En Los Siete Reinos ya lo han avisado y confirmado. Nikolaj
y Gwen están en Irlanda para filmar escenas
de ”Juego de Tronos” que tienen lugar en Riverrun. Hasta se ha avistado
al Pez Negro. Todo indica que regresamos a Festín
de Cuervos. ¿Pero después de las faramallas del Dorne y las chambonadas de
La Doncella en El Norte se puede retomar tan fácilmente el hilo trazado por Martin?
En estos últimos días las noticias del rodaje de La Sexta
Temporada giran en torno a resurrecciones. Parece que Jon Snow ha sentado un
precedente. Sibell Kikelli y Nell Tiger Free han dado a entender que
“retornan”. Pero ya estamos creciditos para creer en Walking Deads. Shae regresará
en un sueño/delirio de Tyrion y Myrcella aparecerá vestida de cadáver para ser
velada por sus llorosos padres.
Lo que sí ha sido para saltar del asiento ha sido el
avistamiento de nuestra Rubia Favorita en Corbet, la localidad irlandesa que
funge de Aguas Dulces. Ya sabíamos que Jaime, tras las calabazas que le da su
hermana-amante (y tras intentar rescatar
a su nuera de La Fe) se marcha a Las Riverlands donde los Tully Los Lannister
mantienen una guerra marginal. De ahí se deduce que volvemos a la trama
original de Jaime-diplomático. Se confirma Clive Russell reaparece tras (disculpen mi
vulgaridad) la meada más larga de la televisión.
Sin embargo, aunque estén los actores nada indica que el
guion siga las pautas creadas por George R.R. Martin. Por ejemplo, no creemos
que Jaime vaya en algún tipo de peregrinaje expiatorio. No se ha hablado de un
retorno a Casterly Rock. No hay necesidad. Tyrion no sembró dudas en su hermano
al despedirse. Ya Lancel confeso públicamente que tuvo amores adúlteros con su
reina-prima. En cuanto a Jaime parlamentando con el Black Fish y rescatando al
aporreado Edmure (también se ha confirmado el regreso de Tobias Menzies), tampoco me parece que lo vayamos a ver. ¿Entonces para que
volver atrás?
El significado de ese episodio era mostrarnos a un Jaime arrepintiendo,
confundido, empeñado en rehacer su vida. Sus confesiones a Ser Ilyn Paine, su
mudo compañero de viaje resultaban importantes porque revelaban un Jaime que
nadie conoce que muestra su lado flaco a alguien que al no poseer lengua ,no
puede delatarlo in juzgarlo. Ahora Jaime viaja con Bronn que se parlanchín y criticón
Ya no tiene ningún alcance que se
convierta en confidente del Matarreyes. (A menos que alguien le corte la lengua
a Bronn antes del viaje).
Pero lo que ya provoca
una incógnita incomoda es saber que se ha visto a Gwendolin en Corbett. Eso sí
que ya no tiene ni pies in cabeza. Dejamos a Brienne en el Norte decapitando a
mi llorado Stannis. Todos los spoilers llevan a un reencuentro de La Doncella
de Tarth con Sansa y a servir en las huestes de “Yo estoy muerto” Snow. ¿Por
qué retroceder a la trama de Festín?
Supuestamente en la Sexta vamos a pisar terreno
incognito, material de la aun no publicada Vientos de Primavera. ¿Para qué volverá escenarios obsoletos? No es
por buscar a Sansa ya que La Doncella ya sabe dónde está la nueva Lady Bolton.
No es para vengar a Jaime. Ni siquiera para ir a Quiet Island y resucitar al
Perro. No se entiende...a menos que…Todo indica que hay un solo destino para La
Moza. Enfrentarse a su Némesis de
Corazón de Piedra.
Pero la pregunta persiste. ¿Tiene sentido recuperar esa trama? Gendry sigue remando, así
que no hay posada. No habrá secuestro por parte de La Hermandad. Mordedor
mordió el polvo así que tampoco habrá una doncella delirante gimiendo “¡Jaime,
Jaime!”
Y si no existe una Brienne enamorada, ¿entonces qué indicación
tendrá la Hermandad para creerla traidora? ¿Y sin Hyle y sin Pod (que
supuestamente muere en el Sitio de Invernalia),
qué motivo llevaría a Brienne a renunciar a su honor y consentir en
traer la cabeza de Jaime? Ninguno.
Mas encima un Twitter chismeó que Sophie Turner también estaba en Corbet. Inmediatamente pensé que había ha venido a unirse
a su familia materna y posiblemente viajaba acompañada de Brienne. Mal podría entonces
Cat-Zombi querer vengarse de su vasalla si Brienne le trae a la hija. Por suerte en Winter
is Coming . net disgregaron ese rumor. Lo que no impide que mi curiosidad
aumente ¿Qué caray hace Brienne en Las Tierras de Los Ríos?
De pronto se me ocurre que nuevamente Los Arcángeles
ingerirán Kool Aid con cerveza y "tachas" ,o alguna otra mezcla
infantil que los inspirara para escribir su inagotable parodia de Una Canción de Hielo y Fugo. Entonces
ahí si hay carta banca para las conjeturas mas afiebradas.
¿No será que Jaime llega a Aguas Dulces ,no ha pacificar , sino
a celebrar la boda del aliado Lannister, Lord Walder Frey.?¡Y que en medio de
la fiesta aparezca Lady Stoneheart!
Entonces sí que se arma la de San
Quintín. Despues de todo lo que comenzó con una boda debe acabar en una boda ¿O no?
Ayyy, en Winteris
Coming están hablando de que habrá escenas de filmación en el cementerio de
Ballycastle. Cementerio=sepulturero cojo ¡Guaaauuuuuu! La esperanza es lo
último que se pierde.
¿Creen que volveremos a la trama de Festín de Cuervos o qué la historia se disparará por senderos
insospechados por Martin?
PD: En mi apuro por publicar no agradecí a la Reina Any por todos los enlaces y noticias.
Hace un tiempo escribí un blog sobre un tema obligatorio de
la ficción fantástica: los dragones. En esa ocasión confesé no interesarme
mucho en esas criaturas, pero el descubrir que
los saurios alados son parte incluso de la hagiografía, me obligó a
repensarlos un poco y a integrarlos a mi imaginario fantástico. Sucede que muchos
santos de calendario tuvieron sus encuentros con dragones que ahora forman
parte de su iconografía tal como los
hijos de la Khaleesi forman parte de la suya.
Vivimos en una época en que la fantasía y los dragones toman
té juntos. Desde los chicos malos de Daenerys hasta el triste Smaug Tolkiniano,
estas criaturas míticas deleitan a los
amantes del género fantástico. Sobre todo porque ya los dragones no son vistos
como monstruos sino como seres benévolos y antropomórficos. Son capaces de
pensar y experimentar emociones humanas como son los casos de los protagonistas
de la saga Temeraire o la serie Darkness de Harry Turtledove y nada más
tierno que el bebe Norberto, el dragoncito que Hargrid muestra a Harry , Ron y
Hermione , al inicio de la saga de J.K. Rowling.
Al igual que vampiros, y hasta cierto punto licántropos, los
dragones han sido víctimas de un estigma por siglos. Solo recientemente la ficción fantástica
los ha redimido. Me picó la curiosidad
por saber que originaba la mala prensa del dragón. Así descubrí una curiosa dicotomía. En la
tradición judeocristiana (y también la de la Europa pagana) los dragones son
vistos como entes demoniacos. En cambio, en la mitología del Lejano Oriente, son criaturas mágicas y benévolas.
Lo que sucede es que “dragón “en un tiempo era sinónimo de
serpiente. Se le representaba como culebra
alada y se le atribuían los rasgos tóxicos de reptiles ponzoñosos. Fue ya en tiempos más modernos que los dragones
adquirieron esa fisonomía de lagartos gigantes con dos patas y un par de alas.
En las religiones orientales, la víbora tiene connotaciones
positivas al simbolizar la vida y regeneración. En cambio en el mundo bíblico, la
sierpe es Satanás, el soberbio, que por levantisco y por incitar al hombre a
pecar es castigado por el Señor a reptar sobre la tierra. Con razón ángeles y
santos viven en pugna con el dragón –serpiente.
A causa de eso, el arte describe a San Miguel Arcángel
siempre arponeando un dragón que encarna las fuerzas del mal tal como las representaciones
pictóricas de la Virgen María la retratan pisando la cabeza de un ofidio. En la
leyenda de San Jorge, tal como nos la cuenta Jacobo De La Voragine en ese
entretenido recuento de vidas santas La Legenda
Aurea, el dragón representa un mal social que el héroe, en este caso un santo,
debe derrotar. Por algo los héroes clásicos (Apolo, Gilgamesh, Sigfrido y Beowulf) siempre
andaban venciendo dragones y seles
apodaba “Mata-dragones”.
George R.R. Martin ha virado ese tropo al convertir a nuestro Jaimito en Matarreyes.
Si pensamos un poco, Aerys es un dragón. Los Targaryen se jactan de descender
de esos animales escamosos, son inmunes al fuego como lo son los saurios
legendarios y en el caso del Rey Loco, el dragón se ha vuelto un peligro para la sociedad. He ahí la ironía tantas
veces lamentada por Jaime: en vez de alabarlo
como a los dragonslayers tradiciones,
le enrostran su regicidio.
Volviendo a San Jorge, este cuento que surge en la Edad Media
tiene su parecido, para nada accidental con el mito clásico de Perseo y Andrómeda.
Jorge, un soldado capadocio, rescata a la Princesa Sabra que ha sido elegida
como pago/alimento de un monstruo que amenaza al reino. El santo decapita al dragón,
termina con esos tributos infames y se casa con Sabra. Total no todos los
santos tienen que ser monjes célibes.
Boda de San Jorge y la Princesa Sabra (Dante Gabriele Rosetti)
San Jorge y el dragón (Paolo Uccello)
Otro famoso rostro santo asociado al dragón es el de Santa
Margarita de Antioquia. La heroica virgen provoca la pasión de un prefecto romano que
intenta hacerla abjurar de la fe
cristiana. Margarita no se deja tentar y eso que muchos demonios la atormentan.
Don Satas enojado se transforma en dragón y se la zampa, pero la avispada niña
usa su crucifico para rasgarle la panza al animal y escapar. Desde entonces
Santa Margarita es patrona de los partos, y obviamente de las que tienen que
pasar por una cesárea.
Más allá de personificaciones del Maligno, los dragones
pueden tener alguna base de verdad. En la leyenda de San Silvestre, este papa
santo tiene que lidiar con un dragón cuyo aliento pestilente está afectando la
salud de los romanos. Silvestre sale de la Ciudad Eterna y se va en busca del
monstruo al que le pone una mordaza. Tras leer La
Leyenda Dorada, se me ocurre que el dragón es una representación alegórica
de alguna explosión de gas natural o de los miasmas que durante siglos
contagiaron de malaria a los habitantes del Lacio.
El Papa Silvestre calma al dragón de la Roca Tarpeya
Aparte de este simbolismo, hay un detalle curioso en este
recuento. Silvestre no es un “mata dragones”. Se limita a neutralizar a la bestia.
Y no es el único santo que ejerce piedad con el animal fabuloso. San Felipe,
uno de los apóstoles, se metió en
uno de esos bretes tan comunes en la
historia de los primeros mártires de la iglesia.Predicando en Hierapolis, se enemista con sacerdotes paganos que
lo arrastran hasta una estatua del dios Marte con la intención de obligarlo a renegar
de su fe cristiana. Tanto barullo
despierta a un dragón que duerme su siesta bajo la estatua. Sale el engendro,
despedaza a los sacerdotes y a un par de
soldados, pero no toca a Felipe. El apóstol envía al dragón a darse un paseo
por el desierto, y resucita a todos los muertos. Con tanto prodigio, la campaña
de evangelización de Felipe gana muchos adeptos,
y sin dragones muertos que lamentar.
San Felipe expulsa al dragón del templo (Filippino Lippi)
Aunque las leyendas que rodean a San Marcos el Evangelista lo hacen vencer a un león, las
oraciones populares también lo hacen amansador de dragones.
San Marcos de León, que evitaste la
desgracia del dragón.Amansa
los corazones, malos sentimientos, malos pensamientos, infelices contra mi son.
A pesar de que abarca casi los mismos elementos (y nuevamente
tratamos con santos judíos como Felipe y Marcos) el más fascinante de estos
encuentros entre santos y dragones es el
de Santa Marta. Esta dama es un personaje bíblico, ergo real. Se trata de Marta
de Betania, hermana de la Magdalena, una de las pocas seguidoras hembras de Jesús
de Nazaret. Es la famosa “Marta, Marta” a quien Jesús recuerda que hay tiempo
para cada cosa, tiempo para la conversación espiritual (en la que está
enfrascado con María Magdalena) y para la obligación doméstica a la que se dedica
Marta. Por algo Santa Marta es patrona
de las cocineras (y con su ayuda por fin conseguí cocinar un risotto decente).
Cristo en casa de Marta y María (Harold Copping)
Pero la leyenda de Santa Marta la lleva mucho más lejos de
ollas y sartenes. Si les creemos a los seguidores de teorías a lo Dan Brown,
Santa Marta era ni más ni menos ¡la cuñada de Jesús Cristo! Después de la crucifixión,
tanto ella como su hermano Lázaro (el resucitado), la ahora viuda Magdalena, su hija Sara (santa patrona de los gitanos), y las otras Marías (María Jacobé y
María Salomé) partieron en un barco de su propiedad al otro lado del Mediterráneo.
Viaje a Marsella (Giotto)
Según la Legenda Aurea,
llegados a Marsella, los hermanos y sus
amigos se desplegaron por diferentes puntos de Provenza, estableciéndose Santa
Marta en un bosque, cercano a lo que hoy es Arles. Allí la santa eligió una
vida de retiro espiritual, pero su soledad fue interrumpida por La Tarasca, un dragón
que asolaba la región.
Santa Marta se encarga, no de matar, pero sí de dominar a la
bestia con cruz y oraciones con las que logra hipnotizarla. Con La Tarasca bien
amansada, Marta regresa al pueblo para que los lugareños se admiren de lo
efectiva que es su religión, pero demostrando poca caridad, los aldeanos se
abalanzan sobre el pobre dragón y lo despedazan.
(Charles Lepec)
Enojada, la Santa los apostrofa y de su sermón medioambientalista y tolerante surgirán muchas conversiones. Desde entonces esa región se conoce como Tarascón, en recuerdo de La Tarasque y todos los años se celebra un festival en homenaje del dragón. También se la celebra en diversas ciudades españolas.
La Tarasca valenciana
La Tarasca zamorana
La Tarasca granadina
La iconografía de Santa Marta la representará desde entonces con La Tarasca acurrucada a sus pies. y se asociará a la santa con un poder de doblegar espíritus de otros.
En los 90’s ,haciendo
turismo histórico en Nueva Orleans, llegué a una capilla que construyeron
soldados de la Nueva España en la poca en que Luisiana era colonia española.
Aledaña a esta Capilla de Guadalupe había una tiendita de objetos religiosos.
Al ver que tenían estampas en español compre algunas para regalarlas. Entre ellas
había una de Santa Marta “Virgen dominadora de la serpiente”. Era tan curiosa
la oración que la he conservado hasta hoy.
Santa Marta Virgen, que en el monte entraste
y a las fieras amansaste, así yo quiero me ayudes a amansar el Espíritu Vivo,
Juicio, Pensamiento y Voluntad de (decir aquí el nombre) y así como en este
conjuro cabalístico lo ato así me ayudes a atarlo junto a mí.
Basta una mirada para saber que se trata de un “amarre”.
En la religión popular, un amarre es un
tipo de hechizo que busca dominar los sentidos de la persona que nos gusta y
obligarlo a estar con nosotros. No sé cuan efectivos sean los “amarres”. Sé que
son peligrosos y que la religión oficial los repudia como hechicería y
superstición. Sin embargo, el sincretismo religioso que permea nuestra cultura
popular latina tiene muchos ejemplos de santos respetables que se prestan para prácticas
de santería o vudú.
En esas tradiciones a
Marta se la conoce como “Marta la
Dominadora” o “Marta, la Mala”. De acuerdo a La Enciclopedia de Místicos, Santos y Sabios de Judika Illes, también
se la conoce en el Caribe como “Santa Merta” o “Filomena Loubana” y hasta se
dice que esta metresa es hija del
in-famoso Barón Samedi, gran deidad del vudú haitiano. Se la representa como
una doncella africana sosteniendo dos serpientes (nuevamente la asociación Culebra-Dragón)
y se cree que es una forma encubierta de Mami Wata, la
diosa de los cocodrilos.
El cocodrilo ha sido identificado como un posible origen del
mito del dragón. En la estatua veneciana
de San Teodoro, otro dragón slayer,
el escultor describe al dragón como un
vulgar caimán. En tiempos de los romanos, los cocodrilos gigantes eran parte de
la fauna del África del Norte y tenían la mala costumbre de cruzar a nado el
Mediterráneo. Así se explicaría su presencia, claro disfrazados de dragones, en las leyendas romanas, las españolas
medievales y el cuento de la Tarasca provenzal.
Otras teorías para explicar la presencia del dragón es que
se trataría de ballenas gigantes (esa se ha usado para interpretar las
menciones bíblicas de Leviatán y Behemot), o dinosaurios que sobrevivieron al
asteroide (como el del Lago Ness) e incluso hipopótamos. Nos parecen muy simpáticos
esos gorditos, pero si se sienten amenazados pueden voltear un bote y matar a
dentelladas a un hombre. Ósea típico comportamiento de dragón.
Y para acabar con Santa Marta, su reputación como
“amansadora de dragones y otros seres” precede la tradición sincretista
colonial ya que en los primeros anales de La Inquisición se mencionan casos de
mujeres que la invocaban para sus hechizos. La tradición cuenta que Marta usó su cinturón para amarrar a La Tarasca y
llevarla como perrito mascota. Por eso, las españolas medievales le rezaban y
preparaban aceites con su nombre para “amarrar” al hombre que les gustaba.
En el Siglo XXI, Marta sigue recibiendo peticiones para separar al objeto de nuestro deseo de
otras parejas y volviéndolo tan manso como eran los dragones de Daenerys en su
infancia.
Lamentablemente, cualquier “amarre” puede (como Drogón) salirse de las manos de la invocadora o peor aun dejarla atada a un hombre que
una ya no desea. Aun así es interesante ver como una figura mítica llega a
adquirir tanta importancia que incluso en textos religiosos llegan a ser fauna privilegiada de Reinos de Fabula.
En esta primavera del Hemisferio Sur, el cable-canal Cinemax
está presentando la Primera Temporada de “Juego de Tronos”. Verla ha sido una experiencia agridulce. Una
afirmación de las raíces de mi identidad tronera, pero también una confirmación
de que lo bueno quedó atrás y una desagradable
convicción de que nada de la Sexta podrá igualar la majestuosidad, pulcritud y elegancia de esa primera adaptación.
Aunque nos apene confesarlo, “Juego Tronos “ha dejado de ser
la pasión que reinaba en nuestras vidas. El fervor de los primeros años ha
quedado enterrado por tanto desprecio
por el original, por tanto troleo de parte de la producción, por tanto homenaje
al Dios de las Tetas y el Gore. La
seguimos mientras esperamos que George R.R. Martin nos compense con un Winds of Winter fenomenal, pero nos duele recordar lo que una vez nos cautivó
con su magia y excelencia.
Resulta paradójico que en el 2015, después de la temporada
más floja que se recuerde de la producción de HBO, los Emmys hayan decidido
premiar a “Game of Thrones como la mejor serie dramática del año. ¿Por qué
ahora? También es paradoja que en este año la televisión del cable haya decidido
“sindicalizar” la adaptación de Una canción
de hielo y fuego. Aunque estoy apenas en el quinto episodio ya me basta
para enamorarme de nuevo, pero también para comparar desfavorablemente lo que
David Benioff y Daniel Weiss están
haciendo ahora con la obra de Martin y con lo que hicieron hace seis años.
Mis quejas no van dirigidas ni al elenco, siempre impecable,
ni a la escenografía ni a los efectos
especiales. Hoy como ayer, GOT descuella,
en esos aspectos. La mediocridad presente tiene que ver con algo de lo que la Primera
Temporada rezumaba: coherencia, intensidad argumental, respeto por y cercanía al material original.
Cinemax está presentado la serie en dos versiones. En español
latino y para los que tienen SAP, la pasan en ingles, sin subtítulos. La ausencia
de los letreritos blancos que siempre me distraen, me obliga a concentrarme en
los diálogos, muy superiores a los que se han escrito en los últimos años,
y en la forma en que se desenreda una trama que ha
sido cuidadosamente ovillada.
Muchas de estas escenas están disponibles en YouTube, pero verlas
en orden permite notar como Martin, y Los Ds construyeron un delicado hilo
argumental que muchas veces nos sorprende, pero no nos confunde como ha
ocurrido con esas variaciones arcangélicas que tanta controversia e ira han
causado recientemente.
Por ejemplo, Martin inicia su saga como si fuera un cuento
de terror. Así lo sentimos con ese primer encuentro espeluznante con Los
Caminantes Blancos. De ahí caemos en un océano de intrigas palaciegas y dramas familiares
que aceptamos porque son tan fascinantes. Voy para el quinto episodio y no me
importa para nada que no se mencionen a Los Otros. Más me preocupan los chismes
de Desembarco del Rey, la adaptación de Jon Snow a la Guardia Oscura y por
supuesto Daenerys en esa penosa luna de miel.
Lo que Martin hace en su libro lo han conseguido capturar los
Arcángeles en pantalla, hacer que el televidente
siga con la historia sin echar de menos
los espantos de la tundra. Que Tyrion se burle de Los Caminantes
considerándolos mitos de viejas, o que Osha (que todavía no aparece) haya huido
hacia el Sur perseguida por el miedo a
los monstruos de nieve servirá para recordarnos que hay un elemento de terror
en este cuento (y así prepararnos para ese Wight
que atacará a Lord Mormont). Pero el terror va tan bien combinado con el
dramatismo de la vida real que no necesitamos de su presencia constante para
quela serie nos subyugue.
Intento ver la serie con ojos de Niña de Verano, pero no puedo
evitar quela tronada curada de espantos que habita dentro de mi salga a flote.
Es un placer orgásmico ver a Nik tan bien peinadito, tan guapérrimo y con dos
manos. Como también es un placer ver ciertas escenas que adoro: el
descubrimiento de los bebés huargos; Verano salvando a Cat y a Bran; la llegada de Sam a Castillo Negro; o ese coro
tan bobito, pero delicioso, de las esclavas de la Khaleesi (“It is known!”)
También hay escenas que me resultan insoportables como las que llevan a la muerte
de la lobita Lady. De hecho, el momento en que Joffrey y Sansa se encuentran
con Arya y el hijo del carnicero que yo apago el televisor. No soporto esas escenas tan
angustiantes.
Me ha ocurrido algo curioso en esta revisión de la serie.
Siento una lástima infinita por mí pelirroja. Todos, en su momento, detestamos
al personaje de Sophie Turner. La acusamos de provocar la mitad de los males de
su familia Razón no nos faltaba, pero el
saber todas las desdichas que le esperan en los próximos dos años ya nos obliga a mirar a Sansa de otra manera.
Comentaba con la Reina Any que es doloroso observar a Los
Stark, tan unidos, tan felices, parece inconcebible
que por culpa de maquinaciones y secretos ajenos salgan disparados a distintos
puntos de Poniente donde muchos perderán la vida. Me corren los lagrimones
cuando diviso a Ned tan justo, tan noble, a su hijo (me estoy aguantando las ganas de verlo
en la nueva versión de El Amante de Lady Chatterley), el futuro
Rey del Norte, y hasta me conmueve contemplar a Catelyn. Ver a los señores de
Invernalia, y sus hijos, es como ver esas familias armónicas en películas del
Holocausto. Uno se pregunta ¿quién será tan malo de interrumpir esa felicidad? ¿Quién
será tan malo de hacerles daño a niños inocentes?
La otra gran interrogante que se eleva de esta revisión está
en el arco Khaleesi. ¿En qué momento deje de querer a Daenerys? ¿En qué momento
Emilia pasó a ser una mala actriz de mechas tañidas y muchas curvas? Confieso
que aun sabiendo el deterioro que le sobrevendrá al personaje, caigo redonda en la trampa
arcangélica. Porque Weiss&Benioff nos han puesto delante a una Dany más
patética que la del libro y vivo sintiendo compasión por ella y admirando su
crecimiento, su maduración y su independencia reflejada en escenas como esta:
Otra sorpresa ¡Siento lastima de Cersei! Me parece increíble
escribir esto y aun sabiendo lo mala leche que llega a ser más adelante, puedo
comprenderla ahora. Ósea has estado viajado en condiciones infrahumanas por dos
meses y apenas llegas a un lugar semi civilizado y quieres un baño o un té, ¿a
tu marido solo se le ocurre ir a visitar la tumba de tu rival? Es para andar
con mala cara todo el día. Y en la noche en la cena, cuando Robert se pone a
manosear a todas las lavanderas gordas de Invernalia. ¡Noo, si merece que lo
envenenen y contraten jabalíes para que
lo destripen! Y luego en Desembarco del Rey, la pobre Leona la se ha pasado
toda la mañana con la peluquera y todo para que iniciado el torneo, el marido
grite que se apuren los caballeros porque él quiere ir a mear. Con razón La Reina se marchó a su casa. En
serio, comprendo que fuera muy infeliz, y si la culpo de mucho, pero la exonero
de matar a un rey tan zafio e insoportable.
Hablando de muertos, el conteo de cadáveres de “Juego de
Tronos ·”se hace más estremecedor con esta revisión. A cada rato aparece un
personaje, al que ya hemos enterrado en temporadas posteriores. Ahí te das
cuenta del chiste-cliché que no te puedes encariñar con un personaje
porque Martin te lo mata. ¿A ver quién
sobrevivió a esa visita de Invernalia? Muertos están Robert, Ned, Joffrey, El
Perro, Benjen Stark y Lady Cat. Muertos
Los Cassell, padre e hijo, la Septa Mordane, El Maestre Lwin, hasta a Ros la
“flecharon” a muerte. Ni hablar de la comitiva de Daenerys. Todos los criados
muertos, los khales muertos, Viserys muerto, hasta Ilirio Mopatis anda perdido
en acción.
Revisitar “Juego de Tronos” ofrece satisfacciones y revelaciones.
Entre estas últimas está el momento de la verdad, lo infinitamente superior que
fue ese primer encuentro (aun para Los Lectores Puristas) a esta última
temporada. Las razones son obvias: la aproximación a la saga por parte de Los Arcángeles
fue una de total humildad y certeza de que aceptaban una tremenda
responsabilidad al poner en pantalla obra tan compleja y tan amada por sus seguidores.
Tanto así fue que Weiss&Benioff se negaron, aun teniendo la serie acabada,
a sacarla al aire el 2010, prefiriendo trabajar más ciertos aspectos aun sin
refinar aunque eso implicase postergar el debut por un año.
Llego a la conclusión de que la mitad de las chambonadas
arcangélicas nacen de falta de tiempo, de prisas y de presiones para sacar al
aire algo que requiere pulimiento constante. Pero también hay ahí soberbia, el
creer que puede mejorar la obra Martiniana (los cambios en los diálogos no
obedecen a falta de tiempo) o reemplazarla por tramas insignificantes e insubstanciales
(como el cuento del Dorne) o por factores que serán muy controversiales pero
solo deslucen la serie y ofenden a un público exigente. Y nos volvimos
exigentes (les recuerdo que hasta la Tercera Temporada yo era Inmaculada)
precisamente porque Weiss&Benioff nos hicieron creer y esperar que todo lo
que llevaba su firma era de calidad superior.
¿Alguien ha hecho la prueba de ver las primeras temporadas a
estas alturas? ¿Qué es lo que más les
llama la atención? ¿Qué personajes les gustan más ahora que hace cinco años?