Quería evitar el tema, pero la batahola es tan fuerte que estoy
obligada a enfrentarla. Después de “amenazarnos” con (por fin) dar fecha de
aparición de su más que anhelada Vientos
de invierno George R.R. Martin se ha puesto sus moños y anunciado que el
libro terminará “cuando tenga que terminarse”. ¡He dicho y se callan! ¿Y a qué
no se imaginan? En medio de la ira y estupor troneros, yo debo ser la única a la que le importa un bledo, de hecho me alegro.
Nunca me creí el cuento de que en otoño (primavera en el
Hemisferio Norte) soplarían vientos invernales. Era un absurdo. ¿Cómo iba a
opacar toda la faramalla arcangélica? No se puede echarles abajo el tinglado
cuando Weiss&Benioff están tan contentos jugando al pillarse en ese
laberinto que se han construido al rescribir lo que nunca debió ser rescrito.
Un día de estos no van a poder salir de ese zarzal y ahí entra el dilema de ser
George.
Entiendo que los que se creyeron que venía el bendito libro
en camino, se sientan humillados y ofendidos. Pero esto no es más que otro escalón
del tremendo monumento al troleo que comenzó a partir de la Tercera Temporada
de”Juego de Tronos “. Si hay que enojarse con Martin es por una razón, haber
cedido una obra inconclusa a un medio
tan mercantilizado que no supo tratarla con respeto. No le niego a Martin el derecho de lucrar con su trabajo, pero
cuando este ya estuviera acabado.
Sin la serie no existiría ese clamor por la continuación de
la saga. Seamos sinceros. La primera generación de troneros que nació en el
Siglo XX, no es la que más patalea ante el paso de tortuga del escritor de
Nuevo México. Ellos ya superaron ese síndrome de abstinencia. Ellos se quedaron
en el 2005, fecha (y aunque duela decirlo, es cierto) en que se acabó la saga.
La “Danza de Dragones” fue solo lo que se le quedó en el tintero al gordito.
Es triste reconocerlo, pero cada obra literaria tiene un
espíritu y un contexto histórico en el que es creada. Una Canción
de Hielo y Fuego es totalmente New
Age, tiene toda esa ingenuidad “noventera” y “clintoniana”, tiene un
espíritu que hoy calificaríamos de “retro”. Por eso Martin no la puede acabar
porque no puede recuperar el zeitgeist que
alimentó sus inicios. La saga se quedó atrás y ahora él está en un siglo XXI
trabajando nuevos proyectos, mirando a su
opus magna como Stephen King mirará a Carrie
o a El resplandor, con cariño pero
con cierta suficiencia de saber que eso es un “ayer”.
Aparte, tal como nos hemos indignado ante cambios inauditos
en la adaptación, Martin también se ha
de sentir incomodo, Le debe fastidiar
tanto como a nosotros que sea a Sansa y no a Jayne Poole la que violan enfrente
de Theon, o que quemen a Shireen fuera de contexto, que Los Arcángeles sean mas
asesinos de lo que nunca será Ser George. El debe sufrir al ver que una tercera
generación ama la serie, pero desprecia
los libros y ni se molesta al ver que a Brienne la describe como marimacho, a Jaime
como un pusilánime y a Jon como un mamerto.
Otro punto que ayuda a cohibir la creatividad literaria de
Martin es el dedo acusador de su fandom. No solo reniegan de su lentitud, también lo
culpan de cómo la serie traiciona al libro. Después de tanta reacción airada,
tal vez hasta le tenga miedo a escribir una secuela que indigne más a los
troneros de la segunda generación, los que leímos el libro a la par de la
Primera Temporada y nos enamoramos de una obra precisamente por ese aire
elegiaco y antiguo que Elio M. García y Linda Antonsson denominaron “romántico.”
No sé si Martin podrá alguna vez acabar de cantar su Canción. Mi consejo sería que trabaje en
las sombras, tranquilo, y que publique lo que ha de publicar por allá por el
2020, cuando ya la serie esté totalmente olvidada. A mí no me molestaría. Estoy
segura que si estoy viva, y aun dueña de mi razón, me gustaría mucho leer la
obra del maestro que seguramente servirá para exorcizar cualquier extravagancia
de los Ds.
Pero hay diferencia entre decir que no me importa que Vientos de invierno no se publique este
2016 y “que me alegre” que no suceda. Lo segundo obedece al estupendo enredo que
se ha hecho con la publicidad de la Sexta Temporada de la serie. Han dicho
tanto, han ocultado tanto, mentido tanto
y soltado cada posibilidad que la serie se ve más que comestible,
sabrosa.
Me muero por ver a los Greyjoy en su hábitat de Pyke; y a
Sam en Colina de Cuervo. Quiero conocer a Lyanna en La Torre de la Alegría y
volver a ver a Osha. Quiero asistir a ese conclave en el patio de Winterfell que
interrumpirá WunWun. Quiero llorar al ver a Sansa reunirse con sus
hermanos. Quiero visitar La Ciudadela y quiero
que me inviten a La Boda Negra de Lord Walder. Y por supuesto ver a Arya
regresar a Poniente, ver resucitar a su madre y oír nuevamente los ladridos de
Sandor Clegane.
Por eso no necesito que Ser George se esfuerce por mí, La
Loca de La Casa ya está dándole vuelta a la manivela. Solo cuando acabe la
temporada y en caso de que Los Arcángeles me defrauden (y esa posibilidad está
eternamente abierta) rugiré por una secuela que me haga soñar de nuevo con la
esperanza eterna de que a Sansa no la violarán, de que Shireen será sacrificada
en aras de un bien mayor y que Ser Jaime y Lady Brienne recitarán sus votos
ante la luz de Los Siete.
Lo primero que se te viene a la cabeza es que este hombre es un vago que hace mil cosas antes de ponerse a escribir, pero luego pienso que en realidad no lo conozco de nada y no sería objetiva. No voy a negar que me ha dado mucha pena y ha sido difícil de tragar no tener el libro este año y posiblemente en la primera mitad de 2017 (ha mencionado que le quedan decenas de capítulos por escribir) pero una ya se va haciendo inmune.
ResponderEliminarEste estado de pasotismo ilustrado que tengo puede deberse a que empecé a leer la saga en la 2ª temporada y no sería el mismo si por ejemplo fuese lectora desde el 2005 antes de publicarse Festín. Entonces si clamaría al cielo y con toda la razón del mundo.
Venga George, seis años dan para mucho, hasta para terminar una carrera de medicina. Beethoven, terminó su 9ª en el mismo periodo de tiempo y sordo como una tapia. El listón está alto para los genios.
Como digo en la nota, creo que se le fue el tren, que ese romance quedó en el pasado y que le cuesta mucho volver a bailar a ese ritmo que ya no esta de moda en su cerebro. ¿Tiene una obligación con el público? Desde un punto moral si, pero su primera obligación es con su editorial y si ellos no lo presionan...
EliminarYo creo que a más de uno habría que decirle que llegó la hora de buscarse otro interés literario, y dejar de sufrir por las idas y venidas de don George, al fin y al cabo estamos hablando de un libro y no de la vacuna contra el SIDA...
ResponderEliminarComo bien dices, los lectores que siguen la saga desde los '90 ya estarán curados de espanto. Yo, que la empecé hace relativamente poco y de forma independiente a la serie, la tomo como una más de tantos libros que me interesan y por eso no entro en la histeria colectiva que he visto en muchos foros. Hay demasiada cosa digna de mérito como para tirarse de los pelos porque Martin no alcance a publicar antes de la serie.
Lo de siempre, la serie irá por su camino y ya veremos qué nos trae. Mi interés en ese caso también ha descendido bastante. Ya no la veo con la calidad de antaño y eso hace que me de igual...
Eventualmente leeremos Vientos y sabremos en qué quedó la cosa...
Y sí, otra cuestión: compadezco a don Georgie enfrentando la realidad que muchos troneros aman en una serie cosas que él ni siquiera imaginó para sus personajes. Tampoco lo culpo por haber vendido los derechos: vaya uno a saber qué necesidades económicas tenía. La profesión de escritor (como la de cualquier artista, en general) debe ser lo bastante inestable como para no poder darse el lujo de dejar pasar una oportunidad así...
Es todo un enigma eso de los motivos de Ser George para vender la obra, pero más el de la HBO en comprarla. No recuerdo otro caso parecido, porque lo de Harry Potter no es ni cercano. Aparte de que era cine, aparte de que cada los primeros libros funcionaban casi como una historia separada del resto, era una saga abierta como “True Blood” algo que podría haber continuado para siempre. En cambio Una Canción es un mundo de cliffhangers y nudos de Meereen que ni Pod puede desenredar. Ponerse a adaptarla cuando le faltan tres mamotretos y ya se ve que el autor no está muy apurado en escribirlos es muy arriesgado
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