Aunque en su momento escribí sobre las posibilidades románticasdel viaje del tiempo, el tema no me atrae, a menos que se trate de un viajero
del pasado en nuestro presente. Tal vez porque yo siempre me he sentido como un
anacronismo y por eso me gusta tanto Ichabod Crane de “Sleepy Hollow” y tal vez
por eso no me interesó mucho la cacareada adaptación de Outlander (Forastera) de Diana Gabaldon. Pero después de ver un par
de episodios me he reconciliado con este cuento que demuestra que Starz no solo
le apuesta al sexo fácil y barato en marco de época.
El primer problema con “Outlander” es precisamente la
compañía que lo produce. Starz se especializa en period pieces con más sexo y gore que veracidad histórica. Para
ejemplos, ahí esta “Espartaco”, muy entretenida, con escenas imponentes, muy
bien dirigidas, excelentes actuaciones. Pero amen de ser una de las series más
misóginas que he visto en mi vida, era un espectáculo despelotado que no dejaba buen sabor de boca, ni satisfacción,
y que lamentablemente no poseía lo que hace memorable a un show televisivo. “Da
Vinci’s Demons” en que se intenta explorar el lado esotérico del gran artista
también se fue por las ramas del sexo gratuito ¡y heterosexual! Parece que no
han leído ninguna biografía de Leonardo.
El próximo experimento de este tipo de entretenimiento de Starz fue “Black Sails”. Podrá ser muy entretenida
y tiene personajes con posibilidades, lamentablemente la violencia y la
estridencia sexual son lo que priman en este cuento de piratas. El desarrollo de
personajes no es un objetivo de la producción y la misoginia vuelve a
presentarse: las mujeres o son victimas, o viles villanas, o medio tontas.
En “Outlander” no encuentro ese bullicio ni esa misoginia, y
eso que la novela es un muestrario de sexo, violencia y, feo detalle, violencia
sexual. La protagonista, su hija y un sinnúmero de personajes femeninos son apaleados
y abusados sexualmente en varias ocasiones. ¡Si hasta al héroe lo viola el
villano! ¡Y después se quejan de Ser George! La serie, y Starz siendo Starz, no
le escabullen al tema ultraje. Incluso, un episodio que el lector sabe que no
llega a ocurrir la violación, en la pantalla adquiere caracteres de un asalto
sexual de facto.
Lo que sucede es que a diferencia de otros adaptadores (no
necesito nombrarlos. Ya saben quienes) los encargados de traducir novela a
serie se han apegado bastante al original, que ya lo he dicho en el pasado no
me gustó nada. Aun asi, tal como en la novela se esperan
a la noche de bodas de la protagonista
para desencadenar la lujuria de las cámaras. Y tal como en el libro, el sexo siempre tiene lugar en un marco de romance (Claire con sus dos maridos) o de violencia no-erótica (con villanos) por lo que nunca es gratuito.
En tres palabras esta es la trama de Outlander. Claire Beauchamp Randall, es una enfermera inglesa que
tras servir en el ejército durante toda la Segunda Guerra Mundial, se toma una
segunda luna de miel con su marido, Frank, en Escocia.
Los Randall están profundamente enamorados, aunque las
dificultades para que Claire quede embarazada ensombrecen su felicidad.
Mientras Frank investiga en los archivos locales sobre un ancestro dieciochesco
(Jonathan Randall), Claire se dedica a recolectar plantas medicinales. En una
de estas incursiones se encuentra ante un grupo de menhires llamado Craig Na
Dun y sin saberlo cruza un portal mágico que la lleva a la Escocia de 1743, un
mundo primitivo y en pie de guerra.
En su nuevo mundo, Claire es acusada de ser
una Sassenach (una forastera, de ahí
el título), una espía inglesa y hasta de bruja. Se convierte en la invitada
y prisionera del clan Mackenzie. Termina
casada y enamorada del joven Jamie Frazer, y ambos serán prisioneros del sádico Black Jack Randall.
(Thewrap.com) |
La novela está muy bien escrita, con un fino sabor de época,
de dos épocas, porque Gabaldon nos crea dos visiones del pasado. Las Highland
(Tierras Altas) escocesas antes de la Guerra Civil de 1745, y la Escocia de
1945, recién salida de una terrible guerra. El idioma es admirable, Diana
Gabaldon tiene una pluma refinada para describir escenas poéticas casi tanto
como para episodios crudísimos.
Mi gran problema es que nunca me gustó la protagonista,
nunca sentí (y eso que está narrada en primera persona) la tragedia de Claire.
Su romance con Jamie no me resultó ni apasionante ni sexy, ni romántico. Jamie
es muy simpático, y casi devolví el estomago antes las torturas (que incluyen sodomía forzada) a las que lo somete Randall, pero no me enamoraría de
él.
La serie es bellísima. Se ha hecho un uso estupendo del
paisaje escocés. La iluminación es maravillosa, ayuda a crear atmósferas e
incluso hace verse exquisita a la modelo irlandesa Catriona Balf en su rol de Claire. He visto fotos de la actriz en ropa contemporánea y no es nada del otro mundo. Como Claire circa
40’s se ve un poco como Maggie Gyllenhaald y otro poco como Cate Blanchett, pero cuando adquiere superioridad
estética es en su rol de “Outlander” donde en ropas dieciochescas me recuerda a Maureen O ‘Hara en “La Posada de Jamaica”.
La modelo además es excelente actriz y me ha hecho releer el
personaje. A pesar de que agradezco que hayan incluido el recurso de la
voz narradora (a muchos les molesta) yo
sé lo que piensa y siente Claire gracias
a su intérprete. Me convencen su frustración, ira y miedo al ser una forastera
en medio de un clan de machos alfas más violentos y groseros que una pandilla
de motociclistas angelinos combinada con un khalassar Dothraki.
Aunque Sam Heughan es muy simpático y lo suficientemente
atractivo para dar vida a Jamie, no shipeo al par (todavía no, denme tiempo) . El Jamie del primer libro es como un niño, alguien al que hay que
proteger constantemente, al que hay enseñar cosas (es virgen hasta su noche de bodas). No es mi
tipo de hombre. Sobre todo porque como todavía no tiene historia (a pesar de
las cicatrices en su espalda) no me resulta tan interesante como personaje.
Lo que mas me apasiona de “Outlander” es su trasfondo histórico
que recuerda a las novelas de Sir Walter Scott y Robert Louis Stevenson. Esa
rebeldía escocesa ante el yugo británico que este año, con el reciente referendo,
vuelve a ser tópico de noticias. Resulta tremendamente trágico que Claire sepa
que la causa Jacobita está perdida y que, como Casandra, solo encuentre oídos
sordos a sus profecías.
Lo otro que me impacta es la actuación de Tobias Menzies. Su Black Jack Randall es un villano irredimible, un verdugo que tortura y viola
prisioneros. Es el un papel más oscuro que los que le conocía a Menzies (léase
el bruto Bruto de “Roma” y Edmure Tully de “Juego de Tronos”) pero lo
impresionante es que TM hace un doble papel puesto que también interpreta a
Frank Randall, el marido de Claire.
Menzies hace un malabarismo actoral interpretando a un
monstruo dieciochesco y a un sensible e inteligente caballero ingles de la
posguerra. La serie subraya el amor que Frank siente por su esposa y el hecho
de que un sentimiento reciproco exista en Claire (a pesar de lo bueno para la
cama que le resulta el segundo marido). La escena más conmovedora de la serie
ocurre en el capitulo que cerró la primera temporada (SPOILER para quien no haya
visto esta octava entrega).
Claire, casada y revolcada, decide volver al sitio mágico
desde donde podrá regresar a su presente y a su marido. Frank, después de una
dolorosa e infructuosa búsqueda en la que se tropieza con la indiferencia de la
policía y hasta con estafadores, también llega a Craigh Na Dun. Por un momento
parece que se rencontrarán. Alcanzan a oír sus voces, pero llegan los ingleses
y apresan a Claire separándola de un Frank desolado. Eso si estuvo romántico,
pero como no es spoiler decir que el
héroe de este cuento es Jamie, el pobre Frank no tiene chance ninguna.
La pregunta que falta
responder es si “Outlander” cabe en el mundo de la fantasía. Cuando Diana
Gabaldon la publicó en 1991 no se sabía realmente como calificarla. Obviamente era
una fusión de novela de aventuras y romance histórico, pero perturbaba a esta
definición el incidente del viaje del tiempo. Normalmente las novelas que giran
sobre ese tipo de travesía califican como ciencia ficción, pero en este caso no
había maquina ni explicación científica para el retroceso en el tiempo de
Claire. Hasta donde sé el portal que cruza es mágico, el terreno que rodea a
Craigh Na Dun era sagrado para los druidas y muchos en la novela creen que
geográficamente corresponde al mundo habitado por las hadas.
¿Pero aparte de ese portal hay algún otro elemento mágico en
“Outlander”? La respuesta no implica un fácil “no”. El mundo al que llega
Claire es lo bastante primitivo y místico para que se sienta una atmosfera
mágica. Sus habitantes creen en lo sobrenatural desde el cura que ya anda
acusando a Mrs. Beauchamp de bruja hasta Dougal Mackenzie que durante una
evaluación de la sinceridad de Claire la hace beber de un rio sagrado cuyas
aguas impiden mentir.
Uh, nomás por ver al simplote de Edmure haciendo de malísimo dan ganas de verla, jajaja!
ResponderEliminarEl pobre Tobias es tremendamente feo, pero se ha revelado como un gran actor y el rol de Frank Randal es adorable. Te la recomiendo.
EliminarSe ve que es buena serie. Espero tener oportunidad de verla para poder comentar. Gracias por la nota. :)
ResponderEliminarHa tenido bastante aceptación. Está bien hecha y supera otros productos Starz. Gracias por pasar.
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