Cuando pensamos en los orígenes de la literatura fantástica
siempre acabamos en textos seminales como Drácula
o Frankenstein. De este último he
hablado poco, pero recientemente el tema tanto del Monstruo como el de su creadora
rondan en mi cabeza hasta el punto de querer presentar mi perspectiva que
siempre difiere de la oficial sea de críticos o de fanáticos. Como este verano (invierno en Chile) se celebra el bicentenario de la creación (no la publicación) de la obra es un buen momento para revisarla
y recordar a la adolescente que la escribió.
Un propósito de este blog ha sido lanzar una visión “femenina”
(no feminista) a la Fantasía y Ciencia Ficción.
Es una manera de refutar el prejuicio de que las mujeres no apreciábamos
esos géneros. Frankenstein es
considerado ciencia ficción, al menos a la criatura le da vida un científico
loco. Pero también es parte del género fantástico en esa exposición del a
personalidad de un monstruo inadaptado.
Como hiciera con Drácula me gustaría enfocarme en Frankenstein desde esa óptica de mujer. Por empezar, ver como la
existencia de su autora, totalmente subordinada a su condición femenina, influyó
en su novela. Luego sería interesante revisar
los orígenes y evolución del monstruo en la cultura popular De ahí pasar a una investigación de los
personajes femeninos de Frankenstein,
no solo como los planeó Mary Shelley, pero también como los ha tratado el
fanfiction mediático(léase adaptaciones a pantallas grandes y chicas) que tanto
ha modificado y alterado el texto original.
A muchos sorprendió en su día (y aun hoy persiste esa
sorpresa) saber que un relato tan tétrico y pesimista había nacido de la mente
de una adolescente de dieciocho años. La
realidad es que Mary Shelley, a tan tierna edad, ya había vivido más
experiencias que muchas matronas y estaba familiarizada con la tragedia de la
vida y el drama de la muerte.
Más de un crítico literario ha notado el predominio de lo
luctuoso en Frankenstein. Es una paradoja
que la fábula de un Prometo Moderno (el subtitulo del libro) cuyo afán sea crear vida artificial en su laboratorio,
termine siendo un listado de muertos. Tal como el monstruo protagonista, que ha
sido compuesto con partes de cadáveres, el relato demuestra que imitar a la
divinidad deviene en la creación de una maquina asesina que deja una estela de
muertes tras de sí, antes de acabar con su vida y la de su creador.
La vida de Mary Shelley estuvo marcada por lutos constantes:
defunciones de familiares, esposo y principalmente las de sus hijos. En Frankenstein se ha percibido esa
sensación de repudio a quien juega a ser D-s (en quien Mary pregonaba no creer).
En ese repudio existe una doble crítica a la irresponsabilidad del creador,
tanto el humano que procrea sin imaginarse lo que pueda ocurrir a sus hijos,
como la del gran Creador que deja a la deriva a los humanos incapaces de defenderse
de las desdichas que les depara la existencia.
Pero también podemos identificar a Mary Shelley con el Monstruo.
Tal como él, la escritora fue siempre
una inadaptada, incluso en los círculos bohemios que frecuentó. Genéticamente,
Mary Woll
stonecraft Goodwin estaba predestinada ser una paria. Su madre era Mary Wollstonecraft, una de las pioneras del feminismo. Su padre el filosofo William Goodwin fue uno de los precursores del anarquismo.
stonecraft Goodwin estaba predestinada ser una paria. Su madre era Mary Wollstonecraft, una de las pioneras del feminismo. Su padre el filosofo William Goodwin fue uno de los precursores del anarquismo.
Wollstonecraft había vivido de acuerdo a sus creencias, practicaba el amor libre y antes
de Mary, ya tenía una hija, Fanny, de una relación anterior. Aun así, Mary y
Goodwin decidieron casarse para darle un hogar respetable a la nueva bebé. Tal
propósito se truncó cuando Mary W. falleció de fiebre puerperal, tres días
después de dar a luz.
La ausencia de la madre marcó a la futura Mary Shelley. La
hizo comprender desde pequeña que la maternidad tenía un lado peligroso,
también que la vida era injusta al privar a algunos niños de sus padres aun
antes de conocerlos. Mary W. legó a su hija menor una herencia de escándalos,
pero también de ideas revolucionarias. Siempre tuvo importancia en la vida de
la autora de Frankenstein. Después de la muerte de Mary Shelley, su hijo
Percy trasladó los restos de su abuela para que descansara junto a la hija que
no llegó a conocer.
Mary sobrellevó la carencia matera cifrando su adoración en
su padre, a quien consideraba un dios. Mary W. había dejado un libro Pensamientos e cómo educar a las hijas,
pero su marido no lo uso de guía, aun así, la crianza de la pequeña Mary fue muy
“sui generis” con lecturas sin censura y
contacto constante con los visitantes al hogar Goodwin, entre los que se
contaba las mentes más brillantes de la época.
Esta existencia idílica es interrumpida cuando Goodwin
contrae (por razones económicas) nuevas nupcias con su vecina, Mary Jane Clairemont. La acaudalada madrastra
finge ser viuda y aporta al hogar dos hijos, una de las cuales, Clara o Claire,
se convertirá en la cómplice (y eventual rival de amores) de Mary. Sea por
celos o porque lo considera nocivo (en su novela autobiográfica Matilda, Mary describe la relación semi
incestuosa de la heroína con su padre), la nueva Mrs. Goodwin intenta separar a
Mary de su padre. Algo que se consigue literalmente, primero en un internado, y
luego cuando el mismo Goodwin envía a su
hija adolescente a Escocia a vivir con
la Familia Baxter, un grupo de radicales y separatistas de la Iglesia
Presbiteriana.
En cartas a William Baxter, Goodwin expresa el deseo que
Mary adquiera ideas revolucionarias y que se vuelva también una filosofa. Todo
indica que para el filósofo, Mary era un “experimento”. Tal vez de allí la autora
sacara su idea sobre una figura paterna que irresponsablemente experimenta con
la creación de un ser humano para luego
abandonarlo a su suerte.
El caso es que en 1814, Mary a punto de cumplir dieciséis
años regresa a casa de su padre y conoce a Percy Shelley, un visitante asiduo. Shelley
tiene 21 años, es heredero de un título de nobleza y una gran fortuna, Posee talento, pero también a sus veintidós
años está casado y su esposa espera su segundo hijo. Aun así, Shelley que
comparte las ideas modernas de su anfitrión y de la hija de este, comienza a cortejar a Mary, amenazando con
suicidarse si ella no le corresponde. La pareja sostiene encuentros furtivos en
el Cementerio de San Pancracio, enfrente de la tumba de Mary Wolenstonecraft.
No se puede imaginar un escenario más del gusto del amante de lo Gótico. Sera
ahí, en julio de ese año que la audaz Mary le declarará su amor al poeta.
Mary ha sido criada leyendo la obra de su madre y escuchando
al padre y a los amigos predicar las bondades del amor libre. Es una desilusión
descubrir que Goodwin se opone a su relación. El filósofo ha estado alentando
las visitas del poeta en la esperanza que Shelley le pague las deudas.
Descubrir que su invitado no tiene intención de darle dinero, y en cambio ha seducido
a su hija lo enfurece. Mary todavía no entiende que una cosa es ser moderna y
creer en la libertad sexual y otra es ser la amante de un casado que entonces
al igual que hoy estigmatiza a la mujer que cae en ese tipo de relación.
Todavía sin darse cuenta del lio en que se ha metido, Mary
huye al continente con su amante llevándose a Claire pegada a los talones. Inician
un peregrinaje por Europa y será en Suiza donde Mary conocerá las ruinas del
Castillo de Frankenstein. Después de seis semanas, la pareja regresa a
Inglaterra y Mary, embarazada, se embarcará en un sinvivir marcado por miseria,
infidelidad y muerte.
Lo más fantástico lde os Shelley es como subsistían, porque
ninguno de los dos le trabajaba un día a nadie. De vez en cuando, Shelley
publicaba algún poema. Mary no publicó
nada suyo hasta la aparición de
Frankenstein en 1818. Sin embargo ellos no solo tenían techo y comida (Y
Claire vivía con ellos), además recibían amistades constantemente, y hasta
arrendaron propiedades. Yo siempre creí que habían sido huéspedes de Lord Byron
en la Villa Diodati. En realidad, arrendaron otra casa, la Maison Chapuis que
quedaba al frente de la Villa de Byron.
Ese dinero debe haber venido de parientes y amigos, el
chalet rural donde nace el segundo hijo de la pareja es pagado con la herencia que
Shelley recibe de su abuelo, pero la
realidad es que los Shelley viven del crédito. Los acreedores los persiguen constantemente. En más de una ocasión, el poeta tiene que dormir fuera de casa
para huir del Señor Barriga.
La amenaza constante de la Cárcel de Deudores, esa temible
institución británica, pende sobre los Shelley amargándoles la vida. Más encima
esta el temor de que si Percy va preso, la ley le quite la custodia de sus
hijos a Mary. Se entiende que la vida de la escritora haya sido un tormento.
Como si no bastara con la lucha diaria por mantener un
hogar, Mary tiene que aguantar las
constantes infidelidades del marido. A diferencia de su madre y de Claire, Mary
siempre, incluso después de enviudar, será mujer de un solo hombre, aunque pretendientes
nunca le faltaron. Lo más doloroso para la escritora es ver que las conquistas
de Percy incluyan a su mejor amiga, Jane Williams, y hasta a su hermana Claire.
Toda su vida, Mary se negará a creer que
su hermana pudo ser su rival, a pesar de que hubo fuertes rumores (impulsados
por Byron) de que Claire y Shelley habían tenido una hija.
Mary comienza su vida de casada en medio del escándalo. La
familia de Shelley desprecia su estilo de vida, su padre la repudia, Percy se la pasa con Claire y tiene el mal
gusto de insistir en que Mary tome por amante a su mejor amigo y compañero de Oxford,
Thomas Jefferson Hogg. Tanto problema adelanta el parto de Mary. Nace una niña
que llamaran Clara. Tres semanas más tarde, Mary se levanta en la noche para
amamantarla y encuentra a la pequeña muerta en su cuna. Con toda razón, la
escritora cae en una tremenda depresión de la que solo la sacará un segundo
embarazo. Mary era dada a los sueños alucinatorios, en uno de los cuales ella lograba revivir a su hija. ¿Puede esto haber sido otra inspiración para la creación del Monstruo de Frankenstein?
1816 será un año penoso para Mary Goodwin, a pesar de que dará
a luz a su hijo William, y a su otro “hijo” el monstruo de Frankenstein, en ese
famoso verano en Suiza. En octubre, su hermanastra Fanny Imlay se quita la vida. Se
cree que Fanny estaba enamorada de su cuñado y no soportaba verlo con Mary.
Como si fuera poco, en diciembre, Harriet Shelley, la esposa abandonada, se
suicida ahogándose en el rio Serpentine. Aunque parezca cruel, el suicidio de
Harriet les permite a Percy y a Mary casarse y formar un hogar respetable. Es
lo que desean sus familias. Mary se reconcilia con su padre, pero la ley
insiste en quitarle la custodia a Percy de los hijos de Harriet.
1817 fue un año más alegre en la vida de Mary. En enero nace
su sobrina Allegra, producto de la liaison
de Claire con Lord Byron, y en septiembre la escritora da a luz a otra Clara. Sin embargo los acreedores
aumentan. Para huir de sus apremios, Los Shelley, con Claire y Allegra en su sequito, parten al
continente.
1818 verá la versión
publicada de Frankenstein, pero será
la única noticia alegre para Mary. Incapaz de mantener a su hija, Claire
entrega a Allegra a Byron. En Venecia, fallece
la pequeña Clara, antes de su primer cumpleaños. Meses más tarde, el clima pantanoso de Roma cobra la vida de su
hermanito William, víctima de la malaria. Mary nunca se recobrará de la pérdida
de sus hijos Tras su muerte, se encontrarán en su secretaire rizos del cabello de los niños muertos.
En 1819, Mary da a luz a Percy Florencio (llamado así por
haber nacido en Florencia) el único hijo que la sobrevivirá, pero la muerte
sigue rondando a la escritora. Su peregrinar por la península italiana, lleva a
los Shelley, cada vez mas separados, hasta Lerici, cerca de Génova. Ahí Claire
se entera de la muerte de su hija Allegra. Esta triste noticia aunada al
desamor de Shelley que cada vez privilegia a otras mujeres por sobre su esposa,
le provocan un aborto espontaneo a Mary. Para detener la hemorragia, Shelley la
zambulle en una tina llena de hielo. Con eso le salva la vida, pero Mary no volverá
a embarazarse. En julio de 1822, tiene lugar la última gran tragedia de su vida
cuando naufraga la embarcación de su marido con resultados fatales para el
poeta. Así acaba el gran romance de Los Shelley.
La imaginación popular los ha visto como protagonistas de un
Amor Four, como una pareja que
transgredió las normas de su sociedad para vivir su pasión. Como yo lo veo,
Mary llevó una vida de humillaciones, pobreza, sobresaltos y duelo constante. Su
amor tuvo un precio altísimo. Solo tuvo tranquilidad al final de su vida cuando
ya no tenía marido, pero si una carrera literaria exitosa y vio a su hijo
recibir el título nobiliario de los Shelley y formar su propia familia. Mary
murió joven, víctima de un tumor cerebral cuando solo contaba cincuenta tres años.
Mary Shelley fue una mujer adelantada a su época, muy
tolerante con las debilidades ajenas (convenció a dos amigas lesbianas de huir
al continente y entrar en un “matrimonio”), pero ella misma fue una mujer de
conducta irreprochable (aparte su relación con un hombre casado). Jamás se le
conoció otro amante y su sentido de la moral fue intachable.
Al enviarla a vivir con los Baxter, Goodwin evidenció un
deseo de que su hija fuese criada como una “cínica”. Por el contrario, Mary desarrolló una moralidad estoica, fue devota
de los suyos y muy consciente de que ser atea no la eximia de ser responsable
por sus actos. Es dentro de ese marco mental que podemos comprender a Víctor
Frankenstein y su obra, porque el tema principal del libro es la
responsabilidad o la falta de ella. Tal como ocurriera con los padres de Mary, y
con Los Shelley, Frankenstein deja tras de sí una estela de cadáveres que nacen
de su decisión caprichosa de crear una vida de la cual no se hará responsable.
Mary escribió una fabula con una moraleja. La creación exige
hacernos cargo de lo creado, toda decisión
revolucionaria puede traer consecuencias funestas para nosotros y los
que nos rodean. La vida de Mary desde su nacimiento estuvo caracterizada por
conductas heterodoxas que la convirtieron en una mujer tan desarraigada como su
monstruo. Pero de Frankenstein nos toca
hablar más adelante. (Continuara)
Muchas gracias Malena por escribir esta bella historia. Desconocía por completo la apasionada y su la vez miserable vida de Mary, sólo tenía reminiscencias de una reunión frente a una chimenea en la que los presentes contaban cuentos de terror. Esta mujer estuvo rodeada toda su vida de gente tóxica que la destruían, ¿pero era consciente del daño que le hacían y de que lo mejor era alejarse de ellos? Probablemente no tendría escapatoria, eran otros tiempos y además la depresión te quita todas las fuerzas.
ResponderEliminarPor cierto, ¿te has planteado alguna vez hacer un club de lectura fantástica aquí en Reinos? Yo me apuntaría la primera. Un abrazo.
Yo tenía una vaga idea gracias a esas películas que se han hecho de su vida, pero lo que predestinó a Mary a su desgracia fue su infancia, el ser criada de manera irresponsable por un padre que la veía como un experimento Ella dejó muchas cartas que más o menos describen su vida junto a Shelley, y nunca evidencia arrepentimiento. Ella dedicó su vida de viuda a enaltecer la memoria de Shelley (un poeta sublime) y a promover su obra. Incluso pagó a chantajistas que pretendieron enlodar la imagen del poeta. Ella siempre estuvo muy unida a Claire y se negó a aceptar que hubiera sido otra más de las amantes de su marido. Asi que no creo que tuviera conciencia de que esta gente le hacía daño. Al contrario Mary se sentía afortunada de compartir el espacio con gente tan brillante e interesante.
EliminarUff, suena apetitosa esa ida del Club Literario (podrían ser cuentos), pero mientras no sea dueña de mi tiempo no me atrevo a embarcarme en nada nuevo, aunque déjame pensarlo.