martes, 11 de febrero de 2020

Drácula en Londres y Sabrina en los Infiernos: Reinos de Fabula Invernales



Y llegamos a febrero, el mes donde el invierno es más crudo y donde uno ve más televisión que nunca. ¿Pero qué Reinos de Fábula hemos visitado en estos dos meses invernales?  Pues, hemos acompañado a Sabrina que, en un reverso del cuento de Orfeo y Eurídice, bajó a los infiernos y hemos sido testigos de una nueva y fracasada versión del cuento inmortal de Bram Stoker.

Drácula 2020
Se cacareó mucho sobre esta última adaptación. Se esperaba que, tal como lo hicieran con “Sherlock”, el equipo Mark Gatiss& Steven Moffat nos trajera una nueva y audaz versión de las aventuras del Conde Drácula. Efectivamente, la historia tiene vuelcos sorpresivos, humor a raudales y muchos chistes de doble sentido. El cambio principal es que van Helsing se convierte en una monjaun poco cínica llamada Hermana Agatha van Helsing y que termina siendo la heroína del cuento.


El danés Claes Bang (“Borgen”) da vida a un vampiro medio sociópata (de la escuela de Hannibal Lecter), muy sarcástico y entretenido. Como diríamos en Chile es “un poquito porfiado de cara”, pero tiene buena figura y eso ayuda si va a salir ligerito de ropa. A pesar de las veces que veamos a Draculín au naturelle, y a diferencia de las versiones Langella y Oldman, no hay insinuaciones de que sea capaz de tener sexo normal y su forma de expresar su pasión es a punta de mordiscos. Por eso es por lo que la escena final me dejó marcando ocupado, pero nada de SPOILERS.

“Drácula” consta de tres capítulos, cada uno construido como si fuese un episodio completo. El primero sigue las pautas de la novela. Jonathan Harker, tras huir del castillo en los Cárpatos, ha sido rescatado por las monjas de un convento en las afueras de Budapest. Ahí ha llegado Minna a buscarlo y eventualmente llega el Conde que deja la mortandad entre las aterrorizadas monjas.


Casi todo el cuento es un flashback de Harker relatándole a la Hermana Agatha lo ocurrido desde su llegada al castillo de su cliente hasta que salta al Danubio desde las almenas. Escenográficamente este es el capítulo más hermoso, con vistas al Castillo de Bran y a una Budapest antigua.

A medida que el anciano conde rejuvenece (gracias a la sangre de Harker) se vuelve más jocoso y a ratos solo nos reímos, aunque las escenas de terror no escasean. Las novias de Drácula en esta versión son monstruosas, el gore se manifiesta en monstruos, ataques vampíricos y detalles como el que Harker, que es zombi, no sienta una mosca que ha anidado en un ojo.

El segundo cuento transcurre durante el viaje de la Deméter que esta vez no es un navío de carga sino un barco de pasajeros. En primera clase, un distinguido Conde Drácula hace amistad (y algo más) con sus compañeros de viajecada uno con personalidad e historia propia y los va eliminando de uno en uno como si fuera un cuento de Agatha Christie.

El tercer episodio es el más polémico puesto que traslada a Drácula al Londres de nuestros días. El vampiro está fascinado con los inventos modernos principalmente los artefactos domésticos que denomina “lujos”. Mayor fascinación ejerce sobre él, Lucy Westenra, la hedonista y osada Party Girl que se convierte en su penúltima novia. Lucy que, para demostrar su osadía, orina en un tarro de basura (lo que hay que ver) no le teme a nada, ni siquiera a la muerte. Eso deslumbra al Conde.

A pesar de todas estas novedades,  la serie ha tenido bajo rating, y mucha queja tanto de críticos como del público. Mas allá de su final ininteligible e imposible, les molesta el traslado del vampiro al mundo moderno.  Sobre todo, he oído protestas puristas de que “no sigue el libro”. Sorprende ese reproche, teniendo en cuenta todas las aberrantes adaptaciones de clásicos que hemos visto últimamente. Y no recuerdo esa incomodidad en las críticas de versiones exitosas, pero que no se apegan al libro, como la del 76 y la de Coppola.

Es que estamos acostumbrados a un vampiro siniestro tipo Lugosi o Sir Christopher Lee; o a un archicriminal lleno de sex-appeal como lo encarnó Langella con cabellera al viento y afrodisiaca mirada siciliana; o el torturado y romántico Drácula de Gary Oldman.  Pero este vampiro socarrón más recuerda a George Hamilton en “Love at First Bite”.  Ósea, es una parodia. Carece de la dignidad que le otorgara Bram Stoker. Puedes cambiar la historia, pero no al personaje.


Al final me quedo con lo dicho por Jaime Fa de Lucas en Culturama que la ha llamado “un pasatiempo” con “fragmentos aceptables”, pero que,  en realidad es “una mediocridad dispersa” muy alejada de la adaptación revolucionaria prometida,.

¿Has visto esta nueva versión de Drácula? ¿Te gustó?  

Sabrina, Reina Infernal
La Segunda Temporada deja a Sabrina en un serio brete. Tras pasarse un año en la Academia de Artes Invisibles sin conseguir su propósito de derrocar al Señor Oscuro y a su patriarcal director, Padre Blackwood, Sabrina adquiere sorpresivamente un grado de omnipotencia que, a pesar de todo su fervor mesiánico, nada bueno augura para la brujita. Todo acaba en tragedia. El Padre Blackwood se crea su propio culto y, en onda Jim Jones, envenena a los feligreses. lo último que supimos es que huyó con sus gemelos. Ambrose y Prudence lo andan buscando.

Entre Lilith y las Spellman vencen al Dark Lord y fundan una iglesia que honra a Lilith (a ver si les va mejor que en “True Blood”). El precio es que Nick Scratch acaba en los infiernos y ahora le toca a Sabrina rescatarlo.

La Tercera Temporada comienza con un descenso a los infiernos que difiere bastante de la catábasis de los antiguos y más recuerda a la búsqueda del Mago de Oz (por algo un Tin Man atacó a Harvey). A diferencia de Orfeo, Sabrina logra rescatar a su pareja (que sigue siendo el envase en el que Satán está encarcelado), pero como Ishtar, debe pagar un fuerte precio: aceptar convertirse en Reina de los Infiernos. Es su herencia, ya que la brujita descubre que Lucifer es su verdadero padre.

La temporada ha estado complicada con Prudence convertida en el Highlander venciendo a su padre en las riberas del Loch Ness; con Sabrina recolectando almas de quienes las vendieron a papi Satán; y con unos escarabajos diabólicos que han quitado la salud a lo que resta del alumnado de la Academia.

Entretanto, Sabrina ha tenido que luchar contra Calibán (su nuevo interés romántico) por el trono y apoyarse en la pobre Lilith convertida en regente infernal. Nuevas mitologías han entrado en juego como la necesidad de recobrar parafernalia bíblica y la inclusión de los paganos con su afán de apresurar el regreso del Hombre Verde.
Paganos y un Wicker Man verde

Un consenso entre los fans es que uno de los problemas de esta temporada ha sido retornar “Las Escalofriantes Aventuras de Sabrina” a su nicho de serie juvenil lo que no ha sido una medida tan sensata como se esperaría. La música ha sido parte integral de Sabrina desde el comienzo, pero esta temporada tenemos números musicales a cada instante. Algunos cursilones como el himno de la Luna de la Liebre y otros estridentes, como las composiciones de la banda de garaje integrada por la pandilla mortal de Sabrina que por estruendosos deberían ser contratados por la ciudad infernal de Pandemonio.
Sabrina cantandole a una liebre

¿Luego, qué onda es esa de Sabrina porrista? Soy de las que creen que la magia existe hasta en lo más mundano, pero integrar un equipo de cheerleaders a los esfuerzos brujiles de Sabrina fue como un poquito too much.

Lo que si nos ha quedado claro es que Sabrina maneja sus poderes con la egolatría y torpeza de una adolescente. Vaya que es buena para meter la pata la brujita, y no aprende. Además, como le gritó Nick “todo tiene que girar en torno de ti” y eso que Sabrina intenta ocultar su narcisismo con lo que la tía Zelda denomina aptamente “complejo de salvadora”. Es tal el consenso de que ese complejo afecta a Sabrina que ya los críticos la comparan con la Madre de Dragones.

Por otro lado, ese ánimo de retornar al estilo juvenil ha funcionado mejor en uno de los más discutidos aspectos de la serie, la sexualidad adolescente o tal vez la falta de ella. En otras temporadas hubo quejas por las orgias de la Academia y de cómo presentaba una imagen de colegiales más calientes y fornicadores que los de “Elite”.

Ahora con esta tendencia de los paganos de sacrificar vírgenes hemos reparado en la cantidad de inexpertos (sexualmente hablando) que abundan en Greendale comenzando por Sabrina. Aunque la vemos encamada, y en paños menores, con Nick, la brujita asegura a sus tías “no pasó nada y no hablaré más del tema”. Mas tarde cuando confronta al novio por su infidelidad, Nick le chilla que ella no sabe ofrecerle consuelo sexual.

La tía Hilda ya no califica para sacrificios, tras una temporada de “hacer cosita” con el Doctor Cerbero, este ha quedado tan satisfecho con esta gordita que descuella en la cama como en la cocina, que ya le ha presentado un anillo de compromiso. Solo que en esta temporada Hildy se vuelve literalmente “una devoradora de hombres”. La que anda por ahí muy confundida y no solo por su falta de experiencia sexual es la pobre y virginal Miss Wardwell a la que Lilith le devolvió el cuerpo (con himen intacto), pero no la memoria.

Y la virginidad no es prerrogativa del sexo femenino. Como ha descubierto Robin Goodfellow, Theo/Susie también es un/una/une/unx “vestal”. Por último, Harvey es tan virgen como sus amigas y aunque Roz parece más experimentada, igual como hija de un clérigo no puede pasar la noche afuera. En su intento de acercar la serie a un público juvenil, “Sabrina” toma un cariz más responsable al mostrar a jóvenes que no tienen sus apetitos como prioridades.

Eso no quiere decir que la serie abogue por la castidad. De pansexual, Ambrose ha pasado a hetero en relación exclusiva, pero fogosa con Prudence. Tendremos beso lésbico de Tía Zelda con una Mambo vudú, y Nick traumatizado, tras ser violado por el suegro, entra en tríos bisexuales para explorar su lado masoquista, toda cortesía del burdel privado del incorregible Dorian Gray.

Hubo un solo punto en que me incomodé con Aguirre-Sacasa y es en la representación negativa de los paganos. Vale lo hecho con los satánicos, por más que estos chillen. A lo largo de la historia, y en la crónica roja del pasado y presente, muchos cultos que se autodefinen como “satánicos” han sido declarados culpables de crímenes y otros delitos. Diferente es el caso de los paganos que hoy son un grupo marginal, a lo más excéntrico, pero inofensivo.

“Paganos” es como las religiones monoteístas calificaron a las politeístas. Eso quiere decir que hoy en día se puede calificar como paganos los seguidores de religiones de la India y del Lejano Oriente, el animismo de nativos americanos y de cultos africanos al igual que a los wiccanos, neo druidas u otros grupos que salieron a la luz en el crepúsculo de la New Age del Siglo XX.
Paganos modernos

A Aguirre-Sacasa le gusta combinar mitologías y a sus paganos los tiene entonando oraciones en gaélico y celebrando Ostara, pero entre sus huestes se cuentan Pan, Circe y una gorgona. Mas encima, los paganos de Sabrina son malos pésimos, dados a sacrificar vírgenes, a petrificar a sus enemigos y a transformarlos en animales.

La subtrama pagana se vuelve una combinación de Percy Jackson con “The Wicker Man”.  Los paganos de hoy en día no sacrifican ni un escarabajo, y en general son medioambientalistas así que no hay necesidad de hacerles mala prensa e invitar a que caigan sobre ellos haters sedientos de sangre, que tanto abundan en este mundo.

Otro error de esta temporada ha sido la presentación de las brujas no-alineadas. En medio de una crisis, en que la parroquia de la Iglesia de la Noche ha sido casi aniquilada por las iras conjuntas del Dark Lord y del Padre Blackwood, y que enfrentan un ataque pagano, la única solución parece ser recurrir a hechiceras marginales que no son parte de ningún coven (no me gusta la palabra “aquelarre”). En ingles las llaman hedge witches que en realidad es un término para “practicantes solitarias”, curanderas, herbolarias, comadronas rurales, etc..
Hedge witches según "The Chilling Adventures of Sabrina"

La serie, en cambio, trae (con excepción de Mambo Marie) brujas de cuentos, medio monstruosas y llenas de rencor porque cabales establecidos como la Iglesia de la Noche las desprecian y no las admiten en sus filas. Por el contrario, en la realidad, las solitary practicioners han optado por no ser parte de gremios o círculos mágicos precisamente para evitar las luchas de poder, las intrigas y politiquerías que caracterizan a los covens.

 Tampoco creo que Mambo Marie califique como Hedge Witch siendo una sacerdotisa vudú que opera dentro de un culto y aunque practica un catolicismo sincretista también cree y adora antiguas deidades africanas. “She is Catholic!” exclama asqueada, Tía Zelda.


Mambo Marie

Por último, ese hechizo de separación que Prudence aconseja practicar a Sabrina es inútil, no sirve. Tal como no hay magia que te obligue a querer o ser amada por nadie, tampoco hay hechizos que te saquen a alguien de la cabeza o del corazón.

¿Qué te ha parecido esta tercera temporada de “El Mundo Oscuro de Sabrina”?



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