó la vida de Sophia y es lo que hará al final.
Fleur salva la vida de Sophia

Por eso no se entiende que, por cuatro capítulos, Fleur actúe como poseída por un ente maligno lo que hace creer a Freud que sufre de doble personalidad y a la policía que se trata de una psicópata criminal. Mas incomprensible, si Taltos ya está dentro de la médium no se entiende la necesidad de esa ceremonia sangrienta y obscena en que se busca recrear el momento en que afloraron los poderes de Fleur.
Como no nos cuentan quien es Fleur (hasta ese nombre francés no es propio de una campesinita húngara) no sabemos si antes de conocer a Sophia ya manifestaba su condición de Taltos. Tampoco la serie nos explica de donde le nació la clarividencia. A juzgar por la de veces que vemos sus paños higiénicos ensangrentados, tiene que ver con su regla. Víctor Szapary dice que Fleur “siempre ha estado maldita”. Esa no sería la manera en que un húngaro se referiría a una Taltos.

La serie ha sido escrita entre tres libretistas, pero da la impresión, a partir del desmadre del capítulo 5, que cada uno escribe desde su casa y no se contactan entre sí. Eso podría explicar la madeja de absurdos que se desovilla a partir de la posesión de Fleur y la cantidad de cables desconectados que quedan al final. Un final atropellado y absurdo. ¿Tenemos que creer que fueron los poderes psiquiatricos-hipnoticos de Freud los que consiguieron que Fleur encontrase su verdadera personalidad o acaso el médico practicó un exorcismo que expulsó al espíritu maligno del cuerpo de la médium?

Mirando la descripción con la que se vendió la serie nos percatamos de que no cumple ninguna de sus promesas. “El joven Sigmund Freud resuelve varios misterios en a Viena de 1886 con la ayuda de la médium Fleur Salome y del policía Alfred Kiss”.  Freud no resuelve ningún misterio, y en un momento, los tres protagonistas andan cada uno por su lado, preocupados de sus asuntos y no se sabe cuál de los tres está más loco.

Las Dificultades de Convertir a Freud en Personaje de Ficción
Las descripciones culturales de Sigmund Freud siempre han sido controversiales, incluso la mejor, una miniserie de la BBC de 1984 en donde David “Poirot” Suchet se encargaba de representarlo. Recuerdo una escena totalmente WTF donde Miriam Margolyes, interpretando a una paciente, ¡le solicita al psiquiatra “un masaje genital”! (Era una práctica muy común de los psiquiatras de la época “para calmar” a mujeres histéricas. ¡Cochinones!)

Pero incluso en una visión “seria” de Freud se encuentran estas extravagancias. Vale recordar “Freud: Pasión Secreta”, la visión surrealista de John Huston del origen del psicoanálisis con un Montgomery Clift atormentado por fantasías edípicas con su madre y una paciente (Susannah York), tan seductora y enigmática como Fleur. ¿Qué se puede esperar de un libreto de Jean Paul Sartre?

Ni habar de la exitosa novela de Nicholas Meyer The Seven Per Cent Solution llevada al cine en 1976 con Alan Arkin como la quintaesencia del doctor judío atendiendo nada menos que a Sherlock Holmes que viene a curarse de su drogadicción. Un caso de “medico cúrate a ti mismo” acompañó a esta premisa de que se pueden mezclar personajes de ficción con seres de la vida real.

Solo que nada llega al nivel demencial de esta última barbaridad netflixiana que entremedio de disparates tiene motivos recurrentes e inexplicables. ¿Cuál es el significado del gentil lobo que aparece tanto en los sueños de Fleur como en los de Kiss? ¿Qué significado tiene que Sophia para un hechizo entierre su peluca? ¿O que Fleur al transformarse en Taltos se rasure las cejas? ¿Y por qué, porque los escritores tienen esa obsesión con gente vomitando?
Lobo inexplicable
El entierro de la peluca

Aunque la pregunta del millón es ¿cuál es la razón o motivo de que a cada rato veamos penes ensangrentados en pantalla? Es tan importante la presencia de los genitales masculinos en esta obra que en The Irish Times, el crítico comentó que la próxima vez que “El Chico” (The Lad) aparezca en pantalla “se debería darle algún parlamento”.

No, puedo, con dolor del corazón porque pudo ser una magnifica serie, no puedo recomendar “Freud “a menos que quieran ver hombres brincando con sus colgantes dando brincos al unísono, o tengan mucha curiosidad y tiempo para ver relatos mal contados y llenos de despropósitos.