jueves, 16 de abril de 2020

Doctor Freud, Cazador de Taltos: Netflix Lleva a Sigmund a un Oscuro Reino de Fábulas.



“Freud”, la nueva serie de Netflix es difícil de digerir, de entender y de calificar. Tras mucha meditación, la coloqué en este blog porque la presencia de una Taltos la hace fabulosa; la enredosa conspiración Szapary la acerca a una ucronía; y ver al Padre del Psicoanálisis pasar de hipnotista a detective, a exorcista drogadicto (sin olvidarnos de sus escenas soft porn) son suficiente razón para hablar de una fantasía imposible. Si la han visto opinemos, si no, lean y tiemblen.

¿Era Freud drogadicto? Secretos de la Historia
En tres palabras, “Freud” es una melange de sexo, gore y drogas. Lo que fuera característica de las series de HBO ahora lo es de Netflix. Al menos en sus tres primeros episodios es entretenida, misteriosa, y llena de posibilidades, pero a partir del cuarto hasta los de estómago fuerte se aprietan la nariz, ahogan las náuseas y abusan del Fast Forward.

Ustedes saben que soy amiga del pasado y que me molesta cuando lo pasan a llevar en los seudo period pieces, pero hay tres subgéneros dentro de la ficción histórica donde se permiten licencias: la ucronía (Inglorious Basterds); la fantasía (Abraham Lincoln, Vampire Hunter) y los historical whodunnit. “Freud” parecía pertenecer a este último subgénero y por eso no compartí la ira sagrada de Adrian Horton en The Guardian (un periódico enamorado de las fake news y licencias dramáticas ofrecidas por series y filmes que propagan sus ideas) ante las falsa historicidad de esta serie.

En un misterio histórico, el personaje real pasa a ser el detective y como tal pierde muchos de los atributos que los biógrafos le imprimen. Además, este es un Freud pre-psicoanalisis que está experimentando con la hipnosis como en mi época experimentábamos con los yoyos (en vez del juguete, tiene un reloj de bolsillo que balancea ante los ojos de quien quiere poner en trance).

Robert Finster interpreta a un Freud jovencito que tiene más deudas que pacientes, que irrespeta la cena de Sabbath en casa de sus padres para exigirle al cuñado que le devuelva un préstamo, y que debe posponer su boda (con Martha Bernays que eventualmente se convirtió en Frau Doktor Freud) porque la suegra no cree que pueda mantener una familia.

Si enfatizo este punto es porque me ha asombrado que bastiones progresistas como The Guardian  aúllen airados ante la “falta de historicidad” de la serie cuando ni se inmutaron ante la premisa esbozada en “The Crown” de que Isabel II es físicamente incapaz de llorar; cuando babean mieles sobre el inexacto retrato de Madam CJ Walker que tiene a historiadores afroamericanos y hasta a la nieta de esta heroína impactados por sus desatinos:  o cuando permanecieron mudos ante la mamarrachada cometida con el relato del incendio del Bazar de la Charité.

Aquí no hay problemas históricos, graves. Sigmund Freud fue repudiado en sus inicios (y en su madurez) por el colectivo médico y científico y fue tildado de charlatán. El antisemitismo era rampante en el imperio austrohúngaro y alcanzó frontalmente a Freud en los 1880, tal como atacaría a Paul Ehrlich en Alemania en los 1890 (ver “Charite”) y a Max Liebermann en la Viena de la Belle Epoque (ver “Vienna Blood”).

La clase militar austriaca era tan rígida, conservadora y antisemita como la alemana. El reinado de Francisco José se vio sacudido por revoluciones y levantamientos en diversos puntos de su amplia geografía. El peor fue la revolución de Kossuth de 1848 que dejó al emperador (y a pesar de la adoración de Sissi por todo lo húngaro) con profunda desconfianza por sus súbditos magiares y en el pueblo húngaro dejó rencor y un amargo deseo de revanchismo. Debido a eso no es imposible imaginarse la posibilidad de una conspiración vengativa como la de la Condesa Szapary (Anja Kling). Pero lo que convierte a este relato en historia alternativa es trasladar esa revolución a 1868 para permitir a Freud interactuar con los conspiradores.

Primera Interrogante.  ¿Fue Sigmund Freud un cocainómano?  Desde sus años en la universidad había usado la cocaína (que sería un medicamento legal hasta el Siglo XX) para curarse los ataques de sinusitis y es más que probable que se volviese adicto a la droga. Así es que mostrárnoslo tomándose sus gotitas hasta en la ópera y usando la coca para calmar pacientes y engatusar a su ama de llaves no son meros inventos.

Pues parece que ha sido un shock para los Freud Fans (todavía existen) saber que Sigmund jalaba coca. Bueno, jalar, jalar…solo se plantaba sorbitos como si fuese un jarabe para la tos. No he visto todavía un sitio importante no comenzar su crítica de esta serie sin aludir a la drogadicción del gran psiquiatra.

Aun cuando saben de la amistad de Freud con la pasta, les parece de mal gusto que se incluya en la serie. Sii, los mismos que ni se quejaron cuando en otra serie de Netflix convirtieron a la Zarina Alejandra en drogodependiente o que les encanta “Elite”, una oda al drogadicto y al camello que lo provee.

¿Plagio de Vienna Blood?
“Freud” es un coctel de “Vienna Blood” y “Penny Dreadful” sin la profundidad o humanidad de la última. Tiene una estética que recuerda a los filmes de horror de la Hammer salpicada del gore de Dario Argento. Su trama, como en” Vienna Blood”, se centra en la curiosa sinergia entre un joven médico judío y un reprimido y austero policía, aquí llamado Alfred Kiss (Georg Frederich).

Un ex soldado, Kiss rumia su antisocial tristeza en la policía vienesa, guarda su ternura para sus nietecitas, y lucha como un don Quijote por batallas perdidas porque en Viena siempre mandan los poderosos. Su Sancho Panza es el obeso, centrado y escéptico Porschaerer (Christoph F. Krutzler) al que le da por cantar en las tabernas..

El primer encuentro entre Kiss y Freud es motivado por el horrible ataque a una muchacha llamada Steffi que, aunque vive en un burdel, no es prostituta. Kiss carga a la joven agonizante a casa del médico más cercano que resulta ser el futuro psiquiatra. Freud no puede evitar la muerte de Steffi, pero esto genera una relación no muy amigable entre policía y médico.

Los temas de “Vienna Blood” que tiene lugar veinte años más tarde, se repiten en este relato, solo que los crímenes van todos conectados. Así notamos que el imperio no era muy distinto: tenemos secretos militares, conspiraciones de xenófobos nacionalistas, prostitutas mutiladas y hasta una médium, aunque esta parece estar viva.
Freud antes del psicoaalisis  y Schnitzler antes de La Ronda

Freud es arrastrado por su mejor amigo (y cocaine buddy) Arthur Schnitzler (el austro-chileno Noah Saavedra) a casa de los Condes Szapary, una pareja de exiliados húngaros. No se sabe si los Szapary son pareja o hermanos, aunque usan la misma mascara de ojos. lo que si saben hacer son soirées extravagantes, desde sesiones espiritistas hasta tableau vivants con gente semi desnuda de todos los sexos. Hasta se consiguen una momia para tener una ceremonia egipcia con la que entretienen al heredero al trono, el Archiduque Rodolfo, si el de Mayerling. En todas estas empresas, los Szapary son asistidos por Fleur Salome (Ella Rumpf), una huerfanita a la que han criado, pero de quien exigen que colabore en sus estafas ocultistas como médium, sacerdotisa, etc..

El problema es que Fleur comienza a manifestar poderes reales. Tiene visiones del pasado, presente y premonitorias. Así consigue rescatar a la pequeña Clara, descubrir a su secuestrador y presenciar una horrorosa masacre perpetrada por el tenor de moda.

A pesar de que Fleur se convierte en colaboradora del Dr. Freud, su talento choca con el escepticismo de la mente científica freudiana. Una subtema de la serie es la incredulidad, tanto la de la clase médica por los métodos de Sigmund, como por parte de él hacia los inexplicables dones mediunísticos de Fraulein Salomé.

En el Laberinto de la Hipnosis
A pesar de que la serie es extravagante (Tipo “Sherlock Holmes” de Guy Ritchie) la acción es convulsa y disparatada, y que personajes y subtramas se desperdigan sobre el tapete que es Viena, hay un hilo conductor:  la hipnosis. Ese es el eslabón que vincula este cuento con la verdadera obra freudiana. Al comienzo de la historia, Freud acaba de regresar de Paris donde, bajo la guía de Charcot, se ha iniciado en los misterios del hipnotismo que los neurólogos vieneses ven como una maroma de circo.

Freud entrena a Lenore, su casera, para que finja ser una mujer que ha quedado muda debido a la muerte de una hija. El problema es que tanto ensayan la escena que cuando llega el momento para hacer creer a los médicos serios que existe una cura hipnótica para el mal, ¡la pobre Lenore cae en trance y queda muda de verdad!

Freud es acusado de ser” un charlatán judío” y es el hazmerreír hasta de sus parientes, Pero la cura en manos más expertas es efectiva. Lo demuestra el Dr. Breuer, mentor de Sigmund, que cura a una mujer ciega y paralitica haciéndola retroceder, bajo hipnosis, a su juventud. El mismo Freud usa la hipnosis para curar a Kiss de una mano agarrotada y así le permite sobrevivir un duelo.

Una noche en que el psiquiatra ha ingerido demasiada cocaína (o le hace mal un coctel, con un toquecito de belladona, que le sirven los Szapary) cae en un delirio y creyendo buscar a su novia acaba en el cuarto de Fleur. Después que ella se ha burlado del relojito hipnótico de Sigmund, acepta ser hipnotizada, así asiste al secuestro y tortura de la pequeña Clara. Días después, cuando gracias a ella Clara es rescatada, Fleur vuelve a caer en trance justo cuando Freud pretende hipnotizar a la pequeña.
Fleur en trance hipnótico 

Sin embargo, Fleur está en las garras de Sophia Szapary cuyos poderes de hipnotizadora son más fuertes que los de Freud y Breuer combinados. Los Szapary quieren destruir al emperador y vengar a su país creando un ejército de zombis vivos, pero en estado de trance que los lleva a cometer crímenes monstruosos como apuñalar en la vagina a la amante, mutilar a la hermanita o en el caso del cantante Mucha, volverse caníbal y engullirse a los padres.
Sophia hipnotiza a Freud

Sophia incluso hipnotiza a Freud, y tal como a Leopold (el hermano de Clara) lo empuja al suicidio, pero Freud, a punta de beberse un ácido en vez de cocaína, logra evitar su auto defenestración. Ahora ya tiene claro que son los Szapary los que representan un peligro para su protegida. Solo que Fleur es más peligrosa de lo que cree el buen doctor.

Es a partir del quinto capítulo donde descubrimos los planes Szapary y donde entra en juego el tema sobrenatural. Es una lástima que de ahí en adelante la trama se concentre más en sexo y sangre, lo que me hace entender por qué los críticos han quedado patitiesos. Incluso nos muestran un Freud pusilánime, totalmente adicto e incapaz de tomar decisiones coherentes o profesionales. Pasa a ser lo que Gereon Rath en la Tercera Temporada de “Babylon Berlin”, un ente hipnotizado y sometido a las drogas. Eso disminuye a Freud que de psiquiatra-detective pasa ser exorcista cuando el endemoniado es el.

Fantasmas, Premoniciones y una Taltos
El tema sobrenatural se presenta de varias formas en la serie. Algunas no llegan a ninguna parte como el vecino fantasma de Freud, o el sueño premonitorio de su novia Martha quien ve a Sigmund a punto de saltar por una ventana. El toque “Reino de Fabulas” de la serie es la supuesta transformación o posesión de Fleur por algo llamado Taltos que nunca llega a entenderse del todo debido a una confusión ignorante que vuelve incoherente al argumento.
Fleur en su infancia

Los Szapary quieren hipnotizar al Archiduque Rodolfo. Este quiere servirse a la médium. Sin advertirle, Sophia envía a Fleur a una sesión espiritista “privada “. Fleur se encuentra con el príncipe encuerado y con ánimo violador. Casi consigue abusar de la médium, pero el ataque provoca que afloren en Fleur fuerzas sobrehumanas y a cabezazo limpio le baja la libido al heredero al trono. Mas encima le vomita encima y huye.
Archiduque violador

Fleur violadora

En la calle, un hombre acosa a Fleur que sin tocarlo lo hace darse de cabezazos en la pared, llega al piso de Freud donde procede a violarlo varias veces de noche, de día, e incluso en presencia de Lenore y de Eli, su cuñado por partida doble. Eli, que ha venido a cancelar una deuda, cambia de idea y prefiere chantajear al novio de su hermana. Freud no está para eso porque Fleur ha vuelto a desaparecer

Entre el cuarto y quinto episodio el argumento deriva en cuento de terror y se descalabra. No es que no sea posible combinar lo sobrenatural con un misterio policiaco, pero debe hacerse con lógica, palabra que los libretistas desconocen.

Antes de ir a su encuentro con el archiduque, Fleur se para ante un espejo y Sophia le dice “te estas convirtiendo en una Taltos”. ¡Error!  Se nace Taltos, no se convierte en uno, pero la serie insiste en mostrarnos a Fleur como poseída por un demonio, para colmo, masculino. Para mayor ignominia, Fleur es atacada por un tremendo apetito sexual, una resurrección del mito misógino que la mujer que expresa agresividad sexual está endemoniada.

Freud consulta en un libro el significado de la palabra “Taltos” que Fleur repite en sueños. Descubre que se trata de personas que poseen poderes sobrenaturales tales como la necromancia y el dominio sobre voluntades ajenas. Quedémonos en “personas con poderes sobrenaturales”.  Históricamente, Taltos era el nombre que los primeros húngaros (magiares y hunos) daban a sus chamanes. Los Taltos sobrevivieron a la llegada del cristianismo. Se cree que varios reyes de la Dinastía Arpad fueron Taltos como lo fue San Esteban (el húngaro, no el judío lapidado).

Un/una Taltos nace con defectos físicos (seis dedos en cada mano, membrana sobre la cabeza, etc.) y sus dones se acrecientan con la madurez. Su mayor talento es el viaje astral en el cual “envía su alma a las estrellas” lo que le permite encontrar tesoros ocultos y prever el futuro, pero el principal objetivo de todo/toda Taltos es proteger a la comunidad magyar. Eso es lo que hizo Fleur de niña cuando salvó la vida de Sophia y es lo que hará al final.
Fleur salva la vida de Sophia

Por eso no se entiende que, por cuatro capítulos, Fleur actúe como poseída por un ente maligno lo que hace creer a Freud que sufre de doble personalidad y a la policía que se trata de una psicópata criminal. Mas incomprensible, si Taltos ya está dentro de la médium no se entiende la necesidad de esa ceremonia sangrienta y obscena en que se busca recrear el momento en que afloraron los poderes de Fleur.
Como no nos cuentan quien es Fleur (hasta ese nombre francés no es propio de una campesinita húngara) no sabemos si antes de conocer a Sophia ya manifestaba su condición de Taltos. Tampoco la serie nos explica de donde le nació la clarividencia. A juzgar por la de veces que vemos sus paños higiénicos ensangrentados, tiene que ver con su regla. Víctor Szapary dice que Fleur “siempre ha estado maldita”. Esa no sería la manera en que un húngaro se referiría a una Taltos.

La serie ha sido escrita entre tres libretistas, pero da la impresión, a partir del desmadre del capítulo 5, que cada uno escribe desde su casa y no se contactan entre sí. Eso podría explicar la madeja de absurdos que se desovilla a partir de la posesión de Fleur y la cantidad de cables desconectados que quedan al final. Un final atropellado y absurdo. ¿Tenemos que creer que fueron los poderes psiquiatricos-hipnoticos de Freud los que consiguieron que Fleur encontrase su verdadera personalidad o acaso el médico practicó un exorcismo que expulsó al espíritu maligno del cuerpo de la médium?

Mirando la descripción con la que se vendió la serie nos percatamos de que no cumple ninguna de sus promesas. “El joven Sigmund Freud resuelve varios misterios en a Viena de 1886 con la ayuda de la médium Fleur Salome y del policía Alfred Kiss”.  Freud no resuelve ningún misterio, y en un momento, los tres protagonistas andan cada uno por su lado, preocupados de sus asuntos y no se sabe cuál de los tres está más loco.

Las Dificultades de Convertir a Freud en Personaje de Ficción
Las descripciones culturales de Sigmund Freud siempre han sido controversiales, incluso la mejor, una miniserie de la BBC de 1984 en donde David “Poirot” Suchet se encargaba de representarlo. Recuerdo una escena totalmente WTF donde Miriam Margolyes, interpretando a una paciente, ¡le solicita al psiquiatra “un masaje genital”! (Era una práctica muy común de los psiquiatras de la época “para calmar” a mujeres histéricas. ¡Cochinones!)

Pero incluso en una visión “seria” de Freud se encuentran estas extravagancias. Vale recordar “Freud: Pasión Secreta”, la visión surrealista de John Huston del origen del psicoanálisis con un Montgomery Clift atormentado por fantasías edípicas con su madre y una paciente (Susannah York), tan seductora y enigmática como Fleur. ¿Qué se puede esperar de un libreto de Jean Paul Sartre?

Ni habar de la exitosa novela de Nicholas Meyer The Seven Per Cent Solution llevada al cine en 1976 con Alan Arkin como la quintaesencia del doctor judío atendiendo nada menos que a Sherlock Holmes que viene a curarse de su drogadicción. Un caso de “medico cúrate a ti mismo” acompañó a esta premisa de que se pueden mezclar personajes de ficción con seres de la vida real.

Solo que nada llega al nivel demencial de esta última barbaridad netflixiana que entremedio de disparates tiene motivos recurrentes e inexplicables. ¿Cuál es el significado del gentil lobo que aparece tanto en los sueños de Fleur como en los de Kiss? ¿Qué significado tiene que Sophia para un hechizo entierre su peluca? ¿O que Fleur al transformarse en Taltos se rasure las cejas? ¿Y por qué, porque los escritores tienen esa obsesión con gente vomitando?
Lobo inexplicable
El entierro de la peluca

Aunque la pregunta del millón es ¿cuál es la razón o motivo de que a cada rato veamos penes ensangrentados en pantalla? Es tan importante la presencia de los genitales masculinos en esta obra que en The Irish Times, el crítico comentó que la próxima vez que “El Chico” (The Lad) aparezca en pantalla “se debería darle algún parlamento”.

No, puedo, con dolor del corazón porque pudo ser una magnifica serie, no puedo recomendar “Freud “a menos que quieran ver hombres brincando con sus colgantes dando brincos al unísono, o tengan mucha curiosidad y tiempo para ver relatos mal contados y llenos de despropósitos.

3 comentarios:

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  2. Película repleta de truculencias . Pésima .

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    1. Totalmente de acuerdo. Lástima, pudo haber sido mejor. Me ha quitado las ganas de ver más series austriacas.

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